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EL PSICOANÁLISIS Y LOS DIAGNÓSTICOS DE NUESTRA EPOCA (El síndrome De ADHD O ADD)


Enviado por   •  10 de Julio de 2012  •  3.188 Palabras (13 Páginas)  •  514 Visitas

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Hoy quisiera interesarlos en el Trastorno por Déficit de atención e hiperactividad (ADHD) Diagnóstico médico que desde hace tiempo me preocupa y sobre el cual considero necesaria una mirada desde el psicoanálisis por dos razones. La primera: nuestros consultorios reciben frecuentemente niños con esta llamada "enfermedad". Otra, no menos importante: el psicoanálisis por no hablar de estas cuestiones pierde espacios que le son propios.

Me resulta inquietante el interés que hay en el tema desde otros ámbitos, el dinero evidentemente invertido en estudios médicos, la cantidad de libros escritos para ayudar a padres, maestros y profesionales a detectar niños que padecen este síndrome, la creación de fundaciones, instituciones médicas, psicológicas, psicopedagógicas, grupos de ayuda, test específicos para objetivar el déficit y el aumento de niños en edad escolar que reciben este diagnóstico, a los cuales se los medica de modo regular y durante años para que desaparezcan los síntomas que padecen. Las estadísticas en la Argentina son bastante deficientes algunos trabajos mencionan un millón de niños con este trastorno, los porcentajes oscilan entre el cinco y el diez por ciento de la población escolar.

De todos modos las cifras deben ser importantes ya que, en el mes de abril de 2004, una diputada de la Provincia de Misiones, presentó un proyecto de ley para crear un área en el Ministerio de Salud que atienda a este trastorno y provea medicación a los niños sin recursos.

¿A que denominan ADHD?

Tiempo atrás se los llamaba "hiperkinéticos", luego se habló de daño cerebral mínimo, en la década del `60 lo nombraban "disfunción cerebral mínima" y en 1980 con la aparición del DCM III (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) surgió esta nueva denominación que coloca al déficit atencional como el trastorno primordial que puede o no generar hiperkinesia.

Cuando interactúan con otros de su misma edad en áreas organizadas o productivas, estos niños se identifican fácilmente porque, a causa de sus dificultades atencionales, tienen un rendimiento académico inferior al esperable en relación con su nivel de inteligencia. Generalmente presentan conducta hiperactiva e impulsividad.

Gran parte de los especialistas que trabajan en el tema, sostienen que el ADHD se transmite genéticamente y que el diagnóstico corresponde cuando el problema está en el niño y no en el ambiente social o educacional y no responde a lesión neurológica grosera, a fallas sensoriales, enfermedades físicas o disturbios emocionales.

Todos acuerdan en que la causa es orgánica y actualmente las Investigaciones farmacológicas sugieren la existencia de anormalidades en la función de los neurotransmisores (una alteración en los receptores de dopamina D4) (1) lo cual produciría un déficit de dopamina que dificulta la atención sostenida.

Por su definición causal, esta "enfermedad" queda dentro del campo de la medicina. La cura propuesta es a través del suministro de psicofármacos y, en algunos casos, el apoyo de una terapia conductual que ayuda al niño a reinsertarse.

Los trabajos ponen el énfasis en el diagnóstico precoz que permite que el niño sea medicado lo antes posible para aliviarlo de los síntomas.

Estos ya no se interrogan sino que se explican por responder a una entidad que es causa de todo. Entonces, lo que le sucede al niño es consecuencia de que padece ADHD y, como es una enfermedad biológica, la única salida es la medicación. No se da ninguna posibilidad a la intervención desde otro lugar, ya no para interrogar al síntoma: ni siquiera para hacerlo desaparecer. Es un encierro sin posibilidades de salida.

Como medicación se utilizan los psicoestimulantes: el metilfenidato, la dextro-anfetamina y la pemolina, entre otros, que disminuyen la hiperactividad e impulsividad y favorecen la concentración. El más utilizado es la Ritalina, medicación que se suministra anualmente a cuatro millones de niños en EEUU. y sobre la que algunos médicos advierten que puede resultar adictiva en la adolescencia. Los neurólogos describen, como efectos colaterales, insomnio, inapetencia y la posibilidad de desarrollar el síndrome de Tourette a causa del metilfenidato (2). Hay estudios que confirman retardo en el crecimiento. En la edición de abril de 2004 de "Pediatrics", en un estudio que confirma este efecto se aclara, para tranquilizarnos, que "No es necesariamente una causa para alarmar a los padres ya que el efecto es más bien modesto, sólo un centímetro menos cada año". (3)

La cantidad de niños que llegan al consultorio porque desde el colegio piden informes y psicodiagnósticos es cada vez mayor. El motivo de preocupación es que no atienden, no acatan límites y están en permanente movimiento. Esto último es lo que resulta molesto y por eso no es frecuente que se rotule con este diagnóstico a un niño que no atiende al mundo y raramente se medica cuando no hay hiperactividad

Ahora, si la causa es un desequilibrio entre los neurotransmisores, la pregunta que me surge inmediatamente es: ¿Por qué el aumento de niños con este síndrome?, ¿acaso es una enfermedad contagiosa?

Creo que no se puede pensar un síntoma si no es en relación con el momento en el cual aparece. El síntoma se inscribe en una época y expresa el malestar proveniente de elementos que toma del entorno cultural, de sus mitos y creencias, sus significantes claves. Así es que, ahora, las histéricas raramente se desmayan sino que padecen bulimia y anorexia y los fóbicos, ataques de pánico

Los invito a que miren las propagandas de Fibertel porque, de algún modo, muestran el modelo de atención que nuestra época propicia. Se propone que la demanda se satisfaga en forma inmediata, instantánea, y no se soporta la espera, el intervalo, el vacío.

Es imposible pensar esta sintomatología fuera de contexto histórico, separándola de algunas cuestiones de época como el exceso de estímulos visuales (un mundo excesivamente imaginario), el contexto cultural que no provee una adecuada inserción simbólica y la dificultad en la organización de la estructura familiar, con el desdibujamiento de roles parentales.

En este contexto podemos situar una observación de la vida cotidiana: ¿Cómo estudian los chicos ahora?: con música a todo volumen, televisión encendida, y la computadora por supuesto presente, porque mientras escuchan su música preferida y no se pierden el capítulo de... chatean con sus amigos y, en la misma máquina, hacen la tarea. Están conectados con varias cosas al mismo tiempo. "Atienden" en forma simultánea a diversas situaciones.

Cada época produce sus síntomas

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