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Como dar la palabra al niño


Enviado por   •  10 de Marzo de 2020  •  Apuntes  •  10.688 Palabras (43 Páginas)  •  216 Visitas

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Como dar la palabra al niño

Elise Freinet

¿Cuál es el papel del maestro?

¿Cuál es el papel del niño?

En nombre de su papel -y también podría decirse que en nombre de su vocación- todo maestro se encuentra integrado en la aparición de las fuerzas nuevas de la vida infantil, en la complejidad de su desarrollo por la vía secreta del instinto. Es decir que, inevitablemente, debe hacerse cargo de esa potencia elemental de vida que, sin que se ponga de manifiesto, existe en la intimidad de las criaturas y en la agitación rumultuosa del rebaño. No se concibe un pastor que sea ajeno o indiferente a los deseos inmediatos de sus animales ser buen pastor significa aceptar una alegre sumisión a los impulsos que animan al individuo y a la manada. Ser un buen maestro significa, ante todo, saber volverse niño y ponerse al nivel del niño, sentirse implicado en ese reino transparente donde la recíproca amistad lleva a cada uno al encuentro de los demás.

Sin embargo, la tarea de educar supone deberes que van más allá de la simple comprensión por intuición y simpatía. Esa tarea exige que en el dominio siempre fresco, siempre nuevo del niño se despierte una conciencia de vivir que sea consecuencia de la práctica de las cosas del grupo, de la conquista de un saber recogido a ras de suelo y que poco a poco libere el arte de enseñar.

Decimos "arte de enseñar" sin ninguna pretensión, pero con la misma exigencia con que se ha dicho, por ejemplo, "arte de cultivar un jardín". Consiste en una presencia en todo momento, un cuidado de los detalles, una esperanza de floración. Ni qué decir tiene que el jardinero pone cuidado en sus semillas y en el terreno donde  las planta: en primer  lugar elige la simiente y después prepara adecuadamente la tierra que le será más propicia.

Este primer trabajo de mejora de las tierras y de recolecta meticulosa es lo que intentamos explicar, bajo el título de una sección muy antigua de nuestra revista L'Educateur. ¿Cuál es la parte del maestro? ¿Cuál es la parte del niño?

Queremos poner de manifiesto la necesidad de saber discernir entre la buena y la mala simiente y saberla sembrar en un terreno abonado para que  la vida triunfe con todas las posibilidades para su desarrollo. Ahí reside la importancia y la nobleza del papel esencial que desempeña nuestra enseñanza de primer grado al nivel determinante de la enseñanza primaria.

Se necesitan varios libros para describir riqueza y el dinamismo que encierra el proceso de formación de la personalidad del niño, para demostrar que esos tanteos con las manos y con el espíritu son las semillas fértiles de la gran comprensión de las cosas; para impulsar una psicología unitaria en que la sensibilidad, la imaginación y la inteligencia constituyan un todo; para presentir una cultura en la cual la piedra angular del ser pensante será una tarea feliz; para liberar un arte tan conmovedor como puede serlo abrir una jaula de pajarillos... Pero seamos más modestos y entremos pasito a paso en la vida de cada día.

Ayudando al adolescente a aprender

A los maestros en ejercicio y a los presuntos maestros

AYUDANDO AL ADOLESCENTE A APRENDER presenta un nuevo método de enseñar, el cual yo defino como "ayudar a la gente a que aprenda". La enseñanza no constituye una diversión; no se trata de enfrentar el asunto a la ligera.

Hay personas para las cuales los juegos son de gran importancia; entre ellas se pueden citar los instructores de los equipos atléticos, los cuales juegan para ganar. En su afán de ganar, continuamente luchan por mejorar aquellas habilidades que pertenecen al análisis de tareas, planeamiento de estrategias y análisis de actuación con el propósito de mejorar el desempeño del equipo. Un buen maestro no debe diferir de un buen instructor atlético en su devoción por el juego, en los esfuerzos para mejorar sus capacidades o en el interés porque sus alumnos tengan éxito.

El juego del aprendizaje cuenta con los siguientes elementos: estrategia, fuerzas antagónicas, incertidumbre y asaltos nuevos y frecuentes. Para alcanzar el éxito se  necesita un alto grado de competencia, un sinnúmero de habilidades y dedicación al resultado. El papel del maestro no es el del jugador sino el del instructor. El juego se llama aprendizaje. Son los alumnos quienes aprenden. La función del maestro es la de proporcionar aquellas condiciones e instrucción que capaciten a los alumnos para el aprendizaje. También nosotros debemos jugar para ganar. La meta por la que luchamos constantemente es: "Cada alumno debe aprender todo lo que le sea posible."

La enseñanza es algo más que un juego. Es un negocio serio. Los niños y los jóvenes tienen que educarse, tienen que aprender. Alguien debe decidir lo que tienen que aprender los alumnos y asegurar que lo hagan. Un maestro fija los objetivos que debe perseguir un grupo de alumnos en una situación en particular; les da instrucciones y establece las labores de aprendizaje; asimismo juzga el logro de las metas. Desgraciadamente, pocos son los alumnos que dominan alguna materia. El aprendizaje, en cualquier grado académico, es menos adecuado de lo que debería ser. Benjamín S. Bloom ha expresado que "si se les da tiempo suficiente (y tipos apropiados de ayuda), el 95 por ciento de los estudiantes (el 5 por ciento de arriba más el restante 90 por ciento) puede aprender una materia a un alto nivel de maestría". Puede ser que no creamos que valga la pena el tiempo y esfuerzos requeridos para que cada estudiante logre esto, pero, aunque no aceptemos el punto de vista de Bloom, por considerarlo imposible, seguramente estaremos de acuerdo en que podemos y debemos intentar conseguir algún índice de mejoramiento; quizá un gran mejoramiento.

¿De qué manera se puede mejorar el nivel y la calidad del aprendizaje? ¿Cómo puede un maestro aumentar considerablemente el aprendizaje de sus alumnos en el aula? A continuación proporcionamos siete sugerencias, algunas de las cuales probablemente ya estemos practicando:

1. Clarificar los objetivos. Decidir lo que realmente es importante, establecer las metas con toda claridad y hacer saber a los alumnos cuáles son los objetivos que hemos establecido para ellos.

2. Analizar la materia en cuestión y las tareas de aprendizaje. Determinar los tipos de contenido que hay que aprender y los tipos de tarea que los alumnos deben dominar, ya que las diversas tareas de aprendizaje requieren de diferentes estrategias de aprendizaje y enseñanza.

3. Describir lo que los alumnos aportan al curso. Determinar las numerosas alternativas posibles de métodos y materiales. Preparar un plan sistemático de aprendizaje por medio del cual los alumnos puedan avanzar desde las primeras habilidades hasta el logro de las metas que se les han impuesto.

5. Instruir a los alumnos para que tengan éxito. Desarrollar una relación con ellos y cultivar un espíritu de equipo.

6. Valorizar o juzgar críticamente todos los aspectos del proceso de enseñanza-aprendizaje y buscar medios de mejorar para que más alumnos lleguen cada vez más alto que en grados anteriores.

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