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Estadio Del Espejo


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2012  •  2.062 Palabras (9 Páginas)  •  432 Visitas

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Antes que nada debemos saber que deben existir dos procesos, como mínimo, los cuales deben converger para que se produzca el estadio del espejo: en primer lugar, la suficiente maduración de las áreas del cerebro especializadas en la percepción y procesamiento de la información visual; pero esto no basta: otro requisito indispensable es que exista un semejante que le sirva de estímulo. Tal semejante, tal Otro, es en principio la madre (o quien cumpla la función materna). Ella no sólo será el modelo visual y óptico en el cual se identifique corporalmente el niño o la niña (según el caso), la madre será configuradora de la imagen corporal al “modelar” al niño (o la niña).

Lacan basa su teoría en la observación de un niño en etapa inicial, quien superado en inteligencia instrumental por el chimpancé, reconoce ya sin embargo su imagen en el espejo. La edad en cuestión va desde los seis a los dieciocho meses y Lacan observa que el reconocimiento va acompañado siempre de una expresión narcisista de júbilo por parte del niño (Hazard y Searle).

Entre los 6 y 18 meses, Lacan observa que el reconocimiento va acompañado siempre de una expresión alegre en el niño. A los seis meses, el niño puede ser todavía un lactante, y desde luego no coordina su cuerpo lo suficiente como para dominar su cuerpo, no existe un control sobre sus propios movimientos; sin embargo, si tiene un espejo cerca puede sentir interés como para gatear o arrastrarse hasta encontrar una posición que le permita obtener del espejo lo que Lacan llama una imagen instantánea de sí mismo.

Para la teoría de Lacan la conducta del niño frente al espejo es una pieza clave para la formación del “yo” ya que el pequeño al reconocerse lo que hace es asumir su propia imagen y el cuerpo es un protagonista fundamental de todo este proceso, resolviéndose el problema de la fragmentación corporal en la que se encuentra la sensibilidad del niño hasta que llega a alcanzar su imagen de totalidad.

El bebé experimenta su cuerpo como fragmentado, la parte que esté en su ángulo de visión está ahí hasta que el bebé deje de verlo. Puede observar o ver su propia mano, pero no tiene el concepto de que la mano le pertenezca. Sin embargo, el niño a esta edad tiene la capacidad de imaginarse a sí mismo como un completo porque ha percibido a otros, y los cuales los ha percibido como seres completos.

Lacan dice que en algún punto en este periodo, el bebé se verá en un espejo. Mirará a su reflejo, mirará de vuelta a la persona real su madre o alguna otra persona y de nuevo a la imagen en el espejo. El niño se mueve "desde la insuficiencia a la anticipación" en esta acción; el espejo, y moverse entre la imagen reflejada y la otra gente, le da una sensación al niño de que también él es un ser integrado, una persona completa.

El niño, aún incapaz de ser completo, y por tanto separado de otros (aunque tiene esta noción de separación), en la etapa del espejo comienza a anticipar ser un todo.

Lo que el niño anticipa es un sentido del yo como un todo unificado separado; el niño ve que se parece a lo que "otros" parecen. Llegará un punto en que esta entidad que el niño ve en el espejo, este ser completo, será designado por la palabra "Yo". Pero lo que realmente está sucediendo sin embargo, es que esta identificación es un reconocimiento erróneo. El niño ve una imagen en el espejo; piensa, esta imagen soy "Yo". Pero no es el niño; es sólo una imagen. Pero otra persona (habitualmente la madre) está ahí para reforzar su reconocimiento erróneo. El bebé mira en el espejo, y vuelve su mirada a la madre, y le dice, "¡Sí, eres tú!". Garantiza la "realidad" de la conexión entre el niño y su imagen, y la idea del pleno cuerpo integrado que el niño está viendo y con el que se está identificando.

El niño toma esa imagen en el espejo como la suma de su existencia entera, su "yo". Este proceso, de reconocerse erróneamente en la imagen de un espejo, es un mecanismo de creación del Ego, la cosa que dice "Yo". En términos de Lacan, el reconocimiento erróneo crea la "armadura" del sujeto, una ilusión o percepción errónea de plenitud, integración, y totalidad, que rodea y protege el cuerpo fragmentado. Para Lacan el ego o "Yo", siempre es de algún modo una fantasía, una identificación con una imagen externa, y no un sentido interno de entidad completa separada.

Por esto es por lo que Lacan llama a la fase de la demanda, y la del espejo, el reino de lo Imaginario. La idea del yo se crea mediante una identificación Imaginaria con la imagen en el espejo. El reino de lo Imaginario es donde la relación alienada del yo con su propia imagen se crea y se mantiene. Lo Imaginario es un reino de imágenes, conscientes o inconscientes. Es prelinguístico y pre edipico, pero muy basado en la percepción visual, o lo que Lacan llama imagen especular.

La imagen reflejada, la persona completa que el bebé confunde consigo mismo, es conocido en la terminología psicoanalítica como un "ego ideal", un yo pleno perfecto sin insuficiencias. Este "ego ideal" se internaliza; construimos nuestro sentido de "yo", nuestra identidad, al identificarnos erróneamente con este ego ideal. Haciendo esto, de acuerdo a Lacan, nos imaginamos un yo que no siente falta, no tiene noción de ausencia o incompletitud. La ficción de un yo estable, completo y unificado que vemos en el espejo se convierte en una compensación por haber perdido la unidad original con el cuerpo de la madre. En breve, según Lacan, perdemos nuestra unidad con el cuerpo de la madre, el estado de la "naturaleza", para entrar en la cultura, pero nos protegemos a nosotros del conocimiento de esa pérdida al percibirnos erróneamente como no estando faltos de nada -- como siendo completos en nosotros.

Lacan dice que el autoconcepto

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