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Empleo De Sustancias Psicoactivas Como vía De Acceso Para Alcanzar La Conciencia De Unidad

JosueSilva21 de Abril de 2014

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La inquietud por tocar este tema nace por una necesidad, esta es la de expandir mis conocimientos sobre lo que significa el poder ir más allá de lo que en occidente se calificó como ciencia luego de un arduo esfuerzo de quienes tuvieron la ingeniosa idea de empezar a estudiar la conciencia como la ciencia de ese entonces determinaba, me estoy refiriendo a la Psicología, cuya palabra de por sí ya nos advertiría la dificultad que comprendería el poder estudiar lo que esta ciencia se planteó como objeto de estudio, pues

“La palabra psicología proviene de psijé y significa “espíritu”, “alma”, “vida”, “aliento”, y ha dado lugar a una de las ciencias de mayor calado en nuestro tiempo en cuanto a que aspira a entender la naturaleza sutil del ser humano. Debido a esa complejidad, la psicología como ciencia ha sido entendida diferente a lo largo de su corta vida, lo que ha dado lugar a diferentes escuelas que, según algunos de sus representantes, no serán más que franjas en el espectro. Mirando positivamente, esto no es más que la consecuencia de la riqueza de la mente humana; así pues, el abanico de definiciones va desde considerarla como ciencia de la conducta mecánica hasta contemplarla como ciencia de la autorrealización.” (Almendro, 2004, p. 19).

Autorrealización, cuando la psicología se apropia en sus explicaciones de esta palabra todo cambia. Lo que empezó en occidente como una búsqueda para poder comprender, en otros casos explicar. Es tan interesante la historia de esta ciencia, que existió un momento en el que primero fue un explicar y luego comprender, según lo marque la cronología, pues

“La psicología empezó siendo el saber sobre la psique (alma o espíritu). El conocimiento parecía ser algo divino otorgado a los humanos y, por tanto, la esencia inmortal de las personas. Tras el advenimiento de la Ilustración y las discusiones en torno a las diferencias entre ciencias del espíritu y ciencias naturales, la psicología se convierte en la ciencia que estudia la mente, cuando ésta todavía no se reducía al cerebro, dejando el alma para la religión. En aquel tiempo la razón pasó a considerarse como la cualidad más elevada de la condición humana. Por fin, la fascinación que produjeron las explicaciones de la fisiología alentó la creencia en el progreso de las ciencias humanas dependía de la reducción de las interpretaciones mentales a físicas. Tras convertirse en una ciencia experimental, su difícil equilibrio epistemológico acabó reduciendo la psicología a ciencia del comportamiento. Durante casi medio siglo, la conciencia desapareció de la psicología académica y científica, y no será hasta la década de los sesenta del siglo XX cuando volverá a aparecer, desde el ámbito de la filosofía y de las neurociencias, como el tema clave y la cuestión a explicar. Por tanto, se puede hablar de vida, muerte y resurrección de la conciencia en la corta historia de la psicología científica.” (Rodríguez, 2007, p. 11-12)

Entonces, para cuando un psicólogo inicia su ponencia, en una conferencia internacional, con las palabras “Quisiera tratar ahora el tema de las relaciones entre la espiritualidad y la religión” (Grof, 1993, p. 136), nos encontramos con que para este momento ya se habrán desarrollado las cuatro fuerzas en psicología. La primera es “…la consecuencia en psicología de la aplicación del modelo de la máquina al modelo del ser humano” (Almendro, 2004, p. 31), el conductismo. La segunda, la de Freud, que “…como creador del psicoanálisis se ha convertido en uno de los referentes culturales de nuestro tiempo” y que “al postular la existencia del inconsciente […] abre un camino en la psicología que se va a extender por todo Occidente.” (Almendro, 2004, 38). La tercera gran fuerza que se formará será aquella que

“…le pierde el miedo al inconsciente […] la psicología humanista es, en parte, consecuencia de los cambios sociales que le siguen a la Segunda Guerra Mundial, en el sentido de que se produce una explosión de tolerancia y de abandono a los clichés sociales. En le mundo académico, se reacciona contra la deshumanización del conductismo y del psicoanálisis ortodoxo por sus fijaciones deterministas y por ser poco perceptivos al mundo espontáneo de los sentimientos.” (Almendro, 2004, p. 45)

He aquí que la psicología se torna más completa pues como continúa explicando Almendro:

“La psicología humanista aglutina, a partir de los años sesenta, un movimiento heterogéneo que se extiende desde lo existencial a las tendencias reichianas y bioenergéticas, la psicoterapia Gestalt, trabajos centrados en el cuerpo, investigación con psicodélicos, antipsiquiatría, múltiples terapias de grupos…, generando una explosión de riqueza en esos años distinguidos por la necesidad de encuentros entre teorías y generaciones.” (Almendro, 2004, p. 45)

La cuarta fuerza será aquella que “Aunque no tiene un líder o maestro, más sin duda uno de sus principales teóricos es Ken Wilber…” (Polo, 2001, p. 32), nos referimos a la psicología transpersonal. Y es precisamente, Wilber, uno de sus principales teóricos, quien en las primeras líneas de su libro “La visión integral” (Wilber, 2008), nos hace hincapié en lo que determina que hayamos pasado por estas cuatro fuerzas pues “durante los últimos treinta años hemos asistido a la emergencia de un hecho histórico sin precedentes: la posibilidad de acceder a todas las culturas del mundo” (Wilber, 2008, p. 11). Esto quiere decir que esta capacidad del hombre por conocer más allá de su propia cultura y abrirse campo por otros conocimientos trajo grandes frutos para la psicología pues esta figura cumbre de la psicología transpersonal

“…, es el gran sintetizador en nuestro tiempo de las tradiciones místicas oriental y occidental, y es importante señalar que la “conciencia de unidad” y la experiencia mística son inseparables, y han sido las voces (en Occidente a veces perseguidas) de los místicos, las que nos han hablado en lenguaje inefable de lo que verdaderamente somos, de la Realidad única que nos constituye.” (Villalobos, 2007, p. 305)

Luego de conocer la existencia de estas cuatro fuerzas de la psicología, se comprende que va articulando conocimientos. Avanza en busca de lograr comprender su cuestionamiento primero, ¿cómo funciona la psique? Se irá comprendiendo también que habrá varios caminos para poder llegar a esta respuesta. Para fines del desarrollo del presente ensayo me centraré en la producción de uno de los fundadores de la cuarta fuerza, la psicología transpersonal. Tenemos a un Stanislav Grof quien siendo “… psiquiatra con experiencia de más de 30 años [50 años] de investigación sobre estados no ordinarios de conciencia inducidos por sustancias psicodélicas y varias técnicas sin drogas. […] Sus primeras investigaciones […] fueron llevadas a cabo en el Instituto de Investigación de Praga, donde era el principal investigador de un programa sobre el potencial heurístico y terapéutico del LSD y otras sustancias psicodélicas” (Takiwasi, 1993, p.135).

Para entender la pertinencia en la concentración de este investigador, Grof, hay que aclarar que propósitos orientaban al movimiento que co-fundó, tendremos así que la psicología transpersonal tiene como campo principal de interés

“… el estudio científico de lo que se ha venido a llamar los estados alterados de la conciencia, además de sus variadas implicancias, y debido a ello ha estado ligada desde sus comienzos a la espiritualidad en todas sus formas de manifestación. Los estados alterados de la consciencia en general incluyen los estados a los que conducen las sustancias psicodélicas, la meditación y el yoga en sus diversas variantes, ejercicios específicos de respiración y otras técnicas relacionadas, como también las experiencias cumbre exploradas originalmente por Abraham Maslow (Maslow, 1964).” (Sassenfeld y Varela, 2004, p. 1)

Este movimiento será el detonante para que se pueda hablar de una “conciencia de unidad” pues en términos de su principal teórico, Ken Wilber (1985), es “nuestra identidad suprema, y que hemos perdido al fracturar nuestra experiencia presente en diferentes partes separadas por fronteras”. Tal como Villalobos (2007) señala “…que le debemos a las tradiciones de las escuelas místicas de Oriente el habernos hablado con lenguaje y técnica de ese “estado de conciencia” que en la tradición occidental ha estado siempre presente, pero desgraciadamente oculta por la dimensión jerárquica de las religiones occidentales, por su celo en velar la pervivencia de los dogmas y porque, como dice Willigis Jâger (2004), ni en budismo ni el hinduismo existe una Congregación de la Fe que dicte a las personas lo que deben hacer” habría que agregar también a los chamanes de nuestra amazonia quienes por su lejanía y diferente cosmovisión del mundo, han sido relegados durante años a pesar de tener una completa visión de cómo funciona el mundo, por algo el ayahuasca está adquiriendo cada vez más protagonismo a nivel mundial.

Entonces tenemos a Grof que “…como médico-psiquiatra en la tradición psicoanalítica, conoció en 1955 […] la sustancia química LSD-25. […] El interés de Grof se despertó inmediatamente, y en el año 1956 comenzó […] a formar parte de un equipo interdisciplinario de indagación científica sobre LSD. Poco tiempo después logró establecer su propio proyecto de investigación”. (Sassenfeld y Varela, 2004, p. 2). Para ese entonces se creía que los efectos producidos por el LSD eran comparables a la sintomatología de pacientes con esquizofrenia, entonces al ingerirlo se podría entender mejor la enfermedad para

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