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El Primer año De Vida


Enviado por   •  17 de Noviembre de 2014  •  12.511 Palabras (51 Páginas)  •  265 Visitas

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ADOLESCENCIA DESARROLLO COGNITIVO Y SOCIAL

La adolescencia es un periodo de transición entre la niñez y la madurez que se extiende en el tiempo de acuerdo a los procesos culturales y a la influencia de la época en la que al adolescente le toca vivir la experiencia de cambio. En este proceso, existen factores como: la segregación de la edad, la prolongada dependencia económica, una sociedad global perturbada y medios masivos de comunicación que sustentan el nicho cultural en el que el adolescente ha de atravesar y resolver su momento para pasar de allí a la vida adulta.

Es bajo este contexto, en el que los adolescentes están en el trance de formar planes y expectativas sobre su propio futuro y a medida que los maduran, buscan sentirse parte del mundo (UNICEF, 2002), situación que los vuelve muy sensibles a la sociedad que los rodea, a sus valores, tensiones políticas y económicas y reglas no escritas.

Convertirse en adulto por lo tanto no es fácil, la etapa de la adolescencia reúne situaciones internas y externas que el individuo debe mediar durante el proceso para dar paso a la nueva etapa de la vida adulta. Un referente que se puede tener como final del proceso es el aportado por Baldwin (en Hansen, 2003) afirmando que el mejor indicador de que el niño se ha vuelto adulto es la madurez emocional.

Sin embargo es en la adolescencia, cuando el individuo trata de adaptarse a las presiones sociales y concertar un balance entre los valores internos y externos. Donde se ven involucrados al mismo tiempo los cambios físicos del desarrollo, en donde el adolescente se contempla con sentimientos entremezclados entre dolor y placer tratando de conciliar las diferencias entre su realidad y el ideal adaptándose a su nueva apariencia, funcionamiento corporal y a las relaciones entre sus padres y compañeros.

Así, mientras la pubertad es un fenómeno universal relacionado con los cambios biológicos, la adolescencia es un fenómeno social, moderno, propio de la época actual y de las sociedades occidentales; por tanto no es obligatorio del desarrollo humano, ya que tiene lugar durante unos años y se ve influenciada por el contexto. Los investigadores concluyen por lo tanto, que el contexto del desarrollo es importante para el resultado de la adolescencia así como las variaciones individuales (Navarro, 2011).

Estos factores biológicos, históricos y culturales, se convierten una fuente de estrés durante la adolescencia. Creando un desajuste entre lo que creen que son y lo que creen que la sociedad espera de ellos. Haciéndose necesario que el medio que rodea al adolescente le provea una amplia gama de oportunidades para cambiar las cosas, facilitando en este proceso que los adolescentes aprendan, crezcan y prosperan.

Aunque la mayoría de los jóvenes llegan a ser adultos sanos y productivos, muchos no lo consiguen. Las conductas iniciadas en la adolescencia pueden modelar de forma decisiva el curso de una vida, así como el futuro de toda una sociedad. Algunas conductas originan un peligro inmediato; otras, ocultas pero latentes, pueden ocasionar el mal años después, sin previo aviso.

Es en la adolescencia donde se empiezan a cuestionar todas estas ideas, las opiniones de sus padres no les parecen válidas y ellos no responden a todas sus preguntas. Son conscientes de que esas son las opiniones de los demás e intentan buscar sus propias verdades, las cuales surgirán de su propio desarrollo intelectual.

Los adolescentes son capaces de pensar en términos de lo que podría ser verdad y no sólo en términos de lo que es verdad. Pueden razonar sobre hipótesis porque pueden imaginar múltiples posibilidades. Sin embargo, aún pueden estar limitados por formas de pensamiento egocéntrico, como en el caso de los niños.

El nivel más elevado de pensamiento, el cual se adquiere en la adolescencia, es el pensamiento formal, y está marcado por la capacidad para el pensamiento abstracto, en donde pueden manejar hipótesis y ver posibilidades infinitas. Esto les permite analizar doctrinas filosóficas o políticas o formular nuevas teorías. Si en la infancia sólo podían odiar o amar cosas o personas concretas, ahora pueden amar u odiar cosas abstractas, como la libertad o la discriminación, tener ideales y luchar por ellos. Mientras que los niños luchan por captar el mundo como es, los adolescentes se hacen conscientes de cómo podría ser.

A través de ello, el proceso de pensamiento les va enfocando para validar su realidad aportando pautas que de acuerdo con Papalia (1992) ayudan a identificar el pensamiento de los adolescentes, primero encontrando fallas en las figuras de autoridad, las personas que una vez reverenciaron caen de sus pedestales. Los adolescentes se hacen conscientes de que sus padres no son tan sabios ni saben todas las respuestas, ni tienen siempre razón. Tienden a discutir a menudo como un modo de practicar nuevas habilidades para explorar los matices de un tema y presentar un caso desde otros puntos de vista. Tienen problemas para decidirse incluso en las cosas más sencillas a causa de la indecisión. Pueden plantearse diversas opciones y medir las consecuencias de cada decisión durante horas, incluso aunque se trate de temas poco importantes. La hipocresía aparente se manifiesta ya que a menudo, los adolescentes no reconocen la diferencia entre expresar un ideal y buscarlo, por lo que pueden usar la violencia en una marcha a favor de la paz, o protestar contra la polución mientras arrojan basura a la calle. Aún deben aprender que los valores no bastan con pensarlos sino que deben vivirse para lograr un cambio.

La autoconciencia se relaciona con la tendencia a sentirse observados y juzgados por los demás. Los adolescentes pueden ponerse en la mente de otras personas e imaginar lo que piensan. Sin embargo, como tienen problemas para distinguir entre lo que les interesa a ellos y lo que les interesa a los demás, suponen que los demás piensan de ellos igual que ellos mismos. Así, cuando un o una adolescente ve un grupo de chicos riéndose, "sabe" que se están riendo de él o ella. Aunque este tipo de autoconciencia se da también entre los adultos, en los adolescentes se da de un modo más intenso y son mucho más sensibles a las críticas, de modo que es importante que los padres se abstengan de ridiculizarlos o criticarlos en público.

Los adolescentes suelen creer que ellos son especiales, centrándose en sí mismos, sintiendo que su experiencia es única y que no están sujetos a las mismas leyes que rigen el mundo. Esto puede llevarlos a asumir conductas de riesgo, porque piensan que nada malo va a pasarles a ellos. Una adolescente puede pensar que ella no va a quedarse embarazada, o que no va a acabar enganchada a las drogas, aunque tenga comportamientos de riesgo en ambos sentidos.

La lucha por la emancipación y el adquirir el control de su vida está en plena efervescencia y el grupo adquiere una gran importancia, sirve para afirmar su autoimagen y definir el código de conducta para lograr la emancipación. Es el grupo el que dicta la forma de vestir, de hablar y de comportarse, siendo las opiniones de los amigos mucho más importantes que las que puedan emitir los padres; estas últimas siguen siendo muy necesarias, aunque sólo sea para discutirlas, sirven de referencia y dan estabilidad, los padres permanecen, el grupo cambia o desaparece. Las relaciones con el otro sexo son más plurales pero fundamentalmente por el afán narcisista de comprobar la propia capacidad de atraer al otro, aunque las fantasías románticas están en pleno auge.

En síntesis, la adolescencia es una de las fases de la vida más fascinantes y quizás más complejas, una época en que la gente joven asume nuevas responsabilidades y experimenta una nueva sensación de independencia.

Estos distintos aspectos biológicos, intelectuales, emocionales o sociales pueden no llevar el mismo ritmo madurativo y pueden ocurrir retrocesos, sobre todo en momentos de estrés.

Durante este período de tiempo, los adolescentes deben de conseguir la independencia de los padres, la adaptación al grupo, aceptación de su nueva imagen corporal y el establecimiento de la propia identidad, sexual, moral y vocacional.

Así, el crecimiento ha terminado ya son físicamente maduros, el pensamiento está plenamente establecido, están orientados al futuro y son capaces de percibir y actuar según las implicaciones futuras de sus actos, las relaciones son estables y capaces de reciprocidad y cariño y se empieza a planificar una vida en común, familia, matrimonio y proyectos de futuro.

• Papalia Diane E.; Wendkos Olds Sally.(1992) A child's world. Infancy through adolescence. McGraw-Hill.

• Hansen l. Bárbara (2003). Desarrollo en la edad adulta. México, manual moderno.

• Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Adolescencia una etapa fundamental. Nueva York, 2002.División de Comunicaciones.United Nations Plaza,Nueva York, NY 10017. USA

• Navarro Soria Ignacio Javier, Pérez Neli. (2011) Psicología del desarrollo humano: del nacimiento a la vejez. Editorial Club Universitario. España.

SEXUALIDAD

La adolescencia como etapa vital con características propias, surge como concepto (y como término) con el advenimiento de la modernidad. La particularización de la adolescencia, estaría relacionada, según varios autores, a la necesidad de instituirse un momento vital de pasaje entre la infancia y la adultez, que favoreciera el retraso de la reproducción biológica en las mujeres (confinándola al matrimonio) y que posibilitara la capacitación de los varones para el trabajo. Mientras para las primeras, implicaba una preparación para el matrimonio y el rol de madre-esposa; para los segundos, implicaba la preparación para el mundo de lo público social.

La Sexualidad representa una formación continua en la etapa de la adolescencia, ya que se manifiestan un sin número de cambios, en los aspectos fisiológicos, que determinarán en mucho la identidad del joven y su propia personalidad, la cual será determinante para la siguiente etapa de la vida.

El periodo de la adolescencia es una época de rápidos cambios y difíciles empresas. El desarrollo físico es sólo una parte de este proceso, porque los adolescentes afrontan una amplia gama de requerimientos psicosociales: independizarían de los padres, consolidación de las cualidades necesarias para relacionarse con los compañeros de la misma edad, incorporación de una serie de principios éticos aplicables a la realidad práctica, fomento de las capacidades intelectuales y adquisición de una responsabilidad social e individual básica, por nombrar sólo algunos. Pero a la vez que el adolescente se encara con tan compleja sucesión de dificultades concernientes a su evolución conjunta como ser humano, debe dirimir su sexualidad aprendiendo el modo de adaptarse a los cambiantes sentimientos sexuales, escogiendo cómo participar en las diversas clases de actividad sexual, descubriendo la manera de identificar el amor y asimilando los necesarios conocimientos para impedir que se produzca un

embarazo no deseado. No es extraño que en ocasiones el adolescente sea víctima de conflictos, sufrimiento y desconcierto.

Es en esta etapa, donde los sueños y las fantasías sexuales se tornan más frecuentes y explícitos, muchas veces como elemento auxiliar de la masturbación. La fantasía, en el marco de la adolescencia, cumple varios cometidos: realza por lo general el placer de la actividad sexual; puede sustituir a una experiencia real (pero inasequible); origina excitación o provoca el orgasmo; constituye una especie de plataforma de ensayo mental de cara a ulteriores situaciones sexuales (aumentando la tranquilidad y anticipándose a posibles problemas, igual que ocurre con el ensayo de cualquier otra actividad). En suma, supone un medio de experimentación sexual sin riesgos, controlable y nada conmocionante. La experiencia del adolescente, en cuanto a la exploración del alcance y aplicabilidad de las fantasías, repercute decididamente en su actividad sexual y en la propia seguridad a la hora de desempeñarse sexualmente en fases posteriores.

Independencia

A medida que el adolescente pugna por consolidar un sentido de identidad e independencia personal con respecto a sus padres y a otras figuras autoritarias, adquieren gran importancia las relaciones recíprocas con los compañeros y compañeras de la misma o parecida edad. Así, por ejemplo, la necesidad de libertad que experimenta el adolescente se acompaña normalmente del imperativo de ser como sus amigos, por más que en ocasiones ambas exigencias sean contrapuestas o antagónicas. Las presiones del grupo de edad a que pertenece el adolescente varían según las colectividades sociales.

En su ansia por liberarse de la supervisión de los padres y de los adultos, algunos adolescentes ven en el sexo un medio de demostrar su aptitud para tomar decisiones propias y de presentar cara a la escala de valores de la otra generación. Pero la conquista de esa libertad no es tarea fácil, ya que los adolescentes adquieren de un modo y otro un considerable legado sexual de sus mayores y de la generación correspondiente en el que se incluyen pautas discriminatorias hacia el sexo femenino y un intenso sentimiento de culpabilidad sexual. Han cambiado antes las actitudes que la conducta, puesto que hoy está muy extendida la idea de igualdad entre ambos sexos No obstante, perdura en ciertos aspectos el criterio de la superioridad del varón. Aún se espera que sea éste el que tome la iniciativa sexual, y si es la mujer la que lo hace, lo más probable es que se la tache de "atrevida" o "calentorra". Los adolescentes no se han desembarazado de todo vestigio de problemas sexuales, mala información y desconcierto en materia de sexualidad; más bien parece que hayan sustituido determinados problemas por otro contingente de dificultades.

Dentro de las pautas de conducta sexual se encuentra la masturbación, que cumple en los adolescentes varias funciones de importancia, como son el alivio de la tensión sexual, el constituir una forma inocua de experimentación sexual, la mejora de la autoconfianza en el desempeño sexual, el dominio de los impulsos sexuales, la mitigación de la soledad y una válvula de escape de la tensión y el estrés generales.

Las caricias o petting es definido por Kinsey et. al. (2004) como el contacto físico entre varones y mujeres con miras a lograr la excitación erótica sin realizar el coito. Por lo tanto, el petting debe contemplarse a la luz de los cambios de actitud que hoy se observan en la conducta sexual del adolescente, y que además de practicar buen número de actividades sexuales a edad más temprana que otras generaciones, muchos de los adolescentes de nuestros días han prescindido de la costumbre de "salir" o darse cita con compañeros o compañeras y de "entablar un noviazgo" formal, ateniéndose a pautas de interacción social menos estructuradas.

En lo que respecta a la primera experiencia coital puede constituir un episodio de dicha, goce, intimidad y satisfacción o, por el contrario, originar inquietud, desengaño y culpa. Es un error deducir que los chicos y chicas que tienen su primera relación coital a edad más temprana son por ello mismo promiscuos, ya que muchos adolescentes jóvenes se limitan a realizar la experiencia con una misma compañera en cada ocasión. También debe tenerse en cuenta que no pocos adolescentes que ya no son vírgenes realizan el acto sexual con escasa frecuencia. En el caso de algunos muchachos, sobre todo los que "probaron" efectuar la cópula por el afán de experimentar, desvelado el misterio hallan menos intrigante y apetecible la relación sexual y pasan largos periodos sin hacer el amor o copulando de tarde en tarde, impulsados a veces por el deseo de encontrar "la persona adecuada". Los adolescentes que mantienen una relación amorosa que permanece desde hace tiempo, suelen realizar el coito con bastante regularidad.

En los últimos años se ha puesto de manifiesto que entre los adolescentes con experiencia sexual está emergiendo un contingente que se muestra desengañado, insatisfecho o turbado en lo que atañe a su vida sexual. En ocasiones se trata de muchachos o muchachas que esperaban tanto de esa primera experiencia que luego se sienten poco menos que frustrados o estafados si la situación no resulta emocionante. Otros padecen trastornos sexuales que les han impedido gozar del contacto íntimo. Un tercer grupo está constituido por adolescentes que en un principio gozan con la experiencia sexual, pero que pierden interés por ella cuando se dan cuenta de que la relación con el compañero o compañera tiene tan sólo una motivación sexual, o cuando se rompe el vínculo y una parte se siente utilizada o manipulada. Buena parte de esos optan por la continencia para salir del paso, en la confianza de que cuando sean mayores- o cuando den con la pareja adecuada- las cosas serán de otro modo. Por último están los que, siendo sexualmente activos, hallan escaso o nulo el placer en las relaciones íntimas.

La experiencia homosexual en esta etapa también se hace presente debiéndose tener en cuenta, que un encuentro aislado entre dos adolescentes del mismo sexo o una pauta efímera de actividad homosexual no basta para afirmar que el individuo tenga una inclinación de este tipo. La mayor parte de los adolescentes que han tenido experiencias homosexuales no se ven como tales y, ya adultos, su conducta es heterosexual. Aun así, hay adolescentes que albergan sentimientos de culpa y se muestran ambivalentes respecto a su orientación sexual como consecuencia de un solo episodio de ese género, lo que les turba emocionalmente.

El adolescente que se inquieta ante la idea de ser homosexual reacciona de muy diversas formas. Los hay que evitan toda relación con individuos del mismo sexo a la vez que tratan de reforzar su identidad heterosexual saliendo con chicas y entregándose a contactos amorosos heterosexuales. Otros optan por evitar todo tipo de situaciones sexuales. Además, están los que se tienen por bisexuales, los que estiman que la excitación homosexual es una etapa transitoria que dejarán atrás, y, en fin, los adolescentes que recaban la ayuda de un profesional para salir de apuros.

Algunos adolescentes "sienten" de manera intuitiva que son homosexuales, o bien superan el desconcierto inicial acerca de su identidad sexual y asumen de forma positiva la homosexualidad. Estos últimos suelen consultar libros sobre el tema, buscan la compañía de otros homosexuales y aspiran a introducirse socialmente en la subcultura homosexual. Estas personas se enfrentan con algunas dificultades en virtud del concepto hoy vigente sobre la homosexualidad y no confiesan sus preferencias sexuales a la familia o a los amigos (lo que se conoce como coming out, es decir, "salir a la superficie") hasta más tarde, y eso suponiendo que decidan hacerlo.

Ante este panorama, se puede concluir que el ordenamiento social moderno basado en las diferencias “naturales entre los sexos”, ha generado nuevas organizaciones eróticas. El sistema de permisos y prohibiciones respecto a la sexualidad, ha variado según se trate de mujeres y varones. Y también, según se trate de adolescentes o adultos.

Somos testigos de procesos de transformación de las sociedades modernas hacia nuevas formas de organización social y producción de subjetividades: cambios en los arreglos familiares, en los lugares socialmente construidos para mujeres y varones, en el des-dibujamiento del significado de lo público – privado moderno, en el surgimiento de nuevos sujetos sociales, y en la creciente exclusión social de otros.

En este escenario cambiante, los nuevos significados, discursos y posibilidades de ejercicio de la sexualidad de los adolescentes, se cuestionan, disputan y contribuyen a transformar ciertos consensos sociales. Fisuras en los antiguos vínculos contractuales entre mujeres y varones, así como en los consensos sociales sobre las prácticas sexuales son aspectos centrales en este proceso de transformación social, cultural y política.

El proceso de la adolescencia supone el pasaje de mayores grados de dependencia a crecientes grados de autonomía que son del orden afectivo, sexual, social y económico ,por lo que es necesario que se generen condiciones habilitantes y posibilitadoras en este proceso.

El concepto de autonomía en el campo de la sexualidad está referido a la idea de que la persona desarrolle la capacidad de negociar sexualmente con el otro, desde un lugar de equidad. Implica poder identificar, conocer y dar sentido a las propias necesidades sexuales y buscar formas de satisfacción en el marco del respeto por las propias decisiones. Implica el relacionamiento con el propio cuerpo, su conocimiento, respeto y cuidado. Implica, particularmente saberse sujeto de derechos también en el campo de la sexualidad y las decisiones reproductivas. La toma de decisiones en la vida sexual favorece el desarrollo de sujetos autónomos e integrales en otras áreas de la existencia y contribuye a la construcción de convivencia social.

• Condon Bill, Wolfe Linda. (2004). Kinsey: public and private Editor Newmarket. Universidad de Virginia. E.U.

• EL FARO (2001) "Un Punto de Partida en el Proyecto de Vida". Foro Juvenil, Centro El Faro.Ministerio del Interior Seguridad Ciudadana, Montevideo. pp. 8.

FAMILIA

La familia como sistema abierto, está ligado e intercomunicado con otros sistemas como el biológico, psicológico, social y ecológico. Esta pasa por un ciclo en el que se crece, nace, se reproduce y se muere (Estrada Lauro, 2012).

Los responsables de la transmisión de las normas, valores y modelos de comportamiento son los llamados agentes de socialización, que son muchos y pueden actuar de acuerdo, por lo menos en una serie de normas y de conductas en torno a las cuales se da un consenso de toda la sociedad, pero que también pueden competir entre sí transmitiendo diferentes contenidos que reflejan la pluralidad de los valores y opiniones existentes en la sociedad ya que es difícil imaginar la socialización como un proceso unitario e indiferenciado.

La familia es el agente de socialización más importante en la vida de un individuo, no sólo porque es el primer agente, sino porque se constituye en el nexo entre el individuo y la sociedad. Es la familia la que socializa al niño permitiéndole interiorizar los elementos básicos de la cultura y desarrollar las bases de su personalidad y la confirmación de las expectativas de los padres puede adoptar dos formas (Miller, P.A. y otros, 1995): la primera forma de conformidad se etiqueta como obediencia y se refiere a situaciones en las que un niño se ajusta a las peticiones o presiones de los padres simplemente para obtener recompensas o evitar castigos. Es probable que el niño que se limita a obedecer vuelva a su comportamiento original (o a la falta del mismo) cuando cesen de darse recompensas o castigos. La segunda forma de conformidad se denomina interiorización e implica un cambio que es más duradero e independiente del valor instrumental inmediato de la actitud o la conducta personal en cuestión.

Toda familia socializa al niño de acuerdo a su particular modo de vida, el cual está influenciado por la realidad social, económica e histórica de la sociedad a la que pertenece. A este respecto, Diana Baumrind (en Miller, P.A. y otros, 1995), ha

delineado tres estilos de interacción entre padres e hijos que pueden estar relacionados con el desarrollo de la conducta prosocial: la primera pauta es la de los padres dictadores, que son muy estrictos y establecen límites estrictos en la expresión presumible de las necesidades del niño. Los padres dictadores esperan una obediencia estricta y casi nunca o nunca explican sus acciones; en cambio suelen recurrir mucho a tácticas afirmadoras de su poder (castigos, amenazas, privación de privilegios) para obtener obediencia.

La segunda pauta es la de los padres autoritarios. Estos esperan una conducta madura y establecen unas normas claras para estas conductas. También imponen firmemente normas y reglas utilizando órdenes y sanciones cuando lo creen necesario. Sin embargo estimulan la independencia y la individualidad del niño y valoran la comunicación abierta entre padres e hijos, reconociendo los derechos de unos y otros.

El tercer estilo es el de los padres permisivos. Estos se caracterizan por plantear relativamente pocas exigencias a sus hijos y por ejercer raramente un control firme sobre ellos. Estos padres también son relativamente cálidos y estimulan a sus hijos a expresar sus sentimientos e impulsos.

En esta misma línea y haciendo referencia a la clase social, Villarroel (1990), expone dos tipos de patrones de socialización familiar: uno orientado a la obediencia (socialización represiva) y otro a la participación (socialización participatoria).

La socialización represiva se da generalmente en el estrato social bajo y se caracteriza por el énfasis que ponen los adultos sobre la obediencia del niño, el respeto a la autoridad y a los controles externos. Así, cuando el niño no cumple con las expectativas de los adultos, éstos emplean distintas formas de castigo que atentan tanto a la integridad física como a la integridad del YO. Por el contrario,

cuando el niño responde a las expectativas adultas raramente es premiado puesto que, en este caso, está desempeñando el rol que le corresponde.

La socialización represiva se asocia, además, con un tipo de organización familiar en la que los miembros consiguen su cohesión y unidad principalmente a través de la complementariedad de los roles tradicionales. El padre es el proveedor y la madre ama de casa. En estas familias la socialización consiste principalmente en la enseñanza de los roles y la transmisión de expectativas de conducta tradicionales. Los demás miembros de la familia se convierten en modelos para el niño quien se esforzará por imitarlos. Aquí, el niño se desenvuelve en un sistema de relaciones preestablecidas en el que los roles que corresponden a cada uno de los miembros de la familia han sido definidos y prácticamente resulta imposible cambiarlos. De existir alguna flexibilidad en términos de la posibilidad de toma de decisiones, éstas van a depender del tipo de actividad a realizar y de las diferencias de género de los niños.

La socialización participatoria se lleva a cabo generalmente por las familias de clase media y alta y se caracteriza por enfatizar los premios más que los castigos, se refuerza la conducta apropiada en vez de castigar la conducta incorrecta. Los premios, por su parte, son de tipo simbólico más que material. En caso de usar el castigo como una forma de modificación de conducta, éste también es de tipo simbólico. La socialización participatoria provee al niño con la libertad para probar cosas por sí mismo y explorara el mundo en sus propios términos. Las reglas sociales no son impuestas sino más bien construidas por el niño con la colaboración del adulto. La colaboración entre ambos asume la forma de diálogo y el código lingüístico utilizado es el código elaborado. Este tipo de socialización posibilita el desarrollo integral del niño, otorgándole la oportunidad de elegir, proporcionándole las condiciones para desarrollar su creatividad, explicándole las situaciones y ayudándole a comprenderlas. La socialización participatoria se

asocia con una organización familiar en la que la cohesión se logra a través de las actividades conjuntas y el desarrollo de metas familiares comunes.

Bibliografía

• Lindgren, H.C. (1979): Introducción a la Psicología Social. Trillas, México.

• Miller, P.A. y OTROS (1995): «El desarrollo y la socialización de la conducta prosocial», en Hinde, R.A. y Groebe, J.O.: Cooperación y conducta social. Ed. Visor. Madrid.

• Villarroel, G. (1990): «Modos de socialización familiar y sus efectos en el niño» ESTUDIOS PEDAGÓGICOS, Nº 16. Universidad Austral. Chile.

CICLO VITAL DE LA FAMILIA

Todo individuo al unirse para formar una familia, se convierte en el depositario de la responsabilidad compartida e individual de todo aquello que se dé y geste dentro de su seno a través de un ciclo.

De acuerdo con lo anterior, el ciclo vital de la familia es el proceso por el que todas las familias tendrán que atravesar, adquiriendo características de normalidad o patología. Atendiendo a ello el psicoanálisis hace su aportación al sistema familia, donde Freud asienta los caminos al hablar acerca de la infancia, abarcando desde que los padres conciben la idea de procrear, hasta la aparición de la pubertad y adolescencia. Es en este proceso donde se pueden valorar y medir los fenómenos de relación de pareja madre-bebé. Es evidente a su vez, que el padre también se encuentra inmerso en las interrelaciones, sumando a ello la influencia de los familiares que interactúan el ese núcleo familiar (hermanos, tios, abuelos, sirvientes, vecinos, etc.) convirtiéndose en un enfoque global de sistema.

En apoyo al psicoanálisis, la sociología sostiene que, tanto la sociedad entera como su célula fundamental, la familia, poseen una influencia decisiva en la producción de elementos que determinan en el individuo estados de salud y fuerza o de enfermedad psíquica y emocional.

Así, hablar de pareja, desde el punto de vista clínico, es hablar de la circunstancia marital y no de cada miembro individualmente, pensando en términos de un problema que se produce en un sistema social miniatura, no perdiendo de vista la individualidad de cada uno de sus elementos.

Para examinar la situación en la familia, debe por tanto, examinar lo que pasa psíquicamente en la persona, entre ella y su ambiente humano y lo que perturba el proceso social del mismo.

Á interacción indica tener en cuenta las relaciones psíquicas de una persona con su ambiente. El compromiso emocional de una persona en uno u otro tipo de relaciones humanas moviliza las tendencias enfermas o sanas que predominan.

Además, el sistema social y el grupo es donde el individuo vive la experiencia de tener una identidad social e individual. Por lo que, solo puede lograrse una concepción significativa de salud mental cuando se relaciona el funcionamiento individual con las pautas de relación humana del grupo primario.

Individuo, familia y grupo social son partes interrelacionadas de un todo que cambian y se transforman con el tiempo. Así, individuo y grupo actúan reciproca e interdependientemente influyendo en el proceso de cambio. No somos los mismos cuando estamos solos que cuando nos encontramos bajo alguna influencia.

Del psicoanálisis retoma:

La ambivalencia, definida como la coexistencia de dos impulsos, deseos o sentimientos o emociones opuesta hacia la misma persona, objeto o meta, de manera consciente o inconsciente, total o parcial.

Conflicto intra psíquico: choque determinado por factores inconscientes entre dos fuerzas emocionales opuestas, básico para eolicar la vida psíquica y la etiología de los trastornos psicológicos.

Motivación inconsciente, refiriéndose a los impulsos psíquicos, que dan origen a diferentes actividades mentales.

Estos conceptos ayudan a entender y sistematizar el trabajo de la mente en sus diferentes funciones.

Familia nuclear se visualiza por lo tanto, como los seres vivos que viven bajo un mismo techo y que tienen un peso emotivo significativo entre ellos. Este sistema incluye: subsistema marital (pareja), padres e hijos y hermanos. teniendo en cuenta miembros que pudiesen formar parte de estos subsistemas en un determinado momento.

Características internas de la familia.

Las características que le son propias son nacer, crecer, tener problemas, reproducirse y morir, además de cruzar por ciclos o periodos vitales donde se presentan alternadamente épocas de salud o enfermedad con características especiales según la etapa de su existencia.

Así la familia recorre su ciclo vital entre penas y alegrías, donde puede segur armónicamente su camino o bien pretender dar zancadas, avanzar a grandes saltos, brincarse etapas, regresar a Pautas emocionales anteriores o detenerse para siempre en alguna parte del camino.

Unidad de personalidades interactuantes formando un sistema de emociones y necesidades engarzadas entre sí, Por lo que cualquier grupo de personas que pretendan vivir juntos, necesitan, para obtener la cooperación de todos, ser capaces de anticipar las respuestas de cada uno de los que forman el grupo y de predecir razonablemente el comportamiento de sus miembros. De la misma manera debe ser capaz de dar caida a todos los impulsos de sus integrantes y permitir la expresión y satisfacción de todas sus necesidades, con ello el individuo se verá más tranquilo y capacitado para su desempeño social, puesto que sus errores y fracasos ya fueron ensayados en un grupo social pequeño (la familia), que es mas predecible y manejable que la amplia sociedad.

Las familias que niegan cualquier matiz del espectro emocional se encontraran asimétricas y desbalanceadas, pudiendo llegar a producir niños con zonas emocionales ciegas o apagadas.

Así la unión familiar es una especie de respuesta a las diferentes presiones que un ambiente dado ejerce sobre el individuo. Existen categorías útiles para investigar una familia como la capacidad para reconocer y resolver problemas emocionales, la intensidad y localidad de la comunicación, la clase y graduación de la expresión afectiva, el nivel de la autonomía que se permite a sus miembros, la presencia o ausencia de problemas psicopatológicos en tres o más miembros de una familia.

Por tanto dentro del ciclo vital de la familia los objetivos principales dentro de cada una de las etapas serán resolver las tareas o crisis que la conforman en las subsecuentes etapas de desarrollo y aportar los complementos a las necesidades de sus miembros con objeto de que puedan lograr una satisfacción en el presente y una preparación segura y adecuada para el futuro.

Bibliografía

• Lauro Estrada Inda (2012). El ciclo vital de la familia .Editor Debolsillo. México.

MUNDO DEL TRABAJO

La sociedad es un conjunto de individuos que se interrelacionan con diferentes dimensiones políticas y económicas. En el mundo laboral, para realizar un proyecto se necesita la colaboración de todas las personas para lograr el objetivo común, en conjunto de una buena organización y repartición de tareas.

Lo cierto es que para subsistir y desarrollarse, el ser humano ha tenido que entender el funcionamiento de la naturaleza y encontrar la manera de modificarla para facilitar su vida cotidiana. Esto lo ha hecho mediante el trabajo.

Desde los tiempos remotos se ha dado una convivencia sólida entre el ser humano y el trabajo, ya que los hombres anteriormente se unían esfuerzos para cazar y pescar, esto quiere decir que desde la antigüedad se han establecido reglas y “convenios” para poder realizar labores que mejoren nuestra vida.

Actualmente la relación del trabajo con el hombre aun sigue estando muy estrecha, pues hoy en día se ha vuelto una necesidad trabajar para subsistir, así si queremos comer, vestir, o uno que otro lujo se debe de trabajar para obtener lo que se desea. Además existen muchos jóvenes que trabajan en las tardes para poder pagar sus estudios, en ocasiones se llega a descuidar la escuela, pero la necesidad económica que existe es más grande, eso provoca que los estudiantes dejen la escuela, para unirse al mundo laboral.

El trabajo que hacemos es uno de los factores centrales en nuestro estilo de vida (Hansen) ,2003. La socialización que implica el ingreso del mundo al trabajo puede determinar por tanto, dónde vivimos, el tipo de casa que tenemos, los patrones de amistad y nuestras opiniones.

El hombre moderno no necesariamente se siente ligado a una ocupación por el resto de su vida. Uno de los motivos en el cambio de su profesión en la madurez

Puede darse por la reaparición de sueños o ideales de juventud y a la disminución de responsabilidades familiares.

Las grandes expectativas y esfuerzos sin recompensa conducen a la fatiga laboral, despertando sentimientos de ira, frustración y desesperación, debiendo aprender actitudes realistas ante el trabajo.

La pérdida del empleo es acompañada por un duelo, que comienza con la incredulidad seguida por la ira, protesta y quizá una etapa de renegociación para recuperar el empleo. Una vez que se acepta la perdida se recobra la esperanza de reingresar al mercado laboral.

En conclusión, las personas son mundos particulares con exigencias y características únicas que para desarrollar su potencial pueden abocarse al trabajo, determinante en la dignidad de la persona y satisfacción propia. El trabajo es una tarea no siempre fácil, en especial si se trata de la convivencia con otras personas, pero tiene resultados en cuanto a la maduración y superación que valen la pena experimentar, por el bien propio y el beneficio social.

• Hansen l. Bárbara (2003). Desarrollo en la edad adulta. México, manual moderno.

• García Francisco Javier, Martin pilar, Rodríguez Isabel y Pairó José Ma. (2001). Cambios en los componentes del significado del trabajo durante los primeros años de empleo: Un análisis longitudinal. Anales de sicología vol. 17, no. 2 (Diciembre), 201-217.

DESARROLLO SOCIAL, AMISTAD Y ELECCIÓN DE PAREJA

La adultez joven o temprana comienza hacia el final de la adolescencia y llega hasta los 35 años. En este momento se alcanza el apogeo biológico, se asumen los roles sociales más importantes y se empiezan a establecer relaciones sociales más serias en el ámbito laboral y en el personal. Es la etapa en la que predomina el proceso de individuación. Es decir, se logra la independencia y autonomía en varios planos. Un adulto es alguien capaz de verse a sí mismo como un individuo autosuficiente que forma parte de la sociedad.

La primera etapa representa el puente de desarrollo entre el mundo adolescente y el adulto. Un tema clave es la separación de la familia de origen, que conlleva la mudanza del hogar paterno, incrementar la independencia económica y emprender nuevos roles más responsables. Simultáneamente surge la necesidad de disminuir la dependencia emocional de los padres y aumenta progresivamente el compromiso con el sexo opuesto. Para poder formar una pareja es necesario que surja la necesidad de complemento, así como también debe existir cierta capacidad para proyectarse en el otro sin fusionarse y perder la individualidad.

La primera década comprende un período de exploración y prueba de alternativas (de vocación, pareja, etc). Se empieza a trabajar o a estudiar en la universidad y se abandona el hogar paterno. Sin embargo, las elecciones que se realizan son tentativas y aún no implican un compromiso definitivo.

Para la mayoría de los jóvenes adultos, el hecho de elegir una pareja y crear una familia es otro de sus objetivos. Es frecuente que decidan casarse y tener hijos. La pareja debe establecer su territorio con independencia de la influencia de las familias de origen. La paternidad y maternidad es uno de los desafíos más importantes de esta etapa. El nacimiento de un niño representa la convergencia de dos familias y crea abuelos y tíos por ambos lados de las familias de origen. Al adquirir el nuevo rol de padres disminuye su rol de hijos y se consolidan como adultos.

La etapa del cuidado de los hijos pequeños puede generar conflictos en las madres que deciden relegar su profesión para dedicarse a su crianza. El anhelo de una mayor participación en el mundo adulto puede hacerlas sentir insatisfechas y frustradas. Por eso cuando comienzan la etapa escolar pueden reformar sus actividades que habían hecho a un lado.

Hacia los 30 años surge la necesidad de tomar la vida más seriamente. Las personas comienzan a afianzarse en el campo laboral y están en pleno desarrollo profesional. Los proyectos esbozados al comenzar la carrera empiezan a concretarse. Es una época de crecimiento personal y profesional. El trabajo permite desarrollar habilidades, cumplir con responsabilidades individuales y sociales, pero al mismo tiempo contribuye a situar a las persona en relación con los demás, definiéndolo socialmente. El trabajo para el adulto es lo que el juego para el niño, lo inspira y lo proyecta al futuro.

La mayoría de las personas entran en crisis al llegar a los treinta. Surgen dudas, existen mayores presiones y más responsabilidades. Es bastante frecuente que se manifiesten en formas de replanteos, de conflictos matrimoniales, cambios de trabajo, depresión o ansiedad. Pero para otros llegar a los treinta significa descubrir aptitudes e intereses que hasta ahora se desconocían o no se habían considerado. Las relaciones con la familia y con los amigos continúan siendo estables y las metas profesionales progresan con rapidez.

En la adultez temprana predomina el pensamiento operativo, dispuesto a ejecutar decisiones de profundas proyecciones hacia el futuro. Pero hacia los 35 años se va tornando más reflexivo, y empiezan a aparecer los primeros atisbos de lo ya decidido y logrado. Frecuentemente, como producto de esta evaluación se realizan grandes cambios como son los divorcios, los cambios de ocupación, etc.

Ya hacia el final de la etapa aparece un fuerte sentimiento de compromiso en todos los planos (conyugal, familiar y profesional). Es un momento de asentamiento y consolidación. Se lucha por progresar en lo que se ha comenzado en etapas anteriores. Se intenta construir una vida mejor, utilizar las propias habilidades, perfeccionarse en el área laboral y contribuir a la sociedad. Se desea reconocimiento, pero al mismo tiempo libertad. Es la época en que se guía a generaciones futuras, sobre todo a través del rol activo de la paternidad y maternidad.

En la etapa del adulto joven Shaie plantea un modelo de desarrollo cognitivo donde identifica cinco etapas por las que pasa la gente para adquirir conocimiento, luego lo aplica a su vida. El adulto joven pasa por 3 de estas etapas las cuales son:

• Etapa de logro: el individuo reconoce la necesidad de aplicar el conocimiento adquirido durante la etapa anterior para alcanzar metas a largo plazo.

• Etapa de responsabilidad: el individuo utiliza sus capacidades cognitivas en el cuidado de su familia, personas de su trabajo y comunidad.

• Etapa ejecutiva: desarrollan la habilidad de aplicar el conocimiento complejo en distintos niveles, por ejemplo: Instituciones Académicas, Iglesia, Gobierno, entre otras.

Para Piaget y Kohlberg, el desarrollo moral depende del desarrollo cognitivo, sería una especie de superación del pensamiento egocéntrico una capacidad creciente para pensar de manera abstracta. Kohlberg en su teoría del desarrollo moral, plantea que en las etapas quinta y sexta el desarrollo moral es una esencia una función de la experiencia.

Los individuos sólo podrían alcanzar estos niveles pasados los 20 años, ya que para que las personas reevalúen y cambien sus criterios para juzgar lo que es correcto y justo requieren de experiencias, sobre todo aquellas que tienen fuertes contenidos emocionales que llevan al individuo a volver a pensar. Según Kohlberg, existen dos experiencias que facilitan el desarrollo moral: confrontar valores en conflicto y responder por el bienestar de otra persona. Desarrollo físico en la adultez joven

En la adultez joven la fuerza, la energía y la resistencia se hallan en su mejor momento. El máximo desarrollo muscular se alcanza alrededor de los 25 a 30 años, luego se produce una pérdida gradual. Los sentidos alcanzan su mayor desarrollo: la agudeza visual es máxima a los 20 años, decayendo alrededor de los 40 años por propensión a la presbicia; la pérdida gradual de la capacidad auditiva empieza antes de los 25 años; el gusto, el olfato y la sensibilidad al dolor y al calor comienza a disminuir cerca de los 45 años. En esta etapa también se produce el nacimiento de los hijos, ya que tanto hombres como mujeres se encuentran en su punto máximo de fertilidad.

Los adultos jóvenes se enferman con menos facilidad que los niños, y si sucede, lo superan rápidamente. Los motivos de hospitalización son los partos, los accidentes y enfermedades de los aparatos genitourinarios. En esta etapa la causa principal de muerte son los accidentes, luego el cáncer, enfermedades del corazón, el suicidio y el Sida.

Existen siete hábitos básicos importantes relacionados directamente con la salud: desayunar, comer a horas regulares, comer moderadamente, hacer ejercicio, dormir 7 u 8 horas en la noche, no fumar y beber moderadamente.

En esta etapa la dieta es muy importante, ya que "lo que las personas comen determina su apariencia física, como se sienten y, probablemente, que enfermedades pueden sufrir". La actividad física ayuda en el mantenimiento del peso, tonificación de los músculos, fortalecimiento del corazón y pulmones, protege contra ataques cardíacos, cáncer y osteoporosis, alivia ansiedad y depresión. El fumar y el beber en exceso están estrechamente relacionados con problemas de tipo cardíaco, gastrointestinal y cáncer. La salud puede verse influenciada por diversos factores como son: los factores socioeconómicos, la educación y el género.

Desarrollo social en la adultez joven

Amor: los teóricos dividen al amor en cinco elementos:

1. Amor romántico: ternura o apasionamiento, sentimientos intensos.

2. Amor erótico: atracción sexual, sexo y amor son interdependientes

3. Amor dependiente: mutua dependencia, que en casos extremos podría llegar a transformarse en obsesión o comportamiento neurótico.

4. Amor filial: basado en compañía o interés común.

5. Amor altruista: interés y preocupación genuina, dar y recibir son mutuos.

Sternberg propone tres elementos en el amor: intimidad, pasión y compromiso; de cuya combinación resultan ocho tipos de relaciones: ausencia de amor; gusto por el otro; apasionamiento; amor vacío, romántico, de compañía, ilusorio y finalmente un equilibrio de los tres elementos.

Matrimonio:

La calidad de la vida matrimonial tiene fuerte incidencia en la felicidad y satisfacción de los individuos. El ciclo familiar se divide en etapas que reflejan los cambios ocurridos.

Entre las tareas de ajuste matrimonial se presentan los siguientes planos: satisfacción y apoyo emocional; ajustes sexuales; hábitos personales; roles sexuales; intereses materiales; trabajo, empleo y logros; vida social; familia; decisiones; conflictos y resolución de problemas; moral, valores e ideologías.

Divorcio:

algunos de los problemas más dañinos para una relación matrimonial: comunicación; expectativas irreales sobre el matrimonio o el cónyuge; problemas de roles; ausencia de amor y demostraciones de cariño; alcoholismo; sexualidad disfuncional; relaciones extramaritales, entre otros.

Sexualidad:

El adulto joven debe lograr:

• Independencia.

• Competencia.

• Responsabilidad e igualdad en relación con su sexualidad.

• Determinar el estilo de vida que llevará, en esta tarea debe tomar decisiones relacionadas con:

• Tipo de relación sexual (informal, formal, recreativa).

• Forma de expresión de su sexualidad (heterosexual, homosexual, bisexual).

• Contraer o no matrimonio.

• Tener o no un hijo.

Paternidad:

Otro de los hechos que se dan en la edad adulta temprana, es el nacimiento de los hijos. Dicho acontecimiento marca un período de transición en la vida de la pareja, ya que la llegada de un nuevo miembro a la familia, altera o impacta en la dinámica de la pareja.

En relación al momento para tener hijos, generalmente las parejas de hoy tienen menos hijos y en edades más avanzadas, que en el pasado.

El predictor más importante de la edad en que llega el primer hijo, es el nivel educativo ya que generalmente, la mujer con cierto nivel de instrucción emplea su primer año de casada para terminar la educación o comenzar una carrera. Esto conlleva a tener hijos sobre los 25 años. Este hecho presenta ventajas y desventajas para la madre y el bebé. La principal desventaja está relacionada con los problemas de salud que se pueden presentar, para la madre, durante el parto. Por otra parte, es favorable para los bebés ya que las mujeres mayores cuentan con mayor disponibilidad para la maternidad. Estudios indican que las madres mayores sienten mucha satisfacción de ser madres, dedican más tiempo para cumplir su rol, se demostró también mayor afectividad y sensibilidad con los hijos. Las actitudes de las parejas frente al embarazo, responden a situaciones de tipo económico y personal, ya que se presentan otras prioridades: formarse, conseguir trabajo y tener una vivienda. Estos aspectos influyen en la decisión de las parejas, cada vez más para no tener hijos.

Amistad:

Se da con mayor frecuencia que en otras etapas de la vida. Implica confianza, respeto, disfrutar de la compañía del otro, comprensión, entre otros. Las buenas amistades son más estables que los vínculos con un cónyuge o amante, y son del mismo sexo. Reportan un importante beneficio para la salud, ya que el apoyo emocional de otra persona contribuye a minimizar los efectos del estrés, además fomentan el sentimiento de fijarse un propósito en la vida y mantener la coherencia. Los lazos familiares y de amistad, establecidos durante la adultez joven, perduran a través de la vida.

Educación superior y trabajo:

La época universitaria puede ser una etapa de búsqueda intelectual y crecimiento personal, ésta ofrece la posibilidad de moldear una nueva identidad personal. Los universitarios pueden presentar una crisis de identidad que originan serios problemas (abuso de drogas y alcohol, desórdenes alimenticios, suicidio), pero generalmente fomenta un desarrollo saludable.

Las diversas áreas de estudio que se presentan enseñan diferentes habilidades para razonar y esto puede ayudar a las personas a enfrentar de manera distinta la incertidumbre que se les presenta ante la vida. A medida que los estudiantes se enfrentan con una variedad de ideas, aprenden que existen diversos puntos de vista que pueden coexistir.

Con relación al trabajo, influye en muchos aspectos del desarrollo tanto físicos, intelectuales, emocionales y sociales. En general, los sujetos menores de cuarenta están pasando por un proceso de consolidación de su carrera, se sienten menos satisfechos con su trabajo que como lo estarán más adelantes, se involucran menos con su trabajo y es más probable que cambien de empleo. Los trabajadores jóvenes se preocupan más por lo interesante que pueda ser su trabajo y por las posibilidades de desarrollo que pueda presentar.

VINCULOS, TRANSICIONES Y DESAFIOS FAMILIARES

La familia es el lugar por excelencia de los afectos y el lugar de la responsabilidad personal, tanto frente a lo pequeño del hombre, como de la mujer o del hombre al cual se une, se implican por tanto la presencia del otro que impacta y suscita emociones.

Cualidades simbólicas como confianza, esperanza, justicia, entendidas en sentido dialectico, conviven siempre con su opuesto, área insana que amenaza las relaciones familiares.

La confianza se identifica como la fuerza constitutiva del desarrollo humano y elemento fundamental para la constitución de la relación social, moviéndose en un área de incertidumbre, dado que es una apertura riesgosa de crédito frente al otro, teniendo a su vez un lado de obligación relacional: quien recibe confianza es empujado a actuar de manera que no la traicione.

Es tan importante tener confianza y promover confianza en los otros, como ser digno de confianza; es en la toma de decisiones riesgosas que surge como crédito frente al otro capaz de producir acciones cooperativas, convirtiéndose en un efecto de circularidad virtuosa.

Esta confianza en el horizonte cultural actual, pasa de una fuerte centralización en los aspectos ético-normativos a una centralización en los aspectos afectivo emocionales, encontrando por tanto esta característica incorporad en la representación del hijo, del pacto conyugal y de la función parental.

Las relaciones familiares se desatan entre el dar, el recibir y el intercambiar y en las familias sanas, aquellas que producen generatividad, se intercambia no solo por obligación moral sino porque están movidos por el deseo de restituir.

Por lo tanto, intercambiar exige saber donar y realizar tareas a su vez, lo que no corresponde necesariamente a las personas de las cuales se ha recibido, sino que

se abre a las generaciones sucesivas y a la participación en el mundo social y comunitario, entonces el don tiene naturaleza expansiva y está en el origen de la generatividad familiar y social.

La cultura familiar ha ido incrementando poco a poco el valor d los afectos y reducido el valor del compromiso y el vinculo.

Así la persona como miembro familiar, puede por medio de un proceso reflexivo, revisar y reconsiderar la historia familiar y reconocer que ha quedado a través del cambio generacional, procediendo así a una revisión de las relaciones.

El punto que reúne familia y comunidad es dado por l responsabilidad generativa frente a las nuevas generaciones, en el que los familiares sienten hacer parte de relaciones que van más allá de lo biológico (la sangre) y de la historia familiar. Se trata de la apertura a la dimensión comunitaria, es decir, el sentimiento de pertenencia común al género humano.

Se debe tener en cuenta que no todos los momentos del camino de la vida son igualmente favorables, por lo que las transiciones son pasos cruciales, provocados por eventos críticos predecibles e impredecibles, señalados por la adquisición de nuevos miembros (matrimonios, nacimientos, adopciones) o por perdidas (muertos, separaciones, enfermedades de invalidez, quiebras económicas), o por nuevas relaciones con el mundo social (inserción escolar de los hijos, inserción en el trabajo) o aun caracterizada por pasos menos identificados en el tiempo y mas vagos, como la transición a la edad adulta.

1. El ciclo vital de la familia.

Permite identificar problemas connotados positivamente e indica una dirección a la que ir, es decir los problemas de familia que hay que solucionar.

Aporta una descripción de lo que es normal en distintos momentos de su desarrollo, las transiciones emocionales, las tareas a resolver y que dificultados suelen encontrarse en una familia. Tranquiliza y orienta a la familia para encuadrarlo en un marco de normalidad.

Cuando hablamos de normalidad nos referimos a la estadística: una pareja heterosexual en convivencia estable y con hijos.

Las transiciones evolutivas son un tipo de cambio que induce a tensión. Todas las familias tienen que afrontar situaciones de cambio que introducen tensión en el sistema y requieren una adaptación.

Modelo ABC - X

• Hecho estresante o tensiones horizontales.

Aparecen a lo largo del tiempo, y hay algunos que son normales y otros impredecibles. Es la acumulación de varios hechos estresantes lo que determina el nivel de tensión familiar (acumulación del estrés).

• Tensiones evolutivas o predecibles: son transiciones vitales, de la vida cotidiana. Por ejemplo tener hijos, pasar su adolescencia, el ingreso en el colegio, la jubilación…

• Tensiones impredecibles: divorcio, paro, enfermedades, un ascenso laboral, accidentes…

• Tensiones verticales: recursos y patrones.

Se refiere a la capacidad para prevenir la ruptura provocada por un cambio. Es fruto del lugar y la época en que viven, el contexto social, político, cultural, económico. Influyen los amigos, la familia extensa.

Podemos diferenciar entre:

• Los recursos del sistema familiar. La cohesión y la adaptabilidad en niveles moderados ayudaran a afrontar mejor la tensión. Esto se refiere a la necesidad de preservar lo conocido y a la vez producir nuevas formas de afrontar los hechos.

Las familias capaces de redefinir un hecho estresante de forma más positiva son más capaces de afrontarlo y adaptarse a él.

Está muy relacionado con la historia relacional de las familias de las que proceden.

• Los recursos comunitarios: capacidades de personas externas a la familia en las que esta se puede apoyar.

El estrés se vuelve problemático cuando alcanza un nivel en que la familia se ve alterada o un miembro familiar presenta síntomas físicos o emocionales.

La crisis es una alteración del equilibrio familiar tan intensa y un cambio tan brusco que el sistema familiar se bloquea y queda incapacitado.

Etapas del ciclo vital familiar normativo.

La familia atraviesa ciertas etapas vitales en las que se producen cambios individuales y familiares. En cada una de las fases la familia vive una crisis evolutiva y hay unas tareas evolutivas. En el cambio se producen momentos de incertidumbre y angustia pero son periodos de tensión transicional normal.

Hay seis etapas:

• Etapa 1: Independizacion del joven adulto.

La tarea es lograr una autonomía funcional y emocional.

Separarse de la familia sin ruptura o buscando un nuevo refugio emocional.

Es tiempo de formular los propios objetivos vitales, encontrar ocupación laboral, ser una persona autónoma.

Se establece una relación respetuosa y de aprecio a los padres, sin necesitar transformarlos o culpabilizarlos, y sin necesidad de plegarse a sus deseos.

Establecimiento de relaciones menos jerárquicas: adulto a adulto.

• Etapa 2: Formación de pareja.

Unión de dos personas de sistemas familiares diferentes para formar un nuevo sistema común diferente a los de origen.

Tienen que negociar juntos muchos temas que hasta entonces definían individualmente o estaban definidos por sus familias: normas que rigen la convivencia, como utilizar el espacio, el tiempo y el dinero, que tradiciones familiares conservar, desarrollar pautas de resolución de problemas, renegociar las relaciones con padres, hermanos, amigos y compañeros de trabajo, distribución de los roles sexuales…

Con respecto a las familias de origen a veces la triangulación (ej. La suegra) con la familia política puede convertirse en origen de tensiones familiares.

• Etapa 3: Familia con hijos pequeños.

Al nacer los niños se da una separación de subsistemas: el parental y el conyugal. También hay otro que es el filiar y lo forman los hijos.

Es importante que no desaparezca ningún sistema.

Una de las tareas básicas es mantener un espacio de intimidad para la pareja a la vez que se diferencian las funciones para hacer frente al cuidado de los hijos (reparto de tareas domesticas y atención a la crianza de los hijos).

En esta fase suelen aparecer problemas asociados a los roles de género, y una dificultad para establecer un vinculo adecuado con los hijos (excesiva implicación o excesiva distancia).

Otras tareas de esta fase son: manejo de la rivalidad entre hermanos, relación con el sistema escolar, solucionar las quejas más frecuentes que son la disfunción sexual y la depresión.

• Etapa 4: Familia con hijos adolescentes.

La familia pasa a ser una plataforma de preparación para entrar en el mundo de responsabilidades y compromisos de los adultos. Supone una nueva definición de los hijos y de la función de la familia.

Se da una reorganización de las normas y los limites que permitan más autonomía, por ejemplo la hora de llegar, la cantidad de dinero que se da… la tarea básica es establecer límites flexibles que permitan al adolescente salir del sistema familiar y a la vez establezca limitaciones a sus deseos y le permita buscar apoyo cuando no puede manejar las cosas solo.

Cambios en el adolescente (11 a 19 años):

• Demanda de autonomía: cierran el baño, la habitación, piden la llave de casa, salir solos… tienen una especie de idea de omnipotencia.

• Transformación física: sexualidad.

• Formación de la identidad: pasa por tres fases: exploración (apertura y búsqueda, ¿Quién soy? ¿Qué quiero? Convicciones ideológicas…), oposición (surge porque a veces no saben quién eres y es más fácil saber quien no quieres ser, y se oponen contra los padres. Es la fase más dura para padre e hijos) y compromiso (elije una forma de ser).

A la vez los padres se enfrentan a la crisis de la mitad de la vida, donde se hace una evaluación de su satisfacción en áreas personales, de trabajo y de relación matrimonial. La fase será más positiva y será más fácil de encarar los desafíos cuando hay satisfacción en las áreas.

• Etapa 5: Independizacion de los hijos.

Se vuelve a la etapa de pareja pues ya no tienen responsabilidades parentales.

Hoy en día esta etapa es más larga debido a que se tienen menos hijos y la esperanza de vida es mayor.

Si la relación no era buena habrá más tensión. Se tiene que dar un reajuste.

Esta fase puede estar llena de oportunidades para explorar nuevas actividades, posibilidades personales y de pareja. Pero también hay sentimiento parentales de vacío y depresión.

• Etapa 6: Familia en la tercera edad.

Es la fase posterior a la jubilación y se sufren numerosas pérdidas.

La tarea es el mantenimiento del funcionamiento personal y de pareja y la valoración de los objetivos logrados en el ciclo personal y familiar.

Otra tarea es el apoyo para un rol más central de la generación intermedia.

2. Transiciones no normativas: separación y divorcio.

• Autores varios. (2007). El cuidado de los vínculos. Mediación familiar y comunitaria. Colección Textos de Psicología Editor Universidad del Rosario, Argentina.

TRABAJO Y JUBILACION

Antes se definía la vida social por medio de etapas entorno al trabajo, la primera era la preparación para el trabajo o la educación, la segunda era la del trabajo o rendimiento de la educación y a través de ella el individuo derivaba la parte más importante de su status económico y social. La tercera etapa era la del cese en el trabajo o jubilación y en ella el ex trabajador esperaba el fin de su vida, disfrutando del merecido descanso.

En la actualidad estas tres etapas no tienen una definición tan clara y el status social derivado de las mismas no se evidencia como en el pasado. Hoy la educación es más prolongada y por ende se produce un retraso en el ingreso al trabajo alterando las fuentes tradicionales del status social. La vejez normal del pasado cada vez es más anormal en el presente, en sus hábitos, ocupaciones y estilos de vida pues los viejos son cada vez más heterogéneos, por lo que el rol futuro del anciano será más dinámico.

Actualmente el estilo de vida es responsable de mas agresiones al organismo que la combinación de todas las enfermedades infecciosas del pasado y esto constituye el gran fracaso de la medicina, que es incapaz de enfrentarse a un medio patógeno diseñado por el mayor enemigo de la salud: el hombre mismo y su manera de organizar el trabajo en la nueva sociedad.

La pérdida de roles, la falta de lugar, tienen una connotación importante en nuestra cultura, porque se relaciona con la sensación de ya no servir más. Dentro de una cultura productivista, esa marginación se extiende a todas las manifestaciones sociales y nos encontramos con una ideología social que en vez de integrar al sector y ayudarlo a resolver sus conflictos, se los estimula y se los crea. El viejo pierde su identidad, su libertad y disminuye su nivel de autoestima a raíz de dejar de ser productivo para este sistema.

El carácter de inútil que nuestra cultura otorga con ligereza al viejo, las secuelas de soledad, de tristeza y abandono que en nuestro país trae aparejada la vejez, han contribuido entre otros factores a crear en torno de la llamada tercera edad una problemática cuyas implicancias económicas, sociales, políticas y culturales ya no pueden soslayarse.

Los que se jubilan ingresan a un grupo desvalorizado por el sistema. El carácter brusco que asume el pasaje de un estado productivo a un estado de ocio improductivo genera una reacción de sucesivas rupturas. La primera ruptura es la del jubilado con su grupo de pertenencia.

Este vacío, es decir esta ausencia del grupo que le daba el sentido lleva a una pérdida de identidad y disminución de su autoestima, adoptando conductas tales como la marginación, introspección, aferrarse al pasado y aparición de sentimientos de inferioridad.

Una persona a la que se le adjudicaba un rol protagónico y capacidad de decisión se transforma en un ser cuasi vegetativo, al que se le recorta abruptamente su espacio de participación y lo reduce a una condición de mero objeto.

En nuestro país la proporción de población mayor de 60 años, con respecto a la masa de población económicamente activa es cada vez mayor.

El de los adultos mayores es un sector agraviado por la discriminación y condenado a la pobreza, a pesar de haber dedicación su vida laboral a la comunidad.

La situación de los ancianos es de dependencia: dependen económicamente de una jubilación que apenas les permite atender necesidades vitales, dependen de sus hijos porque como consecuencia de la disminución de sus ingresos, deben ser atendidos por ellos.

La persona que se jubila es el paradigma de la pérdida, pierde capacidad adquisitiva, así, la tercera edad se transforma en una carga social para los sectores productivos.

Pierde sus grupos de pertenencia y queda sin referentes para su identidad.

Pierde reconocimiento social, por cuanto pasa a formar parte de un grupo desvalorizado por la sociedad, lo cual influye en la aparición de desajustes de la personalidad y en la propensión a marginarse.

En una sociedad centrada en el trabajo, la jubilación legitima el derecho a no trabajar. Aún sin apremios económicos, los adultos mayores rechazan el mandato jubilatorio como fin de su etapa productiva, porque tienen su identidad centrada en el trabajo como un eje fundamental.

El concepto de vejez se resinificará cuando la persona mayor se reinserte activa y reconocidamente como productor de cultura, bienes y decisiones.

Por los prejuicios y mitos que acompañan a la jubilación, ésta no es un premio sino un "diploma de viejo" a alguien de quien ya no se espera nada. Jubilarse del trabajo equivale a jubilarse de la vida.

Bibliografía:

• Katz, Ignacio Fabio, "La tercera edad", ed. Planeta.

• Moragas, Ricardo, "Gerontología Social", ed. Albor, Barcelona, 1998.

• Petra Nieves Rodríguez Tejada, "Psicología de la Tercera Edad".ed. Humanitas, Buenos Aires.

DESARROLLO FISICO Y ENVEJECIMIENTO.

Sea donde sea que viva una persona, el envejecimiento es un proceso que sin duda traerá desafíos consigo. La mayoría de la gente desea permanecer independiente a medida que envejece y seguir contribuyendo a sus familias y comunidades; pero el proceso de envejecimiento puede acarrear consigo algunas dificultades. En particular, los ancianos tienen más probabilidades de enfrentar inseguridad económica, mala salud o invalidez. En muchos países, la mayoría de la gente llega a la vejez después de una vida de pobreza, mala alimentación y atención de salud y, con frecuencia, años de extenuante trabajo físico.

La gente a menudo cree que el envejecer no es un problema en los países del Tercer Mundo porque las expectativas de vida son más cortas, pero esto no es verdad. La idea de que muchas personas mayores son receptores pasivos de ayuda y apoyo es incorrecta. Por todo el mundo, la mayoría de la gente continúa trabajando hasta avanzada edad. Esta contribución normalmente pasa desapercibida porque la mayoría de este trabajo no es remunerada y se efectúa dentro de la familia o en el sector informal, razones por las que queda sin documentar.

Dos de los problemas que las personas de edad consideran de mayor importancia son la seguridad económica y la buena salud. En muchos de los países más pobres muy pocas personas reciben jubilaciones de cualquier tipo y aquellos que las reciben, a menudo encuentran que son inadecuadas incluso para las necesidades más básicas. En los casos en que las jubilaciones no existen o son insuficientes, los ancianos tienen que depender del apoyo de la familia o de la comunidad o que trabajar para conseguir su propio ingreso. La seguridad de tipo tradicional ofrecida por el apoyo de la familia hacia los familiares mayores puede faltar en los casos en que los hijos se han ido a trabajar a las ciudades o a otros países, los hijos han muerto de SIDA o las iniciativas del gobierno han desarraigado a integrantes de la familia a otras partes del país.

La buena salud es de vital importancia para las personas de edad, no sólo porque mejora por lo general la calidad de la vida, sino porque le permite a la gente continuar trabajando y contribuyendo a sus comunidades. Sin embargo, la gente de edad que necesite atención médica quizás no la pueda encontrar fácilmente, sobre todo si viven en regiones rurales. Pueden haber servicios de salud muy limitados y la atención existente tal vez esté fuera del alcance de las personas de edad, ya sea porque no pueden pagarla o porque no pueden llegar adonde se encuentre. También es común que la gente de edad crea que muchas de las dolencias atribuidas a la edad son parte inevitable del envejecimiento y que no hay nada que se pueda hacer al respecto. De hecho, muchas de estas dolencias, tales como las cataratas, son curables.

Además, las mujeres son importantes en este mundo que envejece. En casi todos los países del mundo las mujeres tienden a vivir más que los hombres, por lo cual muchas de las personas más viejas son mujeres. El envejecer también plantea desafíos particulares a las mujeres. En muchos lugares las chicas y las mujeres reciben menos educación, tienen menos oportunidades de trabajo y reciben menos atención de salud y nutrición que los chicos y los hombres. Esto afecta a su salud, posición económica y capacidad para ganarse la vida cuando llegan a una edad avanzada. Las mujeres más viejas quizás tengan también problemas de salud particulares como resultado de haber tenido numerosos embarazos y partos cuando eran jóvenes.

Las mujeres tienen más probabilidades de vivir solas en la edad avanzada que los hombres. En muchos lugares las mujeres se casan con hombres mayores que ellas y no tienden a volverse a casar si enviudan o se divorcian. Al igual que el impacto social y emocional de vivir solas, es más probable que las mujeres ancianas vivan en la pobreza, ya que puede ser mucho más difícil para una mujer sola ganarse la vida, especialmente si carece de apoyo familiar. Nuestra experiencia con programas de crédito para personas mayores demuestra que por

Lo general las mujeres son un excelente riesgo crediticio: establecen pequeños negocios que tienen por lo menos tanto éxito, y a veces más, que los negocios establecidos por hombres.

Este panorama, ofrece una oportunidad especial para que todos tratemos de ver más allá de la típica visión de las necesidades de las personas en esta etapa de la vida y, en vez de eso, de valorizar su conocimiento y experiencia e incluirlos en trabajos que los beneficiarán no sólo a ellos sino a la comunidad en su conjunto.

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SALUD, LONGEVIDAD Y PREVENCIÓN

El estudio de la longevidad es una de las principales materias del mundo científico. Los avances en medicina y en salud pública durante el siglo XX han logrado un aumento significativo de la esperanza de vida en países desarrollados. Sin embargo, parece que se ha tocado techo pese a que recientemente se han producido nuevos avances en el desarrollo de teorías moleculares.

La mortalidad y el envejecimiento van parejos, pero hay diferencias importantes en sus dinámicas biológicas y estadísticas. Los individuos tienen un horizonte de vida definida por la edad del fallecimiento; el miembro más viejo de una especie define la vida máxima de la especie. Para las poblaciones, los demógrafos calculan la expectativa de vida sobre la base de tablas de vida. En poblaciones heterogéneas, como las humanas, la vida máxima de la especie es siempre, por definición, mayor que la expectativa de vida.

El envejecimiento se define de acuerdo con dos criterios. Primero, la probabilidad de morir en un momento dado incrementa con la edad del organismo. Segundo, los cambios característicos en el fenotipo ocurren en todos los individuos. La definición fenotípica es igualmente general y distingue el proceso de envejecer como tal, de las enfermedades características del envejecimiento como el cáncer o las coronariopatías. Los fenotipos “viejos” afectan a todos los individuos de una población, mientras que las enfermedades del viejo afectan sólo a algunos de ellos. Fenotipo y patología impactan en la expectativa de vida, pero de manera diferente. Por lo tanto, el objetivo de “tratamiento” contra el envejecimiento deberá ser la prevención del deterioro de las funciones vitales.

MUERTE, AGONIA Y DUELO

La muerte ha sido siempre, y es, para el hombre, un tema de profundas reflexiones y meditaciones, tanto desde la perspectiva filosófica y religiosa a, la más actual, científica... sin embargo en las sociedades industriales avanzadas cada vez es más difícil el convivir o el aceptar la mera idea de la muerte.

El concepto y las actitudes hacia la muerte han venido sufriendo una "evolución" en los últimos siglos y, sobre todo, en las últimas décadas de modo que su mismo espectro semántico se ha visto falseado y alienado de forma reductiva. Por lo que hoy en día, hasta una enfermedad que sea comúnmente considerada como sinónimo de muerte hay que ocultarla y negarla, recurriendo al engaño, en la complicidad -incluso- de que a los moribundos es mejor ahorrarles la noticia de que se están muriendo, llegando a concebirse la buena muerte como una MUERTE REPENTINA, mejor aún si estamos inconscientes o durmiendo.

Nos guste o no, LA MUERTE ES, DE TODAS LAS CERTEZAS, LA MÁS ABSOLUTA. Con este intento de ocultación y de negación nos embutimos en ese retroproceso evolutivo (retropro-greso) que nos aboca a estadios menos maduros e inferiores del proceso evolutivo de las actitudes hacia la muerte, puesto que, en las actitudes hacia la muerte habrían dos estadios antagónicos: LA TANATOFOBIA (con el temor y la negación de la muerte) y la TANATOFILIA (con el deseo enfermizo de morir), junto a dos niveles intermedios; uno que afronta la realidad de la muerte de forma racional y juiciosa, sin incurrir en negaciones absurdas (que sería la opción más saludable) y otra que incurre por derroteros prefóbicos de verdadera angustia hacia la muerte, evitando incluso su mera evocación, lo cual en el fondo es un verdadero sin vivir, puesto que ya no es la muerte sino la propia consciencia de la muerte lo que constituye un problema no pudiéndose mirar ya cara a cara a la muerte que al igual que al sol, no se la puede mirar de frente más allá de unos segundos" olvidando que esta es una "parte natural de la vida".

Las claves en estos cambios de concepción y aceptación de la muerte las podemos encontrar como:

a) UNA MENOR TOLERANCIA A LA FRUSTRACION: de modo que pocos admitirían hoy la concepción del mundo o la vida como "un valle de lágrimas" y el decir, cuando alguien muere, que "pasó a mejor vida" no deja de ser una frase hecha, una ironía para la mayoría de la gente.

b) EL AUMENTO DE LA ESPERANZA DE VIDA: lo que ha traído el corolario de restársele cotidianeidad a la muerte, apuntalándose así la íntima fantasía o coqueteo con la inmortalidad. Esta fantasía colectiva ha devenido en una especie de delirio de inmortalidad que hace incluso apartar a los cementerios del medio urbano, en la complicidad de que así la muerte no nos alcanzará.

c) EL CULTO A LA JUVENTUD: vivimos en una "sociedad olímpica" en la que los medios de comunicación nos bombardean una y otra vez con el paradigma y modelo de gente a imitar: jóvenes y guapos (pese a que demográficamente la población envejece, pero viejos, enfermos y pobres son marginales..."anormales"). Así nos teñimos el pelo, vestimos como adolescentes (cuando no nos comportamos como ellos) y nos hacemos una y otra operación y estiramiento para parecer jóvenes... en este marco pocas ganas quedan para pensar en algo de "tan mal gusto" como es la muerte, y menos aún la propia.

d) UNA MENOR MORTALIDAD APARENTE: en nuestro entorno hemos desterrado a la muerte; ya no hay epidemias mortíferas, no hay hambrunas, la mortalidad infantil casi ha desaparecido, ya no se ven entierros por en medio de las calles de la ciudad, con su ritual pausado y a pie, como hace años. Las personas no mueren en casa y, menos aún, son veladas en ellas.

e) MENOS TRASCENDENTALIDAD Y ESPIRITUALIDAD EN EL HOMBRE MEDIO: en una época de crisis de valores, de imperio del hedonismo, de pérdida de ética (y de estética), dominando la cultura del pelotazo, confundiendo la felicidad con el gozar y el ser con el tener, se pierde el sentido de la vida, olvidándose también el sentido de la muerte, indefensos ante ella (diversas investigaciones al respecto confirman el valor amortiguador ante la muerte de las creencias religiosas y las convicciones espirituales).

f) UNA MENOR PREPARACIÓN O EDUCACIÓN PARA LA MUERTE: como sumatorio final de todo lo anterior nos encontramos indefensos ante la muerte, faltos de modelos a imitar o seguir, huérfanos del necesario aprendizaje social que nos debería modelar para poder afrontar nuestro final.... pero esto difícilmente se puede conseguir si- como ya se ha dicho- la muerte y los moribundos se consideran algo vergonzante, oculto y ocultable. Algo de lo que no se puede hablar, que no puede verse en el seno familiar (ya no se muere rodeado de seres queridos y despidiéndose de ellos) que ha sido desterrado del hogar y catapultado a la fría conveniencia aséptica del hospital convirtiéndose en una muerte "solitaria y deshumanizada".

La ansiedad y el miedo son las respuestas más formalmente asociadas a la muerte en nuestra cultura, tras los cambios antes descritos. Ahora bien estas van a aparecer con mayor o menor peso en virtud de que se trate la muerte propia o la de otros, que sea este familiar, amigo o allegado; pudiendo generar ansiedad tan solo el hecho de imaginar, pensar o hablar de ella. Todo ello, muy íntimamente relacionada con la historia personal y cultural y con nuestros estilos de afrontamiento ante las separaciones y los cambios (eventos muy unidos a nuestros miedos y ansiedades), donde gran parte sus componentes no son más que reacciones al cambio y a la separación.

• F.J. Gala León, M. Lupiani Jiménez, R. Raja Hernández, C. Guillén Gestoso, J.M. González Infante, Mª. C. Villaverde Gutiérrez y I. Alba Sánchez. (2002) Actitudes psicológicas ante la muerte y el duelo. Una revisión conceptual. Cuadernos de Medicina Forense Nº 30 – Octubre.

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