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Caracter Del Niño


Enviado por   •  4 de Junio de 2013  •  1.261 Palabras (6 Páginas)  •  263 Visitas

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EL CARÁCTER DEL NIÑO

Desde el momento de la concepción, los bebés necesitan del afecto de sus padres. El bebé lo siente todo. Desde que está en el vientre escucha las palabras de su mamá, de quien lo consiente y lo quiere. Incluso de quien lo rechaza. Desde allí se van creando los distintos tipos de emoción del bebé, de acuerdo con lo que le transmitan sus seres queridos.

Hay una parte de la personalidad del niño que viene condicionada por el ambiente en el que vive y en el que es educado, las experiencias que le van sucediendo y la forma en el que se le trata.

Con tan sólo un año de vida el niño ya muestra la fuerza de su carácter, por eso debemos conocer bien al niño para tratarlo según sus necesidades. No es lo mismo un niño tranquilo que uno activo, por eso debemos tenerlos en cuenta de un modo distinto.

FORMANDO EL CARÁCTER DEL NIÑO.

El carácter forjará el destino. Así de simple y así de complejo. Por eso, no es menor el trabajo que hagan los padres, y los maestros en educar a los niños para que puedan formar su carácter guiados en valores. Es por ello, que los padres y maestros perfectos no existen y por mucho que se empeñen en formar correctamente un niño, se debe tener presente que ellos tienen libre albedrío y al final cada persona tiene en sus manos la formación de su carácter. Es decir, los padres y los maestros no pueden controlar el resultado, aunque sí tener influencia.

Los niños son actores sociales por derecho propio. Su estado de ánimo, su apariencia física y sus talentos tienen un impacto en las personas de su entorno. Está demostrado que las criaturas que manifiestan continuamente actitudes y emociones positivas tienen más posibilidades de ser correspondidas de la misma manera. Lo mismo ocurre con los niños que se muestran disgustados o distantes.

Las respuestas favorables o desfavorables que los pequeños provocan en los demás durante el proceso de desarrollo contribuyen a configurar su opinión sobre sí mismos y el mundo que les rodea. Además, los niños imitan e incorporan a su carácter rasgos que observan en las personas importantes de su entorno inmediato.

Un componente fundamental del carácter es la autoestima o la valoración que hacemos de nosotros mismos. La autoestima empieza a desarrollarse durante los primeros dieciocho meses de la vida. Al principio se nutre sobre todo del amor materno y del sentido de seguridad.

A medida que los niños crecen se va configurando por las experiencias que viven, por la valoración que hacen de ellas y el mérito o demérito que se asignan. El aprecio de las personas del entorno y la sensación de que controlan su cuerpo y los elementos que les rodean fomentan en ellos la confianza en sí mismos. La autoestima más beneficiosa es la que se construye de pequeños y frecuentes logros y de la ilusión hacia objetivos alcanzables.

Los niños que escuchan a sus padres dar explicaciones positivas de los sucesos tienden a incorporar estilos positivos de interpretar las vicisitudes de sus vidas. Igualmente, los juicios que los padres, cuidadores o educadores emiten sobre la conducta de los pequeños ejercen un impacto en la vida de ellos.

Por ejemplo: Explicaciones positivas globales de sus logros: “te ha salido bien el dibujo, porque eres una niño muy creativo” o Interpretaciones limitadas de sus fracasos “no te ha salido este dibujo tan bien como te gustaría” el niño se inclina a escuchar y creer el pensamiento positivo.

Para los padres de familia y maestros, una de nuestras mayores preocupaciones es fortalecer el carácter de los niños. Queremos que sean amables, honestos, generosos, responsables, humildes, en fin, la lista de virtudes es interminable. Tanto, que nos podemos sentir preocupados

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