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Ensayos De Calidad: Pedagogico


Enviado por   •  6 de Febrero de 2012  •  3.935 Palabras (16 Páginas)  •  619 Visitas

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MITOS Y DESMITIFICACIONES DEL MODELO

SISTÉMICO

Por Marcelo R. Ceberio

Cuando se intenta describir a la psicoterapia sistémica, bien puede ser

caracterizada por su gran efectividad en la producción de cambios en tiempo breve.

Tal es así, que muchos de los textos que se han constituido en baluartes de la teoría y

de la práctica, llevan la palabra cambio en sus portadas. De la misma manera, se ha

buscado la sinonimia entre la palabra crisis significándola como cambio y,

paralelamente, redefinir el sentido pecaminoso que este término lleva montado sobre

sí.

A cualquiera que se encuentre enraizado con el modelo sistémico,

seguramente le resultará familiar esta introducción. Más aún, recordará textos como

Cambio (1976), La táctica del cambio (1994), El lenguaje del cambio (1980), Estética

del cambio (1987), El arte del cambio (1992), Clínica del cambio (1990), entre otros.

Libros, principalmente los primeros, que han signado un camino en la evolución del

pensamiento sistémico. Pero, en relación a la psicoterapia sistémica, existen una serie

de conceptualizaciones que han creado y recreado la estructura del modelo. Muchas

de ellas han colaborado en definirlo y muchas otras en desvirtuarlo. Es decir, algunas

de las características que describen al modelo, no hacen más que introducirlo en

categorías que se alejan de lo que en realidad desarrolla en la práctica concreta y

esto, se constituye en caldo de cultivo de críticas de otros modelos.

MITOS Y DESMITIFICACIONES 1

Una de las críticas más descalificantes, principalmente de los círculos

psicoanalíticos más acérrimos, consiste en reducir a la psicoterapia sistémica a un

manojo de técnicas comunicacionales, algunas de las cuales, son blanco de

ridiculizaciones como las intervenciones o prescripciones paradojales. Estas técnicas,

que por sus efectos resultan casi mágicas, a propósito, son tildadas de soluciones

sintomáticas y como tales temporáneas para, por fin, el síntoma aparecer tiempo

después ya sea bajo la misma funda o transformándose en otro tipo de conducta

anómala, como más adelante especificaremos.

El problema, no solo radica en la ignorancia de otras corrientes terapéuticas

acerca de los fundamentos epistemológicos del modelo sistémico, sino de quedarse

varados en la variable epistemológica clásica de la linealidad y enmarcar

absolutamente cualquier maniobra terapéutica sistémica en tal perspectiva. Opinar desde el desconocimiento, lleva a adjudicar la invalidación de la táctica sin apelar a

avales que justifiquen adecuadamente la crítica. Entre otras cosas, para entender las

intervenciones o prescripciones paradojales, hace falta entender una parte de la

indagación sistémica que se remite a los intentos de solución del problema, por tanto,

indagar no la esfera de lo intrapsíquico sino el contexto y las interacciones. Una

inversión de 180 grados de la solución empleada, implica caminar por el territorio de lo

absurdo e ilógico, aunque poco de estos adjetivos tiene, ya que resulta lógico que si la

aplicación de la lógica racional no resultó efectiva, se aplique lo contrario.

Entender la aplicación de tareas de cualquier tipo, no consiste en reducirlas a

consejos banales, tal cual podrían ser ofrecidos por un amigo o un familiar del

paciente. Las tareas están dirigidas a obturar soluciones intentadas convencionales y

en gran medida condenadas al fracaso, colocando en su lugar acciones

verdaderamente correctoras ya sea por efecto negentrópico ya sea por entropía. Para

dar una opinión fundamentada acerca de este recurso, es necesario ingresar en el

territorio de las interacciones y aceptar, convencerse, en fin, creer, que la pragmática

de la comunicación humana es una de las claves del cambio.

Es cierto que cuando se tilda de mágicas a estas maniobras, nada mas alejado

de la magia cuando se conoce La teoría de los tipos lógicos o la Teoría General de los

sistemas o la Cibernética.

La misma crítica descalificante recibe la connotación positiva, como

simplemente una edulcoración en el vínculo terapéutico o -en el peor de los casos- la

tentativa de seducción hacia el paciente. Se desconoce así, la pura cepa de la

redefinición que reformula la atribución de significados por sobre el síntoma, el

problema o la situación, cambiando de categorización el contenido, lo que implica una

profunda redefinición cognitiva. Aunque también, existen otras connotaciones más

superficiales que ayudan a valorizar al paciente. Por ejemplo, cuando el terapeuta lo

apoya en sus esfuerzos por asistir a la consulta y desear salir del problema en que se

encuentra. En síntesis, lo que se intenta valorar son

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