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ENTORNO MACROECONOMICO DE LAS ORGANIZACIONES

aimeebfDocumentos de Investigación6 de Noviembre de 2015

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INSTITUTO TECNOLÓGICO DE NUEVO LAREDO

        

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“ENTORNO MACROECONOMICO

DE LAS ORGANIZACIONES”

AUTOR:

MCE JOSE VALENTIN SALAZAR CANTU

INGENIERIA EN GESTION EMPRESARIAL

NUEVO LAREDO, TAM.  FEBRERO 2014

ENTORNO MACROECONOMICO DE LAS ORGANIZACIONES

MCE JOSE VALENTIN SALAZAR CANTU

CAPITULO I.  INTRODUCCION  A  LA  MACROECONOMIA

         La Gran Depresión de la década de los 30’s, como observa E. JAMES, “ suscito una crisis  de conciencia entre todos los economistas “, de la misma manera que las perturbaciones de la acción económica, propias de los periodos de Guerra y posguerra, desafiaron a los estudiosos  de la economía para que encontraran los caminos de la estabilización.

    En medio de las inflaciones y las depresiones, los economistas  - mucho más que los estudiosos de otras ramas del conocimiento social - fueron movilizados por los grandes estadistas contemporáneos, que reclamaban soluciones para los angustiantes problemas de su época. En 1936, J. M. KEYNES, notable economista Ingles a quien debe atribuirse la formulación teórica del moderno análisis macroeconómico, señaló que el mundo estaba excepcionalmente ansioso de un diagnostico mejor fundamentado y se encontraba listo para aceptarlo y deseoso de experimentarlo, agregando que las ideas de los economistas, ciertas o erradas, tienen mas importancia de lo que generalmente se piensa. En realidad, el mundo esta casi exclusivamente gobernado por ellas.

          La Gran Depresión  y las guerras mundiales aproximaron las reflexiones teóricas de los economistas  a las soluciones prácticas de los estadistas. La Revolución Industrial del siglo XVIII y las cuestiones político-doctrinarias y socio-económicas del siglo XIX ya habían provocado esa aproximación. Sin embargo, el carácter, las causas  y los efectos de las ultimas guerras, y de la crisis  de los años  30’s  fueron de mayor envergadura y exigieron una intervención  más rápida.

          La Depresión de los 30’s redujo a la mitad  el producto nacional de las economías avanzadas: Estados Unidos, que producían mas de 103 mil millones  de dólares  en 1929, lograron apenas 55 mil millones de dólares en 1933, cuando quedo sin empleo cerca de un cuarto de su fuerza de trabajo. Por otro lado, las guerras mundiales también vinieron a comprometer la actividad económica normal.  En 1945, en pleno auge de desarrollo militar  cerca del 55% de la capacidad industrial  del mundo estaba dedicada a la producción de armamentos.

            Pero no fueron solamente las guerras mundiales y La Gran Depresión  las causas fundamentales del creciente interés por la economía.  Además de estas  hay una tercera causa  de alta significación, que se hizo  notar sobre todo en la posguerra:  la preocupación  básica del siglo XXI en torno a la  idea  del desarrollo económico compartido. De hecho tan luego como termino la Guerra fría, todo el mundo se vio envuelto en un fenómeno de dimensiones inesperadas: el gran  despertar de los pueblos subdesarrollados.

         Ese despertar, posiblemente motivado por la facilidad de las comunicaciones internacionales  que hicieron ver los contrastes entre el atraso  y las riquezas, vendrían a transformarse en una de las más notables  características de los últimos  años de las década de los años 80’s y 90’s.   El anhelo obstinado de desarrollo económico, de más de las dos  terceras partes de la población de la tierra, vino a ser la característica fundamental de la economía moderna. Actualmente, mas de tres mil millones  de habitantes del mundo  subdesarrollado, que todavía no han conseguido  reunir las condiciones necesarias  para su arranque económico, están  empeñados  en una movilización  sin precedentes en pos de un gigantesco objetivo:  la construcción de una nueva civilización que posibilite la universalización  de las condiciones del  bienestar a través de la aceleración  de su progreso material.  

        Aun cuando algunos de los males que comúnmente  vienen  con la pobreza  no son consecuencia necesaria de ésta,  en una forma general la perdición del pobre es la pobreza y el estudio de las causas de la pobreza es el estudio de las causas de la degradación  de una gran parte  del género humano.”

       Estas palabras de MARSHALL son de una actualidad innegable. Hoy en día - mucho más que en cualquier otra época histórica - las sociedades parecen  inclinadas a realizar sus anheladas condiciones de bienestar- aun renunciando  a las cosas  materiales y aferrándose mas bien a los valores  de otro orden.

No se niega que los valores espirituales deban ser, mas que nunca, cultivados. Ellos son parte importante de una vida integral.  Pero  eso no significa que los pueblos subdesarrollados se satisfarán solamente con ellos.   Es una utopía pretender el buen entendimiento entre todos los pueblos, y la superación de los problemas ideológicos y religiosos de la actualidad, si subsisten  las grandes desigualdades que todavía hoy diferencian profundamente el patrón de vida y el bienestar de las naciones. Las  naciones económicamente subdesarrolladas reúnen a mas  de 4 mil millones de habitantes.  Las desarrolladas cerca de un tercio  de ese numero.  Aproximadamente el 70% de la población mundial actual aspira a disfrutar de las condiciones de bienestar en que viven los demás.   Transformar esa aspiración en realidad es el gigantesco objetivo de nuestro tiempo.

       En ese contexto, el estudio de la economía se destaca entre los de mayor importancia, ya que es en el campo  de las ciencias económicas donde se descubrirán los instrumentos  para poder  alcanzar el gran objetivo de nuestra época.  Con realismo y objetividad, los economistas podrán contribuir a esto mejor que cualquier  investigador de otra área  del conocimiento humano.  Es por eso mismo

– como muy  bien recordó  N. HOLANDA – por lo que “en los países subdesarrollados, el  estudio de las ciencias económicas, antes de ser una simple  preocupación académica, tiene por objetivo principal el desarrollo de instrumentos de análisis  que faciliten la identificación  de los problemas  básicos de la comunidad  y hagan posible el uso más racional de los escasos recursos disponibles, con miras a acelerar el proceso  de desarrollo “.

           El crecimiento económico moderno, cuyos orígenes se remontan  a las primeras décadas del siglo XIX, no se realizó uniformemente entre los países.  La diversidad de niveles  del Producto Nacional  Bruto per capita está en la actualidad, bastante acentuada entre las naciones desarrolladas y las que se consideran subdesarrolladas.

           Dentro  de  la propia Europa  hay países menos desarrollados  y en América Latina o en Asia encontramos  unas pocas islas de prosperidad  en medio del generalizado  estado de pobreza  que las caracteriza.  Pero esa desigualad no puede atribuirse  a un factor aislado.  Sus causas son múltiples  e implican cuestiones de geografía y clima, raza y costumbres, religión y métodos de comercio, calidad  de la fuerza de trabajo  y formación histórica de los recursos del capital. Sus efectos  también  son múltiples, no encontrándose  entre las naciones  subdesarrolladas una actitud  única  y homogénea  en relación  con la transformación.

             Al lado de esa multiplicidad de causas y efectos  que se ocultan detrás de los problemas  ligados al proceso de crecimiento se observa, aún en forma inquietante, que el panorama actual tiende a agravarse.

       En las economías de los países de América Latina se observan oscilaciones coyunturales continuas, a pesar de los esfuerzos  que hacen  los gobiernos  para  atenuarlas  o para reprimir sus efectos. La mayor parte de  esas oscilaciones son provocadas por las perturbaciones que ocurren en los mercados  internacionales que absorben  la producción latinoamericana o que suministran los principales productos básicos que importan los países del área.  Por otra parte, las tendencias inflacionarias internas, que aparentemente  tienen carácter  crónico  en buena parte de estos países, origina  también  fluctuaciones coyunturales, sobre todo  cuando se desencadenan los precios.  Lo cual provoca reflejos en todo el sistema económico de los países afectados.

           Dichos reflejos  se manifiestan en las tasas del crecimiento del producto interno bruto, en las balanzas de pagos, en los índices de crecimiento  de la producción industrial y agropecuaria  y en toda una serie  de indicadores  del crecimiento económico a corto plazo,  tales como el consumo  industrial  de energía, los déficits de caja del tesoro nacional, los índices de liquidez general de la economía  e, igualmente, los niveles de las reservas monetarias internacionales de cada país.

El Objeto de la Economía.

         El objeto de la economía  evoluciono históricamente desde las primeras  escuelas  económicas  del siglo XVIII hasta nuestros días.

         Para el autor de Wealth of Nations, el objeto  de la economía era el de llevar  a cabo  investigaciones  sobre la naturaleza  y los orígenes de la riqueza  de las naciones.   Esa concepción prevaleció hasta DAVID RICARDO, uno de los más  grandes  economistas  de la escuela  clásica inglesa  que trato de desviar  el objeto  de la economía  hacia el terreno  de las investigaciones  sobre la distribución  de la riqueza.  “La  cantidad de riquezas producidas   no pueden someterse  a ninguna  ley – escribió RICARDO en 1820- ,  pero se puede enunciar  una ley  que se refiera  a su  repartición  satisfactoria.  Estoy  cada vez mas convencido  de que lo primero  es vano  e ilusorio  y de que lo segundo es el verdadero objeto de la ciencia  económica”.

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