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Carácter Y Valores


Enviado por   •  25 de Octubre de 2013  •  3.715 Palabras (15 Páginas)  •  345 Visitas

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Introducción

Como es sabido, la adolescencia es la etapa que atraviesa el infante para llegar a la edad adulta. En esta etapa, el infante sufrirá cambios tanto físicos como emocionales. El siguiente trabajo intenta explicar los cambios que ocurren en el carácter y los valores del adolescente. Puesto que todos los adolescentes son diferentes, no hay unas características específicas con las que se puedan describir, por lo tanto, el tema se tratará de una manera general.

Carácter

La palabra carácter posee múltiples significados. En un determinado contexto, hablar del carácter de un hombre permite hacer mención a su personalidad y temperamento. Se trata de un esquema psicológico, con las particularidades dinámicas de un individuo. El carácter no es algo que se traiga desde el seno materno, sino que se ve afectado rotundamente por el medio ambiente, la cultura y el entorno social donde cada persona se forma. El carácter es aquello que nos diferencia de nuestros semejantes y que es el resultado del aprendizaje social, las cuales están relacionadas con los hábitos de cada individuo y la forma en la que reacciona frente a las experiencias. El carácter no termina de formarse sino hasta el final de la adolescencia.

A una persona que tiene actitudes aceptables, ideales altos, y valores correctos, se suele categorizar como de "buen carácter". Al carácter se le ha definido como la habilidad de identificar la felicidad propia con la de otras personas, y controlar los impulsos contrarios al propósito de uno.

Es importante aclarar que no es lo mismo carácter que temperamento, este último reúne los aspectos biológicos del carácter y está vinculado con el proceso fisiológico y aquellos factores genéticos que colaboran significativamente en las conductas sociales de los individuos. El carácter, por su parte, es el conjunto de aspectos psicológicos que se moldean con la educación, el trabajo de la voluntad y los hábitos y permiten una reacción del individuo frente a las experiencias. Es importante señalar sin embargo, que el carácter está íntimamente ligado al temperamento y que actúa en consecuencia de él en la mayoría de las personas.

Para la creación del carácter son necesarios tres componentes: la emotividad (repercusión emocional del individuo frente a los sucesos), la actividad (inclinación del individuo a responder a un determinado estímulo) y la resonancia (respuesta frente a los sucesos).

Tipos de caracteres

Aquellas personas que tienen un carácter nervioso cambian constantemente sus intereses, se entusiasman fácilmente con cosas nuevas pero nada consigue atraerlos lo suficiente. No tienen orden ni disciplina en su vida. Suelen ser de voluntad débil, sociable y cariñosa.

Las de carácter apático viven encerradas en sí mismas, son melancólicas, testarudas y perezosas. Les gusta la rutina y se muestran indiferentes frente a lo que las rodea. Son apáticas y poco interesadas en realizar cosas nuevas.

Las que tienen un carácter sentimental son muy sensibles y pesimistas. Prefieren aislarse y se desmoralizan rápidamente. Suelen ser rencorosos, inseguros e indecisos. Por otro lado, tienen problema para adaptarse a cosas nuevas.

Las de carácter colérico viven ocupadas, son atrevidas y se mueve por impulsos e improvisación. Son extrovertidas pero en cuanto se presenta algún problema, salen huyendo. Se tensionan fácilmente.

Las que son apasionadas tienen una gran memoria  e imaginación y una capacidad innata para el trabajo. Suelen abocarse por las causas perdidas y les interesa aprender, son sumamente metódicos en esta tarea.

Las de carácter amorfo suelen ser perezosas, poco originales y despilfarradoras. No les gusta prevenir, son impuntuales y nada las entusiasma.

Adolescencia y adaptación: carácter cambiante del adolescente, proyección e introyección

El carácter cambiante del adolescente, la constante proyección e introyección (la función psíquica mediante la que una persona incorpora a su estructura mental y emocional los elementos del ambiente familiar y social en el que le tocó vivir) y su capacidad de adaptarse (en términos de Hartmann) son todos procesos característicos y necesarios en este ser. La personalidad del adolescente ha sido descrita “como “esponjosa” y es gracias a esta característica que el adolescente se asemeja al niño en su capacidad de introducir nuevos contenidos a su yo, sin embargo se diferencia del niño ya que el adolescente posee un filtro mayor ante estas experiencias que experimenta, es decir, tiene la capacidad de seleccionar dichas experiencias y a su vez de acomodarse a su conveniencia a estas.
 Igualmente esta personalidad de ser permeable y susceptible de nuevos elementos también se verá en el peligro de caer en la alienación por la información que recibe del medio. Es ante esta experiencia que el adolescente puede actuar con los recursos adquiridos en el proceso de separación – individuación y que lo hacen susceptible de adaptarse y a la vez conservar su identidad.
En este orden de ideas, la adaptación no solo se referiría a el proceso que afronta el sujeto adolescente frente a su ambiente, frente a lo que lo afecta e interviene, sino también, frente al
conjunto de acomodaciones internas que tiene que realizar este para adaptarse a su cuerpo aun en cambio y al cual se debe integrar, esta integración con su identidad lo hará tener la capacidad de utilizar el cuerpo posteriormente como un vehículo para la expresión y desplazamiento en el mundo, “Solo cuando el adolescente es capaz de aceptar simultáneamente los dos aspectos, el de niño y el de adulto, puede empezar a aceptar en forma fluctuante los cambios de su cuerpo, y comienza a surgir su nueva identidad.” Este proceso de adaptación que realiza en sujeto a lo largo de su vida, y en particular en su adolescencia, se ve marcado por las renuncias que tiene que hacer y las pérdidas que debe afrontar, es en este punto donde la elaboración de duelos se convierte en una parte fundamental de su proceso de formación de la identidad.

“Vivir implica necesariamente pasar por una sucesión de duelos. El crecimiento en sí, el pasaje por una etapa a la otra implican perdidas de ciertas actitudes, modalidades y relaciones que, aunque son sustituidas por otras más evolucionadas, impactan al yo desencadenando procesos de duelo que no siempre son suficientemente elaborados.” (GRINBER.

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