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El Arte De Preguntar


Enviado por   •  13 de Octubre de 2014  •  1.363 Palabras (6 Páginas)  •  203 Visitas

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EL ARTE DE PREGUNTAR

Cada pregunta da paso a una investigación. El "coach" pregunta y pregunta... ¡Y es el

interesado quien encuentra las respuestas dentro de sí! Se trata de que cada uno encuentre

su yo, que cada uno se pregunte: "Yo, realmente, ¿qué quiero?" Si respondes a esta

pregunta, tendrás un sentido, y luego calibrarás todas las vías posibles para alcanzar ese

objetivo: elige una.

Las preguntas nos abren la posibilidad de ir co-creando con los demás el espacio de

reflexión y aprendizaje compartido. Las respuestas en cambio, frecuentemente nos

encasillan y encierran la conversación que estamos sosteniendo en un acotado modelo de

mundo y/o con un espacio restringido de reflexión de sólo dos posiciones: acuerdo o

disenso.

No estamos diciendo que no sirvan las respuestas. Estamos mostrando que recuperar el

poder de preguntar es una de las competencias básicas a aprender en este mundo del nuevo

siglo en el que la complejidad se hace creciente y nuestra incompetencia para danzar con

ella también.

Imagine que si rara vez se reconoció nuestra habilidad para hacer preguntas, mucho menos

se consideraría esa habilidad como importante e inspiradora para aprender: el Disponernos

desde la Pregunta.

La mayoría de las personas aprendimos en la escuela el juego de “no preguntar” aun

intuyendo que nuestra duda, podía ser compartida por más de uno. El sentido del juego o

tendencia era evitar, en muchas ocasiones, hacer el ridículo de reconocer públicamente ante

nuestros compañeros, que simplemente no sabíamos o no entendíamos algún asunto. Así

nos educamos en modos de relación centrados en “saber contenidos y responder a través de

ellos” que iban inhibiendo progresivamente nuestra espontaneidad para el aprendizaje que

surge precisamente de reconocer rápidamente nuestra ignorancia en algún punto para

lanzarnos a aprender.

El Disponernos desde la Pregunta se constituye en un contexto creado por tres acciones

anteriores al formular una pregunta cualquiera:

Ø Observar como sinónimo de distinguir.

Ø Aceptar y legitimar que lo que sucede.

Ø No juzgar.

Tal como señalan Echeverría y Olalla,

“… no podemos intervenir en un mundo que no somos capaces de observar.”

Necesitamos recuperar el poder y la alegría de preguntarnos y entender que muchas

preguntas no están hechas para que las respondamos, están hechas para abrir territorio, para

ponernos a pensar, filosofar. Yo puedo hablar de mi experiencia, de mi proceso y de las

personas con las que he trabajado. Puedo hablar desde ahí, no desde que yo manejo la

respuesta. Las respuestas automáticas nos cierran el poder que abren las preguntas. Dejar

que una pregunta rebote, que haga su trabajo.

Estamos raquíticos de preguntas. Vivimos con muchas respuestas a preguntas que nunca

nos hicimos.

Las preguntas básicas que el coach se hace a sí mismo son:

¿Qué tipo de observador es aquel para el cual esta situación es un quiebre?

¿Qué le impide observar lo que le permitiría hacerse cargo de la situación?

¿Qué le impide tomar acciones?

Enunciaremos a continuación un conjunto de preguntas que puede ir ya teniendo disponibles

un coach ontológico.

Tenemos que aclarar que si formulamos una pregunta con la inquietud de explorar y abrir

posibilidades y el resultado es que el aprendiz se cierra y no quiere conversar más con

nosotros, no diremos que la pregunta es “posibilitadora” tal como nuestro lenguaje tradicional

y herramental nos llevaría a caracterizarla, sino que resaltaremos el hecho de que la pregunta

sea posibilitadora o no, estará dado por el resultado que obtenemos de la interacción.

En otras palabras, el que la pregunta sea posibilitadora o no será un resultado que no depende

de una característica previa de la pregunta/acción/herramienta en sí, sino del espacio relacional

creado/percibido por el aprendiz.

• Preguntas con la inquietud de posibilitar.

Si bien decíamos que no hemos aprendido el hábito de preguntar, muchas personas lo

hacemos. Pese a ello, muchas veces nuestras preguntas acotan al interlocutor a responder

dentro de un marco que nosotros mismos ponemos y al hacerlo empobrecemos la exploración.

Por ejemplo si preguntamos:

¿Tienes miedo a que pase A o tienes miedo a que pase B?

Estamos acotando la respuesta a dos posibilidades descartando que el aprendiz pudiera ni

siquiera tener miedo.

Este tipo de preguntas restringen nuestras posibilidades y corremos peligro de quedar

atrapados dentro de nuestros propios límites.

Un coach ontológico

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