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Trabajo ECO EKD


Enviado por   •  22 de Mayo de 2015  •  2.279 Palabras (10 Páginas)  •  184 Visitas

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ENTORNO ECONÓMICO:

BRASIL 2015

EN EL PRESENTE DOCUMENTO VAMOS A DIAGNOSTICAR LA ACTUAL SITUACIÓN DE LA ECONOMÍA BRASILEÑA BASÁNDONOS EN LOS PRINCIPALES INDICADORES DE SU ENTORNO ECONÓMICO, ASÍ COMO DE EJEMPLOS PRÁCTICAS DE LA REALIDAD EMPRESARIAL DEL PAÍS. PARA ELLO SE HA REALIZADO UN ANÁLISIS SOBRE CUÁLES SON LOS PRINCIPALES CONDICIONANTES Y POLÍTICAS QUE HAN LLEVADO A ESTE DESARROLLO. A PARTIR DE AHÍ PODREMOS EXTRAER LAS CONCLUSIONES SOBRE EL ORIGEN LA PRESENTE SITUACIÓN, ASÍ COMO ENTENDER CUÁLES SON LAS PERSPECTIVAS A FUTURO EL CORTO Y MEDIO PLAZO.

La idea de que Brasil se encuentra a la cabeza de los países emergentes se encuentra tan extendida en los últimos tiempos, que parece incuestionable. Sin embargo, tras el rumbo tomado después del cambio de gobierno y el fin de superciclo en las commodities, corre el riesgo de convertirse en una leyenda negra para el país.

Una forma rápida de conseguir hacernos una idea de lo que le dista a Brasil para lograr sus objetivos es comparar los diferentes Estados, dentro de un país de proporciones continentales, con el resto de países del mundo según sus indicadores macroeconómicos.

EQUIVALENCIAS DE ESTADOS BRASILEÑOS CON PAÍSES SEGÚN PIB

FIGURA 1 FUENTE: THE ECONOMIST

En 1974, el economista Edmar Bacha describió la economía brasileña acuñando el término Belindia, una isla de prosperidad del tamaño de Bélgica dentro un mar de pobreza semejante a la India. Desde entonces, los progresos de Brasil para sacar de la pobreza a su población han sido bastante más exitosos que en la India, sin embargo, en cuanto a su ecosistema empresarial, nos encontramos detrás un puñado de grandes empresas con visibilidad internacional todo un tejido productivo ineficiente aislado en gran medida de las cadenas de suministro global.

FIGURA 2 FUENTE: WORLD ECONOMIC FORUM

En 2014 la lista de la revista Forbes “Global 500” para las mayores empresas del mundo según su facturación, solo contaba con 7 empresas brasileñas, o el 1,4%, mientras que en 2013 fueron 8. A su vez, en la lista Forbes de las 2.000 empresas con mayor valoración mundial, solo 25 o el 1,3% de éstas fueron brasileñas. La mayor corporación sobre el tablero brasileño y latinoamericano, la empresa pública Petrobras, ahora mismo se encuentra inmersa en un escándalo de corrupción de proporciones continentales. Se estima que el agujero total formado por un endémico mecanismo de soborno y lavado de dinero, podría superar los 28.000 millones de dólares. Tanto el partido en el gobierno desde 2002, como 8 de las 10 mayores empresas constructoras del país se encuentran completamente involucradas según las investigaciones que actualmente se están llevando a cabo. Si el rating de Moody’s para la deuda de esta empresa se mantuvo en el A2 entre 2005 y 2009, el pasado 25 de febrero fue rebajado hasta el Ba2, considerándolo un activo de riesgo no apto para inversión, o “basura”.

FIGURA 3 FUENTE: WORLD ECONOMIC FORUM

Las empresas brasileñas se enfrentan a una retahíla de obstáculos: burocracia, tributación enrevesada, corrupción, infraestructuras insuficientes o una endémica dificultad para encontrar personal cualificado, entre otras. Además, ahora debemos añadir una sólida desaceleración con vistas a una inminente recesión. Pero otro de los principales motivos, aunque no tan obvio, por los que las empresas brasileñas no consiguen alcanzar niveles elevados de competitividad radica en la incompetencia de la gestión por parte de sus directivos. Desde 2004 el equipo de John van Reenen de la London School of Economics ha analizado 11.300 empresas medianas entre 34 países, asignándoles una puntuación del 1 al 5 según la calidad de su gestión. La puntuación media de las empresas brasileñas en este estudio fue de 2,7, similar a la de China y poco mejor que la de la India. Pero las empresas brasileñas quedaron por debajo de las Chilenas (2.8), las Mexicanas (2,9) o las de Estados Unidos, las cuales lideran la lista con un 3,3. Sin embargo, lo curioso es que mientras las mejores empresas Brasileñas se encuentran en el mismo grupo que las mejores estadounidenses, son las empresas mediocres brasileñas, las que son notablemente menos competentes que sus homónimas norteamericanas.

En parte, podemos encontrar la explicación en que las empresas grandes y medianas, suelen contar con una organización más elaborada que las pequeñas, más allá de que las bien organizadas no suelan perpetuarse como pequeñas. Aunque el principal motivo por el que las empresas brasileñas si suelen permanecer con un tamaño menor del que podría esperarse para un mercado doméstico de semejantes proporciones, se encuentra en los perversos incentivos que el Estado mantiene para las empresas pequeñas. Tal y como está estructurado su sistema tributario hoy en día, en el momento en el que la facturación supera los 3,6 millones de R$ (1,3 millones de $), las empresas deben responder ante un nivel de burocracia y complejidad normativa sin precedentes. Tanto es así, que muchas empresas en el momento en que se acercan a la citada facturación, deciden escindirse para evitar tener que hacer frente a las nuevas exigencias fiscales que les serían impuestas. Según estudios realizados por el Banco Mundial, mientras una empresa mediana en México dedica en promedio 330 horas al año en responder ante el escrutinio de las autoridades tributarias, sus homónimos en Brasil deben gastar 2.600 horas.

Otro factor a ser tenido en cuenta es la estructura de propiedad de las empresas brasileñas. En muchos casos, nos encontramos con sociedades bajo el control de un único accionista o una familia. Según otro estudio realizado por la consultora McKinsey, aproximadamente dos tercios de las empresas con facturación por encima de los mil millones de dólares por año son empresas familiares. Lo cual es una cifra menor del 96% existente en México o el 84% de Korea del Sur, sin embargo es una proporción mucho más elevada de la que podemos encontrar en Europa o Estados Unidos. Las anteriores cifras no tendrían por qué tener mayor relevancia en lo que respecta a la competitividad de las empresas, si no fuera porque a menudo las cúpulas directivas de éstas son elegidas por criterios ajenos al mérito en la gestión. De esta forma, resulta especialmente común en sociedades con un nivel de confianza relativamente bajo, el que los accionistas familiares prefieran dejar la gestión en manos

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