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ECONOMIA Y POLITICA ECONOMICA FEDERAL EN EL CONTEXTO DE


Enviado por   •  25 de Enero de 2013  •  Informes  •  21.574 Palabras (87 Páginas)  •  396 Visitas

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ECONOMIA Y POLITICA ECONOMICA FEDERAL EN EL CONTEXTO DE

LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE ESTADOS UNIDOS.

Esteban Morales Domínguez

CESEU – UH

A MODO DE INTRODUCCIÓN.

Desde 1904 hasta el año 2000, se efectuaron 24 elecciones presidenciales en Estados Unidos, coincidiendo 21, es decir el 87,5 %, con momentos de buen desenvolvimiento económico general. El Partido en la Casa Blanca retuvo el poder en 19 ocasiones de estas ultimas, mientras que en las 5 restantes – dos ocasiones con economía en buen estado- el partido en la "oposición" alcanzó las riendas del poder ejecutivo.

Es decir, el partido incumbente mantuvo el control del gobierno, el 90,5 por ciento aproximadamente de las veces en el que el desenvolvimiento de la economía o del llamado, por los norteamericanos, "ciclo de los negocios", se encontraba en la fase de, reanimación, crecimiento o auge, y lo perdió por otras razones el 9,5 por ciento, de las 21 ocasiones mencionadas.

Estos datos muestran que existe, como tendencia, una alta correlación entre estos dos fenómenos de la sociedad norteamericana, economía y elecciones presidenciales; en cuanto al estado de la primera y los resultados de la segunda.

Ahora bien, el hecho de que en dos ocasiones en que la economía mostraba "buena salud", los electores hayan desalojado al ocupante de la Oficina Oval,

confirma la influencia recíproca, no mecánica, así como la complejidad de la interrelación base-superestructura, que por supuesto, no se reduce exclusivamente a fenómenos de carácter económico, y sugiere además, que sólo un análisis de la situación histórico-concreta, en que se presenta esta relación, hace posible vislumbrar la resultante de la interacción, lo cual constituye un principio metodológico básico de partida en este trabajo.

El objeto de estudio de este ensayo, es entonces lograr una metodología de análisis, que nos permita predecir el impacto que tendrá la economía en el año electoral presidencial .Así como al mismo tiempo, determinar el impacto que sobre la economía pudiera tener el proceso electoral. Es decir, se trata de ver la interrelación reciproca de ambos fenómenos.

Entonces los objetivos fundamentales pueden sintetizarse de la siguiente forma:

-Abordar el estudio de la economía y de los reajustes y efectos de la política económica de un presidente incumbente durante el período de elecciones presidenciales.

-Analizar la interrelaciones mutuas elecciones presidenciales-economía.

-Analizar los factores y relaciones económicas esenciales, con influencia relevante en el contexto económico-político en el que tiene lugar la campaña electoral hacia las elecciones presidenciales.

El lector no va a encontrar en este trabajo el asunto relativo al financiamiento de las campañas y su influencia creciente en la aceptación de uno u otro candidato, ante todo, por no estar incluido en el objeto de estudio .Pues no se trata de determinar algo que ya esta determinado, y es que quien mas dinero tenga para la campaña presidencial, cuenta con una ventaja determinante, que el otro candidato, oponente o incumbente tendrá que buscar como equilibrar.

Su no inclusión en el objeto de estudio viene dada, además, no por carencia de importancia, sino por tratarse de un proceso muy complejo, donde la información que posibilitaría incluirlo en el pronóstico de resultados de la campaña, escapa incluso al control del Congreso estadounidense

En otras palabras, una parte de la información sobre el financiamiento de los candidatos durante las campañas se puede conocer en el transcurso de ésta, pero resulta lo menos útil. Otra parte de la información puede llegar a conocerse concluida la elección por la presidencia, pero esto sólo, serviría para corroborar la tendencia al "encarecimiento" de las campañas electorales que viene describiendo la lucha política entre los dos partidos tradicionales por ocupar el control del ejecutivo. El resto de la información, que por demás resultaría la más útil y necesaria a los efectos del pronóstico, pudiera llegar a conocerse por alguna denuncia, que llevara al Congreso al abrir investigaciones sobre un candidato en particular.

No se trata desde nuestro punto de vista de efectuar el estudio de pronóstico de las elecciones presidenciales (y en su momento las congresionales) en Estados Unidos, a partir de una investigación acuciosa del desenvolvimiento de la campaña de cada uno de los candidatos, y por lo tanto lograr ofrecer posibles resultados, de forma individualizada en candidatos y por partido. Se trata del estudio detallado del contexto económico-político concreto, en que la campaña electoral y consecuentemente los diferentes candidatos, se insertan y al que se deben en última instancia, así como cuál o cuáles elementos, de dicho contexto influirán sobre ellos y los posibles resultados.

Es por ello que el examen tiene como fin llegar a conocer mediante una aproximación apriorística, el probable grado y sentido de la influencia de la economía en el resultado de las elecciones. Y en general, cual seria el impacto de los procesos electorales presidenciales sobre la economía y la política económica federal.

En periodo de elecciones presidenciales, los medios académicos y políticos, tanto nacionales como internacionales, toman el tema de la economía y dentro de éste, sus más agudos problemas en la percepción de los candidatos rivales, como objeto de estudio, pero de una forma pasajera. Esto se debe a lo limitado de la manifestación (espacio-temporal) del fenómeno.

Cuando las elecciones se desvanecen, y el curso de los acontecimientos vuelve a la "normalidad", el estudio de la economía en el sentido antes mencionado, es abandonado por la importancia de otros fenómenos, que en el orden de la política, su formulación y puesta en práctica, resultan apremiantes.

Es nuestra opinión, que las elecciones presidenciales plantean la necesidad ineludible de estudiar el desenvolvimiento de la economía, como un factor decisivo en el proceso electoral.

Por lo que se puede ver, en las presentes circunstancias, este proceso continuará influyendo significativamente. En tal sentido, es imposible eludir un estudio que trate de sistematizar como abordar la interrelación economía-elecciones presidenciales dentro del proceso político cíclico, más importante de la sociedad norteamericana.

Al hacerlo, deben ser examinados un complejo y variado número de hechos, que desde lo económico, influyen con regularidad en el proceso electoral por la presidencia del país. Tales hechos se agrupan o aíslan, cuando es factible. Se trata de allanar el camino de un futuro análisis, en el sentido de conformar un criterio de aplicación del método marxista al estudio concreto de la relación entre economía, política económica y elecciones presidenciales en Estados Unidos.

El autor de este trabajo no ha logrado hallar estudio alguno, que aborde sistemáticamente el tema, tanto en el ámbito nacional como internacional, y todo investigador de las ciencias sociales sabe las dificultades que ello encierra. Al no tener posibilidades de confrontación con otros autores, esto implica desplazarse en terrenos no explorados, lo que puede ser meritorio por su novedad u originalidad, pero de seguro también muy incompleto, al darse sólo los primeros pasos.

El interés personal por un estudio de esta naturaleza, vino dado por la importancia que en el Centro de estudios de Estados Unidos de la Universidad de la Habana se le presta al análisis de los procesos electorales estadounidenses. Lo cual, políticamente, se explica, por la importancia que tiene para un país como Cuba, con una larga confrontación con los Estados Unidos, pronosticar comportamientos de política, los cuales se debaten mucho en medio de las campañas electorales, sobre todo presidenciales, de Estados Unidos.

Al mismo tiempo, al tratarse el proceso electoral presidencial de un fenómeno político cíclico, el mas importante de la sociedad norteamericana, aunque matizado también fuertemente por la coyuntura y un conjunto de fenómenos estructurales y de largo plazo, se hacia necesario formular una metodología , que amen de las diferencias, porque cada proceso electoral no es igual, nos sirviera de guía para el estudio sistemático de tales procesos.

Como resultado de varios debates teóricos, se decidió hacer tres investigaciones básicas: una primera dirigida a determinar el lugar de los fenómenos de la política domestica en los procesos electorales, dentro de ello un estudio especial sobre la economía, para determinar la influencia reciproca de esta y la política economía federal dentro de los procesos electorales presidenciales y el tercero, un estudio sobre el papel de la política exterior en los procesos electorales.

El estudio que ahora presentamos , tomó como punto de partida la obtención de un volumen importante de datos procedentes de variadas fuentes, que ordenadas y clasificadas sirvieron de base para los análisis que desarrollo el autor sobre la influencia de la economía en las elecciones presidenciales de 1984.Como resultado de ello, se realizaron varios viajes de trabajo a los Estados Unidos, en medio de los procesos electorales o antes o después muy cercanos a ellos.

La tarea propuesta de mostrar -desde una óptica marxista- como abordar un estudio de tal tipo, implica advertir a que acontecimientos dar importancia y cuales obviar, que temas seguir y cuales no, para llegar a un pronóstico relativamente acertado sobre el objeto de estudio mencionado, es decir, la relación economía-elecciones presidenciales.

Al intentar prever la influencia reciproca de la economía y de la política económica en las elecciones presidenciales de Estados Unidos durante 1980 y 1984, el autor se vio precisado a realizar esa investigación de pronóstico coyuntural, cuya objetividad fue corroborada por el posterior desenlace de los acontecimientos. La experiencia mencionada, sirve de apoyo al presente trabajo.

No estamos entonces ante la paradoja de un "científico", que aspiran a demostrar como investigar un objeto de estudio que nunca ha examinado. Todo lo contrario, con posterioridad a las experiencias mencionadas, hemos venido elaborando sistemáticamente los informes periódicos titulados “Economía y Política Económica en las Elecciones Presidenciales “, los que según consta en los archivos y publicaciones del CESEU, han dejado establecidos pronósticos acertados sobre este fenómeno.

ALGUNAS RELACIONES ESENCIALES

La economía, como esfera específica de las relaciones sociales, puede ser analizada con relativa independencia de la sociedad considerada globalmente. Tal cosa es válida, por demás y necesaria , debido al nivel de determinación y relativa independencia de la esfera que abarca el sistema de relaciones sociales de producción.

Sin embargo, sería inconveniente y además totalmente erróneo, olvidar la objetiva conexión existente, entre la economía y otras esferas de la vida social, por lo que resulta indispensable conectar lo más posible, o al menos no perder de vista en el análisis, la objetiva conexión economía-sociedad, economía-política y economía-ideología.

Relaciones esenciales, con que tropieza el investigador, cuando se hace necesario caracterizar científicamente una situación determinada, dentro de cualquier sociedad en general.

Tal y como es el caso de poder valorar el lugar que van a tener la economía y la política económica, de manera reciproca, en un contexto político-ideológico que las desborda. Como lo es un año de elecciones presidenciales en Estados Unidos, momento donde tantos problemas objetivos y subjetivos quedan entrelazados en de forma muy dinámica y en tan breve periodo de tiempo.

Período además, hasta cierto punto, poco representativo de la realidad económica, teniendo en cuenta que se trata del momento cíclico del "estallido de la lucha", que se libra en el seno de la clase burguesa, por tomar las riendas institucionales de la administración del poder político, de un país como Estados Unidos .Resultado del cúmulo de crecientes manipulaciones a que se ve sometido tal proceso.

No obstante, el periodo electoral por la presidencia en Estados Unidos, es algo extraordinario en el país, quizás el evento político cíclico más importante de la nación, cada cuatro años. Durante el mismo, tiene lugar uno de los más intensos debates entre las diversas fracciones de la clase dominante, no sólo en el plano ideológico y político, sino además, por los sucios manejos a que se recurre, entre los contendientes, para desacreditarse mutuamente ante la opinión pública.

Por supuesto, al tratarse de un debate intra clasista, donde toman parte solo con posibilidades reales, los diferentes grupos de poder dentro de la sociedad norteamericana, existe la regla no escrita y en general respetada por todos, de que ese debate no podrá nunca trasponer los limites de la defensa del sistema. Como tendencia, todos los contendientes forman coalición, para limitar o eliminar si es necesario a quien traspase esas reglas.

Aunque limitado por su espectro ideológico, el debate de todos modos, alcanza de común, el acontecer nacional, en lo económico, lo social, la política interna y exterior.

Entonces, tal ocasión constituye oportunidad única, para aquel que desee conocer, entre otros, al menos los tópicos actualizados del debate nacional intra clasista y aquellos temas de campaña, en los que coinciden y se diferencian demócratas y republicanos, únicos partidos con posibilidades reales, hasta ahora, para contender por la presidencia .En particular, durante esos debates las políticas futuras quedan bastante expuestas.

Al abordar un problema tan complejo como el anterior, se debe cuidar, no quedar inmerso en las trampas que continuamente tienden al análisis el proceso "contradictorio" de enfrentamiento entre los sectores burgueses en pugna y en torno a los cuales tratan de alinearse el resto de los grupos y fracciones monopolistas o no de la burguesía y grupos de poder en general, pujando oportunistamente porque sus intereses específicos sean considerados en las políticas futuras.

Recordemos que entre estos sectores socio clasistas mencionados, en la superficie de la sociedad, se desarrollará una lucha, que en lo fundamental, y muy esquemáticamente, se sintetiza en que, los que ostentan la administración, ayudados por los que se ven representados en ella, tratarán de presentar su gestión, ante el electorado

como satisfactoria, culpando a los "opositores" presentes de lo no resuelto, o de lo que fue mal tratado.

Los "opositores", que aspiran a la administración, por su parte, tratarán en el mejor de los casos, de destacar las fallas de los administradores y pedirán a los electores, se les de la posibilidad de hacerlo mejor.

El partido, que estando en la administración , aspira nuevamente a ocuparla ( incumbente ), tratara por todos los medios de demostrar la validez de su gestión .

La práctica ha demostrado, sin embargo, que aunque constituye un período representativo para descubrir, no sólo contradicciones corrientes sino también potenciales, dentro de la burguesía norteamericana, resulta muy complicado para lograr apreciar toda la verdad, dado el cúmulo de manipulaciones ideológicas y maniobras políticas, puestas en función de la lucha por la administración del poder.

Lo anterior no quiere decir, que el investigador, a priori, este condenado a mantener una postura pasiva y desdeñosa por el debate que tiene lugar ante él. El hecho de que el examen se torne complicado, no implica que éste no sea posible, y por demás necesario; pero si implica que dicho examen se lleve a cabo, con una metodología de investigación que garantice, a partir de un ordenamiento riguroso de los pasos a dar, el objetivo propuesto.

Sin embargo, no basta con poseer una metodología de investigación adecuada .Además es necesario tener presente un número no despreciable de interrelaciones dinámicas, que actúan sobre nuestro objeto de estudio, de las que pasaremos a ofrecer a continuación aquellas que a nuestro criterio resultan esenciales, para una correcta apreciación de la coyuntura y en consecuencia, lograr una valoración lo más objetiva posible de su influencia sobre el electorado.

La economía y su relación con la política y la ideología

Existe una relación dialéctica entre la economía y la política que no debe ser confundida, pues aunque ambas constituyen los extremos de la relación, son a la vez, dos niveles del análisis que es muy importante poder diferenciar. Aunque la economía es lo fundamental, lo es esencialmente respecto al carácter determinante del sistema de relaciones de producción, pero estas relaciones, no son siempre y en cada momento lo determinante, ni tampoco las únicas relaciones que pueden serlo en un momento o contexto dado del análisis.

Esto permite entonces, sobre todo en el corto plazo, situar el factor económico en el lugar que le corresponde respecto al resto de los factores sociales, políticos e ideológicos, que pueden estar indistintamente desempeñando un papel central dentro de una situación concreta dada.

Lo anterior es particularmente importante, sobre todo, si tenemos en cuenta, que el análisis económico se vale necesariamente de variables que le son propias y que del comportamiento de éstas, a su influencia dentro de una coyuntura política dada, en este caso la de las elecciones presidenciales, va un espacio que está determinado, entre otras , por las situaciones que exponemos a continuación.

El análisis económico a partir de técnicas cuantitativas siempre es estático.

A los efectos de comenzar a entender con que problemas tendremos que vérnosla, para poder estudiar la influencia reciproca en la economía, la política económica y las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, se hace necesario, ante todo, determinar cual es el lugar y función de las variables económicas en ese proceso.

De nuestras investigaciones previas a esta exposición que ahora comenzamos, hemos llegado a la conclusión siguiente: no todas las variables económicas actúan igual en cuanto a las relaciones economía-política y economía-ideología, lo que se hace más complejo, aún si se tiene en cuenta que el análisis en nuestro objeto científico, es de corto plazo. Aunque en el mismo tendencia y coyuntura, ciclo económico y largo plazo se correlacionan mas que de común.

De aquí que sea muy importante, tener claridad, en cuanto al papel y lugar de Estados Unidos en la percepción del norteamericano, según sea el estado de la coyuntura política y la situación económica nacional e internacional, sobre todo en lo que respecta a la correlación de fuerzas entre los diferentes competidores dentro y fuera de Estados Unidos.

Lo que se pone de manifiesto aquí, es que no todos los elementos de la superestructura político-ideológica guardan el mismo tipo y nivel de interrelación, en términos de su inmediatez, con la base económica.

Entre las variables económicas y el fenómeno político e ideológico, no existe una relación única, igualmente válida para todas las variables, vistas por separado y en sus múltiples combinaciones, ya que el peso de la influencia de cada una, sobre la conducta de los empresarios o consumidores, en fin sobre los "electores", es marcadamente diferente.

Digamos por ejemplo, que no existe la misma reacción de los "electores" ante el desempleo, que ante la inflación, el déficit u otras variables, no afectan por igual a todos los grupos de electores. Digamos que estas no se perciben igual en cada uno de ellos, ni los plazos de reacción ante sus variaciones son los mismos, ni la reacción de cambio es directa.

Hay quienes están dispuestos a ganar menos, en términos de ingreso real, con tal de mantener el empleo, aunque en esto último influye también el período que por término medio se espera estar desempleado y el grupo de ingresos al cual se pertenece.

No se establece la misma relación, con la esfera política electoral, si el desempleo se hace ver como consecuencia de "prácticas comerciales desleales" de aliados o productores extranjeros en general, ante los que el "gobierno", debiera actuar con energía, que si ese mismo desempleo tiene lugar, por la fase de crisis del desenvolvimiento de la economía.

En el primer caso, las críticas estarían situadas fuera de Estados Unidos y especialmente asociadas al comercio internacional, por lo que entonces el desempleo quedaría insertado dentro del conjunto de consecuencias que para Estados Unidos, tienen semejantes prácticas comerciales .En tal caso, el desempleo no se ve como una responsabilidad de la administración, mas allá de la acción que esta debe realizar para mejorarlo.

Esta fue la situación que se presento para la Administración Reagan en 1984, durante su campaña por la reelección, y en 1986, cuando trabajó a favor de los congresistas del Partido Republicano, durante la campaña electoral a ese órgano legislativo.

En el segundo caso, es decir, cuando sobreviene la crisis, el desempleo se muestra también en el conjunto de consecuencias que afectan a "todos los norteamericanos por igual", en una situación que "nadie desea".En tal situación el desempleo tampoco se ve como una responsabilidad de la administración.

La inflación, como variable económica es mucho más sensible en su tratamiento, a factores de política interna que el desempleo, lo que no quiere decir, que este último no lo sea también en alguna medida.

A diferencia del desempleo , la inflación , por parte de la” opinión publica” , se asocia de manera directa con la actividad del gobierno. Es decir, se enjuicia a través de la política de gastos gubernamentales. No obstante, también se asocia con la Junta de la Reserva Federal , por medio de la actividad que esta desarrolla con las tasas de interés y el control de los Agregados Monetarios.

El desempleo por su parte, se asocia de forma muy indirecta con la gestión del gobierno, por ejemplo, por no adoptar políticas de protección a la industria nacional, pero sobre todo, a través de los gastos dedicados al reentrenamiento laboral, lo que permitiría reducir el período de desempleo.

Con independencia de la manipulación, que a través de los medios masivos se haga de la "opinión pública", en la sicología del norteamericano promedio, el desempleo tiene un carácter transitorio, por lo tanto, el indicador más importante en términos relativos, es el tiempo promedio transcurrido para conseguir nuevamente trabajo, no propiamente el nivel de desempleo, que poco o nada les dice.

En este mismo plano dl e análisis, el problema no esta principalmente, en recibir un mayor subsidio durante el período que se esté desempleado, sino que el tiempo en volver a conseguir trabajo no sea mayor de 45 días.

En contraposición a las relaciones que se establecen entre la economía y la política, para un grupo de electores (obreros y trabajadores en general), para el otro gran grupo (propietarios de los medios de producción), se establecen otras formas de relación, que en una medida importante, determinan la alineación de cada grupo de intereses en torno a uno u otro proyecto de política económica.

Digamos, a principios de la década de los ochenta, para la mayoría de la burguesía monopolista norteamericana y sus representantes, el estancamiento económico y la inflación se percibían relacionados con el Gobierno y su gestión de forma directa.

Las dimensiones del aparato burocrático-militar considerada excesiva, las llamadas normativas sobre la economía consideradas asfixiantes y el llamado “estímulo al no trabajo", eran entre otras, las "causas" de la inflación y el estancamiento económico.El responsable de esas situaciones era el Gobierno.

En consecuencia, el proyecto político que atraería a este grupo de electores, más que al voto, al apoyo financiero de la campaña, sería aquel que se propusiera reducir las dimensiones de la burocracia gubernamental, las regulaciones en la economía y el monto de los programas sociales.

Esta relación de la economía, con la política y la ideología de los dos grandes y más importantes grupos de electores, no la planteamos como algo nuevo a tener en cuenta. Lo nuevo es la singularidad y complejidad del análisis en las condiciones de Estados Unidos, lo que se trata de ejemplificar en el transcurso del epígrafe.

Este fenómeno está sujeto también a la naturaleza del problema económico que se analice, es decir, si responde a un problema estructural, a factores coyunturales o simplemente al desenvolvimiento del ciclo industrial.

Todo lo anterior, se haya conectado por los intereses de los diferentes grupos que componen el electorado.

Lo estructural, lo cíclico y lo coyuntural en el objeto de estudio

Al examinar la situación de la economía, resulta especialmente importante en el análisis, deslindar muy bien entre los problemas de carácter estructural, cíclico y coyuntural.

Aunque existe una íntima relación, sobre todo, entre lo estructural y lo cíclico.

En el estudio del comportamiento de la economía, no deben ser confundidos esos niveles de análisis, lo cuál puede traer serias distorsiones al valorar la relación entre el discurso político y el comportamiento de las variables económicas, expresión concreta de los fenómenos que deseamos investigar.

Por ejemplo, en la coyuntura electoral de 1984, los tres candidatos del Partido Demócrata, hasta la celebración de la Convención, dieron mucha importancia a un tema económico en las campañas, asociado a un problema estructural de la economía norteamericana. El tema era la necesidad de Estados Unidos de una "política industrial" y el problema era la crisis de competitividad de la industria estadounidense.

Por su parte, como tema de campaña, el candidato por el Partido Republicano tomó, de los problemas de carácter estructural que afectaban a la economía norteamericana, el relativo a la "crisis de las posiciones económicas internacionales de Estados Unidos", o crisis del liderazgo, o crisis de hegemonía internacional.

Ese problema fue manejado, no como parte del funcionamiento de la economía, sino insertado dentro de una concepción ideológica, que reclamaba por la "refundación de la nación norteamericana, un regreso atrás, a cuando América era fuerte".

Conocer al menos en lo fundamental el inventario de problemas estructurales que ya de una forma u otra han hecho crisis o van acercándose a ella, permite, no sólo ver su tratamiento en las concepciones de la burguesía, sino también prever las alternativas de política económica viables, mediante las cuales se piensa resolver el problema a mediano y largo plazo, y que deberán aparecer de alguna forma en las plataformas políticas de los candidatos.

Íntimamente ligado a ello, y más bien marco general de los niveles de análisis, debemos incorporar la variable tiempo, cuya consideración tiene una importancia determinante, para los pronósticos que se vayan a elaborar.

La importancia de esta variable, se expresa sobre todo, en que, su no consideración tiene una importancia determinante, para los pronósticos que se vayan a elaborar.

La importancia de esta variable, se expresa también, en que , su no consideración modifica esencialmente los resultados a obtener. En otras palabras, no podrán ser iguales las conclusiones, si lo que deseamos es examinar los problemas por los que atraviesa la economía norteamericana, en función de determinar el estado e influencia de éstos dentro del fenómeno electoral, o si lo que deseamos es analizarla en términos de los problemas que la afectan en su proyección para el mediano o largo plazo, o de su capacidad para superar los problemas de su desenvolvimiento cíclico.

A lo anterior se añade algo, que resulta de significativa utilidad para la adecuada comprensión de la variable tiempo como marco general del análisis. Se trata de aquellos fenómenos de la economía cuya proyección tienen una importancia determinante en el pronóstico, y sin embargo, pueden perderla en el corto plazo, dentro de la coyuntura electoral y ganarla otros fenómenos, cuya importancia estaba en el largo plazo. Lo que confunde mucho al analista de la coyuntura, si este tiene sólo un dominio puramente econométrico , lineal del comportamiento de las variables.

Un error en esto puede llevarnos a pronosticar anticipadamente la aparición de una crisis de la economía, como consecuencia del desconocimiento de la complejidad que tiene la interrelación política, economía-ciclo económico en la coyuntura electoral. Quizás sea provechoso recordar las palabras del economista norteamericano Víctor Perlo, cuando en 1973 se refería a la actividad mayor o menor, de la regulación económica del gobierno y el papel del estudioso ante ella.

"...al comprender este proceso, es importante evitar dos extremos, el de los apologistas del sistema, quienes atribuyen infalibilidad potencial a la regulación gubernamental de la economía capitalista, y el de los ansiosos críticos del sistema, quienes consideran a sus regentes, completamente impotentes para influir en su destino a corto y a mediano plazo."

De lo que se trata, en síntesis, es de hacer nuestros propios análisis, e imputar al ciclo lo que le corresponde en relación con el desenvolvimiento de la economía, imputar a la naturaleza del modo de producción, lo que en ella corresponde, en tanto problemas estructurales , e imputar a la condición de principal país imperialista las contradicciones y ventajas que para el Imperio tiene ese status.

En otras palabras, lograr hacer nuestros análisis sin tener que utilizar para criticar o arribar a determinadas conclusiones, argumentos dados por los candidatos de la "oposición" o determinado medio masivo en el período de la campaña aparecido de manera "casual" y haciendo uso de la "libertad de prensa".

El análisis que proponemos en el siguiente epígrafe nos va a permitir, en una plano mucho más concreto, ver no sólo, las diferencias entre lo estructural, lo cíclico y lo coyuntural , sino además, la relación de la economía con la política y la ideología, a través de las variables económicas y su influencia política.

Variables económicas e influencia política en el electorado.

Las variables económicas no presentan la misma connotación en su influencia política más o menos directa, según tenemos el corto, el mediano o el largo plazo, por ejemplo, ocurre así con la relación entre el déficit fiscal y el desempleo.

Es importante además, tener en cuenta, que existen variables económicas, cuya relación con la política no se pone de manifiesto, sino llegado a una determinada magnitud , en una situación económica dada. Lo cual quiere decir, que si bien todas las variables económicas se encuentran Inter.-relacionadas, como expresión cuantitativa del comportamiento dinámico de las relaciones de producción, la expresión concreta de esa interrelación, para que sea apreciable políticamente, exige determinadas magnitudes, que no tienen que ser las mismas para cada variable económica, ni para las diferentes economías estaduales, ni incluso, para los diferentes países capitalistas.

Así por ejemplo, se afirma por estudios oficiales y privados, realizados en Estados Unidos, que un estímulo al incremento de nuevas inversiones tiene lugar cuando el nivel de utilización de las capacidades industriales instaladas, llega al 83%, como relación entre el nivel de capacidad media utilizada y la capacidad de diseño.

Esto es válido en la industria civil, sin embargo, la tasa de inversión productiva, a su vez puede variar con los cambios que tienen lugar en la economía, entre el sector civil y militar, sobre todo, si éstos cambios van dirigidos en lo fundamental al sector militarizado de la producción industrial a partir de gastos del Presupuesto Federal.

Otro aspecto a tener en cuenta en relación con las variables económicas, es el carácter de éstas con respecto a la economía nacional, a los aspectos tecno-económicos y a su comprensión e interés para la población. El mejor ejemplo lo es el presupuesto federal, que como le dice su nombre, tiene una dimensión nacional única y agregada.

Otras variables en este grupo, tales como la inflación y el desempleo, el promedio nacional se convierte en una cifra poco útil para los economistas, analistas o planificadores de política en la coyuntura electoral, ya que en realidad no representan la situación particular de los diversos Estados y regiones, donde las diferencias son en ocasiones relevantes y además sus procedimientos de cálculo, son en extremo engañosos.

Por ejemplo, cuando se va a valorar el efecto político que estas variables pueden tener, en términos de votos, no tiene el mismo impacto el desempleo en los estados del nordeste, donde residen las industrias tradicionales o de chimenea (smoke industries), y donde el desempleo se mantiene históricamente alto por problema estructurales, por lo cual el índice de desempleo nacional puede aparecer incluso como algo "hueco"; que el efecto que ocasiona en los estados del sureste, o de la llamada Franja del Sol (sunbelt) donde el desempleo, es generalmente inferior al promedio nacional, debido al mayor crecimiento económico de las economías de los Estados de esa zona y al dinamismo de sus inversiones en las ramas de alta tecnología, en las cuales el índice de desempleo nacional puede ser, algo lejano e intrascendente.

Indudablemente, en la retórica electoral, para un presidente incumbente, es un logro encomiable presentar durante la campaña una disminución del índice de desempleo nacional, aunque sea del 0,5%, pero además, lo más importante es la forma en que lo hace.

Veamos, que sucedió en las elecciones presidenciales de mitad de los ochenta en torno al tratamiento de las variables desempleo, e inflación.

En 1984 el presidente Reagan, se vanagloriaba de que bajo su administración, se habían alcanzado los siguientes logros respecto a la situación del desempleo:

El desempleo había declinado más rápido, que en ninguna otra ocasión en los 30 años anteriores, disminuyendo en dos puntos la tasa de desempleo durante 1983, la caída más aguda desde la Segunda Guerra Mundial.

En junio de 1984, el índice de desempleo había alcanzado 7,0%, su nivel más bajo en cuatro años,

Por primera vez en la posguerra la inflación y el desempleo habían declinado simultáneamente,

Apoyándose en los pronósticos afirmaba, que durante 1985 el índice de desempleo descendería hasta un 6,7%, es decir, continuaría descendiendo.

No obstante, esto es sólo la evidencia empírica de lo que apuntamos con anterioridad sobre la dimensión de la variable y la forma de su presentación, más bien manipulación, la realidad era otra.

El desempleo en los estados industriales y mineros, como Michigan y Virginia, exhibían un índice de comportamiento superior a dos dígitos, mientras que entre los jóvenes negros alcanzaba la astronómica cifra del 45 por ciento.

Al analizar las variables económicas no puede perderse de vista además el carácter relativo, visto a través de su contrario cualitativo, en el instante en que se revisan las magnitudes. Nos referimos por ejemplo, continuando con el desempleo, a su necesario vínculo en el análisis con el comportamiento del empleo.

El hecho de que un índice de desempleo se mantenga constante, durante los años previos y durante el año electoral en niveles históricamente altos, digamos 7,0%, pudiera hacer estimar al analista que esto es un índice necesariamente negativo para la economía y consecuentemente para la administración incumbente. Sin embargo, en ese mismo período, y con ese mismo índice de desempleo, la economía puede haber ofertado un número importante de empleos, mediante la creación de nuevos puestos de trabajo, motivado por el crecimiento económico "artificial" o enmarcado en las fases de reanimación o auge.

En un período de tres años, una economía como la norteamericana, en las actuales condiciones, puede crear alrededor de tres millones de nuevos empleos y no ser suficientes para reducir el índice general desempleo.

Además, el mercado norteamericano es tan extraordinariamente grande, que los empleos que se pierden en un estado cualquiera, pueden ser compensados por los puestos de trabajo que se crean en otros estados. Lo anterior es importante si tomamos en consideración, que el norteamericano promedio tiene la cultura de trasladarse por todo el país, buscando la mejor ubicación laboral.

El saldo político de un fenómeno económico de tal naturaleza, es que puede haber millones de desempleados insatisfechos . Pero, también puede haber millones que se sientan "agradecidos" por haber logrado empleo. Lo que nos permite afirmar, que pueden existir fuerzas económicas contrapuestas y que en un plano político e ideológico se compensen .Análisis que también es valido para el caso de otras variable económicas.

Debemos advertir, que la situación anterior puede complicarse aún más con problemas demográficos; con estimaciones del desempleo cíclico y estructural; con el llamado desempleo voluntario (aquellos que abandonan su empleo en busca de otro más remunerativo); con la distribución sectorial y regional de los empleos creados, así como con la distribución de éstos, por raza y sexo.

Si con anterioridad afirmábamos que el estudio de los aspectos económicos, en las estrategias de campaña, podían constituir un tema de investigación por sí solos, en relación con este asunto, es decir, las variables económicas de efectos contrarios pero compensados políticamente, podemos decir otro tanto.

En relación con las variables macroeconómicas, podemos resumir que: consideramos un grupo de ellas, como las más relevantes en una coyuntura electoral, sobre las que debe concentrarse el análisis. Estas son seleccionadas según el orden de importancia "política", puesto que son consideradas por el "grupo mayoritario" de electores y la denominada "oposición", a la hora de censurar la gestión de una administración. Estas son:

Ritmo de crecimiento del PNB promedio anual ajustado trimestralmente,

Índice de inflación desglosado para el productor y para el consumidor,

Ingreso real per. cápita o ingreso nominal promedio,

Tasa de crecimiento de la producción industrial y utilización de la capacidad instalada,

Tasa de desempleo y crecimiento absoluto de la oferta de nuevos empleos.

Otros indicadores de relativa importancia: tasas de interés (dentro de estas la más sensible al elector promedio es la hipotecaria); déficit presupuestario; déficit comercial e inversión bruta fija no residencial. Estas últimas, de no fácil comprensión para la mayor parte de la población.

El lector pudiera preguntarse por qué no han sido incluidos los gastos del Gobierno Federal, a partir del presupuesto en los programas sociales. Dos razones, explican a nuestro modo de ver la situación, la primera de todas, y por demás la más importante, está asociada al hecho de que los sectores beneficiados por los programas sociales del Presupuesto Federal, no constituyen un grupo de “electores potenciales” , partiendo de la definición de elector dada con anterioridad.

De una parte este grupo, ha podido comprobar históricamente que sus beneficios han sido míseras migajas sujetas a vaivenes electoreros. De otra parte, a la burguesía norteamericana no le ha interesado nunca establecer y cumplir compromisos con esos grupos más allá de ciertos límites "tolerables" políticamente.

No debe perderse de vista que lo conseguido por la clase obrera norteamericana ha sido resultado de sus luchas de fines del pasado siglo y primeras décadas del siglo XX, y no por el sentimiento humanitario de los monopolios y sus representantes, que cada vez que lo consideren necesario y el movimiento obrero se encuentre a la ofensiva, tratarán de arremeter contra esas conquistas, como fue evidente bajo la Administración Reagan.

La segunda razón, debemos situarla en el marco de la sicología social del elector norteamericano. Para la mayoría de los ciudadanos, los gastos sociales del gobierno (se aprecian como gastos en general, pero los que se relacionan con los impuestos a los contribuyentes y sus sucesivos incrementos, así como con el llamado ” estímulo al no trabajo", son los sociales) , se les considera como una carga muy pesada, generadora de inflación y otros trastornos al desenvolvimiento de la economía.

Además, excepto algunos grupos sensibles a los problemas de los sectores de más bajos ingresos, a la mayoría de los electores no les interesa la situación de los pobres . Situación que no logran cambiar las campañas de los candidatos.

Con respecto a los electores de más altos ingresos (aristocracia obrera y clase media alta y la burguesía monopolista o no) en sus percepciones sobre la situación de la economía, la gestión del presidente incumbente y los temas económicos del resto de los candidatos, tienen una dimensión mayor y mucho más global.

Aún y cuando el reflejo de los problemas de la economía giran en torno a sí el volumen de los ingresos y las ganancias obtenidas satisfacen las expectativas conformadas a priori, estos sectores disponen de todo un sistema de instituciones de investigación y pronósticos sobre la economía, los tanques pensantes, la prensa, la opinión pública, etc., que ofrecen, como resultado de sus trabajos, cuáles fueron los factores de cambio y las direcciones que deben seguir.

Por tanto, el apoyo que ofrezcan a uno u otro candidato se decidirá, en una medida importante por la "mejor interpretación" que hagan, de lo que en materia de Política económica concreta se propongan éstos.

Por lo cual, la medida en que esto sectores otorgan o no el voto a determinado candidato, depende mas bien de cómo perciban las direcciones de la política económica , que del comportamiento de las variables económicas.

Se trata del proceso de negociación entre los sectores de poder y los candidatos, fenómeno que ha pasado a ser el centro de las campaña electorales, es especial presidenciales, en las ultimas décadas.

Por tales razones entonces, el objeto de investigación se deberá ampliar al tratamiento de la economía en los proyectos políticos de los candidatos. La situación concreta que presentan las variables e indicadores macroeconómicos deberá incorporar en el análisis la relación con la política económica puesta en práctica por la administración, con el objetivo de valorar su mayor o menor eficacia y en consecuencia la mayor o menor objetividad de la crítica y de los proyectos alternativos de los candidatos.

En cuanto a la periodicidad del análisis con que deben ser examinadas las variables y las estadísticas económicas en general, de ser posible, debe hacerse trimestralmente, coincidiendo con los análisis que hace el Consejo de Asesores Económicos del Presidente; el Departamento de Comercio; el Buró del Censo, etc., así como otras instituciones no gubernamentales y revistas especializadas, lo que ofrece determinadas ventajas.

Entre ellas podemos señalar:

Advertir la marcha periódica de la economía,

Detectar desde el primer momento las principales características de la manipulación de las estadísticas oficiales,

Comparar las cifras oficiales con las de otras fuentes especializadas no oficiales y sobre la marcha ir descartándolas, obteniendo las más objetivas.

Examinar la correspondencia entre los temas económicos de campaña, los factores y direcciones de cambio, sus interpretaciones y la evolución real de la economía.

Para el logro de lo anterior, no basta con "fotografiar" la economía, como ya habíamos comentado. Es necesario no perder de vista que esa "foto" es sólo un instante de algo que está en movimiento. Por ello debe tenerse en cuenta además:

La tendencia de los indicadores macroeconómicos y su comportamiento estadístico,

Los efectos de la política económica, para los grupos de electores; su diferenciación, por tipos de medidas según el objetivo de lograr el comportamiento satisfactorio de las variables "necesarias" en el corto plazo, donde la manipulación hace más evidente las limitaciones de un modelo econométrico.

La relación "especial" entre el comportamiento de las variables económicas y la situación político-social.

La manipulación de las estadísticas oficiales, hecho denunciado por los propios norteamericanos.

Por vía de la estadística, se da la consciente distorsión en la interpretación de la realidad, que se ve tergiversada además por los resultados de las encuestas de opinión y las "expectativas" que de ellas se derivan y que ayuda también a crear la Administración. Dado que ello, hace posible lograr determinados efectos sobre los empresarios, los consumidores y el resto del "electorado" en general.

Como resulta fácil apreciar, se trata de una utilización cada vez más "profesional" del peso de los factores subjetivos con influencia en las elecciones.

Los factores subjetivos y su repercusión en los resultados de las elecciones

Una complejidad especial, dado el carácter altamente especulativo de la economía norteamericana, introducen en el análisis los factores subjetivos. Expresados en el llamado fenómeno de las expectativas en torno al desenvolvimiento futuro de la economía en, su conjunto, o a determinadas variables económicas en particular.

La presencia de estos factores subjetivos y su comprobada influencia en la reacción anticipada de cualquier signo, es decir, positiva o negativa de los empresarios y consumidores, antes de que las variables adquieran una determinada magnitud en el desenvolvimiento de la economía, influye además en el futuro comportamiento de ésta y en las magnitudes de las variables. Verificándose así el efecto del factor psicológico sobre el comportamiento real de la economía.

Es necesario recordar que desde la década del 70, se ha desarrollado una escuela de pensamiento económico burgués, que ha elaborado una teoría denominada de las Expectativas racionales, que de hecho sintetiza desde nuestra apreciación, la creciente importancia que se le concede al factor subjetivo en el funcionamiento del sistema. Mediante la cual se pretende influir en él, a partir del comportamiento programado del hombre de negocio, creando el condicionamiento necesario para conformar expectativas positivas en el desenvolvimiento futuro de la economía.

Esta teoría constituye, junto con la Teoría de la Oferta Monetarista, la más importante fuente del conservadurismo actual, en materia de economía.

Un ejemplo en torno al cual tiene lugar una expectativa de futuro, negativa con repercusiones en el presente, es la relación de los Déficits Presupuestarios Federales, con las tasas de interés; lo que da una importancia nada despreciable a los estudios de pronósticos y a las encuestas de opinión pública. Un caso muy claro, lo tenemos en como la política económica de grandes déficits presupuestarios por parte de la administración norteamericana de Reagan, entre otros factores, contribuyó a que se dispararan las tasas de interés en los primeros dos años de Administración y sin embargo, los déficits siguieron creciendo y las tasas de interés comenzaron a bajar.

El Partido cuyo representante se halle instalado en la Casa Blanca, es por supuesto, el que puede hacer uso de la teoría de las Expectativas...aunque no sólo tiene innumerables ventajas sobre el que aspira a esa posición.

¿Cómo se utilizó este fenómeno de las expectativas...por los asesores de campaña de Reagan durante 1984?.

En medio de la campaña, la bolsa de valores de New York comenzó a dar señales de crisis. El Presidente visitó Wall Street y reafirmó su compromiso con la recuperación del liderazgo norteamericano y su confianza en la marcha de la economía. Ese mismo día, en la sede de la Asociación de Manufactureros, ofreció un discurso sobre los "compromisos" con su futura política, así como dio sus opiniones acerca del curso de la economía. Esto bastó para hacer recuperar un comportamiento alcista a la bolsa.

El candidato de la oposición también puede hacerlo, pero su empeño nunca tiene la misma repercusión política e influencia en las expectativas sobre la percepción empresarial y de los electores en general, como en el caso del Presidente.

En realidad, el primero tiene que hablar de lo que podría hacer de ganar las elecciones, el último de lo que ya hace y podría continuar haciendo su administración, si consigue un segundo mandato.

El éxito o no de la utilización de estas argucias , durante la campaña del presidente incumbente, se puede evaluar por la reacción de la Bolsa de Valores, ya que, es ahí por lo general, donde los empresarios tienen la posibilidad de manifestar su confianza o escepticismo al programa económico de la administración y su eficacia sobre la marcha de la economía, pues la Bolsa de Valores de Wall Street, es considerada como el termómetro de la economía norteamericana.

Si tiene lugar un período alcista en el mercado, después de un anuncio del gobierno sobre su futura política económica, puede tomarse como una señal de aprobación por parte del empresario; si ocurre lo contrario, es decir, tiene lugar un período bajista, podría interpretarse como una señal de rechazo o desconfianza.

Lo mismo pudiera ser válido para el candidato de la "oposición", pero no asociado tanto a la política económica anunciada, pues el resultado puede venir "mezclado" con otros factores, incluso de política exterior, sino más bien el esquema de "análisis" y el lugar de los factores coyunturales del comportamiento de la economía, y sus posibles efectos, que logre trasladar a los "electores".

Vistos los aspectos teóricos metodológicos a tener en cuenta en el análisis de la relación de la economía con el proceso por las elecciones presidenciales, pasamos a ofrecer el orden en que se debe abordar la recopilación y análisis de la información necesaria.

LOS PASOS A DAR

Análisis de la Administración con un Presidente incumbente

En el orden práctico se debe, en primer lugar, tener a mano ordenadas, comprobadas y clasificadas, según fuentes de origen, el mayor volumen posible de estadísticas económicas publicadas en los tres años previos al de las elecciones.

Con estos materiales de base, se debe procesar sistemáticamente toda la información -no sólo estadística- que se origina desde el inicio mismo de la campaña por la presidencia, haciendo énfasis en el año en que tendrán lugar las elecciones. En esta primera etapa la metodología de investigación que se sugiere debe dar respuesta a dos preguntas que resultan esenciales: ¿Cómo se desenvuelve la economía, según las posibilidades y limitaciones de la fase concreta del ciclo económico en que ésta se halle, y la segunda: ¿Cuáles son los efectos de las políticas económicas gubernamentales?, en su conjunto, sobre toda la economía y en particular sobre los diferentes sectores económicos -industria, agricultura o servicios-; regiones geográficas -estados y localidades-; grupos de electores. Es decir, atendiendo a su estructuración en clases y grupos sociales de especial interés electoral: obreros, campesinos, clase media y la ubicación en éstos de las "minorías", y otros grupos sociales de posible interés coyuntural.

Así mismo, y como parte del análisis de la administración incumbente deben ser examinadas, con particular interés las declaraciones de la clase dominante en el poder, que ocupan los cargos de mayor relevancia en la toma de decisiones de política económica, entre ellos: el presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Presidencia (CAE); el director de la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca (OAP) el Secretario del Departamento del Tesoro, el Presidente de la Junta de la Reserva Federal (JRF) y el propio mandatario del país, así como los presidentes y ejecutivos de las más grandes corporaciones e instituciones bancarias y de las asociaciones monopolistas sectoriales y ramales, como por ejemplo, las Asociaciones de Industriales y la Cámara de Comercio.

Esto último, podría parecer trivial, pero no lo es. Una Administración dada, puede por ejemplo, tener un grado de contradicción interna tal, que de lugar a enfrentamientos públicos dentro de la campaña; algo que puede ser muy útil para el pronóstico. No obstante, debe tenerse presente que no todas las contradicciones saldrán a la luz, ya que, pueden haber contradicciones y no trascender a la prensa, y éstas quedar sólo en un plano declarativo, o simplemente la administración puede lograr exhibir un "alto grado de cohesión".

Permítasenos ilustrar las afirmaciones anteriores con algunos hechos de la campaña electoral por la presidencia de 1984, tanto David Stokman (exdirector de la OPA), como Martín Feldstein (expresidente de CAE) hicieron declaraciones públicas que alertaban al "electorado" sobre los peligros a largo plazo de un déficit presupuestario desenfrenado.

Esto llamó la atención de los candidatos demócratas, que hicieron del déficit, su tema económico preferido y pusieron al presidente Reagan a la "defensiva" en un momento importante de la campaña. Al final, cabría especular si el déficit fiscal fue una "trampa" que los republicanos tendieron a los demócratas en su campaña, haciéndoles concentrar su atención en un tema, que en medio de la recuperación económica, carecía de "fuerza de impacto" sobre la reelección de Ronald Reagan como presidente; o si era efectivamente una contradicción a lo interno de la administración, utilizada "oportunamente" por los asesores de la campaña demócrata.

Las declaraciones de los funcionarios oficiales también permiten observar el tipo de estrategia que se aplicaría en el plano económico interno con vistas a las elecciones. Asunto que no puede comenzar a ser examinado en el mismo año de la elección, ya que la "batalla" entre demócratas y republicanos "comienza" en realidad dos años antes, durante las elecciones legislativas de medio término.

Para comprender la estrategia política en materia de economía en la campaña por un segundo mandato de la administración Reagan, debemos remontarnos a 1982, año por demás de aguda crisis económica en Estados Unidos.

Durante ese año, la estrategia consistió en decirle a los norteamericanos que se "apretasen el cinturón", que ese era el precio que había que pagar para reducir la inflación, y provocar el advenimiento de una inminente y prolongada recuperación, mientras se negaba que la profundidad de la depresión, o a la acumulación de fuerzas recesivas durante la administración anterior, del presidente James Carter. (1977-1980)

Al llegar la recuperación al final de 1983, y alcanzarse la deflación "esperada", los reaganistas suspiraron de alivio. La estrategia sería entonces: 1) tratar de adjudicarse (y divulgarlo al máximo) todo el crédito por la recuperación económica, y culpar a otros por cualquier signo negativo, que presentase la misma, teniendo a mano un "chivo expiatorio" y 2) negar que Estados Unidos necesitasen una "Política Industrial",

a fin de restarle importancia a la principal novedad, en las propuestas económicas contenidas en su programa -es decir se refiere a los demócratas- y como un medio de defender a ultranzas, la "racionalidad" de los automatismos del mercado.

No por casualidad, uno de los capítulos del "Informe Económico del Presidente", dado a conocer (como es tradicional en enero de todos los años) en 1984, se denominó: "¿Necesitan los Estados Unidos una política Industrial?".

En el plano práctico y como respuesta al intento demócrata, se creaba por iniciativa del presidente Reagan y bajo la dirección del Vice-Presidente George Bush, la "Competitiveness Commission" (Comisión de Competitividad), que intentaba "descabezar" la iniciativa demócrata de hacer legítimo y aceptable política e ideológicamente su proyecto.

Esta estrategia de dos frente funcionó en 1983. Durante el segundo y tercer trimestre de 1984, la economía presentó índices de 6 y 8% de crecimiento del PNB respectivamente. Para la reserva federal esto constituía una señal de que la economía estaba "sobrecalentada", por lo que se corría el peligro de reavivar la inflación. En estas circunstancias, la Reserva Federal disminuyó el ritmo de crecimiento de la oferta monetaria y puso a funcionar el mecanismo de manipulación de las tasas de interés, logrando con ambas medidas, elevarlas.

Los medios masivos se hacían eco, criticando este nuevo curso de acción. En uno de ellos se planteaba: "La FED (equivale a la JRF, definido por el autor) está tomando una decisión consciente de restricción monetaria; ellos piensan que la economía esta sobrecalentada".

Al seguir este curso de acción, la Administración Reagan tuvo mucho cuidado de acusar directamente a una figura tan prestigiosa como Paúl A. Volcker, presidente de la JRF, que fue y es aún, visto en el "mundo de los negocios" y de la intelectualidad, como el "genio" que hizo bajar la inflación.

Otro aspecto muy interesante, observado durante la campaña de 1984, fue el hecho de que la administración Reagan ignoró de forma deliberada a los candidatos demócratas, hasta que finalizó la Convención del Partido Demócrata en San Francisco. A partir de ahí y quedando un solo candidato, tenían un balance definido sobre el que concentraron todas sus fuerzas.

Las plataformas políticas de los candidatos

Los segundos pasos que se deben dar es el estudio de las plataformas políticas de cada candidato y de ambos partidos. Para lograr conformarnos una idea, más o menos clara, sobre la estrategia económica de la "oposición" y de la incumbencia.

Deben observarse en detalles, ante todo, las declaraciones hechas, durante la etapa previa a la Convención y durante las primarias, por parte

de los principales candidatos. Por lo general, casi todos los interese económicos representados por cada uno de los candidatos, por un partido, son tenidos en cuenta a la hora de elaborar las plataformas políticas de los partidos. La "objetividad" en reflejar la realidad norteamericana; la fuerza de los intereses que se movieron detrás de cada uno; la aceptación popular que éstos y sus principales temas económicos enarbolados, tuvieron durante la primera etapa de campaña, así como otros intereses y factores coyunturales, deben de común reflejarse en el texto de la plataforma.

Su análisis detallado debe ofrecernos los primeros elementos en torno a la posible estrategia económica a seguir por cada candidato, de ganar las elecciones, así como una primera aproximación, para el análisis de las bases sobre las que se logró el equilibrio de fuerzas en cada partido.

Este cuadro general se completará con: las declaraciones que a partir de la Convención y con los sucesivos pasos, que éste de a partir de entonces. Es común, que en ese período, el candidato presidencial se reúna con un grupo de especialistas en distintos temas económicos, a fin de escoger sus asesores económicos, tanto para la parte final de la campaña, como para el posible ejercicio presidencial. Este encuentro, generalmente, trasciende a la prensa, y permite delinear los principales aspectos del diseño de la estrategia económica para la etapa final de la campaña del candidato.

La Prensa y los Candidatos

Los terceros pasos deben darse en el seguimiento de los temas económicos tratados por la prensa, otras publicaciones periódicas de importancia y la actitud de los candidatos ante ellos.

Deben seguirse, en un esfuerzo a veces maratónico, los diversos temas económicos que aparecen en la prensa y otros medios, y ver cómo son utilizados, tanto por los demócratas como por los republicanos, a fin de determinar cuáles de dichos temas, tendrán una importancia nacional en la recta final de la campaña.

Por ejemplo, durante 1982, los aspirantes demócratas a la presidencia, trataron de asociar el proceso recesivo que sufría la economía norteamericana y mundial, con el "reaganomics", desarrollando una estrategia para las primarias y otra para las elecciones presidenciales, que intentaba culpar a los republicanos en general, y al presidente Reagan en particular, por los problemas económicos de la nación; mientras se prometía al electorado

un futuro mejor bajo un gobierno demócrata "responsable y preocupado" por el desempleo, las quiebras y otras dificultades económicas que lo afectaban .Incluso a cierto "atinado estratega" demócrata se le ocurrió la idea de llamar al presidente Reagan, Ronald Wilson Hoover , en alusión al presidente republicano del período 1931-1934 durante el cual, tuvo lugar la mayor depresión en la historia del capitalismo.

En tales circunstancias, el tema de la recesión económica, parecía que ocuparía un puesto central durante la campaña. Sin embargo, el inicio de la recuperación económica a comienzos de 1983 y su extensión durante ese año, obligó a los demócratas a redefinir su estrategia de campaña electoral. Ya no podía ser ésta elaborada, sobre la base de una recesión que se había comenzado a esfumar y se vieron obligados a presentar una alternativa al "reaganomics".

De ahí que se nuclearan alrededor de la "Política Industrial", como la única propuesta viable,

mientras que continuaban asociando con la política económica de la administración Reagan, aquellos signos negativos que presentaba la recuperación: déficit comercial y presupuestario; altas tasas de interés; dólar sobrevaluado; desempleo aún alto, inflación y otros.

Aquí fue entonces, cuando los demócratas "descubrieron" en el déficit presupuestario, el Talón de Aquiles de la Administración Republicana. "Entonces el tema económico de mayor importancia y trascendencia política, durante las elecciones, lo pasó a ser el déficit presupuestario".

Los asesores demócratas fueron confundidos por las estadísticas "oficiales", y por las declaraciones de los funcionarios del Gobierno. El déficit presupuestario federal se había ido ensanchando desde 58 mil millones en 1981, hasta unos 195 mil millones en 1983, y amenazaba con seguir su paso ascendente en el año fiscal de 1984. (Ver Anexo No.1)

Los demócratas y con ellos una parte de la prensa y otros medios masivos, vieron la oportunidad de atraer la atención y despertar la crítica hacia el presidente Reagan y su política, debido a que el déficit parecía ser el punto más débil de los republicanos, si se examinaba su gestión económica, tomando como premisa el objetivo de "equilibrar el presupuesto", anunciado en el "Programa de Recuperación Económica".

Esta aparente debilidad, se reforzaba ante los demócratas, cuando se preguntaban; ¿ Qué podría hacer una administración comprometida a disminuir los déficits?; ¿Disminuir los gastos?, ¿Cuáles y en que bloque, defensa o social?, ¿Aumentar los impuestos?. Coyunturalmente en el plano teórico, el tema del déficit parecía una buena arma contra Reagan. Por esa razón, después de la Convención Demócrata, W. Móndale, concentró su ataque en esta dirección.

La estrategia de Walter Móndale, ya candidato del Partido Demócrata, era tratar de que el Presidente Reagan confesara públicamente la existencia de un "Plan Secreto" a poner en práctica, después de noviembre, y que se viera forzado a admitir la necesidad de subir los impuestos, para cerrar la brecha estructural entre los ingresos y los gastos federales.

Mientras tanto, Móndale afirmaría que: "...yo si declaro que voy a subir los impuestos...", tratando de ofrecer una muestra de honestidad y responsabilidad ante el "principal problema económico de la nación".

Los Republicanos, sin embargo, desarrollaron una estrategia económica contra el déficit más efectiva políticamente que la de sus adversarios.

Durante toda la primera mitad de 1984, hasta la Convención de Dallas, Texas, tanto el presidente Reagan como sus principales asesores afirmaron que el déficit presupuestario, tenía una solución: "...el crecimiento económico".

El crecimiento económico, según la posición oficial sería suficiente para reducir el déficit hasta magnitudes no generadoras de crisis. Al mismo tiempo, los pronósticos oficiales sobre los déficits comenzaron a mejorar ostensiblemente.

En otras palabras, no se trataba de un descuido o una deficiencia en la gestión republicana, sino que los asesores de la campaña de Reagan, desdeñaron el problema, algo que llegó a su clímax durante la Convención Republicana, donde -como dijera Leonard Silk, comentarista económico del New York Times-: "...el espíritu de Dallas fue a toda velocidad hacia delante y al diablo con los déficits".

Cuando Móndale sacó a colación lo relacionado con el "Plan Secreto", el presidente Reagan afirmó que para subir los impuestos... "había que pasar 'over my dead body' (sobre su cadáver), mientras afirmaba que el déficit presupuestario mejoraría con la continuidad del crecimiento económico y la reducción del gasto federal. De esa forma, Móndale aparecería como el divulgador de "malas noticias", como el pronosticador de catástrofes, y peor aún como un defensor de la "carga impositiva".

El tema del déficit presupuestario, no afectó al candidato y presidente republicano Ronald Reagan, e irónicamente el desenlace del debate televisivo, no fue favorable para aquellos que cifraron en él sus esperanzas de victoria, al menos en los temas de economía.

En torno a la controversia, y como algo valedero para la metodología de análisis, de nada valió quien tenía la razón, sino quien decía lo que en esos momentos "quería oír" el pueblo norteamericano.

Esta realidad, fue muy bien reflejada por una caricatura política, que representaba a una típica pareja norteamericana soleándose en una espléndida playa, bajo un sol que rezaba "Economic Recovery" (recuperación económica), mientras que un burro -símbolo del Partido Demócrata-, alarmado los alertaba que en el horizonte se estaba gestando una terrible tormenta; los vacacionistas observan con interrogación un cielo despejado, mientras miraban con asombro y perplejidad a ese asno intruso, que perturbaba su tranquilidad.

La caricatura antes mencionada expresa muy bien los dos planos del análisis de la economía en la coyuntura electoral, de un lado la importancia decisiva que puede tener la situación económica presente para una parte mayor o menor del pueblo norteamericano; de otro lado sus percepciones sobre el futuro de la economía (se trata de un futuro inmediato), para decidir su voto el día mismo de las elecciones y de esta manera quedará también decidido el resultado nacional de la contienda electoral. En sentido figurado, se habla de que "el norteamericano emite su voto el día de la elección, después de llevarse la mano al bolsillo".

Pero como se sabe, el "bolsillo no se llena o vacía por sí solo, sino depende de un sin número de factores, relacionados directamente con el estado de la economía y de la política económica que en ella actúa.

Manipulaciones y Economía Real

Las variables económicas no influyen tanto por su cuantía, como por su tendencia "dibujada" y esperada, siempre en un contexto determinado y una coyuntura política dada, en lo cual no dejan de tener importancia un conjunto de manipulaciones políticas e ideológicas en torno a ellas, siendo esto último a veces, lo determinante en la percepción de la economía por parte del electorado.

Es por ello, que la situación de la economía y su influencia en el contexto de un año electoral, no es lo que realmente ella exhiba en sí misma, sino, cómo se quiere que lo perciba y cómo lo percibe en definitiva el pueblo norteamericano.

Entonces, el análisis de la influencia de la economía en las elecciones presidenciales debe basarse en un doble proceso contradictorio: la economía en sus movimientos "reales" y la economía vista por el electorado; lo que no tiene que coincidir necesariamente con la realidad, máxime, si tenemos en cuenta las fuertes manipulaciones que se vienen haciendo a través de los medios masivos, sobre todo, en el contexto de un año electoral.

No obstante, la manipulación ideológica en relación con la economía, también tiene sus límites. Una administración cualquiera, aunque tenga en sus manos la maquinaria más perfecta de hacer propaganda a su favor, para poder atribuirse los "éxitos económicos" y atribuir los fracasos a los demás, como casi siempre sucede, tiene que hacerlo de forma muy sutil y evitar un abierto desafío a la realidad.

Una estrategia que trata de hacerlo, de seguro fracasa en un sistema político burgués-democrático liberal, que aún mantiene ciertos elementos como "la libertad" de prensa; la división de poderes y otros factores que limitan a priori cualquier intento de la maquinaria presidencial, de manipular desembozadamente a la "opinión pública" y de otra parte, que la burguesía no es una clase homogénea, es decir, los intereses de unos monopolios , no coinciden con los de otros, factor en fin determinante., que lleva implícito el factor de la competencia mas descarnada y del debate político.

La experiencia nos ha demostrado, que las estadísticas económicas oficiales ofrecidas por la administración incumbente en la coyuntura electoral, son manipuladas. Esta manipulación, más que desvirtuar las estadísticas de los años previos, su objetivo es acomodarlas al desarrollo de la campaña electoral, pero sobre todo, presentar los pronósticos futuros lo más optimistas posibles y defenderlos a toda costa.

Estos pronósticos, ayudan a conformar las esperanzas de un futuro "brillante" para millones de electores, lo que tiene una importancia nada despreciable en las alternativas de los votantes.

Las estadísticas que ofrece la "oposición" deben tomarse con desconfianza también , pues trata de hacer todo lo contrario y prepara estadísticas dobles, sobre la economía en general y sobre fenómenos económicos particulares (inflación, déficit presupuestario, desempleo, etc.), donde por un lado, todo empeora si el representante del partido incumbente continua en el ejecutivo y por el otro, todo mejora si ellos, los oponentes, ascienden al poder.

Lo anterior puede parecer infantil a primera vista, pero es algo que se viene repitiendo, desde hace mucho tiempo en cada elección presidencial.

Por último, se debe llamar la atención sobre un factor que está directamente relacionado con la economía, como ciencia y que al reflejarse en la esfera ideológica, puede influir sobre el resultado de las elecciones presidenciales.

Este factor es el desarrollo, influencia y predominio de una corriente de pensamiento económico específica, tanto en la percepción ideológica de la clase burguesa en su conjunto, como en la fracción ideológica de la clase dominante, sintetizada en un candidato presidencial en particular.

Por ejemplo, cuando a finales de los setenta, las propuestas prácticas de ejecución de política económica y algunos de los supuestos del keynesianismo se encontraban en "descrédito" y las concepciones monetarias y ofertistas tomaron su lugar. Esto ayudó, en un contexto histórico-concreto, a dar confianza y hacer más "académico" el programa económico anunciado por el candidato a la presidencia o de cualquiera de los dos partidos.

Así en las elecciones presidenciales de 1984, el entonces candidato Ronald Reagan, coqueteó reiteradamente en público con Arthur Laffer, Jude Wanisky y George Gilder, por un lado y con Milton Friedman, Herbert Stein y Arthur F. Burns por el otro, aceptando a unos y a otros como asesores durante la campaña, mientras se mantenía en el anonimato a los verdaderos artífices de la política económica.

Cuando se logra conocer quienes son los asesores económicos de uno y otro candidato, a que corriente de pensamiento económico pertenecen y que tipo de medidas económicas defienden, y se confrontan con lo que demanda el contexto histórico concreto, entonces se hallará respuesta sobre las posibles alternativas futuras de política económica.

De esta forma nos estamos adentrando en lo que será objeto de nuestra atención en la segunda parte de este ensayo: Las posibilidades de la política económica gubernamental en un contexto electoral, con una administración incumbente, y como abordar su examen, desde una óptica marxista.

Una economía para las elecciones

Los ajustes y efectos de la política económica federal.

Ante todo deseamos precisar algunos asuntos en torno a la política económica federal, por considerar que facilitarán la comprensión de este aspecto.

La política económica es una expresión concreta de la política, su naturaleza y carácter, están determinados por las condiciones específicas de la sociedad en que ésta se elabore y aplique y del modo de producción a que pertenezca dicha sociedad, evolucionando con ella.

En el modo de producción capitalista, pero sobre todo en el Capitalismo Monopolista de Estado, no es más que la acción consciente de la fracción hegemónica de la clase dominante, para intentar guiar el proceso económico en su conjunto, aceptando implícitamente las leyes económicas propias del sistema. Dicha política sintetiza los intereses por un lado y los mecanismos de regulación monopolista estatal en un todo contradictorio, por el otro.

La política económica burguesa, transitoriamente, logra atenuar los efectos de las contradicciones que emanan de las leyes económicas fundamentales propias del Sistema, pero no puede impedir a largo plazo, que el desarrollo económico se siga realizando, de acuerdo a dichas leyes.

Asimismo, el contexto histórico concreto en que se formula cualquier política económica, no sólo lo impone la racionalidad de la estructura o base socioeconómica en la que ésta se diseña y sobre la que aspira e intenta influir, sino que el propio contexto histórico es portador de las tendencias, limitantes y contradicciones que dicha política debe afrontar, y que a fin de cuentas, no puede evadir.

Las tendencias, limitantes y contradicciones, -que pueden ser de orden político, social y económico-, enmarcan el espacio de las posibles alternativas de política, que el contexto permite instrumentar.

La política económica que diseña una clase o fracción de clase en un momento histórico concreto, está influenciada y determinada por una conjugación de elementos del contexto económico-político- ideológico concreto, así como por las tendencias y contradicciones que ese mismo contexto también contiene.

Como consecuencia, la política diseñada y puesta en práctica, debe ser una especie de resultante histórica, condicionada por el conjunto anterior.

Sólo es posible comprender las razones por las cuales una clase o fracción de clase, diseña e instrumenta una política económica determinada, estudiando a profundidad el contexto económico-social-político-concreto del que emerge como alternativa viable.

Factores con influencia en la Política económica

En las condiciones específicas de Estados Unidos, deben tomarse en consideración además un grupo de factores a la hora de examinar reajustes y efectos de la política económica federal, de los que señalaremos algunos que, consideramos más importantes

En el plano interno.

La falta de homogeneidad de intereses entre las fracciones de la clase dominante, en cuanto a los objetivos a alcanzar, aspiraciones y compromisos para el corto y mediano plazo.

La división de poderes que se establece constitucionalmente para el diseño de alternativas, y toma de decisiones en materia de política fiscal.

El carácter de la toma de decisiones en materia de política económica, resulta alternativa centralizada en la élite gobernante, con excepción del Presupuesto Federal que va a discusión en el Congreso.

El carácter indirecto de los mecanismos de regulación monopolista estatal y la constante comparación en términos de eficiencia, con que éstos han sido valorados históricamente por el sector privado.

Las características de desarrollo y la influencia del pensamiento económico, en especial norteamericano, sobre el proceso de formulación e instrumentación de la política económica federal, de fuerte oposición a la ampliación e incluso existencia de un importante sector de propiedad estatal.

En el plano internacional:

El papel de Estados Unidos en el sistema capitalista de Economía Mundial,

La rivalidad ínter imperialista por los mercados propios y por los del resto del sistema capitalista de economía mundial.

La creciente agresividad del imperialismo norte-americano a lo interno y externo.

Todos estos factores están presentes e inciden de forma directa e indirecta sobre la coyuntura electoral y sobre la política económica en particular.

Pasemos a analizar brevemente el contenido de cada uno de ellos:

La falta de homogeneidad de intereses entre las fracciones de la clase dominante.

La falta de homogeneidad de intereses económicos y políticos, en asuntos no esenciales dentro de la clase dominante, se refleja en el juego político de los partidos burgueses, en las campañas electorales y posteriormente de modo especial en las relaciones entre el Congreso, y el Ejecutivo, el que en ocasiones ha sido llevado a diseñar políticas económicas con cierto contenido "populista".

En otras ocasiones ha diseñado y aplicado políticas económicas que sin alejarse de sus intereses estratégicos de clase, han tenido presente en cada momento los compromisos con otros grupos e intereses poderosos, que constituyen parte fundamental de su coalición política y base de sustentación económica.

Ambas dimensiones del problema se reflejan claramente durante una campaña electoral.

Desde el New Deal, por ejemplo, un aspirante demócrata siempre promete proteger y ampliar los programas de asistencia social, de ayuda a los desempleados, de atención médica etc; mientras que el aspirante republicano siempre promete poner la inflación bajo control.

En este caso, la coyuntura económica del año electoral, beneficia aleatoriamente a uno u otro candidato específico, en dependencia de que problema perciba el electorado como prioritario.

A finales de los setenta, las encuestas de opinión pública mostraban que los votantes darían apoyo total a cualquier candidato que prometiera poner la inflación bajo control; en ese sentido y ante la incapacidad de los demócratas de lograrlo, en la gestión presidencial de Carter, se beneficiaron los republicanos en 1980, aún y cuando se trataba de simples promesas para el futuro inmediato.

En coyunturas electorales, donde el problema "fundamental" en el orden interno ha sido el desempleo, los votantes han favorecido a los candidatos demócratas. Esto fue así en 1976, durante la contienda Carter-Ford y en 1960, durante la campaña Kennedy-Eisenhower, según se puede observar en los temas económicos que los contendientes utilizaron.

La política económica diseñada por tanto refleja, en primera instancia, los intereses predominantes de la fracción de la clase burguesa monopolista que asume el poder y que de hecho, lo hace valer en las condiciones de la democracia burguesa. En ella también se deben reflejar una gama más amplia de intereses no predominantes, que expresan la coalición que apoya el acceso al poder ejecutivo de esa fracción de la clase dominante.

La fracción ganadora en la lucha intra clasista por el poder ejecutivo, debe "recompensar" a los elementos integrantes de la coalición política que lo apoyaron y llevaron hasta allí, por lo que debe "reconocer" e "incluir" los intereses de estos grupos en la política económica, que diseñada durante la campaña electoral, debe ponerse en práctica.

En condiciones normales esto ha sido debido a la naturaleza del sistema político norteamericano.

En esas situaciones, la política económica , es una especie de fórmula de compromiso y de transacción entre varios grupos de intereses predominantes.

Como es lógico, el partido incumbente siempre espera recoger los frutos de sus concesiones en un segundo período presidencial. Pero en momentos de crisis, la función del Estado burgués y de la fracción de la clase dominante que asume el poder, es más que nunca , garantizar la continuidad del sistema y su supervivencia como clase. De ahí que el abanico de compromisos se vea limitado, y las concesiones sean menos viables.

En estas condiciones deben agudizarse las contradicciones entre el capitalista como clase y como empresario, pues sólo una íntima fracción de la clase, identificada o no con un partido político, es la que logra comprender su efectivo papel histórico en ese momento.

En cada contexto histórico, debe discernirse en cual de estos momentos se encuentra el sistema, para dilucidar, bajo que condiciones generales se diseña, e instrumenta la política económica federal y el nivel mayor o menor de compromisos intra clasistas.

Ejemplificando este análisis, tenemos que las elecciones de 1980 se ubican en un contexto histórico de crisis, donde entre otros factores, el estado de la economía afectó a la administración incumbente, con un grupo importante de problemas estructurales acumulados, desde la década anterior, que amenazaba la estabilidad del "líder" en el mediano y largo plazo. (Se trataba de la Administración de J. Carter)

El estado de crisis en que se encontraba la economía norteamericana en particular y la nación en general, a principios de la década mencionada, influyó en el carácter de la política económica diseñada y aplicada, la que fue considerada como una de "las menos comprometidas" en la historia económica del país.

Sin embargo, por otro lado, estaba comprometida estrechamente con el Complejo Militar Industrial, que representa un subsistema de "intereses especiales" muy poderoso y el más centralizado de la nación

En tal sentido, es que al mismo tiempo, la política económica de la Administración Reagan fue una de las más comprometidas en la historia económica norteamericana contemporánea.

Otras fuentes, señalan que el compromiso reaganista era más amplio, y contraponen el "stablishment del oeste" con el "stablishment del este", arguyendo que Reagan y su administración defendían los intereses del primero en oposición del segundo. No obstante, el compromiso fundamental de la Administración Reagan al llegar al poder, no era con los intereses representados por el Complejo Militar Industrial, sino con Estados Unidos, como potencia imperial y con el Sistema Capitalita Mundial en última instancia. Se trataba, por supuesto, de un ardid propagandístico para hacer aparecer los intereses del CMI (Complejo Militar Industrial), como los de toda la nación.

Es sólo bajo esta perspectiva, que se comprende el por qué la Administración Reagan, estaba dispuesta a pagar un alto precio en el corto plazo, en términos de contradicciones tanto en lo interno, como con sus aliados y el resto del mundo en general, si posteriormente, ello se revertía en un proceso recuperativo para Estados Unidos. Lo que también arroja cierta luz sobre el por qué de la falta de preocupación y escrúpulos de la Administración, por los efectos negativos, que pudiera tener su política económica, de intereses y voluntad para promover y mantener un ritmo acelerado de crecimiento del gasto militar, como palanca fundamental en el proceso de recuperación de la cuota de hegemonía perdida.

Un análisis de este tipo, debe hacerse antes de valorar el programa económico de una administración, ya que hacerlo brinda una perspectiva mucho más amplia, que permite acotar los límites de lo que puede aceptar el electorado, en el plano ideológico, como un éxito o un fracaso.

En 1984, después de una crisis profunda en el pasado reciente (1982) y con el recuerdo todavía cercano, de una década turbulenta de inflación galopante y desempleo de dos dígitos, con impuestos crecientes y disminución del ingreso real per cápita; expectativas negativas; inversión declinante; "crisis energética" y colas de automóviles para comprar gasolina; la recuperación en su segundo año (1984), con inflación "bajo control", desempleo históricamente alto, pero decreciente y menores impuestos, pareció un "sueño milagroso", que nadie podía imaginar dos años atrás. El electorado podía entonces perdonar esos problemas que lo afectaban indirecta y lejanamente: déficit presupuestario y comercial, deuda pública, etc.

Es por ello que al valorar la política económica de la administración Reagan deben tenerse en cuenta, en específico, los siguientes factores:

Ante los ojos del electorado, Carter dejó a la economía norteamericana, en una situación difícil y sin instrumentos de política económica , y lo cierto es, que la "combinación ecléctica" de Reagan, al menos en el corto plazo, rindió sus frutos.

Poco importa, que tales "frutos" pudiesen ser atribuidos o no, al programa en términos reales, lo importante es que el electorado lo perciba así, atribuyéndole los logros a Reagan, o permitiéndole a este atribuírselos, como lo hizo durante las elecciones presidenciales de 1984.

En los casos mencionados, el ambiente económico que precede a las elecciones fue diferente, y también lo fue la expectativa del electorado sobre la economía. De ahí que cada situación histórica concreta, demande atención particularizada en cada caso. El desenvolvimiento de la economía, en si mismo es un tema de estudio muy importante, pero el esquema de análisis, asume sus peculiaridades en cada campaña electoral.

La División de Poderes y la Política Económica

En cuanto a la división de poderes establecida por la Constitución, el hecho de que en la elaboración y ejecución de la política fiscal, por ejemplo el Congreso, tenga una participación determinada, permite al presidente hacer descargar la culpa sobre éste y en particular sobre la "oposición", en caso de que ocurra algún fenómeno negativo en la esfera fiscal, que afecte sus intereses, como pueden ser: reducción del gasto público para programas sociales; aumento de los impuestos o crecimiento del déficit presupuestario federal, etc., lo que sin dudas le da la posibilidad de, decidir reelegirse, sortear mejor las críticas de la "oposición" en el proceso electoral por la presidencia

Por ejemplo, durante las elecciones presidenciales de 1984, el presidente Reagan mantuvo la estrategia de señalar al Congreso y a los demócratas, como "responsables" de altos déficits presupuestarios. Hecho éste que se reflejó claramente en las encuestas de opinión pública.

No obstante, debe tenerse en cuenta, que desde hace algún tiempo, en el Congreso no se observan acciones coordinadas que respondan a determinadas plataformas o estrategias partidarias perfectamente definidas y conocidas. En la mayor parte de los problemas que se ventilan en este órgano, los congresistas votan con arreglo a sus propios puntos de vista, los que conforman teniendo en cuenta, las presiones recibidas de los grupos de poder; de los electores de su localidad y su conveniencia propia y no por el partido que los llevó o al menos representó en la contienda electoral.

Simultáneamente, se observa la formación de "coaliciones", no sólo entre congresistas de un mismo partido, sino con el otro partido, en torno a problemas determinados, que una vez resueltos se desintegran. Estas "coaliciones", también se forman en el período de discusión de la propuesta de presupuesto y de las propuestas de reforma fiscal, enviadas al Congreso por el Ejecutivo, sobre la base de consideraciones ideológicas del congresista y sobre la base de sus aspiraciones para reelegirse, el año que coincida con las elecciones congresionales, lo que también tendrá que tenerse en cuenta.

El carácter de la toma de decisiones, en materia de política económica

La toma de decisiones sobre los asuntos de la economía, se encuentra altamente centralizada -en pocas figuras políticas-, y al mismo tiempo, no existe una entidad económico-jurídica única, que ejerza un completo control de todos los mecanismos e instrumentos de la misma. Por ejemplo, el proceso de elaboración de la Política Fiscal,

está dividido constitucionalmente entre el poder ejecutivo y el legislativo; a este último van, las propuestas de reforma impositiva elaboradas por el ejecutivo; mientras que la política monetaria se formula, por una entidad "independiente", del Sistema de Gobierno, pero subordinada a los intereses de largo plazo de la clase dominante.

Esta entidad "independiente", se encuentra entre las instituciones gubernamentales más influyentes en el desenvolvimiento de la economía y en el mundo de los negocios, nos referimos a la Junta de la reserva Federal (JRF), que actúa como banco central del país.

El presidente de la JRF es propuesto al Congreso por el Jefe de la Casa Blanca, por un período de cuatro años, proposición que por lo general, es ratificada por el Congreso.

Aunque esto no niega la realidad de que en el corto plazo, han existido contradicciones entre el Congreso y el Ejecutivo por un lado, y la JRF por otro, sobre el tipo de política monetaria puesta en práctica, sus efectos sobre la economía y su armonía con el resto de los componentes de la política macroeconómica federal es evidente. De ahí que, por momentos se haya activado la polémica en torno a la consecuencia de mantener o redefinir el status jurídico-constitucional actual de la JRF.

Durante la primera administración Reagan, se desarrolló nuevamente el debate sobre las atribuciones de la JRF y hasta dónde debe llegar su independencia, debido sobre todo, al hecho de que el gobierno no cuenta con la suficiente autoridad, como para "forzar" a la Reserva Federal, a seguir "un curso compatible" con la política macroeconómica, diseñada en la rama ejecutiva.

De ahí que el ejecutivo se vea incapacitado, según los partidarios de este curso de acción, para coordinar efectivamente en el corto, mediano y largo plazo, a las políticas monetarias y fiscal.

El factor que puede considerarse como "catalizador" del resurgir del debate en torno a la JRF y su "independencia", lo fue su actuación durante el segundo y tercer trimestre de 1980, cuando en plena campaña electoral, se revisó el crecimiento "previamente coordinado" para los agregados monetarios, permitiéndose un brusco crecimiento de la oferta monetaria, que contribuyó a poner a la inflación en dos dígitos, en noviembre de 1980, lo que según algunos analistas completó el descrédito económico, añadiéndose al ya descrédito político de la Administración Carter.

A esto último, es a lo que se le ha denominado el "Efecto FED" (FED-Identificación de la Junta de la reserva federal, según sus siglas en inglés) en una elección presidencial y debe ser objeto de atención especial, por parte de los estudiosos del tema.

Cuando la economía marcha satisfactoriamente, las administraciones elogian a la JRF, por sus políticas "sabias y coherentes dentro de la política macroeconómica federal", pero en caso de una economía "tambaleante", la JRF se puede convertir fácilmente en el "chivo expiatorio" que pague los errores ante la opinión pública.

En tal caso la Administración incumbente trata de "distanciarse" de ella.

El carácter indirecto de los mecanismos de regulación monopolista-estatal

En primer lugar, para el capitalismo actual, la intervención del Estado, así como los mecanismos del mercado, son imprescindibles, aunque ambos pueden tener como contenido a la propia acción del Estado, ya sea de modo directo, indirecto, o ambos a un tiempo.

En el caso del modo de producción capitalista de Estados Unidos es válido lo anterior, a lo que se añade el hecho de que deben ser descartados los extremos en el abanico de opciones teóricas de política económica. El laissez-faire es inoperante, y la planificación económica indicativa no es viable.

Es entonces, entre esos estrechos límites, donde existe un espacio para la formulación y ejecución de la política económica federal, y en el que los "automatismos" del mercado y la intervención del Estado, se disputan constantemente el grado en el que cada cual, participa en los mecanismos y en la misma política a ejecutar. Este debate "reverdece" en cada campaña electoral.

La política económica federal queda constreñida a una forma de intervención, que adquiere un carácter limitado en cuanto a efectividad, dado la "escasez" relativa de instrumentos con que cuenta (a saber, política monetaria federal y fiscal, fundamentalmente).

Estas características de la política económica, obedecen en gran medida a las condiciones económicas -como esencial el nivel y característica de la concentración de la producción y el capital-, políticas e ideológicas, en que se ha enmarcado tradicionalmente el Capitalismo Monopolista de Estado en Estados Unidos; país en el que la intervención estatal sobre la economía ha tenido un carácter esencialmente indirecto, y sus mecanismos de regulación han sido valorados con indicadores de eficiencia similares a los del sector privado.

En cuanto a la política monetaria y fiscal, es bueno señalar que, aunque éstas son un reflejo de la "escasez" relativa de herramientas, con que cuenta el Estado Monopolista para intervenir directamente en el ciclo, al mismo tiempo, también propician un terreno no despreciable ( en su significado económico y político), para el debate entre las diferentes fracciones de la clase dominante.

Lo anterior se debe de manera fundamental a:

Las diferentes formas que puede adoptar su ejecución, ya sean éstas enfocadas, con el fin de influir en el corto, mediano o largo plazo, o sean de signo, expansivo, contractivo o "neutral".Esta ultima, se refiere a aquel tipo de política monetaria o fiscal que intentan no influir en el ciclo económico nacional, entendido por supuesto, en el plano político-retórico.

Las diversas prioridades que pueden establecerse, de las múltiples alternativas en los mecanismos de ejecución de ambas.

Las diferentes "mezclas" que pueden lograrse en materia de política fiscal y monetaria (ambas contractivas o restrictivas, una de cada signo alternativamente, ambas diseñadas para el largo plazo, o para el corto plazo, o una de cada tipo, etc.), hasta abarcar todas las combinaciones posibles.

Cuando existe cierto consenso en la percepción de los problemas y en las prioridades para su solución, como ocurrió en la década del 80, con respecto a la economía, las contradicciones giran en torno al grado en que deben ser aplicadas las políticas que sirven de instrumento de la política económica federal y de sus ajustes.

Por ejemplo, cuando en 1981 se discutía en torno a la política monetaria a aplicar, para solucionar el problema inflacionario, los asesores del presidente se dividieron en dos grupos: los que abogaban por una política monetaria contractiva, pero de reducción gradual de los agregados monetarios, y los que abogaban por reducciones bruscas en la circulación monetaria.

La mayor preocupación giraba en torno, a cuál sería el estado de la economía en 1984, año de las elecciones presidenciales, en las que ya desde 1981 Reagan había decidido participar. La crisis que sobrevino en 1982 creó las condiciones necesarias para llevar a cabo, "el experimento deflacionario", que profundizó la crisis, pero que finalmente redujo la inflación y la puso nuevamente bajo control, al ampliar la política de reducción brusca de la circulación monetaria.

Papel de Estados Unidos en la economía internacional

Dado el papel de dicho país en la economía capitalista mundial, como potencia líder, la influencia de sus Empresas Trasnacionales, las dimensiones de su mercado interno, sus niveles de participación en el comercio y la exportación de capitales; su influencia decisiva dentro del sistema monetario-financiero internacional y otros factores de carácter económico y político, hacen que su política económica rebase las fronteras nacionales.

Además, debe tenerse en cuenta, que el propio desenvolvimiento de la Revolución Científico Técnica conduce a que ningún estado, pero sobre todo Estados Unidos, pueda desarrollarse independiente de las relaciones económicas internacionales y en general de las relaciones exteriores.

Por otra parte, en el mundo de hoy, existen un grupo de problemas económicos, que por su naturaleza, sólo es posible hallarles solución con la participación de todos los países y los recursos mundiales.

A partir de la década del sesenta, pero sobre todo a partir de los setenta, estos llamados problemas globales han ido en tendencia apareciendo con mayor fuerza dentro de los temas de campaña y en las plataformas políticas de los candidatos de cada partido.

Esto trae como resultado, que en las campañas por las elecciones, aparezcan no sólo los problemas de la economía mundial, sino además el enfoque de las fracciones de la clase dominante, en particular de las más fuertes, sobre cómo manejarlos de forma tal, que dejen saldos favorables para Estados Unidos.

Sin embargo, sucede algo similar a los problemas de la economía interna. Estas alusiones a la economía mundial, que en general son abordadas con una limitada importancia por los candidatos, el electorado norteamericano le concede aún menos importancia, en sentido general, fijando su atención sólo en aquellos asuntos, que de forma directa ven asociados a su economía personal.

Sólo en las Plataformas presentadas durante las convenciones nacionales de ambos partidos, es que puede encontrarse un tipo de elaboración más detallada sobre esto.

El proceso de reajuste de la política económica de una Administración incumbente

Respecto a la política económica y a su análisis en el contexto electoral de Estados Unidos, también se debe tener en cuenta, que dicha política económica, al menos en sus direcciones básicas, esta contenida y es resultado de un programa económico, que no es más que un grupo de objetivos básicos a alcanzar. Supuestos de partida y medidas prácticas de políticas económicas, diseñadas para dar respuesta a una fase determinada del ciclo industrial, y a un contexto histórico concreto. Tratando estas políticas de acoplarse a una situación realmente cambiante, teniendo por tanto que ser, en medida importante teórica, por lo que sólo el choque con el dinamismo de la práctica, la pondrá a prueba, haciéndola despreciable o no para los objetivos planteados a priori.

Lo anterior es importante, porque a veces, para ser más precisos, con mucha frecuencia, se valora el programa económico de una administración, como si se tratara de directivas dentro de una economía centralmente planificada, y no es así, pues la perenne e insoluble contradicción existente entre la necesidad de regular el ciclo reproductivo capitalista, desde un centro único y la imposibilidad de hacerlo, debido al choque de intereses provocado por la existencia y predominio de la propiedad privada monopolista, obliga a que en el programa económico, sobre todo, de una economía como la norteamericana, tengan que ser introducidas continuas correcciones.

Un programa económico se diseña en correspondencia con las necesidades del contexto económico y político ideológico, en el que están presentes las contradicciones, compromisos, intereses y aspiraciones de la clase dominante, en un período histórico concreto. Ahora bien, entre las políticas económicas que se van instrumentando y la economía, existe una relación biunívoca indisoluble y no siempre visible en el corto plazo.

Cuando en la economía cambia la coyuntura o la fase del ciclo, cambios que bien pueden ser inducidos por vía de la política económica puesta en práctica, la necesidad de redefinir las medidas del programa económico se hace inminente. No obstante, el programa económico,

por lo general, es diseñado para el corto y mediano plazo, como ha sido característico de todas las administraciones de posguerra, excepto de la Administración Reagan, que diseñó un "programa de recuperación económica", con intenciones de que fuera "estable", enfocado hacia el largo plazo y que no cambiara de un día para otro.

La administración, en cierto grado, logró sostener los elementos básicos del programa.

Esto último refleja la constante dinámica de la economía y de la política en Estados Unidos. Para un estudioso del período de 1945 a 1980, el diseño de Programas Económicos de mediano plazo, casi pudo haberse constituido en una premisa para el análisis. Sin embargo, esta premisa no fue válida para la década de los años ochenta.

Debemos tener en cuenta además, que el Programa Económico no evidencia todos sus objetivos desde el principio; no puede hacerlo, estos últimos, en toda su extensión, se van poniendo de manifiesto en la instrumentación práctica de la política económica y en el funcionamiento del esquema concebido en dinámica, como un todo único.

Además, al examinar el programa de una Administración y las que le sucedan, hay que romper con la tendencia a valorar su objetividad y efectividad desde nuestra perspectiva, para situarnos en la perspectiva y objetivos perseguidos por quienes lo elaboraron y llevan adelante y para quienes va dirigido.

Por otra parte, como el programa anunciado de una administración se diseña al comienzo del debate electoral, el mismo está influenciado en demasía, no sólo por las necesidades económicas del contexto y por las aspiraciones de la fracción de clase que lo elabora, sino también por toda una serie de necesidades de orden político e ideológico que llevan a introducir las medidas de política económica demandadas por el electorado, para tratar de hacer más "vendible" dicho programa.

Es por ello que resulta un error tomar la política económica inicialmente anunciada "al pie de la letra", como si esta fuese un fiel reflejo de los objetivos e intenciones de los candidatos y de los intereses que estos representan.

Más bien lo que debe hacerse, es tratar de separar del programa económico anunciado, lo que puede ser parte de la retórica de campaña, de aquello que puede y debe formar parte de un programa económico real. Para ello debe tenerse un conocimiento rigurosos de las tendencias del contexto socio-económico y político, así como de las limitaciones, contradicciones y alternativas que enfrentaría la política económica federal en el período histórico concreto del análisis.

Como se habrá podido apreciar, los programas económicos así como las políticas anunciadas derivadas de ellos por los contendientes en las campañas electorales, son una mezcla de maniobras políticas con una interpretación ideológica, teniendo en cuenta, las necesidades "económicas" del contexto.

Otra cuestión fundamental a considerar, es que la política económica, como parte e instrumento del programa económico es dinámica; de aquí la insuficiencia de los modelos econométricos, que no pueden, sino sólo proyectar el comportamiento cuantitativo lineal de las variables, perdiendo de vista las correcciones, que las "recetas prácticas" de política económica, tomadas dinámicamente, pueden introducir en el comportamiento insuficiente, esperado, o no deseado de las variables económicas.

Otro factor que complica el análisis de la política económica, es el hecho de que el candidato incumbente puede, hasta cierto punto, poner en práctica algunas medidas de política económica, que le permitan prolongar una coyuntura favorable, cuando ésta muestra signos de debilidad, limitando e incluso impidiendo momentáneamente que tenga lugar una crisis antes del desenlace electoral; también puede intentar postergar en el tiempo alguna medida desfavorable, como lo que puede ser una subida de impuestos.

Algunos analistas han llegado incluso a valorar la posibilidad de que una administración incumbente ponga en práctica una especie de "política económica para las elecciones", la que sería una que en general no contradiga los postulados del programa económico en marcha, pero que si le de a la ejecución de la política económica, en el corto plazo, un sesgo acomodaticio para una victoria segura en las urnas.

Una medida posible a aplicar es, la presión que puede ejercer una administración fuerte y con cierto control sobre la Reserva Federal, para que ésta amplié o reduzca la oferta de dinero, suba o baje la tasa de descuento, en caso de que el contexto lo demande.

La década de los ochenta y los enfoques de política económica

Resulta especialmente importante conocer al menos a grandes rasgos los enfoques tradicionales de política económica que en las últimas décadas han prevalecido, identificados como es lógico con los dos partidos, al menos a juzgar por las plataformas políticas de elecciones de los partidos más importantes en el sistema político norteamericano, el Demócrata y el Republicano.

Ante todo cuando hablamos de diferencias entre ambos partidos tiene que quedar claro, que se tratan de diferencias no esenciales, pues ambos son partidos de una misma clase: la burguesa. Las diferencias grosso modo pudiéramos situarlas en primer término en la base social que los sustenta, y en segundo término en las concepciones que han prevalecido en sus políticas económicas, tanto las anunciadas en los períodos de campaña electoral, como en las realmente puestas en práctica una vez en posesión del ejecutivo y en alguna medida desde el legislativo.

En cuanto a la base social, la mayoría de los estudios consultados coinciden en señalar que el Partido Republicano ha estado históricamente más vinculado a la élite del capital financiero y en general con los más grandes grupos monopolistas. Estos vínculos adoptan una expresión concreta en las relaciones entre la maquinaria del partido y las asociaciones monopolistas de empresarios industriales, banqueros, grandes productores agrícolas y comerciantes en general. Se acepta además, que ese Partido ha disfrutado del respaldo de la llamada "clase media", tanto en las zonas urbanas como rurales.

El Partido Demócrata también está vinculado a los más grandes grupos monopolistas, pero sobre todo a aquellos sectores industriales, que más se beneficiarían de un clima internacional favorable a la exportación y al comercio. De aquí, que su mayor influencia está en los grandes centros industriales del país, sobre todo en las ramas que hasta hace dos o tres décadas, eran las de avanzada y por tanto "pilares" de la supremacía norteamericana. Entre ellas están: la industria automotriz; de construcción naval; de construcción de maquinarias; la metalurgia; la textil; confecciones y la del calzado.

Esto explica en parte porque suelen votar por este Partido, los obreros, las minorías, los inmigrantes y otros grupos sociales de peor situación económica, esperanzados en que su situación cambiará. En otras ramas de las industrias tradicionales donde hay mayor número de obreros sindicalizados, y donde los sindicatos por tanto son más fuertes. Por ello los líderes y candidatos de este partido sostienen relaciones "estables" con la AFL-CIO y sus sindicatos.

En cuanto a las políticas económicas y los temas económicos más enarbolados por los candidatos aparecidos además en las plataformas políticas de los partidos durante las campañas electorales, se observan algunas diferencias formales.

Los candidatos republicanos, uno de sus temas favoritos lo es el de lograr "la más amplia libertad de acción a la "iniciativa privada". En torno a este tema estructuran otros tales como: las reformas impositivas que beneficien y amplíen los estímulos a la inversión; la necesidad de reducir las regulaciones federales que "entorpecen" el funcionamiento de la economía; la reducción de los gastos del Gobierno que "estimulan el no trabajo"; la reducción del "Gran Gobierno" al que consideran "intruso"; la descentralización de atribuciones y funciones del Gobierno Federal y traslado de ellas a los Estados y localidades (llamado Nuevo Federalismo). Para los republicanos el principal problema a atender en la economía interna, es el referido a la inflación.

Por su parte, los candidatos demócratas utilizan en esencia los mismos temas económicos de los candidatos republicanos pero son mucho "más flexibles" en su tratamiento, por ejemplo; la "libertad de acción de la iniciativa privada", por supuesto, que están totalmente de acuerdo con ello, pero alertan sobre los "excesos de las corporaciones", asociando a esto la necesaria regulación federal sobre la gestión de las empresas y sobre la economía en general.

Bajo administraciones demócratas se ha propiciado cierta redistribución de la renta nacional vía presupuesto, incrementando y ampliando los programas sociales, que benefician a los sectores de más bajos ingresos. Los demócratas se "oponían" a la polarización de la sociedad, por considerarla peligrosa y contraria a los principios del "modelo norteamericano", lo que explica en cierta medida, su "interés en los gestos para programas sociales y su consideración en torno al desempleo, como el principal problema de la economía interna a atender, así como también su filosofía de la "Sociedad del Bienestar General".

Como habíamos ya señalado, es en el período de las campañas electorales, donde estas diferencias se exacerban en la retórica de los candidatos de ambos partidos, llegando incluso a situaciones a veces realmente ridículas.

Por lo general los republicanos acusan a los demócratas de dispendiosos en los gastos federales; débiles ante la seguridad nacional; de limitar la libertad de acción y decisión del individuo; de obstaculizar el desenvolvimiento de la economía , al someterla a la regulación e intervención de un ineficaz y burocrático sistema gubernamental de control y captación de impuestos, etc.

Por su parte los demócratas critican a los republicanos por sus "debilidades" ante los grandes monopolios; por su indiferencia ante los sectores de más bajos ingresos; por su ineficacia en el control de la inflación, al utilizar políticas anticuadas y por sus reiteradas violaciones de los principios del Sistema Político norteamericano.

Debe quedar claro, que con independencia de que existan diferencias en las formas de solucionar un problema socioeconómico, lo cierto es que los republicanos no pueden prescindir de los mecanismos de regulación monopolista-estatal de la economía, ni podrán desmantelar los programas sociales, pues constituyen una necesidad del mecanismo de reproducción de la fuerza de trabajo en las condiciones del CME. Por su parte los demócratas, no llegarán a la planificación centralizada, ni se enfrentarán a sus compañeros de clase, ni cambiarán sustancialmente la situación de los sectores más pobres en Estados Unidos, más bien la tendencia es a una desaparición de las pocas diferencias existentes.

Los cambios que tienen lugar en el desenvolvimiento de la economía no responden a los contenidos de las plataformas políticas de los partidos, ni a las intenciones de un determinado candidato convertido en presidente, ni a la puesta en práctica de una determinada política económica, que en definitiva lo que logra es postergar los problemas para el futuro y hacer más suaves las coaliciones presentes, sino a las leyes generales y a las específicas del modo de producción capitalista.

Es precisamente en la comprensión y adaptación a los cambios que se vienen operando en la economía, que descansa en una medida considerable la labor de los partidos.

Refiriéndose a este asunto afirmaban en 1985 los soviéticos A. Kortunov y A. Nikitin que:

"...Los partidos procuran febrilmente darse cuenta de la coyuntura, adaptarse a ella y ascender en su cuesta a los umbrales del poder político. Los partidos, cual expertos especuladores de bolsa, saben aprovecharse de las alzas y las bajas, se valen de los "booms" económicos, de las olas de liberalismo y las de conservadurismo en la conciencia del público"

Es precisamente en la campaña electoral donde, como habíamos señalado, además de exacerbarse las "diferencias", tiene lugar un debate ideológico intra clasista sobre política económica y economía , de suma importancia y de gran intensidad, que hace aflorar muchas contradicciones entre las fracciones de la clase dominante, que además ofrece la oportunidad de conocer, cuál es el "proyecto económico nacional", de cada partido y en general de las fracciones más importantes de la clase burguesa.

Sobre esa base, es que debe abordarse el examen del debate sobre política económica, y las alternativas resultantes en el período de las elecciones presidenciales. Atender a este debate con todas sus consecuencias, puede constituirse en un ahorro de tiempo considerable, aunque también perderse dentro de él puede ser un serio problema, a la hora de comprender la política interna y en este caso la influencia de la economía y la política económica en el proceso electoral.

El autor del trabajo considera muy importante este aspecto del análisis, pues permite conocer el trasfondo teórico del debate sobre economía, y que es lo que está en juego en una elección.

Por otra parte, existen períodos de cierto impasse político en el seno de la clase dominante, donde de una campaña a otra hay muy poca diferencia en términos "ideológicos", pero existen momentos de ruptura, donde las diferencias no esenciales se amplían y perduran hasta que se logra conformar otro consensus bipartidista. Ante el investigador, siempre se erigirá este tipo de desafío, que sólo es posible afrontarlo con un estudio cada vez más acucioso y riguroso de las cambiantes y dinámicas tendencias económicas, políticas e ideológicas de la sociedad norteamericana, en un contexto histórico concreto.

Veamos como se presentó este fenómeno a comienzo de los años ochenta y en especial durante 1984.

Como síntesis de la percepción casi generalizada de la clase dominante , sobre la situación del contexto socio-económico, se afirmaba, en el Informe Económico Conjunto del Congreso de 1980, publicado por la Oficina de Prensa del Gobierno estadounidense (OPGUS):

"...ya hemos tenido suficientes "frenazos" y "arrancones" económicos, influidos por la política, asimismo, ya hemos tenido bastante con las políticas económicas que nos han llevado por una "montaña rusa" y que nos han dejado al final de cada recesión y cada auge, con más inflación, más desempleo y menos potencial de crecimiento del que teníamos al principio".

Como consecuencia de tal tipo de percepción, para la formulación de la política económica, las políticas monetarias y fiscal, parecían desplazarse desde la contención de las crisis a corto plazo, hasta el impulso del crecimiento económico a largo plazo, y hacia un abandono del enfoque de afinación (finetuning) de la economía y el mantenimiento de cierta estabilidad de largo plazo.

Sobre el cambio necesario en relación con las políticas económicas existía consensus, así también sobre los problemas a enfrentar: inflación, estancamiento y desempleo, pero en cuanto a cómo intervenir en la economía, las diferencias entre fracciones demócratas y republicanas se agudizaron.

Desde finales de los setenta y a principios de los ochenta al demostrarse la inoperancia del enfoque y los mecanismos de política económica de posguerra, que básicamente habían sido de corte Keynesianos, enfocados hacia la manipulación de la demanda agregada y con una mira dirigida fundamentalmente a dirimir con los problemas a corto plazo, tiene lugar un vacío teórico y práctico que resquebrajó el consensus bipartidista sobre política económica.

Este consensus , forjado en las tres décadas anteriores, obligó a cada fracción de la clase dominante a echar mano de la concepción teórica que mejor concordara con sus intereses y tradiciones. Por lo cual, la diferencia entre las fracciones se hizo tan amplia como durante la campaña presidencial entre Franklin D. Roosevelt y Herbert Hoover. Ambos Partidos parecían abandonar el "Centro Vital" que había definido a: M. Schlensinger , como única vía de acción en la política doméstica, al finalizar al Segunda Guerra Mundial.

Al desplomarse el centro teórico y práctico y con él, el abanico de opciones de política económica, los demócratas enarbolaron la opción más viable por la "izquierda" y argumentaron a favor de una Política Industrial. Los republicanos miraron hacia la derecha y la opción disponible era una mezcla de monetarismo y ofertismo, disfrazados de una retórica "antiestatista" , que mantenía subyacente elementos del keynesianismo, imposibles de abandonar.

Pero los demócratas no llegaron nunca a conformar un proyecto alternativo viable para el capital norteamericano, al menos en el corto plazo, pues en su percepción se trataba de ampliar la participación del Estado, decidiendo a priori "ganadores y perdedores" en la competencia, algo que según los críticos se acercaba demasiado a la planificación centralizada.

En el plano político, dicho proyecto no contaba con las fuerzas sociales capaces de llevarlo a vías de hecho. Esto dejaba a los liberales --principalmente demócratas-- tal como estaban, sin proyecto alternativo viable; algo que se repitió durante la campaña de 1984.

Sin embargo, el proyecto republicano de carácter conservador tenía coherencia, y contaba con la madurez teórica acumulada durante décadas de espera y con las fuerzas sociales, que a fin de cuentas, impulsaron dicho proyecto hasta convertirlo en la política económica federal de los ochenta.

En ese momento, las diferencias entre demócratas y republicanos fueron significativas. Dado el trasfondo de oposición sobre cómo y cuánto intervenir en la economía, la primera opción --Política Industrial-- significaba la redefinición de la relación Estado-Economía en toda una gama de actividades, en las relaciones Capital-Trabajo, sobre todo, y por lógica en el propio mecanismo de acumulación.

La puesta en práctica de esta opción, implicaba la reestructuración del proyecto liberal instrumentado desde el "New Deal", sin condenar la acción del Estado, sino tratando de hacerlo más coherente y eficiente en su gestión, al estilo del "modelo japonés".

El proyecto republicano abogaba por una reducción en el grado y áreas de intervención del Estado, el cual era señalado como variable fundamental en la "ecuación" de los males económicos y políticos de la sociedad.

Como contrapartida, se aspiraba a retomar las fuerzas del mercado como factor regulador de la recomposición sectorial e intraramal y como redistribuidor de una parte creciente de la riqueza social.

El primer proyecto, aceptaba en buena medida, el legado del "New Deal", "Fair Deal", "New Frontier" y "Great Society" y se edificaba sobre sí. El segundo, deseaba desmantelar la mayoría de los programas sociales e impulsar al "New Federalism" (Nuevo Federalismo), ya preconizado por el presidente Nixon en los setenta.

Los demócratas aspiraban a remodelar las industrias tradicionales o de chimeneas (smock-industries), --automotriz, acerera y naviera, entre otras--, mediante la ayuda federal; los republicanos mediante el mercado, la inversión y la reforma fiscal.

Los demócratas manifestaban cierta "compasión" por las minorías y los pobres del país, los segundos deseaban obstruir la "Trampa de la Pobreza".

El retorno a la "libre competencia" preconizado entonces por la plataforma del Partido Republicano era imposible, pero lo cierto es que en términos ultra reaccionarios ",El Estado del Bienestar General", chocaba con los intereses de la burguesía monopolista en Estados Unidos, influidos éstos por la situación objetiva de crisis, vivida por la economía norteamericana durante los años setenta y principios de los ochenta, lo que fue aprovechado por la administración reganiana para recortar los ritmos de incremento, y con ello los recursos destinados a los programas sociales, ponerlos en función de su plan de restauración de la hegemonía y continuar enriqueciendo a los grandes monopolios, principales beneficiarios de su política.

Entonces, no hubo realmente un retorno a la libre competencia, lo que de todos modos es imposible, sino más bien una "añoranza" objetivizada de los mecanismos de eficiencia, que la libre competencia imponía, en medio de un Estado casi nulamente distribuidor de bienestar. Se retornaba al "darwinismo social", donde subsistirán sólo los más fuertes, en medio de un llamado a "limitar la acción del Estado, y del gobierno, que se manifestó al principio como un subterfugio de "Nuevo Federalismo", para liberar al gobierno central de la responsabilidad de distribuir los gastos sociales rebajados, en función del presupuesto militar y para imponer formas más sutiles de regulación e intervencionismo estatal.

El Keynesianismo en Estados Unidos no está muerto. Se ha cambiado el sentido y las formas que adoptan los mecanismos de regulación estatal pero continúan existiendo y la intervención estatal es ahora más fuerte que nunca. Tanto monetaristas como los partidarios de la economía enfocada a la oferta (Supply side Economic,) en el fondo confían mientras exista Capitalismo Monopolista de Estado en Estados Unidos.

Llegado este punto de análisis, es bueno aclarar, que el consensus bipartidista de posguerra, también implicaba una aceptación por las mayorías de ambos partidos, de la "bondad" y la necesidad de la intervención estatal, y por tanto del abandono (salvo por una minoría del ala derecha del Partido Republicano) del reconocimiento y aceptación de que el sistema económico funcionaba fundamentalmente bajo un "equilibrio automático" walrasiano o paretoniano.

Sin embargo, el Partido Republicano fue "asaltado" gradualmente por las concepciones monetaristas y ofertistas, heredadas de los postulados neoclásicos, y partidarios, no de un "equilibrio automático" total, sino de una intervención gubernamental muy limitada y selectiva, de tipo smithsoniano.

Esta diferencia, que podría parecer insignificante, implicaba, ella sola, una serie de consecuencias importantes, que bifurcan el enfoque de la clase dominante sobre casi todos los problemas económicos del país, y lo hace discordante.

Situando un ejemplo ilustrativo: si para los partidarios de la intervención del Estado, la regulación de los precios agrícolas es una corrección de los desequilibrios e injusticias del mercado, para los partidarios del mercado, es un subsidio estatal que obliga al gobierno a cargar con un gasto que no le incumbe, y a mantener los precios excesivamente altos.

Si para los primeros la extensión de los programas sociales, es el resultado de una sociedad más justa e igualitaria; para los segundos, es una interferencia en la "libertad individual", una negociación de la "igualdad de resultados", además de ser una carga adicional sobre los ingresos personales y la renta, que socava la eficiencia y promueve el ocio.

De esta misma forma, podríamos continuar, sobre los subsidios al transporte, los programas de educación, el comercio internacional, etc. Debemos decir que, esta división no es nueva, pero las diferencias entre ambos partidos estaba en la magnitud y alcance de la participación estatal en esos asuntos.

Al fallar la formula keynesiana, por no ajustarse al nuevo contexto, las "viejas heridas" se resintieron y la disputa comenzó de una forma más aguda, ya que los liberales, partidarios del keynesianismo consideraron una aberración retomar los postulados monetaristas y ofertistas, vieron en el fracaso de los postulados keynesianos, la confirmación de su presunción (agazapada durante la década), de que el keynesianismo era un abandono de los "mecanismos naturales" de auto corrección o terapéuticos del sistema, y por lo tanto, una acumulación de problemas para el largo plazo.

Solo con el conocimiento de este trasfondo, de batallar "principista", es que puede comprenderse la bifurcación que tomó la "percepción" sobre la economía, que comenzó a ensancharse en el seno de la clase dominante a principios de los ochenta. Asimismo, debe tenerse en cuenta que, a pesar de las diferencias, ambos cuerpos doctrinales son defensores radicales del capitalismo y sus sistemas de dominación y explotación, de propiedad privada, enajenación, consumismo desenfrenado y despilfarro.

Estos antecedentes son los que permiten entender, a grandes rasgos, la situación concreta de comienzos de la década de los ochenta, así como los proyectos económicos enarbolados por ambos partidos.

Lo cual, es un excelente ejemplo para la compresión de a que nos enfrentamos , cuando pretendemos examinar el problema dentro del contexto electoral.

ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES

Como apuntamos en la introducción de este ensayo, su objetivo era exponer algunas consideraciones teórico-metodológicas, desde una óptica marxista, sobre como abordar el análisis de la economía y la política económica norteamericana en el contexto de un año de elecciones, si dicho intento va encaminado a dilucidar el grado, y sentido de la influencia de la economía en un proceso político de tal naturaleza, en un contexto histórico-concreto y con un tipo de escenario temporal que antecede el desenlace final de las elecciones.

Al intentar hacer este tipo de estudio, el investigador se encuentra ante una "maraña" tal de acontecimientos, que puede resultar de mucha utilidad, partir de un modelo de análisis, que en su expresión abstracta de lo concreto, permita regresar de lo concreto pensado a lo concreto real , con una guía de qué y cómo se debe investigar.

Ante tal realidad, este ensayo intenta presentar los elementos fundamentales que a nuestra consideración, tienen que estar incluidos en el análisis.

Debemos aclarar que muchas recomendaciones sobre como abordar el examen de cada uno de estos elementos en específico, se exponen a lo largo del ensayo y no se estima necesario repetir aquí, ese tipo de argumentación.

En relación al conjunto de elementos señalados, es necesario advertir, que estos son los fundamentales desde la óptica del autor. No obstante, estamos seguros, que un posterior debate académico, o una continua constatación empírica durante el desarrollo de futuras elecciones presidenciales, harían posible su revisión.

En cuanto a la exposición, el autor recomiendan apoyarse en el esquema que propone este ensayo: dividir la misma, en una segunda parte, donde se examine todo lo relacionado con la política económica y el debate ideológico intra clasista sobre asuntos económicos, y otra parte, donde se estudie todo lo relacionado con el movimiento de la economía, su influencia sobre la situación económica de las diferentes clases y grupos sociales, los temas y estrategias de campaña.

Como puede observarse, en el Diagrama no.1, se desglosan los elementos a partir de una subdivisión abstracta en tres bloques: economía-sociedad, economía-política y economía-ideología. Esto último muy útil desde el punto de vista metodológico, ya que expresa la conexión existente entre la economía y otras esferas de la vida social.

En la vida real, estos elementos se ínter vinculan de forma muy dinámica, por lo que resulta bastante incómodo, en un orden lógico, seguir estrictamente tal subdivisión en la exposición del trabajo.

Sin embargo, la posibilidad de desarrollar un estudio bajo esta óptica, no es negada por su propia complejidad.

Antes de concluir permítasenos hacer un breve comentario respecto al objeto de estudio en sí, no obstante ser este ensayo, sobre como abordar un estudio

El estudio de la economía norteamericana, en medio de unas elecciones presidenciales no es nada fácil, aunque sólo sea recordando que incluso el examen de cada uno de estos elementos por separado, ya constituye un esfuerzo considerable del intelecto. Esa misma complejidad del propio objeto de estudio, demanda de los que lo abordan, la tarea de profundizar continuamente en la historia económica y política de dicho país; una determinada familiaridad con su complejo sistema estadístico, olfato político y sentido común.

De más está decir, que no siempre los estudiosos de un tema, logran colmar las exigencias del mismo.

Cada elección presidencial es un "nuevo" episodio político-social, que se desarrolla en condiciones diferentes al anterior; no es un simple experimento de laboratorio, donde una serie de fuerzas endógenas y exógenas pueden ser controladas por los observadores; de ahí lo apasionante y llamativo del tema.

Asimismo en cada elección presidencial existen aspectos en su interrelación con la economía, que tienden a permanecer estables, algo que intenta esclarecer este ensayo, al darle a los mismos un status de importancia permanente. Otros que aparecerán como nuevos.

Finalmente, debemos decir que al desarrollar un tipo de examen como este, confirmamos la preeminencia de lo económico, hacia las esferas políticas e ideológicas de la sociedad norteamericana, y reafirmamos nuestra convicción de que sólo mediante un estudio del contexto, a través de la ciencia económica marxista-leninista, se hace posible comprender científicamente los asuntos de interés nacional.

Esta idea, que ya está en Carlos Marx, fue bien expresada por el economista norteamericano y Premio Nobel, Paul A. Samuelson, cuando refiriéndose a su país afirmó:

"...Todo asunto nacional mencionado requiere comprensión económica, para hacer algún progreso al lidiar con él. Aquellos que nunca han realizado un estudio sistemático de la economía, tienen un serio handicap a la hora de pensar en los puntos del debate nacional. Ellos son como un sordo, tratando de apreciar una sinfonía."

BIBLIOGRAFIA Y NOTAS

1- Ver: James Q. Wilson, American Government.Institutions and Policies.

Fifth Edition, University of California, Los Angeles.

D.C. Heath and Company, Lexington, Massachusets, Toronto, 1992.

Appendix A37 y A38.

Ver ademas Anexo elaborado por los Autores.

2- Nombre que recibe el despacho presidencial en la Casa Blanca.

3- "El nivel actual de tratamiento del objeto de estudio no nos permite aún abordar la influencia de la economía sobre las elecciones congresionales, pues en éstas no sólo están presentes los problemas económicos nacionales y las contradicciones que a ese nivel tienen lugar entre los diferentes grupos monopolistas, sino además las contradicciones entre los distintos grupos y clases sociales a nivel de cada Estado, región o localidad".

Por supuesto, un análisis de tal naturaleza contribuiría también a hacer más exactas las predicciones a nivel nacional. Por lo que no consideramos a las “congresionales” como un simple caso más abarcador, sino como una necesidad inherente al carácter más científico exigido por la predicción.

4- que se vio materializado en tres informes sobre la economía y las elecciones presidenciales, un ensayo titulado "Notas para el análisis de la economía norteamericana en el contexto de un año electoral"; de los autores del presente trabajo, así como una ponencia del compañero Evelio Barrio presentada en la II Conferencia Nacional Científico-Metodológica de Economía Política con el título "Una Economía para las elecciones presidenciales de 1984 en EE.UU." que obtuvo 2do premio en su comisión.

5- Ver, Carlos Marx: Prólogo de "Contribución a la crítica de la Economía Política", Editora Política, 1963, pág.3-4, La Habana: También existen otras conexiones como puede ser Economía-arte, sobre todo muy claramente apreciable en la vida de los pueblos primitivos y de lo cual no nos encargamos aquí, por estar fuera del objeto de estudio definido.

6- A partir de ahora el término "elector" norteamericano estará referido a aquel grupo de la población más beneficiado del sistema y que además resultaría interesado en participar en el proceso electoral emitiendo su voto.

7- Se trata del momento cumbre de la competencia intraburguesa por el control del gobierno y del aparato estatal. De la cual la administración del poder político es sólo el complemento.

8- Para ampliar ver V.I.Lenin. "Acerca de los sindicatos". Editorial Progreso, Moscú.

9- Para ampliar sobre esto ver, carta de Engels a T.Bloch, Carlos Marx y Federico Engels. Obras escogidas Tomo II. Ediciones en Lenguas Extranjeras. Moscú.

10- Fenómeno que sobre todo a partir de la década de los años setenta tiene efectos no despreciables sobre la economía norteamericana y la percepción del electorado, sobre la gestión en materia de política económica propuesta por uno u otro candidato.

11- Los factores cíclicos son estructurales, en la misma medida en que el ciclo es la forma más general de manifestación del proceso de reproducción material y de las relaciones de producción capitalistas. Aunque no todos los fenómenos estructurales tienen un carácter cíclico.

12- Víctor Perlo. "La economía inestable" Editorial Ciencias Sociales. Ciudad de La Habana 1980, p.177

13- Variables que al parecer no guardan relación vistas en el corto plazo, pero que a mediano plazo y en determinadas condiciones se evidencian. Por ejemplo, el déficit fiscal puede afectar la inversión productiva al incidir sobre la tasa de formación del capital y en consecuencia la inversión lo que repercute sobre el empleo, tanto por la falta de nuevos puestos de trabajo, como por el desvío de capital hacia la inversión improductiva por vía del estímulo que representa el incremento de la tasa de interés en el momento de decidir la inversión por el empresario.

14- No es objeto de estudio de este trabajo, examinar el impacto de los cambios estructurales de la economía sobre la base social de los partidos, ni sobre el realineamiento político e ideológico que según algunos analistas se está comenzando a desencadenar en los EE.UU. en torno a la ideología conservadora más que a un partido tradicional.

15- Citado en Reagan, Ronald. "Federal US. Budget Message of the President 1984". USIA. Economic Highliths.

16- Noble, Kenneth B. "Level of Jobless Declined: Lowest Point in 4 years". The New York Times, 6 de julio de 1984.

17- May Tood Browstein, Vivian. "The economy cover story" Fortune 9 de julio de 1984.

18- Murray, Alan. "Bureau of Labor Statistic Report". The Wall Street Journal, 4 de junio de 1984.

19- Mac Gregor, Burns. "Roosevelt: El león y el Zorro", Editorial Plaza of Janes. España, 1956, p.160.

20- Aunque en esencia el comportamiento de las tasas de interés en los últimos años respondió más a las fuertes presiones que las prolongadas fases de crisis sin verdaderas recuperaciones, ejercieron sobre el capital monetario acumulado y los procesos de endeudamiento.

21- A decir de algunos políticos norteamericanos; un verdadero presidente, es aquel que comienza la campaña para la reelección desde el preciso instante en que asume la presidencia.

22- quedar claro que los únicos norteamericanos que tienen que apretarse el cinto son los trabajadores y algunos grupos de la "clase media" más próximos a los estratos inferiores.

23- Identificación que se da en la literatura burguesa al ciclo económico capitalista, a partir de sus formas de manifestación.

24- Componente de toda política económica gubernamental. El tema de la necesidad o no de una política industrial para EE.UU. salió por contrastación al éxito japonés frente a las insuficiencias de la industria norteamericana en la última década.

25- Citado por Alexander, Charles. Revista "Time" Washington. 28/feb/1984, p.23.

26- Primera parte de la campaña electoral que consiste en ir detectando la base de apoyo por Estados y localidades de los Candidatos de un partido.

27- El uso de este término es por razones metodológicas pues no es posible identificar los intereses de la mayoría de la población, con los intereses de la minoría. La burguesía monopolista, tiene sus mecanismos propios para hacer llegar sus intereses a cada uno, y no solo, sino lo más importante, hacerlos "valer".

28- Es curioso, como todos los candidatos demócratas a la presidencia utilizaron el término de "Política Industrial" como parte esencial de sus proyectos económicos, diferenciados de uno a otro por su nivel de elaboración.

29- Véase, Barrio Oliva Evelio. II Informe al "Seminario de Elecciones Presidenciales en Estados Unidos", Dpto. de Investigaciones sobre EE.UU., junio de 1984.

30- Sobre la manipulación estadística debe tenerse en cuenta que ésta será mayor o menor, según el electo haya sido preparado "ideológicamente" para aceptar las justificaciones dadas por el ejecutivo y principalmente por todos en el corto plazo.

31- En términos de política económica, el capitalismo monopolista de Estado ha dado solución formal a sus agudas contradicciones, poniendo en práctica políticas anticrisis (décadas del 50 y 60) políticas anticiclicas (década del 70) y "programas" económicos del que emergen políticas de mediano y largo plazo (en la década del 80) según hipótesis de los autores.

32- Que no necesariamente, desde el punto el vista objetivo tiene que serlo. Dado que estos se encuentran mediados por las manipulaciones de la campaña electoral como ya se explicó en la primera parte del trabajo.

33- Ver: Esteban Morales: "El carácter transnacional de la economía militarista de Estados Unidos. Revista: Economía y Desarrollo no.79, pp.94-105

34- Uno de los componentes de la política económica más usados en los últimos 40 años para influir sobre el ciclo económico.

35-Puede consultarse: Burbar F.A. "Reaganomics vs FED". Fortune, 4 de mayo de 1982, pp.-287-300

36- En la literatura política se encuentran identificados como "pocket-book issue" cuya traducción pudiera ser "temas de bolsillo" entendiendo aquellos que afectan sus ingresos personales.

37- Véase por ejemplo las Plataformas Demócratas y republicanas de 1984-

Republican Party Plataform. USGPO. Dallas, Texas 1984

Democratic Party Plataform. USGPO. San Francisco 1984

38- Denominación que recibían en el discurso político pero en realidad eran políticas económicas de corto a lo sumo de mediano plazo y enfocadas al ciclo o a alguna de sus fases.

39- Program for Economic Recovery, USGPO, Febrero de 1981.

En ocasiones se presentan confusiones que obedecen a una comprensión no clara de los objetivos básicos estratégicos de un programa económico; tal y como ha tenido lugar en el programa económico de la administración Reagan; hablando de cambios en el programa cuando en realidad han sido sólo valoraciones y reacomodos en como llevar adelante los objetivos estratégicos planteados; a través de políticas económicas que deben garantizarlos.

40- En los Estados Unidos se hizo famoso un chiste durante las elecciones presidenciales de 1984, que decía que un candidato que proclamara que iba a subir los impuestos tenía tantas probabilidades de salir presidente de Estados Unidos como el Kadafi o el Ayatollah Komeini. Eso en buena medida fue lo que le ocurrió a Mondale cuando para dar una prueba de honestidad política en el debate televisivo afirmó que para eliminar el déficit presupuestario subiría los impuestos.

41- Para ampliar sobre esto véase: Barrio Oliva Evelio: Estados Unidos. "Una economía para las elecciones". Junio de 1984. II Seminario de elecciones presidenciales en EE.UU., DISEU-UH.

42- A. Kortunov y A. Nikitin. "El modelo norteamericano". Moscú Editorial Progreso, 1985, p.179.

43- Ver: Arthur M. Schlesinger Jr. "Los ciclos de la Historia Americana". Alianza Editorial, 1986, pp.231-266

Como se señala con anterioridad, el keynesianismo se mantuvo como base fundamental de la política económica dominante, mientras las condiciones del contexto económico y político, tanto interno como externo, lo hicieron posible.

44- No es casual, que históricamente norteamericanos, de fama internacional hayan dedicado su vida al estudio de las elecciones presidenciales. Entre ellos podemos citar a: Burnes Mc Gregor y Theodore H. White, entre otros.

45- Samuelson, Paul A. "Economic", Publicado por Mac Graw Hill, 1980, pág.3.

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