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Caso Miss Lucy


Enviado por   •  10 de Diciembre de 2013  •  1.984 Palabras (8 Páginas)  •  1.272 Visitas

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Miss Lucy

es una joven inglesa de 30 años, trabaja de gobernanta en la casa de un director de fábrica, ella cuida a dos niñas porque la madre de ellas fallece.

Miss Lucy, había perdido por completo la percepción olfativa, y existía en ella la presencia subjetiva constante de dos sensaciones olfatorias las cuales las sentía muy penosas, la parte interior de la nariz era enteramente análgica y carente de reflejos, estas sensaciones: eran en materia de síntomas histéricos; el olor a pastelillos quemados y el olor a humo de cigarrillo.

DESCRIPCIÓN

Hacia fines de 1892 llega al consultorio de Freud el caso de una joven, que sufre de problemas en la nariz, pese a que no podía sentir nada por su órgano nasal, la paciente se aquejaba de unos olores molestos que la perseguían y se sumaban a otras afecciones físicas. Un aspecto que Freud interroga, y que le inquieta, es que esta paciente no presenta síntomas graves de histeria, lo cual lo llevará a catalogar a Miss Lucy como una paciente que ha adquirido su histeria. También llama la atención que los síntomas remiten siempre a lo olfativo, en primera medida el extraño olor aparente a pastelillos quemados, y el olor a humo de cigarro. Freud se enfoca en los síntomas subjetivos, en especial lo que el cataloga como una “sensación olfativa subjetiva” ya que esta no responde a un estimulo claro o razonable.

Freud toma como punto de partida del análisis el “olor a pastelillos quemados” ya que esta clase de olor es la que más la persigue. La escena inicial comienza cuando la paciente se encuentra jugando a preparar comida con las niñas, y recibe una carta de su madre, ellas se la quitan para guardarla hasta su cumpleaños y ella siente un conflicto de afectos, ya que estaba pensando en dejarlas e irse a vivir con su madre, pero esta situación a la paciente le pesaba muchísimo ya que ella no quería abandonar a las niñas. Por esta razón se va enlazando la sensación olfativa al suceso conflictivo que produce el trauma, y como símbolo de ese permaneció la sensación olfatoria que se había conectado con él. Su excitación percibió el olor a pastelillos quemados. Entonces, en vez de recordar la escena, recuerda la sensación enlazada. En este caso nuevamente una representación es reprimida (desalojada o expulsada) deliberadamente de la conciencia y excluida de la elaboración asociativa, encontrando camino en la inervación somática.

Después de un tiempo de análisis, Freud sospecha que entre las premisas del trauma debía existir alguna que la paciente silenciara o dejara en la obscuridad o el olvido. A través del análisis se descubre, que la paciente desea secretamente a su jefe (el padre de las niñas a las cuales ella cuida). Este deseo debe ser reprimido, ya que también existe una sensación displacentera que le produce no sentirse correspondida por su objeto de deseo. Frente a esto Freud afirma a la paciente que está enamorada de su patrón y curiosamente ella le responde “Si, creo que tiene Ud. razón”. “¿Y por qué no lo había dicho?”, le pregunta él. “No lo sabía, o más bien no quería saberlo, quería quitármelo de la imaginación y lo había conseguido”. Miss Lucy alimentaba en su alma la esperanza de ocupar de hecho

el lugar de la madre de las niñas. La paciente ve también inapropiada y penosa una relación con su jefe por las diversas posiciones sociales.

“Si algo me resulta penoso, era que se tratase de una persona que me tiene a su servicio, en cuya casa vivo y con respecto a la cual no me siento con tan plena independencia como ante cualquier otra. Y siendo yo misma una muchacha pobre y él un hombre rico de familia distinguida, todo el mundo se reiría de mi si se sospechase algo”.

El hecho de llegar al dilema emocional que provocaba los síntomas, no curo a Miss Lucy, ella siguió oprimida y angustiada. El olor subjetivo inicial (pastelillos quemados), no había desaparecido del todo, pero si se había vuelto más raro y débil; como la paciente decía, solo le llegaba cuando estaba muy emocionada. El olor a pastelillos quemados fue sustituido por un nuevo olor subjetivo (humo de cigarrillo), al que atribuía haber estado siempre presente pero oculto en el olor anterior.

Al comienzo la paciente no sabía de donde provenía esa nueva sensación olfatoria subjetiva; no sabia en que oportunidad había sido objetiva, pero Freud intento que la paciente se acuerde bajo la presión de su mano. Y llega a la segunda escena, el cual había tenido el efecto de un trauma y dejado como secuela un símbolo mnémico. La segunda escena consistió en que un invitado (el jefe de contaduría) del padre quiere besar a las niñas, cuando ellas se despiden del él, el señor se sobresalta y le dice directamente: “¡No se besa a las niñas!” Tan inesperada salida de tono impresionó profundamente a Miss Lucy, y como los señores ya estaban fumando, permaneció en su memoria el olor a cigarro. En si la segunda escena es la primera, ya que esta escena sucedió por casi dos meses antes que la de los pastelillos quemados.

Miss Lucy al recordar esa escena le reafloro, el recuerdo de una escena todavía más antigua, y que había prestado eficacia traumática también con la escena con el jefe de contaduría.

Lo mismo había sucedido meses antes; una dama amiga de la familia vino a visitarlos y al despedirse beso a las niñas en la boca. El padre, que estaba presente, se domino para no decirle nada a la dama, pero descargo esa cólera con la desdichada institutriz. Le declaro que la hacia responsable si alguien llega a besar a las niñas en la boca; era su deber no tolerarlo, y faltaba a sus obligaciones si lo consentía. Si volvería a ocurrir confiaría a otras manos la educación de las niñas. Esta escena pulverizo las esperanzas de la institutriz. Fue el recuerdo de esta penosa escena

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