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Construcción Social

shiquipau1223 de Septiembre de 2013

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LA TERAPIA COMO CONSTRUCCION SOCIAL

INTRODUCCION (Gergen, 1996)

Los problemas y sus soluciones no surgen de la simple observación. Localizar un problema para el que se requiere una solución. En nuestro siglo, las profesiones de la salud mental se han guiado principalmente por un código de comprensión que tiene sus raíces en la ilustración y su forma más pura de exposición en el fundacionalismo científico del siglo XX. El presente trabajo plantea un cuestionamiento de la estructura imperante, y al hacerlo pretende abrir nuevos panoramas para la teoría y la práctica terapéuticas.

La perspectiva orientadora para la mayoría de los procesos terapéuticos depende las opciones individuales. Es decir, que es el individuo quien posee la capacidad de conocer el mundo y de actuar adaptativamente dentro de él. Si las capacidades y los procesos individuales funcionan normalmente, el individuo afrontará los desafíos de la vida tan adecuadamente como le sea posible. Cuando se advierten fallos para afrontar desafíos, existen razones para pensar que las capacidades y los procesos están funcionando mal. El científico es el que más cabalmente encarna las virtudes del funcionamiento correcto: porque es él quien observa más aguda y sistemáticamente, quien aplica los procedimientos más rigurosos y racionales para evaluar y sintetizar la información. El científico construye defensas contra las emociones, los valores y las motivaciones caprichosas, y se mantiene independiente de los objetos de observación, para evitar que sus conclusiones se distorsionen o contaminen.

Es interesante señalar que en opinión de los terapeutas científicos, la mayoría de estos fallos reconocen su origen en las incapacidades (patologías) del individuo para funcionar como conocedor ideal. Así fue como Freud, por ejemplo, intento reemplazar los procesos inconscientes del ello (fuentes de mal funcionamiento) por los procesos conscientes del yo (la razón); Horney trato de superar la ansiedad básica de sus pacientes por medio de la percepción racional; los especialistas en las relaciones objetivas y los rogerianos buscaron procesos que permitirían a la persona llegar a ser un agente autónomo; los conductistas crearon tecnologías para facilitar el reaprendizaje individual y los terapeutas cognitivos intentan alterar los procesos de la toma de decisiones por parte del individuo.

Las criticas

Durante las últimas décadas tuvo lugar una amplia reflexión crítica dentro de los círculos terapéuticos. Las visiones llamadas modernistas fueron fuertemente cuestionadas desde diferentes puntos de vista. Actualmente se confía muy poco en aquel programa optimista que se proponía transitar por un camino científicamente fundamentado hacia la identificación de los problemas y la puesta en práctica de las curas.

Los puntos más destacados del descontento son:

Los terapeutas que critican afirman que dentro de las principales teorías y prácticas terapéuticas existe un fuerte sesgo ideológico. La profesión de la salud mental no es ni política ni moralmente neutral y tampoco son neutrales sus evaluaciones.

Los terapeutas familiares cuestionan la idea de que los individuos son el centro de las disfunciones. Afirman por el contrario, que la patología individual es sólo una manifestación local del problema inherente al funcionamiento de la unidad familiar (tanto la inmediata como la extendida).

Los psicólogos comunitarios amplían el ámbito de las consideraciones contextuales, con el propósito de incluir los diversos aspectos de la vida de la comunidad, las instituciones educacionales, las condiciones económicas, la vida laboral, el entorno físico y otras variables, como elementos que influyen el trastorno individual.

En cuanto a los feministas señalan las diversas maneras en que las prácticas psicoterapéuticas más corrientes son opresoras y perjudiciales para las mujeres. El sistema de clasificación de los trastornos mentales, la situación de inferioridad en que se coloca a la paciente y la tendencia de los psicoterapeutas a culpar a la mujer individual por su disfunción mental.

Los fenomenologistas pretenden liberar al terapeuta de todo prejuicio acerca de la índole de la disfunción individual.

Los constructivistas cuestionan la tradicional separación entre el conocedor y lo conocido, y argumentan que, en gran medida son los procesos inherentes al organismo de los que determinan qué se considerará real.

Los hermeneuticistas sostienen que la concepción tradicional del terapeuta como un analista objetivo de los estados mentales es errónea y mistificadora.

Ex pacientes psiquiátricos se organizan contra la profesión de la psiquiatría, argumentando que el actual sistema de clasificación de las patologías no solo es opresor, cosificador y peyorativo sino que, además, favorece a las diversas ramas de la profesión de la salud mental.

Cada uno de estos dominios de la crítica ha favorecido la aparición de innovadoras e interesantes alternativas a la concepción tradicional del científico terapeuta. Mantienen la idea de que el terapeuta es el conocedor experto, considera que la acción individual está determinada por el sistema o por la sociedad.

La aparición de una conciencia construccionista

Dentro de la filosofía de la ciencia se lanzaron importantes críticas contra la presunción de una fundamentación formal o racional del conocimiento. Hace ya mucho tiempo que el empirismo lógico se ha dejado de considerar con seriedad, los racionalistas críticos son una raza de extinción, y los aspirantes a un nuevo realismo no han sido capaces de formular un programa alternativo para la ciencia.

En la teoría literaria, la retórica y la semiótica, existen líneas de pensamiento que han puesto de relieve este creciente énfasis sobre el carácter social de los que tomamos por lo verdadero y lo bueno.

Muchos psicólogos sociales, teóricos de la comunicación y sociólogos creen que el relato textual se debe perfeccionar. Los relatos textuales, afirman, no son independientes de las personas. Por el contrario, los textos son subproductos de las relaciones humanas y se cargan de significación a partir de la manera en que se los usa dentro de las relaciones interpersonales. Nuestras construcciones del mundo están limitadas por nuestra lengua, pero nosotros somos en gran medida responsables de estas limitaciones, puestos que somos nosotros quienes generamos las convenciones del discurso, tanto en la ciencia como en la vida cotidiana. Y debido a que tenemos la capacidad de generar relatos aceptables, poseemos también la capacidad de alterarlos.

Para muchos críticos de la visión tradicional del científico-terapeuta, este énfasis sobre la construcción social de lo que se da por sentado es muy atractivo, porque permite que los teóricos, feministas, ex pacientes mentales y otros grupos, sigan cuestionando los actuales cánones de verdad dentro de la profesión. El construccionismo favorece el tipo de reflexión crítica que podría abrir una vía de futuras nuevas formas de comprensión. Junto con el constructivismo y la fenomenología, el construccionismo constituye (aunque sobre bases diferentes) un desafío crítico al dualismo sujeto-objeto sobre el que se basa la concepción tradicional del terapeuta-científico. Al igual que los terapeutas familiares y los psicólogos sociales y cibernéticos, el construccionismo se ocupa más de las redes de relación que de los individuos, y cuestiona la posición de superioridad transcendente reclamada por aquellos que actúan según el modo científico tradicional.

En la primera serie de capítulos se encontrará una reflexión más exhaustiva sobre los antecedentes teóricos y metateóricos del construccionismo dentro del contexto terapéutico. En la segunda sección, los capítulos exponen determinadas prácticas que ilustran una sensibilidad construccionista.

UNA POSTURA REFLEXIVA PARA LA TERAPIA FAMILIAR (Gergen, 1996)

Lynn Hoffman

Este enfoque es más participativo que otros y esta menos orientado hacia los objetivos.

La nueva tendencia está representada por algunos grupos de terapeutas, en Estados Unidos y en otros países; sobre todo el grupo de Galveston (Anderson y Goolichian, 1988), el grupo Tromso (Andersen, 1987), y el grupo Brattleboro (lax y Lussardi, 1989).

Simpatiza con el movimiento conocido como posmodernismo, que proclama la muerte de la modernidad y la aparición de nuevas perspectivas.

Algunos terapeutas familiares, desertaron de las filas de la cibernética y se pasaron a las de la hermenéutica. La hermenéutica es el giro interpretativo.

Para los terapeutas familiares, la curva de retroalimentación de los sistemas cibernéticos son reemplazados por la curva intersubjetiva del dialogo. Así la metáfora central para la terapia de desplaza a la conversación, reforzada por el hecho de que el medio básico para la terapia es también la conversación.

Las creencias representadas por el constructivismo promueven una imagen del distema nervioso como una maquina cerrada. Según esta idea, las percepciones y los constructos toman forma a medida que el organismo se golpea contra su entorno. Los teóricos de la construcción social, creen que las ideas, los conceptos y los recuerdos surgen del intercambio social y son mediatizados por el lenguaje. Todo conocimiento, sostienen los construccionistas, evoluciona en el espacio entre las personas, en el ámbito del mundo común y corriente. Es solo a través de la permanente conversación con sus intimos que el individuo desarrolla un sentimiento de

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