Estadio Del Espejo
NadiaBulchi6 de Noviembre de 2013
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Resumen - “El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica” de J. Lacan.
El estadío del espejo se presenta entre los seis y los dieciocho primeros meses de vida, durante el cual el niño anticipa el dominio de su unidad corporal mediante una identificación con la imagen del semejante y por la percepción de su propia imagen en un espejo.
Cuando el niño se identifica en el espejo demuestra un primer acto de inteligencia y establece una relación libidinal con la imagen de su cuerpo, se comienza desarrollar una subjetividad y una creencia en un orden imaginario. El niño a ver su imagen en el espejo se siente en cantado por ella y se relaciona con ella por medio de gestos y la relación con el medio. El niño se reconoce en el espejo antes de alcanzar sus movimientos corporales.
La relación libidinal con la imagen, genera ciertos conflictos, representa el conocimiento paranoico ya que no distingue lo real de lo irreal en la imagen, desconoce su sí mismo, la imagen en el espejo la ve como otro, el niño se percibe como fragmentado y la generación del yo se comienza a dar por este desconocimiento, donde el niño pierde su identidad y las ideas sobre sí mismo.
Cuando el niño reconoce que la imagen en el espejo es el mismo se da el conocimiento del sí mismo.
El estadio del espejo es una identificación con una imagen que al principio se creía de otro, la imagen se recibe con alegría por el niño, ya que en comparación a su cuerpo sin motricidad, esta es completa, como una Gestalt, esa forma es más constituyente que constituida, que permite solides a ese cuerpo de movimientos incontrolados.
La relación de la incordinación motriz con la imagen percibida como Gestalt genera una rivalidad con esta y una tensión agresiva entre el niño y la imagen, la angustia que provoca esta fragmentación genera la identificación con la imagen y esto lleva a formar el yo.
Lacan señala que esa forma primordial con la que el infante se identifica, debería designarse como yo-ideal, para hacerla entrar, dice él, en un registro conocido: el de las identificaciones secundarias, las cuales tienen como función brindarle al sujeto una «normalización libidinal». Así pues, la imagen del cuerpo propio en el espejo –yo ideal–, es el soporte de la identificación primaria del niño con su semejante y se constituye en la fuente de las identificaciones secundarias que le permitirán al sujeto, establecer y organizar su relación con la cultura. Pero el punto importante que Lacan quiere destacar aquí, es que esa forma primordial “sitúa la instancia del yo, aún desde antes de su determinación social, en una línea de ficción, irreductible para siempre por el individuo solo”
Lacan destaca la relación que el ser humano y los animales tiene con su imagen como en algunos casos el solo hecho de ver una imagen en algunos animales puede generar ciertas conductas.
El estadio del espejo establece así una relación entre el interior del organismo con la realidad exterior.
Lacan dice que esa sensación de fragmentación del cuerpo se manifiesta en las “imágenes de castración. Contra tal reduccionismo imaginario, Lacan optó por el uso de lo simbólico como el único modo de desalojar las fijaciones discapacitantes de lo imaginario.
Es decir que dicho estadio, funda para el niño un primer modo de vínculo con lo social. Su deseo, es mediado por el deseo del otro, y hace del yo un aparato que tiene como función la autoconservación, referida esta a los peligros en que se pone en juego la subsistencia. Esta organización dependerá de cómo el sujeto pase por el complejo de Edipo. Que para Lacan, es el pasaje desde el orden imaginario, al orden simbólico.
Este narcisismo primario, tiene un carácter erótico y uno agresivo. Es erótico porque el sujeto siente
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