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ALGUNAS CONCLUSIONES TEORICAS SOBRE LA VIDA EMOCIONAL DEL BEBE (Melanie Klein)

Cyn_carp29 de Julio de 2014

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ALGUNAS CONCLUSIONES TEORICAS SOBRE LA VIDA EMOCIONAL DEL BEBE (Melanie Klein)

En el texto M. Klein trató de dilucidar algunos aspectos de la vida emocional del bebé durante su primer año, seleccionando los ligados a las ansiedades, defensas y relaciones de objeto.

LOS PRIMEROS TRES O CUATRO MESES DE VIDA (LA POSICIÓN ESQUIZO-PARANOIDE)

Al principio de la vida, el bebé experimenta ansiedad proveniente de fuentes internas y externas. La acción interna del instinto de muerte produce el temor al aniquilamiento, y esto es la causa primaria de la ansiedad persecutoria.

La primera causa externa de ansiedad puede hallarse en la experiencia del nacimiento. Esta experiencia que, según Freud, proporciona el patrón de todas las situaciones de ansiedad ulteriores, marca las primeras relaciones del bebé con el mundo exterior. La ansiedad persecutoria entra desde un principio en la relación del bebé con los objetos, está expuesto a privaciones.

Las primeras experiencias del lactante con el alimento y la presencia de la madre inician una relación de objeto con ella es una relación con un objeto parcial, porque las pulsiones oral-libidinales y oral-destructivas están dirigidas hacia el pecho de la madre. Existe una interacción entre las pulsiones libidinales y agresivas, que corresponde a la fusión de los instintos de vida y de muerte. En períodos libres de hambre y tensión, existe un equilibrio entre las pulsiones libidinales y agresivas. Este equilibrio se altera cada vez que, debido a privaciones de origen interno o externo, las pulsiones agresivas son reforzadas. Cualquier aumento de la voracidad fortalece los sentimientos de frustración y éstos, fortalecen las pulsiones agresivas.

En la medida en que gratifica, el pecho es amado y sentido como "bueno"; y en la medida en que es fuente de frustración, es odiado y sentido como "malo". Esto se debe a la falta de integración del yo, y a los procesos de escisión (división) dentro del yo y en relación con el objeto. Durante los tres o cuatro primeros meses de vida, el objeto bueno y el objeto malo no son distintos en la mente del lactante. El pecho de la madre parece estar unido a él y su relación con ella se construye a partir de este primer estadío.

El lactante proyecta sus pulsiones de amor y las atribuye al pecho gratificador (bueno), y las destructivas al exterior y las atribuye al pecho frustrador (malo). Simultáneamente, por introyección, el pecho bueno y malo se instalan en el interior. El pecho bueno, es el prototipo de todos los objetos protectores y gratificadores; y el pecho malo, el de todos los objetos perseguidores externos e internos.

El pecho odiado adquirió las cualidades oral-destructivas. En sus fantasías destructivas muerde y desgarra el pecho, lo devora, lo aniquila, y siente que el pecho lo atacará en la misma forma. El bebe siente que el pecho malo lo devorará con la misma voracidad con que él desea devorarlo (ansiedad persecutoria).

Sin embargo, la ansiedad persecutoria es contrarrestada por la relación del lactante con el pecho bueno mediante la sonrisa de la madre, su voz, etc.

El pecho bueno tiende a transformarse en el pecho ''ideal" porque saciaría el deseo de gratificación ilimitada y lo protege contra los objetos perseguidores. Hay un control omnipotente del objeto interno y externo, porque el yo asume la posesión total de ambos pechos.

En la alucinación, el pecho perseguidor es mantenido bien separado del pecho ideal. Este clivaje que lleva hasta la escisión del objeto y de los sentimientos hacia él, está ligado al proceso de negación. La negación lleva hasta el aniquilamiento de cualquier objeto.

Todo lo que estimula el temor a la persecución refuerza los mecanismos esquizoides, es decir, la tendencia del yo a escindirse a sí mismo y al objeto, mientras que toda experiencia positiva fortalece la confianza en el objeto bueno y contribuye a la integración del yo y a la síntesis del objeto.

El yo se desarrolla mediante la introyección de objetos. El pecho bueno, introyectado en situaciones de gratificación y felicidad, es parte vital del yo y fortalece su capacidad de integración. Es el representante interior del instinto de vida.

Cuando el instinto de vida predomina sobre el de muerte, el pecho bueno puede instalarse en forma más firme en la mente del lactante.

Características de este estadío:

• Predomina la posición esquizoparanoide.

• La interacción entre los procesos de introyección y proyección determina el desarrollo del yo.

• La relación con el pecho amado y odiado (bueno y malo) constituye la primera relación de objeto del lactante.

• Apogeo de las pulsiones destructivas y la ansiedad persecutoria

• El deseo de ilimitada gratificación tanto como la ansiedad persecutoria, contribuyen a que el lactante sienta que existen a la vez un pecho ideal y un pecho peligroso devorador, que se hallan separados uno de otro en su mente.

• Estos dos aspectos del pecho materno son introyectados y constituyen el núcleo del superyó.

• Predomina: La escisión, la omnipotencia, la idealización, la negación y el control de los objetos. Estas defensas son esenciales para el total desarrollo del yo, porque alivian una y otra vez las ansiedades del bebé.

Esta seguridad relativa y temporaria se logra principalmente manteniendo el objeto perseguidor separado del objeto bueno. El objeto bueno ofrece protección contra el objeto perseguidor porque el lactante siente que lo ha reemplazado. La relación del bebé con el pecho, se transforma gradualmente en una relación con la madre como persona.

LA POSICIÓN DEPRESIVA INFANTIL

Durante el segundo trimestre del primer año, su relación con el mundo externo (personas y objetos) se diferencia más. Aumenta su capacidad de expresar sus emociones y de comunicarse con la gente. Estos cambios evidencian el desarrollo gradual del yo. Progresa la organización sexual del bebé y los impulsos y deseos orales predominan aún.

La relación con la madre como persona se establece más firmemente y la identificación con ella se fortalece cuando el bebé llega a percibir o introyectar a su madre como persona (como "objeto total").

La ambivalencia es vivenciada hacia un objeto total. Aunque el poder de las pulsiones destructivas disminuye, estas pulsiones son sentidas como un gran peligro para el objeto amado, percibido ahora como persona. La ansiedad de perder el objeto amado tiende aumenta la voracidad.

El yo por lo tanto inhibe más y más los deseos instintivos y esto puede conducir a serias dificultades del bebé para gustar o aceptar el alimento, y más tarde a serias inhibiciones en el establecimiento de relaciones tanto de afecto como eróticas.

La negación, la idealización, la escisión y el control de los objetos internos y externos son utilizados por el yo con el fin de neutralizar la ansiedad persecutoria se conservan. Estos métodos se conservan, en cierta medida, cuando surge la posición depresiva, pero ahora se los utiliza para neutralizar la ansiedad depresiva.

El deseo de reparar el objeto dañado está ligado al sentimiento de culpa. Al sentir el bebé que sus pulsiones y fantasías de destrucción están dirigidos contra la persona total de su objeto amado, surge la culpa y la necesidad de reparar el objeto amado dañado.

La omnipotencia decrece a medida que el bebé adquiere confianza en sus objetos y en sus capacidades de reparación. Siente que todo nuevo logro, complace a los que lo rodean y que en esta forma expresa su amor y repara sus objetos amados dañados.

Cuando aumenta el sentido de la realidad en relación con los objetos y la confianza en ellos, el bebé se vuelve capaz de distinguir entre la frustración impuesta desde el exterior y los peligros internos fantaseados.

Si la ansiedad persecutoria y los procesos de escisión no son excesivos y cierto grado de integración ha sido alcanzado, gradualmente pierden fuerza la ansiedad persecutoria y los mecanismos esquizoides, el yo puede introyectar y establecer el objeto total y atravesar la posición depresiva. En cambio, si el yo es incapaz de manejar las numerosas situaciones de ansiedad que surgen en este estadío, puede haber una regresión desde la posición depresiva a la esquizoparanoide. Esto impediría los procesos de introyección total y afectaría el desarrollo durante el primer año de vida y toda la niñez.

Alrededor de los seis meses, el bebé entra en los estadíos tempranos del complejo de Edipo positivo y negativo. Estos estadíos tempranos se caracterizan por el importante papel que siguen desempeñando los objetos parciales en la mente del bebé mientras se establece la relación con los objetos totales. Predomina aún la libido oral. Poderosos deseos orales se transfieren del pecho materno al pene del padre. Los deseos del pene paterno están ligados a los celos de la madre, porque el bebé siente que ésta recibe el objeto codiciado. Estas múltiples emociones y deseos en ambos sexos subyacen tanto al complejo de Edipo directo como al invertido.

En la posición esquizo-paranoide, la necesidad del bebé de penetrar en el cuerpo materno y posesionarse de su contenido es de naturaleza oral y anal. Esta necesidad es activa aún en la posición depresiva, pero al aumentar los deseos genitales, se dirige mayormente hacia el pene paterno, el que, según cree el bebé, debe estar contenido dentro del cuerpo de la madre. Los deseos orales del pene paterno conducen a su internalización, y así el pene internalizado (a la vez objeto bueno y malo) pasa a desempeñar

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