Stranger Than Fiction

Una mañana, un agente de Hacienda aparentemente normal y generalmente solitario llamado Harold Crick empieza a escuchar una voz femenina que narra todas sus acciones, pensamientos y sentimientos con un detalle alarmantemente preciso. La vida cuidadosamente controlada de Harold se ve sacudida por esta narración que sólo él puede oír, y cuando la voz declara que Harold Crick está afrontando la muerte inminente, se da cuenta de que debe descubrir quien está escribiendo su historia y convencerla para que cambie el final.

Desesperado por tomar el control de su destino y evitar un fallecimiento prematuro, Harold busca ayuda de un teórico literario llamado Jules Hilbert que sugiere que Harold debe ser capaz de cambiar su destino cambiando la historia de una tragedia a una comedia. El profesor Hilbert sugiere que Harold trate de seguir una de las fórmulas más elementales de la comedia: una historia de amor entre dos personas que se odian. Su sugerencia lleva a Harold a iniciar un extraño romance con una panadera de espíritu libre llamada Ana Pascal.

Mientras Harold experimenta el auténtico amor y la vida real por primera vez, se acaba convenciendo de que ha escapado a su destino a medida que la historia parece tomar todos los signos de una comedia en la que no puede morir. Pero Harold no sabe que en una tragedia de Karen Eiffel, los personajes principales siempre mueren en el momento exacto en el que tienen más cosas por las que vivir. Harold y Kay se encuentran en un terreno inexplorado en el que ambos deben sopesar el valor de una vida humana frente a lo que podría ser una obra de arte inmortal: una novela sobre la vida y la muerte —y los impuestos.

Cada vez que Harold Crick iniciaba una de sus mañanas cotidianas, empezando con el sonido del Reloj que marcaban las 7 a.m. de un nuevo día. Esa voz de la narradora de su “historia” que poco a poco marcaba los pasos que el personaje principal de nuestra historia realizaba, luego de que su reloj inteligente marcara la hora en que Harold se tenía que levantar, se dirigía hacia el baño donde con su cara de dormido tomaba el cepillo de dientes al cual le aplicaba la crema y repetidamente contaba las veces en que limpiaba sus dientes haciéndolo de una manera muy fina y consecuente sin dejar ninguna pieza de su dentadura sucia para lucir una sonrisa perfecta. Luego nuestro personaje corría hacia el baño donde tomaba la ducha diaria, después de terminar esa labor corría hacia su armario donde encontraría su traje con el cuál vestiría ese día. Realizada esta labor su reloj indicaría que ha llegado la hora de salir de casa para abordar el autobús que lo desplazaría hacia su trabajo, con su manzana de color ver en la boca y apresurado corre por la calle hacia la estación donde arribará el vehículo mencionado. Una vez más, la voz de nuestra escritora que pasaba por la cabeza del mencionado

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