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Estereotipos Y Generos


Enviado por   •  19 de Mayo de 2014  •  8.036 Palabras (33 Páginas)  •  383 Visitas

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La eficacia simbólica de los estereotipos de género en la reproducción de la hegemonía masculina: Análisis de contenido de la literatura infantil y juvenil

Fátima Arranz (Facultad de Ciencias Política y Sociología -UCM)

(faarranz@ucm.es)

Abstract

Los estereotipos de género suelen ser contemplados habitualmente a la luz del examen descriptivo de los comportamientos diferenciadores entre lo masculino y lo femenino. Esa perspectiva de estudio favorece su desactivación como dispositivos de poder en el orden social generizado u orden hegemónico masculino. Este estudio aborda, a través del análisis de contenido, la presencia de los estereotipos y roles de género en un total de 42 textos representativos de la literatura infantil y juvenil más leída en el periodo 2006-2010. Estereotipos analizados como potentes mecanismos de reproducción de la lógica de dominación de género -en tanto promueven la misoginia social y la homosociabilidad masculina- que configurarán tanto varones con identidades hegemónicas como mujeres con identidades subordinadas.

Palabras clave: estereotipos, literatura infantil y juvenil, género, identidad, masculinidad hegemónica, misoginia, homosociabilidad, mass media.

Los estereotipos de género ocupan un lugar sustantivo del proceso de socialización. Ellos pueblan los universos simbólicos de cada individuo, incidiendo de manera decisiva en la conformación de su subjetividad. La tesis que aquí se mantiene es que las figuraciones transmitidas a través de la literatura infantil y juvenil, son un soporte de conocimiento de la realidad que, lejos de desempeñar sólo un papel complementario en la labor que llevan a cabo otros agentes de socialización (familia, escuela, etc.), operan como potentes dispositivos de reproducción del orden social generizado, que denotamos como de hegemonía masculina.

Potencia de los estereotipos derivada de su eficacia simbólica. Eficaz, tanto porque produce su efecto, que no es otro que la legitimidad social de las normas de género, al tiempo que intentan invisibilizar, a partir de la “naturalización” y repetición de las historias, la violencia que se ejerce en la in-corporación subjetiva de toda norma social (Butler, 2001).

¿De qué manera se enfoca nuestra preocupación por la socialización de género en la reproducción de la hegemonía masculina? En principio, el concepto de hegemonía masculina, término registrado por vez primera por Connell (1987, 1995), apela indiscutiblemente a la supremacía social masculina y se conceptualiza como la forma en que la masculinidad establece las estructuras y legitima las relaciones jerárquicas entre hombres y mujeres en un entorno socio-histórico concreto (Connell cit. por Messerschmidt, 2012:3), nuestro interés por esta corriente, es que sostiene sin ambigüedad el carácter relacional del concepto. Se dará prioridad al estudio que establece el principio jerárquico por el que se denigra un género – vía misoginia- para poder elevar al otro. La masculinidad hegemónica, como insiste Messerschmidt (2012), no tiene significado fuera de su relación con la "feminidad enfatizada" o con aquellos feminidades observadas como complementarias a la masculinidad, quejosas y siempre en relación de sumisión paradójica (Bourdieu, 2000) con la masculinidad . Subrayamos, por tanto, nuestra prioridad por observar el sentido relacional de las identidades, por el hecho que una u otra no se explican sin estudiar sus mutuas referencias. Lo habitual es soslayar la centralidad de este componente relacional, tanto en la investigación feminista como en los estudios sobre las masculinidades, enfocando el análisis en uno sólo de los elementos que conforman la relación.

La cada vez mayor determinación tecnológica de la cultura, lleva a la investigación social a atender la relevancia de los mensajes mediáticos sobre el recorrido formativo de la construcción de las subjetividades. Este hecho constata el cada vez mayor afianzamiento científico del constructivismo psico-social, como sostenía Simone de Beauvoir: no se nace mujer, y añadimos, tampoco varón, sino que se llega a ser. Entendemos que la literatura infantil y juvenil , como instrumento de producción simbólica, recoge de manera extraordinaria esos valores culturales que el patriarcado, necesita transmitir a las jóvenes generaciones, impelido por salvaguardar sus posiciones de poder. Valores que deberán integrarse en los hábitos de vida y comportamiento de niñas y niños. Weitzman et al. alertan, en su ya clásico artículo sobre la socialización de los roles sexuales en los libros ilustrados para pre-escolares, del impacto emocional e intelectual que tienen los textos orientados a este grupo al tiempo que señala que las ilustraciones de los textos son un indicador especialmente útil para la observación del contenido las normas sociales. La finalidad de estas prescripciones será, por tanto, persuadir a los menores a aceptar esos valores, al tiempo que les alienta a ajustarse a las normas aceptables de comportamiento (1972: 1126).

El abordaje del análisis de la literatura infantil y juvenil de ficción más vendida se enmarca dentro de un supuesto más ambicioso y no es otro que demostrar la retroalimentación que se presenta, entre lo que se dice –los contenidos- y lo que hace –los efectos sobre el propio campo de estudio-. Las mujeres en estos campos son discriminadas como sujetos y como objetos de ficción. Discriminación, por un lado, de su condición de género, como artistas y literatas, respecto a los varones y, por otro lado, en los contenidos de los textos, como observamos en el sub-protagonismo, en los roles, en las actitudes, etc. que desde la autoría (escritores y escritoras) de los relatos les hacen desempeñar. Además, sobre esta doble discriminación, se promueve y reafirma la hegemonía masculina en los otros órdenes de la sociedad.

En síntesis, mantenemos que el éxito de la dominación masculina estriba en el control férreo de los procesos adquisición de las identidades de género. Ello se hace realidad en una buena parte a través de los instrumentos de producción simbólica, que en cuanto instrumentos estructurados y estructurantes de comunicación y conocimiento, ayudan a conformar las identidades de género o el habitus (en términos bourdianos), al tiempo que permiten la legitimación de los dispositivos de dominación masculina. Su uso, por tanto, contribuirá a asegurar dicha dominación “aportando el refuerzo de su propia fuerza a las relaciones de fuerza que las fundan, y contribuyendo así, según la expresión de Weber, a la <domesticación

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