Diferencias en las fantasías sexuales según el sexo

Diferencias en las fantasías sexuales según el sexo

De acuerdo con J. Fernández (1996) “el sexo es una variable compleja que implica unos procesos de diferenciación sexual” (p.33).

Dejando a un lado el reduccionismo biológico tradicional, el autor afirma que dichos procesos, permiten hacer una distinción entre el sexo como variable estímulo, como variable sujeto, y como comportamiento sexual expresado a través de la sexualidad; haciendo con estos referencia respectivamente, a la evocación de un comportamiento en un individuo determinado de acuerdo al sexo de su interlocutor, a las discrepancias y similitudes investigativas debidas al dimorfismo sexual externo y a todas aquellas conductas, pensamientos o actitudes de carácter sexual; ámbito dentro del cual se enmarcarían las fantasías sexuales, cuya función según Masters, Jonhson y Kolodny, (1986) sería potenciar y estimular la excitación sexual facilitando prácticas imaginarias, además de incrementar la actividad genital y de permitir prever posibles dificultades generadas en el momento de transferir la fantasía al plano real (Reverter et al., 2004).

En cuanto a la interrelación entre variables, es decir a la correspondencia entre el sexo como variable sujeto, el comportamiento sexual y el género, los resultados no son muy concluyentes, respecto a las fantasías sexuales, las cuales son denominadas como “representaciones mentales imaginarias que se encargan de estimular y/ o acompañar el acto sexual; es comprendida como una actividad erótica que permite trascender la limitada realidad, creando y economizando situaciones que favorecen los deseos, sueños, esperanzas (Flores C, 1997) y se encuentran dentro de un marco cultural específico, premisa propuesta por Zwang (1978, Citado en Flores, 2004) en donde manifiesta que las fantasías sexuales hacen parte de la denominada “cultura erótica” entre la cual se enmarcan las diferentes actividades que los humanos realizan para aumentar su atractivo y funcionalidad en el ejercicio sexual; ejercicio que se encuentra en el marco de la acción por parte del sujeto, en donde Flores (2004) alude acerca de las vivencias de los sujetos tanto reales e imaginarias como el mayor sustento de sus fantasías. Aspecto por el cual, al hacer especificidad en la relación de las fantasías sexuales y el sexo, es posible encontrar planteamientos como la inexistencia de pruebas válidas acerca de las diferencias de tipo sexual en esta esfera (Masters et al., 1986), en contraparte a datos que describen una mayor frecuencia de fantasías homosexuales en mujeres y un mayor número de fantasías en torno a conductas sexuales violentas, orgías, prácticas sexuales anales y con animales, en hombres entre otros (E. García, P. García & Fernández., 2005); es decir, se recalcan las puntuaciones elevadas de este sexo, en indicadores de fantasías sexuales relacionadas con la receptividad hacia estímulos novedosos en la sexualidad y hacia la despersonalización de las prácticas sexuales, reduciéndolos en el caso de la zoofilia por ejemplo a un mecanismo cuyo único fin, seria la obtención de placer (Reverte et al., 2004).

Se destacan también afirmaciones acerca de la mayor agresividad de los hombres en lo sexual (Larsen & Buss, 2005) que contrastan con que a pesar de que los varones sí humillan más a sus parejas, lo que se denomina como conductas violentas, aparecen como fantasía y no como comportamientos efectuados en la realidad, lo que concordaría con el planteamiento de E. García et al. (2005), según el cual son precisamente las fantasías, las responsables de las discrepancias entre hombre y mujeres y no sus conductas sexuales.

Por último, es importante hacer énfasis, en que a pesar de que las mujeres reportan más comúnmente fantasías cuyo núcleo involucra vivencias con la pareja y/o vínculos afectivos;

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