Cómo Reivindicar El Rol Empresarial En La Sociedad Chilena

Cómo reivindicar el rol empresarial en la sociedad chilena.

Orellana M, Raúl – Sánchez G, Editha.

“El sistema capitalista está bajo asedio. En los últimos años, las empresas han sido vistas cada vez más como una causa importante de los problemas sociales, ambientales y económicos. Hay una percepción muy amplia de que las compañías prosperan a costa del resto de la comunidad”. Así parte el artículo de la Harvard Bussines Review, donde Michael Porter y Mark Kramer exponen su tesis de la creación de valor compartido.

La legitimización de las empresas ante la comunidad ha caído a límites mínimos. Con el avance de los años las exigencias que la sociedad les hace son cada vez mayores: mejoras en salarios, salud y seguridad, estabilidad laboral, trato digno e igualitario, cuidado y respeto del medioambiente y la cultura local, entre otras. Sin embargo, gran parte de las compañías no han sabido responder –guiadas aún por una estrecha mirada neoclásica– buscando sólo obtener utilidades en el corto plazo para sus accionistas y pasando por alto las necesidades más importantes de sus clientes y la sociedad que los rodea.

Ante este fenómeno nace el concepto de creación de valor compartido, acuñado por Porter y Karmer en 2011 y definido como “las políticas y las prácticas operacionales que mejoran la competitividad de una empresa a la vez que ayudan a mejorar las condiciones económicas y sociales en las comunidades donde opera. La creación de valor compartido se enfoca en identificar y expandir las conexiones entre los progresos económico y social”.

Su éxito se basa en tres pilares: Reconcebir mercados y productos, para satisfacer las nuevas necesidades de la sociedad, como alimentos más sanos o productos más amigables con el medioambiente o atendiendo a comunidades desaventajadas; redefinir la productividad en la cadena de valor, usando I+D+i para mejorar los beneficios, minimizando impactos ambientales y conectando eficientemente las necesidades sociales con las posibilidades de progreso de la empresa, y permitir el desarrollo de clúster locales, para rodearse de talento en áreas como capacitación, servicios de transporte y sectores relacionados clave que eleven la productividad y a la vez que aborden las brechas o fallas en las condiciones estructurales de su medioambiente próximo.

En la realidad chilena, donde el mundo empresarial actúa en muchos casos guiado por algunas ideas de Milton Friedman respecto de su rol en la sociedad (“el negocio de los negocios es hacer negocios” o “la responsabilidad del ejecutivo es manejar los negocios de acuerdo a sus deseos, que generalmente es ganar tanto dinero como sea posible, cumpliendo con las reglas básicas de la sociedad, tanto las establecidas en las leyes como aquellas plasmadas en las costumbres éticas”) y además se ha visto recientemente involucrado en grandes escándalos de corrupción (caso “Penta” y caso “Caval”) y conflictos medioambientales (caso Minera Los Pelambres), es difícil pensar que la voluntad de crear valor compartido sea vista con confianza por la sociedad y los actores involucrados.

En Chile, los esfuerzos deben ir más atrás. No nos referiremos al tema del cumplimiento de la legalidad, pues es obvio que esto debería ser algo intrínseco en el accionar de cualquier entidad y su no cumplimiento afectará siempre su imagen.

El énfasis se debe poner en que mientras las grandes empresas y sus líderes no ganen la confianza de sus propios trabajadores, difícilmente lo hará la sociedad en general. No es necesario redefinir la productividad

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