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Eutanasia

ewfojashefhkasdf21 de Octubre de 2013

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El concepto de eutanasia etimológicamente es de origen griego y significa “buena muerte” es tan antiguo como las mismas sociedades lo son. En la Grecia antigua, se consideraba que una mala vida no era digna de ser vivida, por lo que se aceptaba sin mayor problema la eutanasia; sin embargo Hipócrates y su juramento marcan una concepción de la vida diferente, en la que se prohíbe a todos los médicos practicar la eutanasia activa y/o proporcionar ayuda para el suicidio a cualquier persona. Actualmente hace referencia al acto de acabar con la vida de una persona enferma a petición suya o de un tercero, con el fin de minimizar el sufrimiento, como dice el segundo libro Utopía de Tomas Moro: "todo lo posible es hecho para mitigar el dolor de los que sufren enfermedades incurables, pero si la enfermedad no solamente ha sido incurable sino que es atroz e irremisiblemente dolorosa, los sacerdotes y médicos ungen al enfermo para que no prolongue su agonía, les recuerdan que su vida es simplemente una tortura y que el mundo una mera celda que no debería dudar en permitir que los demás lo liberen del tormento.

La eutanasia es un tema muy polémico ya que se puede analizar de distintos puntos de vista como filosófico, político, ético, moral, religioso, etc.

Visto desde un punto de la religión, esta crítica mucho este método calificándolo como de “pecado”, debido a las creencias, como ejemplo la religión católica que afirman que sólo Dios es quien maneja nuestras vidas, siendo esto recalcado por Santo Tomás de Aquino “Dios da la vida y es el único que puede quitarla”, “el dolor humano es una oportunidad divina para aprender a purificarse”) siendo así la pena de muerte, eutanasia y aborto estigmatizados totalmente.

Médicos, filósofos, farmacéuticos, enfermeras, teólogos, juristas, moralistas, han escrito, reescrito, discutido y redactado finalmente este texto sobre la eutanasia durante largos meses de trabajo, pretendiendo lograr un producto final fiel al doble objetivo de esta colección de trabajos: rigor técnico y científico en el tratamiento y claridad y sencillez en la exposición.

Mientras preparábamos este trabajo se han celebrado dos referéndums en los EE.UU., sobre la eutanasia, rechazando en ambos la mayoría de los ciudadanos su legalización; se ha reabierto en Holanda el debate - una vez más en aquel país - sobre la despenalización de las prácticas eutanasias; en distintos países han saltado a los medios de comunicación social noticias sobre "casos", sentencias, opiniones y propuestas referentes a la eutanasia. Estos hechos no han alterado el plan de trabajo del Comité, aunque hayan sido estudiados, valorados y considerados.

Cuando nuestro trabajo estaba casi acabado, el Gobierno Español ha aprobado un Proyecto de Código Penal - actualmente en trámite en el Congreso de los Diputados - en el que se regula la eutanasia como un delito singular acreedor a una pena sensiblemente más liviana que la del homicidio. Se Inicia así en nuestro país la tendencia de "comprensión jurídica" hacia las prácticas eutanasias que, nos tememos, puede acabar a corto plazo con su total impunidad como ha sucedido con el aborto, despenalizado parcialmente para atender a determinados "casos extremos" y legalizado en la práctica hasta el punto de constituir ya un lucrativo negocio amparado incluso por determinadas instituciones del Estado.

La iniciativa legislativa del Gobierno hace de total actualidad el presente trabajo que pretende servir como elemento de reflexión para todos los ciudadanos - también para quienes emiten su voto como Diputados y Senadores - y como factor de formación para la conciencia ilustrada de los católicos.

Este documento aborda la eutanasia sin rehuir ni ocultar los argumentos de sus partidarios; sin omitir los puntos de vista más conflictivos; sin silenciar los temas más polémicos, pues creemos que la sociedad - los católicos y quienes no lo son - puede y debe dedicar un tiempo razonable a reflexionar y lo formarse antes de emitir un juicio sobre cuestión de tal relevancia.

El término “eutanasia” (literalmente, “buena muerte”) se refiere usualmente a causar la muerte sin dolor de un individuo con una enfermedad crónica o incurable. En el uso nazi, sin embargo, “eutanasia” se refería a la matanza sistemática de los discapacitados mentales y físicos que estaban internados en instituciones, sin el conocimiento de sus familias.

Se piensa que el planeamiento del programa de eutanasia empezó en julio de 1939. En octubre de 1939 Hitler firmó una autorización secreta para proteger a los médicos, el personal médico, y los administradores que participaban en el programa de posibles procedimientos penales en su contra; esta autorización fué antedatada al 1 de septiembre de 1939, para sugerir que el programa de eutanasia estaba relacionado con medidas de guerra. El nombre de clave de esta operación secreta era T4, en referencia a la dirección de la calle (Tiergartenstrasse 4) de la oficina que coordinaba el programa en Berlín. Seis instalaciones de gaseamiento fueron creados como parte del programa de eutanasia: Bernburg, Brandenburg, Grafeneck, Hadamar, Hartheim, y Sonnenstein.

Las víctimas del programa de eutanasia incluían originalmente niños y adultos con incapacidades o anomalías físicas o con enfermedades mentales. Los médicos de T4 seleccionaban pacientes para la muerte. Estos médicos raramente examinaban personalmente a los pacientes en este proceso; a menudo basaban sus decisiones sobre los documentos médicos y los diagnósticos del personal de las instituciones donde las víctimas se hallaban internadas.

Los que eran seleccionados eran transportados por el personal de T4 a los sanatorios que servían como instalaciones centrales de gaseamiento. Les decían a las víctimas que iban a someterse a una evaluación física y tomar una ducha para desinfectarse. En vez, eran asesinados en cámaras de gas usando monóxido de carbono puro. Sus cuerpos eran inmediatamente quemados en crematorios adyacentes a los edificios de gaseamiento. Las cenizas de las víctimas cremadas eran tomadas de una pila común y puestas en urnas sin preocuparse de la identificación correcta. Una urna era enviada a la familia de cada víctima, junto con un certificado de muerte enumerando una causa y fecha de muerte ficticia. La muerte imprevista de miles de personas hospitalizadas, cuyos certificados de muerte enumeraban causas y lugares de muerte extrañamente similares, dio lugar a sospechas. Eventualmente, el programa de eutanasia se convirtió en un secreto a voces.

Hitler ordenó parar el programa de eutanasia al fin de agosto de 1941, dado el conocimiento público generalizado de la medida y la estela de protestas privadas y públicas sobre las matanzas, especialmente de miembros del clero alemán. Sin embargo, esto no significó el fin de la operación de las matanzas de eutanasia. En agosto de 1942, las matanzas recomenzaron, aunque secretamente. Las víctimas ya no eran asesinadas en instalaciones de gaseamiento centrales, sino por inyección letal o sobredosis de drogas en varias clínicas dispersas por toda Alemania y Austria. También muchas de estas instituciones privaban sistemáticamente las víctimas adultas e infantiles de comida. El programa de eutanasia continuó hasta los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, creciendo y llegando a incluir una amplia gama de víctimas: los llamados asociales, pacientes geriátricos, víctimas de bombardeos, y extranjeros que hacían trabajos forzados.

Durante la fase inicial de las operaciones, de 1939 hasta 1941, alrededor de 70.000 personas murieron en el programa de eutanasia. En el procedimiento del Tribunal Militar Internacional de Núremberg (1945-1946), se calculó que el número total de víctimas era de 275.000 personas. Algunos sectores que tratan de imponer en la sociedad contemporánea una determinada idea del "progreso", asociada únicamente al aumento del confort en el ámbito material o a una sofisticación tecnológica, la empujan, casi inconscientemente, a aceptar como "buenas" las actuaciones encaminadas a terminar con la vida de individuos cuyas condiciones vitales no sean consideradas suficientemente aceptables. Al igual que ocurrió con el aborto, actualmente se pretende despenalizar la eutanasia justificándolo como forma de evitar sufrimiento físico o moral a determinadas personas. Es fundamental afrontar esta amenaza, mostrando las consecuencias negativas y destructivas que la eutanasia y el suicidio asistido tienen para la sociedad, así como potenciando el papel de los cuidados paliativos como prestación sanitaria, ya que los ciudadanos deben tener claro que eutanasia y cuidados paliativos son realidades opuestas. La eutanasia tiene un significado más específico, que es procurar la muerte sin dolor a aquellos que sufren. Este significado es muy amplio y aquí entrarían desde el asesinato al niño que nace disminuido hasta la colaboración en el suicidio de alguien que sufre; desde la eliminación del anciano hasta la abstención del tratamiento para no alargar una agonía sin esperanza. Cada uno de estos casos recibiría un juicio ético distinto.

Hoy entendemos técnicamente por eutanasia el llamado homicidio por compasión, es decir, causar la muerte de otro por piedad ante su sufrimiento o por atender a sus deseos de morir por la causa que fuere.

Esta definición es bastante clara, pero cuando uno escucha debates o lee los periódicos, ve que hay una confusión de ideas bastante grande. El problema del correcto uso del término

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