El estudio de las referencias freudianas
Catalina RochaApuntes11 de Septiembre de 2020
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La no equivalencia entre psiquismo y conciencia. Los tres sistemas psíquicos (la Primera Tópica). El Inconciente, sistema deseante, abierto, como lo psíquico verdaderamente real. Notas de lectura de “El olvido de nombres propios”, “Olvido de palabras extranjeras” y “Recuerdos de infancia y recuerdos encubridores” (en pdf se reproducen los textos correspondientes a los temas de “Psicopatología de la vida cotidiana”, S. Freud, 1905).
El estudio de las referencias freudianas resultan imprescindibles para comenzar a dar cuenta del sujeto pensado como efecto de su determinación por la existencia del inconciente y la materialidad de la sexualidad. Como lo venimos anticipando, este modo nuevo de pensar al sujeto cuestiona radicalmente a toda la tradición racionalista en la que el sujeto está centrado en la conciencia y la razón.
Si quisiéramos poner en una fórmula el punto inicial de la subversión freudiana, utilizaríamos una derivada del primer título: la conciencia no es todo lo psíquico, la conciencia es un escenario estrecho, reducido y bastante oscuro de la vida anímica. Conciencia no es sinónimo de “psíquico”; es un atributo o cualidad que falta en la mayor parte de los procesos psíquicos, lo que hace que todo lo importante suceda sin que ella se percate. Vimos que Freud, en términos similares, al referirse a la “afrenta psicológica”, dijo que “el Yo no es el amo en su propia casa”. [Vuelva a leer páginas 59 y 60 de la Publicación nº 1]
Las veces que Freud historió su descubrimiento reiteró que el psicoanálisis se inició como un método o procedimiento para la terapéutica de algunos trastornos neuróticos (histeria, fobias, neurosis obsesiva) y la interpretación de las formaciones psíquicas normales (sueños, equívocos, recuerdos, olvidos, chistes, etc.), para luego transformarse en una teoría sobre el psiquismo humano.
Tanto el procedimiento como la teoría del psicoanálisis provienen de la práctica clínica de Freud. El psicoanálisis como procedimiento terapéutico se basa en la palabra y el diálogo y procede a interpretar “sin-sentidos” a partir de la asociación de ideas del paciente. Esos “sin-sentidos” son los efectos de productos psíquicos como los sueños, las equivocaciones orales, los olvidos de palabras y nombres, los recuerdos erróneos, los chistes, los síntomas, etc.. Vale decir, numerosos actos cotidianos incómodos para el sujeto, pero carentes de mayor significación. Puestos a trabajar, esos “sin-sentidos” revelaban un sentido pleno y verdadero pero reprimido, opaco a la conciencia del sujeto. En el diálogo, por la escucha del otro (digamos, el que está en posición de analista), es posible interpretar eso que se muestra como “sin-sentido” restituyéndole su dimensión de verdad para el sujeto. En la posibilidad de esta restitución radica el poder de la cura psicoanalítica.
En esta parte del programa estudiaremos lo básico de la primera teoría freudiana, conocida tradicionalmente como “Primera Tópica”, sobre la organización y funcionamiento del “aparato psíquico”. Freud siempre sostuvo que su libro sobre los sueños-“La interpretación de los sueños” (1900)- fue la “vía regia” que lo condujo a teorizar al inconciente (Icc) como el sistema más importante. Digamos que la elaboración del psicoanálisis como teoría de lo psíquico inconciente tiene que ver con el paso que da Freud al fundamentar conceptualmente el inconciente como sistema. Para esto, consideraremos párrafos seleccionados del capítulo siete: “Psicología de los procesos oníricos”, de “La interpretación de los sueños”. En él Sigmund Freud plasma su primera teoría general sobre la estructura y funcionamiento del psiquismo humano.
Esta primera teoría, según Freud con la que se marca el nacimiento del psicoanálisis como ciencia del inconciente, dice que el psiquismo es un dispositivo de instancias o sistemas que tienen leyes de funcionamiento diferentes y cuya relación es estructuralmente conflictiva. El artefacto o aparato que postula tiene tres sistemas: Inconciente (Icc), Pre-conciente (Pcc) y Conciencia (Ccc) o sistema Perceptor-Conciencia. El modelo de psiquismo así concebido combina lo temporal, “todo lo psíquico se inicia en el Icc” o “todo acto psíquico se dirige de la percepción a la motricidad”, con la disposición espacial, las instancias son lugares virtuales (topos) que tienen entre sí relaciones, “cerca-lejos”, “entre una y otra”, espaciales, es común leer que “el sistema Pcc es como una pantalla entre el Icc y la Ccc”. En virtud de este criterio organizador se ha instalado denominar al aparato, tal como lo presenta Freud en 1900, “Primera tópica” significando la composición en los sistemas Inconciente (Icc), Pre-conciente (Pcc) y Conciencia (Cc).
Vale aquí hacer la referencia a lo que esa denominación alude. Durante la década del veinte se transforma, enriqueciéndose, complicándose en la intelección de nuevos fenómenos, el cuerpo conceptual freudiano. En lo que ahora nos interesa comentar, Freud propone una nueva estructura que pone en evidencia la división o escisión de la personalidad, dicho de otro modo, se reafirma la división esencial del sujeto, a esto se lo conoce como “Segunda tópica”, siendo sus sistemas componentes: Ello, Yo y Super-yo. Ya retomaremos todo esto, pero no podemos cerrar esta referencia sin decir que ambas teorías si bien se diferencian no se reemplazan. No existe entre primera y segunda tópicas una correspondencia unívoca o una equivalencia precisa que nos autorice a pensar que la segunda es más adecuada o más verdadera que la primera.
Nuestra conclusión, lo que anima a nuestro programa, es que tanto Inconciente (Icc), Pre-conciente (Pcc), Conciencia (Cc); como Ello, Yo y Super-yo, forman parte de la nueva concepción del ser humano que inaugura el Psicoanálisis en la construcción iniciada por Sigmund Freud. Parafraseando dos fórmulas freudianas decimos que el sujeto ya no está centrado, ya no es transparente, en la conciencia y que el “Yo ya no es dueño de su propia casa”. División estructural que funda al sujeto como dividido en su “intimidad” cuestionando la idea del sujeto indiviso, coherente y transparente en la conciencia racional.
En lo que sigue nos ilustraremos sobre el inconciente en sentido dinámico viendo la relación de la represión con el recuerdo y el olvido; para esto estudiaremos partes de “Psicopatología de la vida cotidiana” (S. Freud, 1901). Luego, leeremos dos apartados que hemos seleccionado de “La interpretación de los sueños” (S. Freud, 1900), a saber: “El método de la interpretación de los sueños. Análisis de un sueño paradigmático” (el sueño de “la inyección de Irma”, tal como se inmortalizó en la literatura psicoanalítica y con el que Freud “reveló el secreto de los sueños”). Y “Los sueños de la muerte de personas queridas”, la primera versión de lo que Freud llama “complejo de Edipo”, pieza central de su teoría sobre la sexualidad infantil. Con estas lecturas previas abordaremos el ya mencionado capítulo siete de “La interpretación de los sueños”, en el que el inconciente adquiere su sentido sistemático, el específicamente psicoanalítico.
Notas de lectura de “El olvido de nombres propios”, (el caso Signorelli). En “Psicopatología de la vida cotidiana”, S. Freud (1901). O, cuando no se puede recordar algo porque se quiere olvidar otra cosa.
Los casos, en general, de olvido de nombres propios se asocia con el recuerdo de nombres sustitutos pero equivocados, es un olvido asociado a un recuerdo fallido. En verdad no existe el olvido de palabras y o nombres sin que surja un sustituto; el caso que motiva el análisis de Freud es cuando el sustituto también es fallido, dicho de otro modo, el sujeto remedia su olvido con un recuerdo erróneo.
Más allá de las justas explicaciones que puede dar la psicología, el psicoanálisis aporta un motivo sustancial: ambos nombres, el olvidado y el erróneamente recordado, están vinculados a una red de ideas latentes, es decir no-concientes, que fueron reprimidas.
Nos detenemos en dos conceptos que acabamos de introducir: ideas latentes y represión.
El concepto de represión. La dinámica entre “desalojo”, “atracción”, “manifiesto” y “latente”.
El concepto de represión, según Freud, es el concepto sobre el que se basa la estructura y la dinámica del “aparato psíquico” con sus producciones normales y patológicas. En este momento-téngase en cuenta que este breve ensayo es de 1898-la represión es un acto psíquico, una fuerza (con la correspondiente energía) que desaloja de la conciencia a una, o a una serie, o grupo de representaciones (pueden ser pensamientos, percepciones, etc).
La represión puede depender de la voluntad, o atención, del sujeto; pero, por lo general no es voluntaria sino que se opera “casi espontáneamente” desde los ideales, las prohibiciones, preceptos, inhibiciones, etc. que conforman la ideología estructurante del Yo. Esta acción de desalojo de la conciencia, según Freud, siempre se complementa con una de atracción por parte de lo ya reprimido e inconciente. Entonces la represión consiste en un doble y simultáneo proceso de desalojo-atracción. Esta dinámica del proceso represivo es congruente con el concepto de inconciente en el sentido dinámico; es decir, inconciente = reprimido.
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