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¿Es Sam Un Adulto? (analisis Pelicula "mi Nombre Es Sam")


Enviado por   •  3 de Febrero de 2013  •  1.171 Palabras (5 Páginas)  •  1.266 Visitas

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Antes que nada ¿Qué es ser un adulto?, ¿Ser un adulto es pasar de los 25 años, casarse, tener hijos y un trabajo? O ¿es acaso cumplir con cierto nivel intelectual y ocupar determinados roles sociales? ¿Qué es ese sustantivo del que tantos universitarios desean escapar y al que personas como Sam quisieran acceder?

No hay duda de lo trabajoso que puede llegar a ser manejar este tipo de conceptos y sobre todo cuando se profundiza respecto a su naturaleza. Esto se debe a que el término “adulto” participa en esa vacilación e imprecisión de los conceptos que es un rasgo característico de nuestra cultura. Como sucede con otros muchos conceptos, formen parte del cotidiano o de la elaboración científica, el concepto “adulto” viene a ser más una categoría natural que un concepto bien definido. Normalmente no dudamos de que las nociones a las que nos referimos estén correctamente delimitadas y, sin ninguna vacilación o incertidumbre, determinamos si tal o cual cosa entra en tal categoría y la nombramos así pues cuenta con ciertos rasgos necesarios y suficientes. Pero, jamás nos preguntamos ¿Cuáles rasgos son imprescindibles y cuales no? , ¿Qué características hacen a determinada entidad, ser dicha entidad?, ¿Qué debe hacer o que condiciones debe cumplir un ser humano para que sus semejantes lo miren como un “adulto”? Sería fácil responder de la manera en que lo hace Bob Dylan, asegurando que la respuesta a todas estas cuestiones está, sencillamente, flotando en el viento. Y tal vez no estaríamos tan alejados de la realidad, pero para darle mayor formalidad a nuestra indagación parece más apropiado pensar que “…la mayor parte de nuestros conceptos son más bien categorías naturales, consistentes en estructuras probabilísticas, cuyos límites con otras categorías afines son más bien borrosos” (Pozo, 1999).

De tal manera es que aunque todos los perros se parecen no hay ningún rasgo común a todos ellos que pueda considerarse como una condición necesaria y suficiente. Pero existen los buenos ejemplos, prototipos de perros: cuatro patas, dos ojos, dos orejas, cierta cantidad de dientes con determinad forma, cierta actitud, etc. Al igual que en el caso de los perros, existe un prototipo de adulto, un “adulto típico”.

Acaso sería mas o menos así: hombre de 30 años de edad que vive en casa propia con su esposa, con 2 hijos y dos perros; que gracias a su educación y su herencia genética, Piaget diría que alcanzó apropiadamente el estadio de las operaciones formales, que está cruzando además por el sexto o séptimo estadio que propone Erickson y por la era de “transición a la adultez media” de Levinson; que obviamente tiene un trabajo estable, que mide por lo menos el promedio de estatura de la etnia a la que pertenece y que, para terminar, en cualquier test psicométrico tendría resultados óptimos.

Esta persona hipotética sería catalogada por la gran mayoría de nosotros, sin necesidad de cavilarlo, como un adulto. Pero ¿por qué no decirlo? Quizás aparecería alguien diciendo que eso no es un adulto, sino un “junnior” al que “papi” le ha puesto todo y no ha tenido que pasar por tal o cual situaciones y, por lo tanto, jamás será un hombre y por ende tampoco un adulto.

Nos damos cuenta de lo arbitrarios que pueden llegar a apreciarse los conceptos cuando los analizamos profundamente. Jamás nos detenemos a enjuiciar de esta manera las ideas que manejamos, porque la realidad es que no es necesario: los conceptos, que son convenciones y conveniencias sociales, se manejan de manera implícita y automática en nuestro ir y venir. Es en casos especiales, como lo es este, donde se

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