Crisis Economica Mundial 1991 - 2001
luis11711 de Noviembre de 2012
3.802 Palabras (16 Páginas)817 Visitas
La Crisis Económica Mundial 1991-2001
Por Nick Beams
14 Mayo 2002
Nuestra respuesta, por el contrario, sostenía que la caída de la Unión Soviética era la expresión política de enormes cambios en la economía mundial; cambios que socavaban la estructura política en la cual se basaba la estabilidad del gobierno de la burguesía. La mundialización de la producción, la cual se vinculaba a vastos cambios tecnológicos basados en la computadora, había dejado anticuada a la perspectiva económica nacionalista del estalinismo; es decir, el “socialismo en un sólo país”.
Pero el colapso de los regímenes estalinistas fue solamente la expresión inicial, una vez más, de las contradicciones entre el desarrollo económico mundial—la expansión mundial de las fuerzas productivas propulsadas por el capitalismo—y el sistema de estados-naciones en el cual se basaba el dominio de éste. Insistimos que el resurgimiento de esta contradicción tenía vastas consecuencias económicas y políticas.
La labor teórica y política del Comité Internacional durante la última década se ha centrado en comprender las implicaciones de las consecuencias de este nuevo desarrollo histórico del capitalismo, y, en base a dicho análisis, realizar los cambios necesarios en nuestra propia práctica.
Desde el inicio reconocimos que la caída de los regímenes estalinistas—que en conjunto eran la mayor y más poderosa burocracia obrera—tendría enormes consecuencias para la evolución de las burocracias obreras de los países capitalistas principales. Insistimos que la transformación de los sindicatos y de los partidos socialdemócratas y laboristas no era simplemente el resultado de la traición de esta o aquella dirigencia, sino el producto orgánico de su propia estructura. Fue la reacción de las organizaciones basadas en el estado-nación a la nueva situación producida por la mundialización de la producción.
A su vez, la mundialización de la producción requería un análisis crítico y una nueva elaboración de la perspectiva de la autodeterminación nacional. Si bien esta exigencia había jugado un papel histórico progresista en el contexto de una época anterior, en tanto que estaba dirigida contra el imperialismo, los grandes cambios en la economía mundial la habían transformado. La “autodeterminación” se había convertido en la reclamación de varios sectores de la burguesía y pequeña-burguesía nacionales a medida que buscaban la manera de establecer su propia relación con el capital internacional.
El análisis del Comité Internacional evolucionó en oposición a las varias tendencias radicales pequeño-burguesas que insistían que la mundialización no era nada más que propaganda de la élite dirigente. Los radicales sostenían que el estado-nación seguía tan fuerte como siempre y que las perspectivas políticas deberían de orientarse hacia éste. El ataque de la Liga Espartacista contra nuestro análisis en 1994 resumió la postura política de todos aquellos cuya perspectiva política se basa, a fin de cuentas, en ponerle presión al estado nacional.
Si, el estado nacional, como sostenían los radicales, no había sido socavado por el desarrollo mundial de las fuerzas productivas, y si se mantenía, como ellos insistían, en la entidad política y económica principal, entonces la perspectiva marxista tenía que pasar al plano de un ideal ético y moral. La perspectiva socialista—basada en la abolición del estado nacional y la propiedad privada—simplemente se convertiría en una utopía.
Esta fue la cuestión política principal que surgiera de los movimientos de protesta contra la mundialización. Después de la manifestación de Seattle en 1999, explicamos que tenía que haber una distinción entre la mundialización de las fuerzas productivas—un desarrollo totalmente progresista que establece las bases para el socialismo mundial—y el capitalismo mundial, sistema reaccionario y anticuado, basado en la propiedad privada y el estado nacional, que actuaba como freno contra el desarrollo de las fuerzas productivas. Esta distinción formó la base de nuestra polémica con el profesor Michael Chossudovsky hace dos años.
Basado en este análisis, el CICI ha emprendido grandes cambios: la transformación, durante 1995-96, de nuestras ligas en partidos y en 1998 el lanzamiento de nuestro portal en el Internet, el World Socialist Web Site.
Ahora podemos plantear la pregunta: ¿Ha pasado nuestra perspectiva la prueba de los eventos históricos? En otras palabras, ¿le ha sido posible al capitalismo establecer un nuevo equilibrio internacional en el cual se pueda basar una expansión mundial mayor? ¿Apuntan en esta dirección las tendencias de desarrollo actuales? ¿Significan las tormentas y crisis de los últimos 10 años los dolores de parto de un nuevo orden mundial estable? O, por el contrario, ¿no representan una profundización del desequilibrio que inicialmente llevó a la URSS al colapso? Durante esta charla trataré de enfocar y contestar estas preguntas..
Los Estados Unidos dirige tres guerras
La economía política de la década pasada tiene dos características mayores: la erupción de tres guerras conducidas por el imperialismo norteamericano y la creciente turbulencia en el sistema financiero mundial. La Guerra del Golfo de 1990-91 fue seguida por la guerra en Serbia en 1999 y ahora por la guerra contra Afganistán, y Bush promete que el 2002 será un “año de guerra”. A inicios del 2002 estamos viviendo la recesión mundial más seria del último cuarto de siglo, y posiblemente de todo el período posguerra.
La casualidad de la Guerra del Golfo en 1990-91 y la desintegración final y colapso de la Unión Soviética no fue un accidente. Se trata de dos aspectos del mismo proceso: la destrucción del equilibrio de posguerra del capitalismo mundial. En ese entonces indicamos que la postura de los EE.UU. era extremadamente contradictoria. Al mismo tiempo que celebraba su victoria sobre la URSS, los EE.UU. luchaba por mantener hegemonía mundial sobre sus rivales. El manifiesto del CICI de 1991,Oponerse a la Guerra Imperialista y al Colonialismo, notó, “el empuje del imperialismo norteamericano para restaurar su dominio mundial constituye el elemento más explosivo de la política mundial.” Mucho más importante que la “liberación” de Kuwait es la oportunidad que le ofrece a los EE.UU. de demostrar su poderío militar.
La declaración del CICI de mayo de 1999, Petróleo, oro y el poder mundial, concluyó que las raíces de la guerra de los EE.UU. contra Yugoslavia estaban en su lucha contra las principales potencias capitalistas para reintegrar los territorios de la ex URSS y apropiarse de sus recursos.
“Las mayores reservas de petróleo que todavía no han sido explotadas yacen en las ex repúblicas soviéticas fronterizas con el Mar Caspio (Azerbaiján, Kazajstán, Turkmenistán). Hoy estos recursos se dividen entre las potencias capitalistas principales. Esta es la fuente que nutre el nuevo militarismo y que llevará a las potencias imperialistas a nuevas guerras de conquista contra la oposición local, así como también a mayores conflictos entre los imperialistas mismos.
“Esta es la clave para entender la belicosidad de la política exterior de los EE.UU. durante la última década. El bombardeo de Yugoslavia es la última en una serie de guerras de agresión que se ha extendido por todo el mundo. Si bien tenían ciertas codicias regionalistas, estas guerras han sido la reacción de los EE.UU. a las dificultades y oportunidades que han surgido a partir de la desintegración de la URSS. Washington considera que su poderío militar es el naipe triunfante que le permite vencer a sus rivales en las luchas por los recursos.”
El análisis del CICI anticipó la guerra actual contra Afganistán, la cual venía preparándose muchísimo antes que los eventos del 11 de septiembre de 2001. Los ataques terroristas proporcionaron el pretexto para que el gobierno estadounidense pusiera en acción sus planes militares.
La postura mundial de los EE.UU. ha sido el tema de muchos debates durante la última década. En 1992, por ejemplo, cierta información filtrada del Pentágono explicaba que la cuestión central de la política exterior estadounidense era mantener su hegemonía mundial.
En 1997, el consejero de seguridad nacional del gobierno de Carter, Zbigniew Brzezinski, explicó claramente este punto de vista:
“La última década del Siglo XX ha sido testigo de cambios teutónicos en los asuntos mundiales... La derrota y el colapso de la Unión Soviética fue el paso final en el rápido ascenso de una potencia del hemisferio occidental, los Estados Unidos, como único, y, en realidad, primer poder verdaderamente mundial.”
Pero el problema era como podía mantener su supremacía. De acuerdo a Brzezinski “la cuestión de cómo los Estados Unidos, comprometido mundialmente, se enfrentaría a las complejas relaciones de poder en Euro Asia—y particularmente si ha de prevenir el surgimiento de un poder euroasiático dominante y antagonista—es crucial para poder ejercer su dominio mundial ” (Brzezinski, El Gran Tablero de Ajedrez, pp. xiii-xiv).
Brzezinski dedica un capítulo de su libro a lo que él llama los “Balcanes de Euro Asia”, que comprende, en términos generales, los países que rodean al Mar Caspio y sus vecinos.
“Los Balcanes tradicionales representaban un premio geopolítico potencial en la lucha por la supremacía europea. Los Balcanes euroasiáticos, que cruzan la naciente red de transporte que unirá directamente las riquezas de Euro Asia con las potencias industriales del occidente y oriente, también tienen una importancia geopolítica.
...