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Como Hacer Terapia Personal

jose_oscar26 de Septiembre de 2013

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EL ESTILO PERSONAL DEL TERAPEUTA

Héctor Fernández-Álvarez

AIGLE, Centro de Estudios Humanos, Argentina

INTRODUCCIÓN

La psicoterapia ha sido definida como un procedimiento destinado a promover procesos de cambio ante ciertas experiencias de padecimiento, cuyos resultados dependen de la acción conjunta de dos series de factores: los específicos y los inespecíficos (Lambert, Shapiro y Bergin, 1986). La relación entre ambos factores plantea algunos dilemas de gran interés (Karasu, 1986). Los primeros están constituidos por las técnicas empleadas por el terapeuta. Responden a instructivos relativamente precisos y sus efectos pueden anticiparse en mayor medida que los otros. Los factores inespecíficos forman el conjunto de fenómenos relacionados con las condiciones interpersonales y contextuales que componen el dispositivo terapéutico. Reciben su nombre debido a nuestra falta de conocimiento preciso sobre el alcance de los mismos, aunque constituyen, en realidad, fenómenos tan específicos como los primeros. Castonguay (1993) presentó una valiosa propuesta destinada a clarificar este concepto. El ¨Estilo Personal del Terapeuta¨ (EPT) es uno de los elementos importantes en la conformación de estos fenómenos. Definimos al EPT como el conjunto de condiciones singulares que conducen a un terapeuta a operar de un modo particular en su tarea. Aunque el concepto de estilo tiene diferentes acepciones (Ducrot y Todorov, 1974), se refiere generalmente a la pauta habitual que identifica un modo de acción individual. Van Dijk (1983) sostiene que el estilo "alude a propiedades especiales, individualizadoras, dentro de contextos sociales especiales, y a funciones/efectos especiales, dentro del proceso de comunicación". La constancia y la singularidad son sus dos notas principales. ¿Cuáles la estabilidad temporal de un estilo? Por el momento no resulta posible determinar si los estilos personales pueden o no variar a través del tiempo, ni tampoco si los posibles cambios pueden ser totales o parciales. La constancia de la que hablamos, se refiere a su persistencia en períodos suficientemente extensos, pero delimitados de tiempo .El EPT se refiere, por consiguiente, a las características habituales que cada terapeuta impone a su tarea como resultado de su peculiar manera de ser, más allá del enfoque de trabajo que utilice y de los requerimientos específicos que le exija cada intervención. Beutler, Machado y Alstetter Neufeldt (1994) presentaron una amplia descripción sobre la composición de la variable del terapeuta. Parten de una representación biaxial. Uno de los ejes divide las variables entre características objetivas y subjetivas del terapeuta. El otro eje contrasta los rasgos transituaciones y los estados específicos de la terapia .La influencia de las condiciones personales de los psicoterapeutas sobre su actividad ha sido motivo de estudio desde los comienzos de esta práctica (Etchegoyen, 1986),aunque no siempre el tema recibió la misma dedicación. Han habido períodos de descuido, especialmente en aquellas épocas en que las técnicas alcanzaron mayor prestigio. En los últimos tiempos, este problema ha sido abordado nuevamente con gran interés. Se lo ha estudiado, tanto desde la perspectiva global de la persona del terapeuta, como formando parte de la relación terapéutica (Fuller Torrey, 1986; Guy,1987; Kottler, 1993; Semerari, 1991). En la tradición psicodinámica ha estado vinculado tradicionalmente al estudio de la contratransferencia (Holmqvist yArmelius, 1996). No obstante, todavía hoy sabemos muy poco acerca de la manera en que está conformado dicho estilo y el modo específico en que opera. El EPT depende de tres factores: a) su posición socio-profesional, b) su situación vital y c) los modos dominantes de comunicación que utiliza.

LA POSICIÓN SOCIO-PROFESIONAL DEL TERAPEUTA

Toda psicoterapia resulta de una cierta relación entre demanda y oferta (Orlinsky yHoward, 1986; Orlinsky, Grawe y Parks, 1994). Esta última depende del circuito socio-profesional al que pertenece el terapeuta. Ello está determinado, en primer lugar ,por el sistema asistencial dentro del cual se ejerce la práctica (liberal, público-comunitario, empresas de seguros de salud, etc.) y por el tipo de relación laboral que liga al terapeuta con su actividad (independiente, contrato ocasional ,asalariado).El estilo de un terapeuta puede variar en gran medida, si ejerce su tarea en un ámbito público o privado, si contrata sus servicios directamente con un paciente o lo recibe derivado por una organización, si trabaja solo o actúa como integrante de unstaff institucional. La posición que el terapeuta cree ocupar dentro de su campo profesional sintetiza la manera con que operan estos factores.

En segundo lugar las actitudes y los modos culturales de interacción habituales por el terapeuta en sus intercambios personales constituyen una impronta activa que incide en toda su actividad profesional. La distancia entre la posición socio-profesional del terapeuta y la condición socio-económica del paciente es una de las situaciones de mayor incidencia sobre las condiciones en que se establece el dispositivo terapéutico. Grandes distancias en cualquier dirección suelen estar asociadas con fracasos terapéuticos. Por regla general, puede afirmarse que las diversidades culturales acentuadas en el seno de la relación terapéutica constituyen un obstáculo para el desarrollo de la tarea. Una interesante gestión destinada a resolver los inconvenientes derivados de este problema fue la creación del Nafsiyat Intercultural Therapy Centre

, creado en Londres, en 1983 (Kareem y Littlewood, 1992). Sin embargo, no debe deducirse que deba existir homogeneidad socio-cultural plena entre paciente y terapeuta. Ciertos grados de diferencia pueden ser útiles para promover procesos de cambio.

LA SITUACION VITAL DEL TERAPEUTA

Variables básicas como el sexo, las características físicas, intelectuales yemocionales, el nivel de conocimiento general y otras dimensiones que hacen almodo de ser de la persona del terapeuta contribuyen a la formación de su estilopeculiar. Resulta muy importante la variable de su experiencia, tanto en lo que

respecto a su vida cotidiana como a su actividad profesional. Se ha discutido confrecuencia sobre la conveniencia de que un terapeuta haya o no haya experimentadopersonalmente de manera directa o indirecta con el tipo de problemas de los que seocupa. La opinión más extendida sostiene que dicha experiencia no es un requisitonecesario para cumplir adecuadamente con la tarea. Sin embargo, las situacionesvitales por las que atravesó el terapeuta influyen decisivamente en la manera conque afronta su trabajo y constituyen un crisol que facilita o dificulta su capacidadpara resolver los problemas específicos con que se enfrenta en su actividad.La importancia de la experiencia profesional ha sido considerada en numerosostrabajos. También aquí resulta difícil llegar a una conclusión uniforme sobre suinfluencia en el curso de una terapia. Suele suponerse que la falta de experiencia constituye un factor negativo en la administración de la psicoterapia. Sin embargo ,no siempre el aumento de la misma conduce a mejorar los resultados. Un elevado nivel de experiencia en general, o en relación con un tipo de problema en particular, puede incidir también negativamente sobre el terapeuta, favoreciendo en él la propensión a generalizar situaciones, a sobre imponer casos precedentes sobre la situación actual o a disminuir su motivación. Por el contrario, los terapeutas más novatos suelen ser aquellos mejor dispuestos a arriesgar decisiones críticas o a afrontar con mayor empeño el tratamiento de problemas severos. De particular relevancia es el sistema de valores empleado por el terapeuta par a contextuar su tarea. Existen numerosas aproximaciones al tema (Beutler, 1983;Hamblin, Beutler, Scogin y Corbishley, 1993; Walsh, 1995). Utilizando el

Personal

Values Questionnaire

en la versión desarrollada por Schwartz y el

Mental Health

Values Questionnaire

de Jensen, Consoli (1994) realizó un minucioso estudio sobre los valores de 161 psicoterapeutas pertenecientes a seis enfoques terapéuticos en Argentina. Las conclusiones insisten en la conveniencia de considerar los valores de los terapeutas a la hora de decidir sobre el inicio de una psicoterapia.

LOS MODOS DE COMUNICACIÓN

Se trata del factor más idiosincrásico y comprende las acciones estilísticas primordiales con que el EPT moldea las aplicaciones de una técnica específica. Para desempeñarse en el seno de un acto psicoterapéutico el terapeuta debe cumplir con una serie de funciones. Para ello, cada profesional emplea modos de comunicación específicos que operan integradamente imprimiendo su sello personal de ejercer la práctica. Las funciones más significativas que hemos identificado son las siguientes: instruccional, evaluativa, atencional, expresiva, operativa y de compromiso vincular. Cada una de estas funciones puede manifestarse a través de varias dimensiones .Hemos seleccionado para cada una de ellas, las dos dimensiones más relevantes e ilustrativas para estudiar el modo en que opera el EPT. (La Tabla 1 representa el conjunto de funciones y dimensiones identificadas). Ni las funciones enunciadas, ni las dimensiones que las representan, pretenden ser exhaustivas de la complejidad presente en un acto de psicoterapia. Todas las dimensiones están representadas por continuos que tienen las siguientes características: (a) La extensión total refleja los límites máximos de desempeño favorable o positivo del terapeuta, quedando excluidas las acciones iatrogénicas,

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