Entrevista Con Gary Hamel, Por Eduardo Braun Director De HSM Group
tegui7711 de Septiembre de 2013
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El arquitecto
Crear organizaciones basadas en la confianza y la
transparencia, sin burocracia y similares a comunidades,
son los principales retos a la hora de encarar un nuevo tipo
de management. De algún modo, la arquitectura horizontal
de la Web, que aprovecha la inteligencia y la creatividad de
las personas, debería servir de modelo a las empresas.
stá convencido de que si bien el management “moderno” es una de las invenciones
más importantes de la humanidad, hoy en día se ha convertido en una tecnología
madura que debe ser reinventada. En principio, porque las actuales prácticas de la
gestión les dan prioridad al control, la disciplina y la eficiencia, sin tener en cuenta
que si aspiran a tener éxito en el siglo XXI, las organizaciones de negocios deben ser
flexibles, innovadoras, inspiradoras y socialmente responsables. Y eso, a su juicio,
exigirá una genuina revolución en el management. En la siguiente entrevista, Gary Hamel, impulsor
del Management Lab —una iniciativa guiada por la misión de “acelerar la innovación del management”—,
habla de cómo imagina la “gestión 2.0”.
Si las prácticas de management de la era industrial, como usted dice en su último libro, no
son las que se necesitan para triunfar en este siglo, ¿cuáles son los nuevos principios y procesos
que deben adoptar las empresas?
Creo que basta observar lo que ocurre en la Web para entender lo que se
requiere. El management era la tecnología social más importante del siglo
XX; gracias a ella aprendimos a reunir a las personas para que trabajaran con
eficiencia, disciplina y foco. Todo eso sigue siendo importante. Pero ahora vivimos
en un mundo en el que las empresas deben tener una capacidad de
adaptación mucho mayor, ser innovadoras en esta nueva economía creativa,
y los principios y procesos centrales que heredamos de la era industrial ya no
son suficientes. Por eso digo que el futuro del management está inventándose
en Internet. La Web es adaptable, inspiradora y capaz de generar compromiso
en la gente. De muchas formas, ilustra y demuestra las cualidades que
necesitamos en las organizaciones de negocios.
El management tradicional se ha basado en una arquitectura que va
del centro hacia los extremos: la autoridad está en el centro y, a medida
que descendemos en la jerarquía, vemos a los que “hacen” y no a los
que “piensan”. Por su parte, la Web se ha construido a partir de un principio
completamente diferente. Su arquitectura es horizontal: va de los
extremos hacia los extremos.
Tal vez la mejor analogía sean los viejos sistemas de telefonía, en los
que toda la “inteligencia” estaba determinada por la central telefónica.
Si uno quería agregar nuevas funciones —como llamada en espera, por
ejemplo—, tenía que reprogramar la central. En muchas empresas, aún
hoy, para cambiar la organización hay que reprogramar el área central;
es decir, la manera de pensar de los jefes. Algo extremadamente difícil,
como nadie ignora.
Parecería que también es muy difícil organizar y movilizar el esfuerzo
humano. ¿De qué manera contribuye la Web a facilitar ese esfuerzo?
En Internet, lo más estimulante es una forma distinta de unir a las
personas, y aprovechar su inteligencia y su creatividad para hacer cosas
muy complejas, a partir de ciertos factores, entre los que predominan
la transparencia, la flexibilidad, la apertura, la colaboración, la merito-
cracia. Creo que es probable, o más que probable, construir organizaciones basadas en estos
nuevos principios, y que serán mucho mejores que las que hemos visto en los últimos 100 años.
¿Qué cambiará en el trabajo diario y, en particular, el de los gerentes?
El simple trabajo real de crear valor seguirá siendo el mismo en cualquier organización,
ya se trate de atender a un cliente, limpiar el cuarto de un hotel o desarrollar un
software. En ese sentido, muchos empleos no sufrirán una transformación. Lo que cambiará
es la forma de llevar a cabo la gestión: cómo se establecen las prioridades, cómo
se ejecuta la coordinación.
A manera de ejemplo, imaginemos un día en un hotel. Los hoteles son ambientes en los
que hay muchas oportunidades para la innovación. Pero son oportunidades que nunca se concretan,
porque a las personas que realizan tareas rutinarias no se las considera innovadoras.
Aunque se les ocurran ideas nuevas, no tienen posibilidades de ponerlas en práctica. Pensemos,
sin ir más lejos, en los productos que hay en el baño. Las etiquetas son tan pequeñas
que cuesta leerlas sin anteojos. Supongamos que alguien diga: “¿Por qué no ponemos una C
grande para champú y una A para acondicionador?”. ¿A quién le plantearía la idea? ¿Al jefe?
“Vuelva a su trabajo”, sería la respuesta. Gracias a Internet, sin embargo, hay maneras de explorar
este tipo de innovación y aprovechar la inteligencia de cualquier empleado, que podrá
colocar su sugerencia en el sitio web y ya no dependerá de que el jefe la apruebe. La verán sus
pares y captarán el valor de hacer un cambio en las etiquetas. La Web no cambiará por completo
la manera de trabajar, pero le dará a cada empleado de la organización, cualquiera sea
el lugar que ocupe en ella, la oportunidad de hacer una contribución.
Aunque el gerente de una unidad de negocios permita que los empleados hagan contribuciones
y tomen decisiones, sigue teniendo la responsabilidad del planeamiento, de fijar objetivos
de desempeño y establecer el sistema de gratificaciones, entre otras cosas…
Es verdad, pero hay que pensar en el “qué” y en el “cómo”. El “qué” no cambiará de manera
significativa. Ese gerente deberá encargarse del planeamiento, de las metas, y de alguna
forma de medición y control. Pero el “cómo” lleva a cabo esas tareas puede cambiar mucho.
Históricamente, el planeamiento, la estrategia y las normas han estado a cargo de un reducido
número de personas, en general de los puestos más altos de la organización. Lo que hoy
hacen algunos líderes —los de IBM, por ejemplo— es invitar a personas ajenas a la empresa
para que los ayuden a definir la estrategia. Creo, por lo tanto, que los cambios afectan menos
el “qué” y más el “cómo”. En otras palabras, se trata de hacer las mismas cosas incluyendo
a más gente y actuando con más transparencia.
Pensemos de nuevo en la Web, y en la distinción entre el “qué” y el “cómo”. Google se ha desarrollado
sobre la base de un ranking de enlaces de sitios web, que va desde los más visitados
hasta los menos visitados. Por su parte, en el sitio de Amazon hay un grupo importante de críticos
de libros que aportan mucho valor. ¿Qué hay que hacer para convertirse en uno de ellos? Escribir
reseñas que otras personas consideren útiles. Y eso es algo que no está impuesto por la cúpula
de la empresa; sucede de abajo hacia arriba. Si aprovecharan esta idea radical, las empresas podrían
construir un sistema semejante. Un sistema en el que todas las personas que ocupan una
posición de liderazgo sean las que el resto está dispuesto a seguir. En definitiva, se trata de cambiar la forma en que las personas conquistan y ejercen el poder.
Suena bien. ¿Por dónde empezar?
Le daré un ejemplo. ¿Qué ocurriría si se pudieran clasificar los e-mails recibidos como respuesta
a un determinado pedido, de acuerdo con el grado de utilidad y la velocidad de respuesta,
tal como se clasifican las reseñas de libros en Amazon? Muy simple: sabríamos de inmediato
quiénes son las personas realmente útiles. También podríamos valernos de algo similar a Google
Alert para descubrir qué empleado de la empresa genera más valor, de quién hablan los clientes,
de quién habla la prensa, quién es más influyente y quién es más colaborador. Entonces sería posible
asociar las gratificaciones con esos datos, y reconocer a la gente por parámetros distintos
de los tradicionales. A mi juicio, el gran desafío es ser revolucionarios en la manera de pensar y
evolucionistas al hacer.
Pero lo cierto es que no se contrata a los gerentes para que sean innovadores, sino para que sean
eficientes. ¿Un proceso distinto para la selección y contratación contribuiría a la renovación del
management como disciplina? Se lo pregunto porque la mayoría de los gerentes están orgullosos
de ser ejecutores pragmáticos. Y porque usted dice que el futuro les exigirá que sean soñadores
y que se fijen metas audaces…
En el proceso de contratación hay muchas posibilidades de innovación. Si tiene un candidato que
pasó las pruebas iniciales, lo mejor que puede hacer es ponerlo a trabajar con su equipo durante uno o dos meses, y luego pedirle al equipo que decida, por mayoría absoluta de votos, si esa persona
debe quedarse o irse. En un plano ideal, todas las personas de la organización deberían poder decir
“Te contraté yo” o “Me contrataste tú”, con un recíproco sentido de responsabilidad. Todo lo contrario
del proceso tradicional
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