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Cómo Enseñar Normas Y Poner límites A Los Niños


Enviado por   •  9 de Abril de 2015  •  2.218 Palabras (9 Páginas)  •  158 Visitas

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¿Cómo enseñar normas y aplicar límites a los niños?

Muchos padres no sabemos qué hacer para que nuestros hijos se porten bien, pero ¿en qué fallamos? ¿Cómo conseguir que los hijos nos respeten? La psicóloga infantil, María Luisa Ferrerós, autora del libro ¡Castigado! ¿Es necesario?, propone alternativas educativas ingeniosas y eficaces para educar a los niños mediante una serie de consejos prácticos, que han dado lugar a su método, el método Ferrerós.

Claves para educar con límites

¿En qué fallamos los padres en la educación de nuestros hijos?

El fallo más importante es la inseguridad, no saber a dónde vamos y probar diferentes cosas cuando no funciona una a la primera. El niño nota esta inseguridad y les invita a portarse peor. Otro de los fallos que tenemos es que las parejas no vamos como un equipo, sino que jugamos mucho a "poli bueno y el poli malo". El niño capta que lo que mamá no me deja hacer, papá si. Hay muchos estilos educativos dentro de la misma familia y eso los niños también lo aprovechan para sacar rendimiento a sus intereses.

¿Cómo podemos aplicar la disciplina a los niños y cuándo debemos empezar a poner los límites?

Debemos empezar, desde el primer año a poner límites al niño, diciéndole que no: "no toques, no subas, no bajes". El niño, al año, está jugando con nosotros y basta que le digas que no, para que vaya a provocar, pero sabe perfectamente que le estás diciendo que no y tiene que aprender a interpretar el "no". Por eso, es importante que el "no" vaya acompañado de una cara seria. Pensamos que el niño va probando, va jugando con nosotros, pero cuando ve que ante la misma cosa, respondes de la misma manera, que no y con cara seria, el niño al final deja de hacer lo que no debe.

Los límites se interpretan según tu cara y tu gesto. Hay una serie de señales no verbales que acompañan y son muy importantes: el tono, la gravedad, la firmeza o la actitud. Estar convencido es la base para que le puedas transmitir a tu niño y reaccione positivamente. Si tú estás haciendo una cosa porque lo has oído, te lo han dicho, pero no estás seguro, entonces no te funcionará. Los padres debemos entender porque estamos haciendo las cosas y cuál es el objetivo porque es la única manera de que al niño le llegue el mensaje. El mensaje debe ser un mensaje de dentro, de actitud, de decir yo soy el capitán del barco, pongo unas normas por el bien de mi hijo porque quiero sacar el mejor partido de mi hijo y es bueno para él. Cada uno puede adaptar, en el libro damos muchas opciones y cosas diferentes que se pueden hacer, su manera de ser, a la familia, al entorno, a cómo es el niño… pero a educar hay que empezar cuanto antes mejor, sin posponer porque nos esperamos a tener un hijo de 15 años, y empezar de 0 cuesta mucho.

¿Podemos establecer una conducta educativa basándonos en el carácter del niño?

Hay niños que son muy potentes y muy fuertes, que obedecen a limitaciones drásticas, o con los que te has de enfadar mucho para que les haga efecto. Y hay otros niños que lo mismo les destroza, depende de la sensibilidad del niño. Eso de que los papás tenemos que ser justos y actuar con todos igual quiere decir que nos tenemos que adaptar a la sensibilidad de cada uno, a su manera de ser, a su miedo, a su terquedad.

Por ejemplo, no se puede castigar a un niño inquieto sin moverse. Al revés, en los niños muy activos, los castigos educativos que mejor funcionan son dar vueltas corriendo o subir y bajar escaleras. "¿Te has portado mal o le has pegado a tu hermano? Pues entonces, sube y baja las escaleras de casa diez veces", que se agoten, lo necesitan. En cambio a un niño que es más tranquilo, este castigo no le hace bien.

A los niños que son muy sensibles, no les hacen falta castigos tan contundentes, ellos pueden hacer cosas de más colaboración. También depende mucho si son chicos o chicas: los chicos siempre necesitan castigos de más acción, las chicas de más pensar, a los chicos a veces les va muy bien que los castigue papá, a las mamás nos manipulan más, en cambio las chicas necesitan más presencia materna.

Autoritario, permisivo... ¿qué tipo de padre debemos ser ahora?

Un padre flexible que se adapte a la situación. Los extremos siempre son malos. El exceso de autoritarismo es igual de malo que el exceso de permisividad. Si nos fijamos, los niños con conflictos de verdad vienen de familias excesivamente permisivas o excesivamente autoritarias, por tanto, lo ideal es estar en el punto medio. El punto medio quiere decir que cuando hay que decir que no, hay que ser capaces de decir que no, y cuando hay que soltar un poquito la cuerda, soltarla. Eso no quiere decir que seamos colegas de nuestros hijos ni que seamos amigos, nuestros hijos nos han de respetar, por lo tanto, siempre tenemos que estar en ese punto de control, un mínimo de respeto es imprescindible. Siempre es mejor pecar de un exceso de respeto que de falta de respeto.

¿Cómo conseguirlo? ¿Hay que inculcarlo desde la infancia o podemos recuperarlo después si no lo hemos hecho a su debido tiempo?

Pasa por respetarnos a nosotros mismos y tener claro que un niño, aunque sea hijo tuyo, no te puede pisar y hay cosas que no te puede decir. Hay cosas que tú no le vas a consentir a una persona de fuera y tampoco se las puedes consentir a tu hijo. Hay que tener muy claro que a tu hijo no le puedes consentir que te diga tonta, o déjame, o te deje la ropa tirada… porque es una falta de respeto. Todo esto pasa por tener muy claro el respetarse a sí mismo, y que los padres no estamos al servicio de nuestros hijos, no somos monitores de tiempo libre, nosotros estamos para ayudarles a que crezcan, para darles la mano para que se hagan mayores, pero en un entorno de convivencia con unas normas.

Si yo no le voy a dejar tiradas las cosas para que las recoja él, tampoco lo puede hacer conmigo, si yo no le insulto, él tampoco me puede insultar, y no se lo debo consentir, no sólo por mi dignidad, sino porque él no va a aprender esa dignidad y ese respeto, y eso no se puede enseñar, hay que imitarlo.

¿Debemos negociar con los hijos? ¿Cómo hacer para que la sociedad se olvide del castigo físico?

Estoy en contra del castigo físico, porque realmente no lleva a ningún lado. La

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