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LA IMPORTANCIA DE LA TOMA DE DECISIONES EN LAS ORGANIZACIONES


Enviado por   •  27 de Abril de 2021  •  Informes  •  2.754 Palabras (12 Páginas)  •  188 Visitas

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CURSO DE TOMAS DE DESICIONES A NIVEL GERENCIAL.

LA EMPRESA.

La empresa es una organización que realiza diferentes actividades que generan valor a través de la interacción de recursos financieros, tecnológicos, físicos y talento humano, los cuales producen determinados resultados como la satisfacción de necesidades, la prestación de servicios de calidad o la entrega a tiempo de un producto.

TOMA DE DECISIONES.

 Al momento de tomar decisiones, quien esté encargado de ello debe tener claridad sobre las actividades que se llevan a cabo en cada área o proceso y conocer las causas que pueden estar acarreando problemas en la empresa.

De esta manera, se entiende la decisión como un procedimiento que permite a la alta dirección, gerencia o jefatura de área, escoger entre varias alternativas de solución, la más adecuada para alcanzar los objetivos propuestos.

LA IMPORTANCIA DE LA TOMA DE DECISIONES EN LAS ORGANIZACIONES.

Las decisiones se toman equilibradamente después de analizar datos, evidencias, hechos, entre otros, los cuales son medidos a través de indicadores de gestión. Estos permiten hacer un seguimiento a los diferentes comportamientos que se han presentado en un periodo de tiempo y que pueden afectar la consecución de metas organizacionales (ver Figura 3).[pic 1]

[pic 2]

CLASIFICACION DE LAS DECISIONES EN LA EMPRESA.

En las empresas se pueden presentar diferentes tipos de decisiones, los cuales se clasifican en programadas y no programadas.

DECISIONES PROGRAMADAS.

Estas ocurren cuando ya se tiene una experiencia en el pasado, con algún problema que sucedió y en estos momentos está siendo repetitivo y de alguna manera tuvo éxito.

En estos casos no es necesario hacer un diagnóstico, crear opciones o elegir un curso de acción original. Basta aplicar un curso de acción predefinido.

Ejemplo de decisiones programadas:

  • Políticas desarrolladas por la empresa.
  • Procedimientos establecidos.
  • Utilización de formatos.
  • Reglamento para tomar decisiones.
  • Manuales de funciones.

 

DECISIONES NO PROGRAMADAS.

Las expectativas de recuperación económica colombiana para 2004 no son ajenas a este comportamiento, por lo cual un proceso de recuperación sostenido también va a depender mucho del comportamiento de la economía estadounidense, como principal socio comercial del país. De manera que se espera que siga siendo el sector externo el motor de crecimiento en 2004 vía exportaciones y mayor inversión extranjera directa. 43 Recuadro 1 Déficit gemelos en Estados Unidos I. Déficit gemelos en los 80 y 90 En la recesión experimentada por Estados Unidos en los primeros años de los ochenta (1981-1982), el gobierno de Ronald Reagan implementó políticas fiscales expansivas a través de recorte de impuestos y aumento del gasto público, principalmente gastos en seguridad social, para incentivar el consumo y encaminar la economía hacia una recuperación, la cual se alcanzó exitosamente en 1983 con un crecimiento superior al 5%. Estas decisiones de política económica, que generaron en el muy corto plazo un fuerte crecimiento del Producto Interno Bruto –PIB– de los Estados Unidos (ver Gráfico 5 del artículo), llevaron a nueva caída a partir de 1984, que se profundizó a finales de esta década y principios de los noventa, afectada, además, por los desequilibrios internos y externos que aparecieron desde 1983. Así, el aumento del déficit fiscal de la Reserva Federal de principios de los ochenta desató un déficit en la cuenta corriente, que fue superavitaria en los primeros años de esta década. Desde entonces, debido a su simultaneidad, estos déficits fueron catalogados como “déficit gemelos” (ver Gráfico 8). El rápido crecimiento del déficit fiscal en aquellos años llevó a una apreciación del dólar frente a monedas fuertes como el yen, ya que las necesidades de financiación del déficit con préstamos del exterior se hicieron más fuertes, para lo cual a través de un aumentó en la oferta de bonos del tesoro y bonos corporativos, atraer recursos financieros, contribuyendo a la vez al desbalance en la cuenta corriente de la balanza de pagos e incentivando las importaciones de los estadounidenses, especialmente de bienes de capital y tecnologías de la informática. Tales necesidades de financiamiento externo se debieron, principalmente, a que el desequilibrio fiscal no alcanzó a ser financiado con ahorro privado interno, el cual cayó por debajo de la caída de la inversión privada para los primeros años de la década de los ochenta, siendo éste otro factor importante en el deterioro de la balanza en cuenta corriente y verificando además la mayor sensibilidad de la inversión al aumento de las tasas de interés. A partir de 1985, el tamaño del déficit fiscal comenzó a declinar, aunque permanecía alto, con la nueva legislación de Gramm Rudman acompañada de políticas económicas austeras para disminuir el déficit público, generando una rápida caída de las tasas de interés y un aumento de la cotización del dólar frente a 44 Perfil de Coyuntura Económica, agosto 2004 monedas fuertes como el yen, representando una mejora en la competitividad de los bienes estadounidenses y una caída de las importaciones hacia el país. Adicionalmente, esta caída en las tasas de interés y los estímulos tributarios del gobierno a los empresarios nacionales para la compra de equipos y estructuras, llevaron a un mejor desempeño de la inversión privada pero a un nuevo deterioro del déficit en cuenta corriente que pasó a ser mayor que el déficit fiscal entre 1987 y 1989 (Gráfico 9), momento en el cual tampoco la economía parecía mostrar fuertes signos de recuperación y los desequilibrios internos y externo persistían. Sin embargo, hacia principios de los noventa la situación de desequilibrio sufrió un cambio muy rápido, la recesión económica se profundizó y los déficit tomaron rumbos diferentes. En esta ocasión, el gran déficit fiscal que venía presentándose desde antes no estuvo acompañado por un déficit en la cuenta corriente, que pasó a ser superavitaria a partir de 1991. Esta situación de desequilibrio fiscal no permitió al gobierno federal implementar políticas que estimularan el crecimiento económico; las bajas tasas de interés no lograron incentivar el mayor consumo, pero contribuyeron a un mejor comportamiento del tipo de cambio con una depreciación débil que de alguna forma incentivó la exportación y mejoró el sector comercial, el pago de la deudas con el extranjero, y en general, el sector externo de Estados Unidos. Sólo a partir de la segunda mitad de los noventa, la situación económica estadounidense comenzó a mejorar, con un crecimiento que parecía sostenido alrededor del 4% impulsado por los avances tecnológicos en informática y telecomunicaciones. Para entonces el déficit fiscal comenzaba a disminuir y con él la tasa de ahorro personal, traducida en un aumento del endeudamiento de los hogares, cayendo a niveles inferiores al crecimiento que experimentaba en ese momento la inversión privada, lo cual llevó a que el déficit en cuenta corriente volviera a aumentar, pero esta vez a niveles superiores a los de los ochenta. Por lo tanto, en esta oportunidad el déficit en cuenta corriente no fue causado por el déficit fiscal como lo fue anterioremnte, sino por el mayor gasto de los hogares que llevó a una caída del ahorro privado por debajo de la inversión privada, generando nuevas necesidades de financiamiento en las empresas (para la compra de bienes de capital) y en las familias (para pagar deuda de vivienda), ya que el ahorro público no fue suficiente para financiar el desahorro privado, siendo necesario acudir a préstamos del exterior, teniendo como resultado un nuevo deterioro de la cuenta corriente. Es así, como en la segunda mitad de los años 90, la simultaneidad de los 45 desequilibrios internos y externos de la década anterior desapareció y los déficit gemelos parecían ser un acontecimiento del pasado. Para finales de los noventa había un déficit en cuenta corriente cercano al 1% del PIB y un superávit fiscal cercano al 2,5% del PIB, éste último fundamentado en una mayor disciplina fiscal que ayudó a mantener bajas las tasas de interés, estimulando la inversión privada. II. Después de la recesión de 2001 A partir del segundo semestre de 2001, la economía estadounidense sufrió una recesión que registró los niveles más bajos de crecimiento desde la caída sufrida a principios de los noventa, pero se habló realmente de una recesión económica en Estados Unidos a partir de los ataques del 11 de septiembre, con un mayor deterioro de la demanda de consumo y la inversión privada debido a la incertidumbre y desconfianza de los hogares y empresas por la rápida recuperación que prometían las autoridades económicas. A pesar de los incentivos que ofrecieron las autoridades económicas bajando 11 veces las tasas de interés, las firmas se mostraron reacias a asumir riesgos ante una economía que al parecer no iba a recuperarse tan fácilmente ante un choque exógeno como ese, dado que venían en unas condiciones de debilidad económica muy marcadas. Para principios de 2001, el dólar ya estaba presentando una apreciación leve frente monedas como el yen y el euro (ver Gráfico 8), cuando ocurrieron los ataques del 11 de Septiembre esta apreciación se aumentó, se vio afectada la cuenta corriente de la balanza de pagos, vía aumento de las importaciones. A partir de 2002, las cosas cambiaron para el dólar, la salida de capitales de inversionistas extranjeros que buscaban mayor rentabilidad en monedas que estuvieran más fuertes que el dólar y bajas las tasas de interés de los fondos federales generaron una depreciación de esta moneda que continúa percibiendo desde entonces. Por otra parte, los acontecimientos sucedidos llevaron al gobierno estadounidense a realizar un gasto mucho mayor del que ya venían realizando para incentivar la recuperación económica, debido a que era necesario reconstruir los lugares afectados y crear programas de apoyo para las personas afectadas por los ataques, de manera que el proceso de recuperación no se fuera a ver interrumpido por aquel hecho. Así, el gobierno comenzó a implementar políticas fiscales claramente expansivas que incentivaran el consumo y el crédito de consumo, a través de reducción en las tasas de interés, recorte de impuestos y programas temporales de apoyo al desempleo. Con esto, fue necesaria una nueva búsqueda de financiación externa, ya 46 Perfil de Coyuntura Económica, agosto 2004 que el ahorro privado no era suficiente para financiar el gasto. Así, el mayor gasto público y recorte de tasas impositivas, generó un déficit fiscal cercano al 1% durante todo el año, que se tradujo finalmente en una profundización del déficit en cuenta corriente que se venía presentando desde 1998 (Gráfico 9), mostrando nuevamente la entrada a un período de déficit gemelos como los que se presentaron en los años 80, además porque aunque tanto inversión como ahorro privado cayeron en este período fue mayor la caída de la inversión, a causa de las incertidumbres que generaban el clima económico y social del momento. Fue así, como a partir del cuarto trimestre de 2001, las políticas implementas parecían mostrar su efecto en el crecimiento económico que comenzaba a cambiar la dirección descendente que traía desde finales de 2000. Sin embargo, los desequilibrios internos y externos continuaban latentes. Hacia el año 2002, la economía parecía recuperarse al tiempo que los déficit fiscal y en cuenta corriente persistían, este último presentando el nivel más alto desde los años 80, alcanzando un desbalance cercano al 5% del PIB. Por su parte, el déficit fiscal que se presentaba en aquel momento llevó a una caída profunda del ahorro nacional, acompañada por la caída del ahorro privado y de la inversión pública y privada, por lo que los recursos que estaban destinados a inversión ahora se estaban utilizando para el consumo, así el consumo público aumentó a niveles que empeoraron el comportamiento del presupuesto nacional, ya que además se tenía una política de incentivo al consumo de los hogares vía recorte de impuestos, por lo que los ingresos del gobierno federal se vieron directamente afectados y el déficit fiscal aumentado, todo lo cual se tradujo finalmente en un mayor déficit en cuenta corriente, generado esta vez, tanto por un mayor desbalance fiscal como por una mayor caída del ahorro privado sobre la inversión. Así, la economía continuó creciendo trimestre a trimestre durante este año acompañada de grandes desequilibrios interno y externo y de un mayor endeudamiento, para experimentar una nueva caída a finales de año, mostrando como la recuperación que se estaba presentando era aún muy débil y vulnerable al clima de tensión y desconfianza que se presentaba entre consumidores e inversionistas. Hasta este momento parecía que los déficit gemelos estaban de regreso, siendo esto grave para el país, ya que los capitales internacionales evitan entrar en países donde se esté presentando este fenómeno, pues los inversionistas creen que estos países adquieren una gran dificultad para crecer lo suficiente como para poder pagar el servicio de la deuda interna 47 y externa, más cuando comienzan a percibir o esperan una depreciación de la moneda de estos países. Finalmente, hacia 2003 la situación de desequilibrio continúa crítica, más cuando el gobierno de Bush haciendo énfasis en la política fiscal, presenta una propuesta claramente expansiva, con una mayor recorte de las tasas impositivas al que se venía presentando desde 2001, esta vez conuna reducción del impuesto sobre la renta, una reforma al sistema educativo y un aumento del gasto militar, todo lo cual implicaría un déficit fiscal mucho mayor al percibido hasta ahora. Adicionalmente, en la actualidad, el gobierno estadounidense cuenta con un nuevo gasto correspondiente a los gastos de reconstrucción de Irak, luego de la guerra, cuyo comienzo acarreó también un gran gasto militar en armamento y tecnología de guerra. Su propuesta buscaba estimular el gasto de consumo y así reactivar el débil crecimiento que se venía presentando en la economía estadounidense. Sin embargo, parece que no se le ha puesto suficiente atención al impacto que esto puede generar sobre el ahorro y la inversión privados, ya que ambos muestran una clara caída desde finales de 2002. Todo lo anterior se ha traducido actualmente en un mayor déficit en cuenta corriente (Gráfico 9), esta vez el déficit se debe completamente al comportamiento poco austero que ha venido presentando la economía y al desempeño del sector privado, cuyo financiamiento tendrá que ser necesariamente externo porque el ahorro interno está muy deteriorado, lo cual aumenta el endeudamiento del país y puede hacer riesgosa su capacidad de pago y el sostenimiento de largo plazo de la economía, más cuando se cree que Estados Unidos necesita alrededor de $3 billones por día para financiar sus políticas de crecimiento. Sin embargo, aún si lo anterior sucediera y aún manteniendo depreciado el dólar frente a otras monedas, es difícil que el profundo déficit en cuenta corriente que se presenta en este momento en Estados Unidos cambie de rumbo en el corto plazo, por lo cual es posible decir que este país parece estar de regreso a los déficit gemelos, que aunque no poseen las mismas características de los vividos en los años 80, posicionan a la economía estadounidense en un panorama de desequilibrios tanto interno como externo que la hacen nuevamente vulnerable frente a la entrada de capitales extranjeros. 48 Perfil de Coyuntura Económica, agosto 2004 Bibliografía BALL, Laurence; MANKIW, Gregory (1995). What Do Budget Deficits Do?. National Bureau of economic Research –NBER– Working Paper, 5263, septiembre. BANCO DE LA REPÚBLICA (2004). Informe de la Junta Directiva al Congreso de la República, marzo, Banco de la República. BRYSON, Jay (2003). Special Report: Are the “Twin Deficits” Back?. 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