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Como manejar y superar el estres


Enviado por   •  19 de Agosto de 2015  •  Resúmenes  •  2.467 Palabras (10 Páginas)  •  71 Visitas

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Manejar y Superar

El Estrés

Como alcanzar una vida más equilibrada

Ann Williamso


CAPITULO 1

¿ERES UN APRENSIVO NATO?

Todos sin excepción necesitamos experimentar cierto grado de ansiedad para protegernos del peligro. La ansiedad se convierte en un problema únicamente cuando, en lugar de experimentar una ligera inquietud sensata sin más, nos vemos avanzando gradualmente a lo largo del continuum en dirección al pánico.

Podemos tener algunos rasgos de personalidad que aumenten la probabilidad de que nos sintamos ansiosos, pero no hemos nacido ansiosos. Si yo no experimentase la menor ansiedad, no me molestaría en mirar a ambos lados antes de cruzar la calle, ni tampoco me molestaría en comprobar que he cerrado la puerta con llave cada vez que salgo de casa.

El miedo y la ansiedad tienen, pues, un valor de protección –pero algunas personas han aprendido a sentir miedo y ansiedad demasiado a la perfección.

El estrés – ¿un aliado o un adversario?

Todos necesitamos tener algún que otro reto en nuestras vidas o de lo contrario no nos sentiríamos motivados a hacer nada.

La mayoría de las veces solemos salir adelante en los momentos de convulsión y de crisis y más adelante, cuando las cosas se calman y recuperamos la esperanza de poder relajarnos

y disfrutar de la vida, comenzamos a sentirnos peor. A veces parece que tengamos una reacción retardada a las experiencias estresantes. Es probable que esto tenga un valor de supervivencia en el sentido de que nos capacita para abordar las crisis de una forma instintiva, sin pensarlo demasiado.  Cuando nuestros niveles de estrés alcanzan unos valores excesivamente elevados, incluso una minucia puede hacer que se tambalee nuestro equilibrio.

Nuestro reflejo de supervivencia

La adrenalina acelera el ritmo al que laten los corazones. También hace que la respiración se vuelva  más rápida, brindándonos así un mayor aporte de oxígeno, e incrementa la afluencia de sangre a los músculos con objeto de que podamos correr a más velocidad. Continuamos teniendo en nuestro haber este viejo reflejo de supervivencia. Segregamos adrenalina de una forma automática cada vez que nos encontramos con algo que nuestra mente percibe como un peligro o una amenaza.

El estrés moderno

Desgraciadamente, nuestras mentes perciben como amenazantes ya no sólo las situaciones peligrosas, sino igualmente las situaciones en las que nos sentimos frustrados y enfadados. Nuestra mente inconsciente no puede distinguir entre la emoción generada por un acontecimiento real y la emoción resultante de su mera anticipación mental. En condiciones normales, los efectos físicos de la adrenalina se disipan en el transcurso de unos veinte minutos, pero con frecuencia nos las arreglamos para seguir generando pensamientos ansiógenos. A su vez, estos pensamientos continúan generando más adrenalina, lo que no hace más que prolongar los efectos. La adrenalina hace que todo funcione mucho más rápido. La prolongación de la afluencia de niveles elevados de adrenalina en el torrente sanguíneo genera todo un espectro de síntomas físicos, emocionales y conductuales.

Los efectos físicos del estrés

Las personas experimentan los efectos físicos del estrés de diferentes formas. A algunos les hace sentir náuseas y no pueden dejar de ir una y otra vez al cuarto de baño. Otros tienen la impresión de que no pueden respirar bien –sienten una opresión en el pecho o una sensación de ahogo en la garganta. Otros se sienten temblorosos, mareados y/o sudorosos. Todos estos sin excepción son efectos de la adrenalina. Otros de los síntomas físicos incluyen dolores de cabeza, sudoración, palpitaciones e indigestión, además del síndrome del colon irritable.

Los efectos conductuales del estrés

Cuando las personas padecen niveles de estrés demasiado elevados tienden a cometer más errores, se muestran más torpes de lo habitual y tienen más accidentes. Puede resultarnos más difícil sacar las cosas adelante. Podemos manifestar más hábitos nerviosos como, por ejemplo, mordernos las uñas y movernos sin parar. Podemos insistir más en que las cosas tienen que hacerse exactamente de la forma que queremos. El estrés suele conducir a una falta de flexibilidad en nuestro modo de abordar los problemas.

¿Qué puedo hacer?

Una vez que hayas decidido que necesitas prestar cierta atención a tus niveles de ansiedad y de estrés, ¿qué puedes hacer? Básicamente, hay tres tipos de intervención a los que pue-des recurrir.

En primer lugar, puedes eliminar algunos de los estresores.

En segundo lugar, puedes modificar tu forma de representarte las cosas esto es, la forma en que percibes los acontecimientos y piensas acerca de las cosas.

En tercer lugar, puedes aprender algunas formas de abordarla respuesta de estrés esto es, la adrenalina que produces.


CAPITULO 2

¿EXCESO DE ESTRÉS?

Revisar el estrés

De vez en cuando conviene que te sientes armado de papel y lápiz y revises mentalmente tu jornada. ¿Qué circunstancias y acontecimientos desencadenaron una sensación de ansiedad  o de estrés? Una vez que las hayas puestas por escrito, analiza por separado cada una de estas fuentes de estrés que aparecen a lo largo de tu jornada. ¿Hay algo que puedas  hacer  en  relación con estas cosas?

La mayoría de las veces no podemos deshacernos sin más de las cosas que nos estresan. En el caso de que no podamos librarnos de un estresor, ¿cabe la posibilidad de poder  modificar el cuándo o el cómo

Intenta ser muy específico cuando analices tus estresores. Trata de desglosar las cosas en sus distintos componentes.

Decir “no”

“No puedo darte la fórmula del éxito, pero sí la del fracaso ... que consiste en lo siguiente: Esfuérzate por contentar a todo el mundo”. (Herbert  Bayard  Swope)

Todos sin excepción decimos de vez en cuando que  haremos algo, cuando nuestra intuición nos informa de que en realidad deberíamos decir “no”.

Delegar

¿Cabe la posibilidad de que otra persona asuma una parte de nuestra carga? Delegar puede resultarnos difícil si la mayo-ría de las veces tenemos la impresión de que nosotros podemos hacer lo más rápido y mejor que nadie. Pero lo cierto es que aprendemos haciendo las cosas por nosotros mismos y talvez nos convenga dejar que otra persona aprenda a hacer las cosas tan bien como nosotros –aunque cometa algunos errores al principio.

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