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joseunac22 de Abril de 2013
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Capital (economía)
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En Economía, el capital suele definirse de distintas formas. No obstante bajo el enfoque ortodoxo, es un factor de producción constituido por inmuebles, maquinaria o instalaciones propias de cualquier género, que, en colaboración con otros factores, principalmente el trabajo y bienes intermedios, se destina a la producción de bienes de consumo1 -concepción neoclásica (Ekelund y Hébert, 2005, pp. 360-368)-, de servicios, y de conocimiento (sector cuaternario).
El capital debe distinguirse analíticamente de la empresa y de la gerencia, aunque en muchos casos los papeles sociales de capitalista, empresario y gerente (y a veces incluso obrero) se puedan dar simultáneamente en una misma persona, como suele suceder en las más pequeñas unidades productivas.
Por lo anterior, el interés que obtiene el propietario del capital por su utilidad, debe diferenciarse de la ganancia que se obtiene por una exitosa actividad empresaria en el mercado, así como del salario que se recibe por una actividad gerencial.
Índice [ocultar]
1 Definición clásica
1.1 El valor y la conceptualización del capital
1.2 El interés y la productividad del capital
1.3 La propiedad y la estructuración del capital
1.4 Tipos de capital en el sistema clásico
2 Definición marxista
2.1 Condiciones históricas para la existencia del capital
2.2 Clases mercantiles objeto del desarrollo del capital
2.3 Relación entre la producción de mercancías y el capital
2.4 Tipos de capital en el sistema marxiano
3 Interpretaciones de la obtención de capital
4 Importancia del capital
5 Véase también
6 Referencias
7 Bibliografía
[editar]Definición clásica
En la economía política clásica, el capital es la cantidad de recursos, bienes y valores disponibles para satisfacer una necesidad o llevar a cabo una actividad definida y generar un beneficio económico o ganancia particular. A menudo se considera a la fuerza de trabajo parte del capital. También el crédito, dado que implica un beneficio económico en la forma de interés, es considerado una forma de capital (capital financiero).
Los bienes de capital (Capital Goods en inglés), en contraste con los bienes de consumo, son utilizados en la producción de capital físico. Se refieren a bienes de capital real de los productos que se utilizan en la producción de otros productos, pero no se incorporan a los demás productos. En los bienes de capital se incluyen fábricas, maquinaria, herramientas, y diversos edificios. Son diferentes de las materias primas que se utilizan en la producción de bienes. Muchos productos pueden ser clasificados como bienes de capital o bienes de consumo de acuerdo con el uso, por ejemplo los automóviles y ordenadores personales, y la mayoría de estos bienes de capital son también bienes duraderos (Consumer Durables).
Los bienes de capital son también diferentes del capital financiero. Los bienes de capital son objetos reales de la propiedad de entidades (personas, gobiernos y otras organizaciones), a fin de obtener un rendimiento positivo de algún tipo de producción.
La actividad que se realiza puede ser la producción, el consumo, la inversión, la constitución de una empresa, etc. Cuando este capital se destina a la producción, se convierte en un factor de producción. El capital se puede acumular con el tiempo, y sus retornos (renta) pueden ser utilizados o reutilizados para aumentar el capital original.
[editar]El valor y la conceptualización del capital
La conceptualización del capital está ligada a la conceptualización del trabajo ya que ambas codependen con la teoría adoptada sobre el valor económico de los bienes y, por tanto, con los medios para crearlos.
En los economistas llamados clásicos (Smith y Ricardo) se encontraba una posición ambivalente sobre el determinante del valor de cambio de un bien, oscilando a lo largo de sus obras entre dos opciones: la cantidad de trabajo y los costos de producción (que son valores de cambio a su vez que quedarían sin explicar: el interés del capital, el salario del trabajo y la renta de la tierra). Los problemas de la primera opción los llevarían a adoptar la segunda como “solución”: la teoría del costo sería sistematizada por John Stuart Mill en conjunto con el resto de las cuestiones tratadas por los clásicos es un esquema integral de economía política, mientras que Karl Marx insistiría en la teoría del valor trabajo pero esta vez como base para una crítica al concepto mismo de economía política.
La revolución marginalista en todas sus variantes (Jevons, Walras y Menger) reemplazó el aparato conceptual de los clásicos sobre el valor, y con este su propio concepto económico de trabajo y capital, refiriéndolo ahora a la utilidad marginal, moviendo así la determinación de la producción y la distribución a la circulación, o sea, al consumo. A diferencia de los clásicos que, o bien deducían el valor del capital físico del trabajo invertido en él, o bien del capital en sí mismo, los marginalistas lo encontraban en la utilidad misma del préstamo del capital.
Los sistematizadores de las diferentes corrientes marginalistas (Marshall, Pareto y Böhm-Bawerk) se dividieron en dos posiciones encontradas. La escuela neoclásica representada por Marshall, haciendo una síntesis entre Mill y el marginalismo de Jevons, concebiría al valor como resultado de la interacción entre una demanda basada en la utilidad del consumidor en términos marginales, y una oferta basada en los costos de producción pero esta vez no medidos desde sus precios sino desde la productividad marginal de los factores de producción, volviendo así a la concepción clásica del capital pero sobre más sólidos fundamentos marginalistas. La escuela austríaca representada por Böhm-Bawerk, continuador (aunque con ciertas variaciones) del marginalismo puro y subjetivista de Menger, analizaría en profundidad la cuestión del capital, y llegaría a una definición que, aunque conciliable con los clásicos, parte de premisas distintas y más relacionables con el primer pensamiento de Adam Smith anterior a su magnus opus, con la obra de Richard Cantillon y con la misma línea continuada por Jean-Baptiste Say más afín a la posición austríaca (Böhm-Bawerk, 1884).
Paradójicamente, la interpretación austríaca del capital terminaría, a través de las obras de John Hicks sobre el particular, siendo la más adoptada por el resto de la academia de orientación neoclásica, aunque en una forma simplificada y con importantes diferencias respecto al origen del interés (Hicks, 1973). De la misma manera, la crítica de Böhm-Bawerk a las inconsistencias lógicas de las teorías de la explotación neoricardiana y marxiana (Böhm-Bawerk, 1884 y 1896), sería la que finalmente se convertiría en prácticamente clásica debido, entre otras razones, a que es fácilmente conciliable con casi todas las posiciones tomadas en el espectro del pensamiento económico.
La precisa definición de Bohm-Bawerk del capital como se utiliza en los tres tomos de Capital e interés, se presenta de la siguiente manera como solución al caos de definiciones que enfrentaba la economía política:
El capital no es otra cosa que la suma total de los productos intermedios que entran en vigor en las distintas fases del curso en rotonda de la producción de un bien.
Luego se distinguirá conceptualmente al capital en dos elementos económicos cualitativamente distintos: el “capital-medio de producción” entendido como los bienes de producción, y el “capital privado” como derechos de propiedad sobre el capital en función de una forma de adquisición (la privada e independiente) que dependa directamente e internalice como interés la utilidad del mismo (Böhm-Bawerk, 1889).
[editar]El interés y la productividad del capital
El interés del capital, es explicado por el autor, en una forma distinta que la clásica (Böhm-Bawerk, 1884), pero sin embargo extrapolable ya que se basa en el préstamo del capital o bien en el adelanto por parte de su propietario, sea este su creador directo o indirecto (Böhm-Bawerk, 1896). Pero más allá de su propia definición, resume adecuadamente los significados posibles de la productividad del capital desde la cual podría explicarse el interés:
Así, pues, una tesis tan sencilla aparentemente como la de “el capital es productivo” encierra, según hemos visto, nada menos que cuatro acepciones claramente distintas, que resumiremos aquí para mayor claridad, agrupándolas en dos parejas disyuntivas de conceptos. Tenemos, en efecto, que:
• El capital puede producir mercancías.
• Puede producir más mercancías de las que podrían producirse sin él.
• El capital puede producir más valor del que podría producirse sin él.
• Puede producir más valor del que él mismo tiene.
[...] ¿Qué se propone y qué tiene necesariamente que proponerse el problema del interés? Sencillamente, investigar y exponer las causas que hacen fluir hacia las manos de los capitalistas uno de los brazos del gran río de bienes que brota año tras año de la producción nacional de un pueblo. Trátase, pues, sin asomo de duda, de un problema que afecta a la distribución de los bienes. (Böhm-Bawerk, 1884, p. 135 y p. 512)
Sobre estas definiciones, separadas o combinadas, diferentes autores han intentado dar sus propias explicaciones: la productividad simple (Smith, criticada por Say), la concepción compleja de la productividad (Malthus, Strasburger, etc.),
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