EL PROCESO DE FORMACION DE LA PROPIA IDENTIDAD
alucy24 de Septiembre de 2013
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EL PROCESO DE FORMACION DE LA PROPIA IDENTIDAD
Difusión de identidad y confusión de identidad
La modalidad más sana de formación de la identidad es lo que se denomina difusión de identidad (Erikson). Ella consiste en la búsqueda que hace el adolescente para ampliar su campo de experiencias. Para ello corre ciertos riesgos y abandona formas de conducta y rasgos de comportamiento que se consideraban característicos de su forma de ser y que le daban seguridad. En la difusión de identidad el sacrificio de la estabilidad se ve compensado por el beneficio de obtener nuevas vivencias emocionales; alcanzar certezas referentes a valores insospechados; sumergirse en estados de amor, amistad y unión sexual; ser discípulo, seguidor e innovador, etc.
También se le denomina a este proceso extensión del yo (Allport), mediante el cual, al avanzar la persona en la adolescencia, sale de la fase de gran atención a sus propios procesos, característica de la pubertad, y se expanden las posibilidades de desarrollo de la propia identidad, para lo que se vincula estrechamente a distintas personas y actividades. De este modo, se confronta el propio modo de ser a través de diferentes experiencias y se adquieren muchos de los intereses que le aportan las nuevas personas con quienes se establecen vínculos afectivos y sociales.
El enamoramiento, por ejemplo, no es en este proceso una cuestión completa o fundamentalmente sexual ni apunta a la pareja definitiva. Es, en gran parte, un intento por lograr la definición de la propia identidad, proyectando sobre el otro la imagen difusa del propio yo, que así se ve reflejada y establecida gradualmente.
La confusión de identidad, en cambio, es una desviación de la difusión de identidad. En ella se toman caminos equivocados que permitirían la satisfacción inmediata de la necesidad de identidad, pero que, por falta de consideración de las consecuencias a mediano plazo, generarán conclusiones destructivas para el futuro. En la confusión de identidad, los sustitutos transitorios de las identidades infantiles no son vías de progresión a la asunción de nuevos intereses, que conduzcan a una identidad más integrada sino que, al contrario, son más regresivas. En la confusión de identidad los y las adolescentes procuran mantener satisfechas sus mismas necesidades infantiles, cambiando sólo la apariencia.
Un ejemplo de confusión son las jóvenes que se casan para no sentir la dependencia de sus padres, pero que establecen luego idénticos vínculos de dependencia con el marido, aunque bajo un estatus aparentemente adulto. No hay en este caso una elaboración real de identidad. Lo mismo ocurre con los jóvenes que, sin tener necesidad, abandonan los estudios por un trabajo fácil. Los logros de la difusión de identidad se reflejan en una identidad total, a través de cambios que se decantan en términos estables y congruentes, favoreciendo en el adolescente el sentimiento de identidad de sí mismo. En la confusión de identidad se producen más bien pseudoidentidades, caracterizadas por su falta de duración y permanencia y por caer, generalmente, en contradicción potencial con otras identificaciones parciales.
Identidad hipotecada y moratoria prolongada
La confusión de identidad ha dado lugar a muchas expresiones que representan desviaciones de la difusión de identidad. Tal es el caso de la identidad hipotecada, que representa la situación de quienes, aunque Comprometidos en proyectos vitales bien definidos, los adoptaron no tanto por propia decisión, sino bajo imposición o presión de los padres o por prolongación de una identificación con un héroe y nunca suficientemente confrontada con la propia realidad.
Algo parecido ocurre con la moratoria prolongada, que es el estado de las personas bloqueadas en crisis de identidad, que se debaten en conflictos de valores y profesionales sin llegar a situarse
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