Evaluacion Forense En Adolescentes
luciaergas6 de Marzo de 2014
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Introducción
La adolescencia es una etapa en el desarrollo del ser humano que ofrece oportunidades para crecer, no solo en relación con la dimensión física, sino también el desarrollo de la autonomía, autoestima y consolidación de la identidad. De esta forma, en esta etapa el individuo consolida el desarrollo de competencias necesaria para el ajuste con la vida adulta (Papalia, Wendkos, y Duskin, 2009). Es por esto que el ajuste que el individuo logre con su entorno, dependerá también del equilibrio entre sus capacidades y las oportunidades que el medio le proporcione, por lo que sí existe un equilibrio entre estas, el adolescente presentara una construcción de sí mismo y un proyecto de vida que genere un impacto positivo en su entorno y por ende un ajuste adecuado. Por otro lado si se presenta un desequilibrio entre las oportunidades del contexto y las capacidades de los adolescentes, pudiera producirse un desajuste en la relación entre este y su entorno, generando posibilidades de comportamiento desadaptado y transgresión de las normas. Además la vinculación con grupos con compromiso delictivo, y la falta de recursos familiares protectores y estimuladores de sus desarrollo, incidirían en que el adolescente comience a construir una representación de sí mismo basado en sus competencias delictivas y su capacidad para transgredir eficientemente la norma, dificultándose de esta forma la vinculación a entornos más funcionales, que desarrollen y estimulen sus habilidades y competencias no delictivas (Zambrano y Dione, 2009). Es por esto que en varias investigaciones se observa que la adolescencia es una etapa que en particular presentaría una mayor vulnerabilidad de manifestar conductas de riesgo, por lo que en la actualidad muchas de los acciones en políticas públicas, orientadas a los adolescentes, son consecuencias de comportamientos riesgosos en esta etapa evolutiva (Florenzano y Valdez, 2005). Por lo cual el grado de equilibrio entre el desarrollo de los recursos personales y la relación con el entorno de los adolescentes, no solo incidirán en la construcción de sí mismos y sus proyecto de vida, sino también al comportamiento tanto adaptativo como desadaptativo que los jóvenes van desarrollando, dependiendo del impacto que provoquen en el entorno (Zambrano y Pérez-Luco, 2004).
Por lo tanto, la adolescencia sería una etapa de mayor vulnerabilidad en sí misma de presentar conductas de riesgo, en donde los jóvenes se encontrarían en un proceso de desarrollo de características personales y de personalidad que puedan apoyar sus procesos de adaptación y ajuste social, por lo que la evaluación con esta población requiere de instrumentos especializados y adaptados al contexto nacional que permitan detectar e identificar de manera diferenciada las características psicológicas de éstos adolescentes, logrando establecer de esta forma las variables asociadas a la mantención de conducta delictiva presentes en nuestros adolescentes (Wenger, 2010). Permitiendo de esta forma, incidir en la generación de estrategias de prevención e intervención temprana, con jóvenes en contextos de pocas oportunidades y estimulación, así como también en el ámbito jurídico y forense, contar con herramientas que nos den cuenta de las necesidades de intervención y riesgos que el joven presenta, a su vez también permite diseñar estrategias diferenciadas de intervención.
Evaluación forense con jóvenes infractores de ley
Dentro de los procesos de desarrollo más relevantes en esta etapa, son en primera instancia el desarrollo cognitivo, esencialmente en la adquisición del pensamiento hipotético deductivo que le permite al adolescente la adopción de una actitud más crítica frente a la realidad, a través de la capacidad de abstracción, en segunda instancia y debido a que el adolescente adquiere un nivel cognoscitivo más elevado, son capaces también de considerar la perspectiva de otras personas para resolver problemas sociales, presentando una percepción de sí mismos como seres sociales, es de esta forma en que el razonamiento moral también presenta un desarrollo importante en esta etapa. Es también en este estadio evolutivo en que el individuo logra un desarrollo psicosocial significativo, basado nuevamente en las nuevas competencias cognitivas que el adolescente ha desarrollado. Es así, que el adolescente en esta etapa busca definir su propia identidad, sobre la base de la confianza, la autonomía, la iniciativa y laboriosidad, sentando las bases para afrontar los desafíos de la adultez, esto a su vez se relaciona con las relaciones interpersonales significativas del individuo, lo que en esta etapa se caracteriza por una fuerte tendencia a relacionarse mayormente con su grupo de pares (Papalia et al. 2009).
Se puede destacar la importancia del desarrollo de competencias en la etapa de la adolescencia, que fortalecerían la expresión de comportamiento prosocial, con lo cual y en relación a factores familiares y sociocomunitarios, el individuo pudiera presentar un mayor ajuste social. Por lo que es evidente entonces pensar, que en contextos que no ofrecen las oportunidades para desarrollar recursos, aprendizajes y habilidades compatibles con los requerimientos sociales, disminuirían las posibilidades de ajuste social y por el contrario obligaría a desarrollar mecanismos de sobrevivencia que aumenten el comportamiento antisocial y transgresión a las normas. Además, la vinculación con grupos con compromiso delictivo y la falta de recursos familiares protectores y estimuladores de sus desarrollo adaptativo, inciden en que el adolescente no se afecte por las consecuencias de sus actos y comience a construir una representación de sí mismo basado en sus competencias delictivas y su capacidad para transgredir eficientemente la norma, dificultándose de esta forma a vincularse a entornos más funcionales, que desarrollen y estimulen sus habilidades y competencias no delictivas (Zambrano y Pérez-Luco, 2004) De esta forma se puede observar el desarrollo de trayectorias adolescentes que persisten en el comportamiento delictivo hasta la etapa adulta, a diferencia de otros adolescentes que presentaría un comportamiento transgresor propio de la etapa evolutiva en la que se encuentran (Frèchette y Leblanc, 1987).
Cabe destacar que los esfuerzos por definir las trayectorias de desadaptación en jóvenes infractores de ley, tienen también por objeto lograr definir la intervención necesaria para cada adolescente o tipología, debido a que el proceso de desadaptación social y de la infracción de ley durante el período de la adolescencia, es un fenómeno multidimensional que no puede reducirse a un tratamiento de variables únicas o simples que pudieran predecir el comportamiento de los adolescentes, por lo que es necesario realizar una intervención diferenciada de acuerdo a las necesidades de cada joven o trayectoria delictiva o desadaptada, pudiendo así responder a la necesidades de desarrollo de cada individuo y de su proceso de readaptación. Por lo que además, desde una perspectiva diferencial de intervención, requiere en primera instancia un proceso especializado de diagnóstico integral de los adolescentes, que logre dar cuenta de las características personales, riesgos y necesidades de estos (Zambrano y Dione, 2009).
Instrumentos de Evaluación en el área de la personalidad
Como se mencionó anteriormente, las características personales de los adolescentes, sería uno de los elementos necesarios de identificar y focalizar al momento de diferenciar la gravedad o cronicidad de los comportamientos desadaptados o delictivos. Es por esto que a nivel internacional se han desarrollado o adaptado diversos instrumentos de evaluación forense para adolescentes que presentan este tipo de comportamiento. Dentro de los instrumentos de evaluación forense mayormente utilizados para esta población, se consideran el Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota para Adolescentes (MMPI-A), el Inventario Clínico Para Adolescentes de Millon (MACI),el cuestionario de personalidad de Eysenck (EPQ)y el inventario Jesness-Revisado (JI-R) (Grisso y Riggs, 2003).
Con respecto al MMPI-A, este instrumento de evaluación tiene una larga historia en la evaluación de la delincuencia. En diversos estudios se ha demostrado la capacidad del MMPI-A para discriminar entre grupos de adolescentes delincuentes y no delincuentes, basadas principalmente en elevaciones que ocurren en la escala de desviación psicopática (Pd). Lo que se logró demostrar en estudios de seguimiento y re-evaluaciones de este instrumento, donde se observó que esta escala (Pd) logra diferenciar también en adolescentes normales y los que más tarde presentaron conductas antisociales (Capwell, 1995; Capwell, 1945; Monachesi, 1948 y Monachesi, 1950 en Bolinskey, Trumbetta, Hanson y Gotterman, 2010).
A raíz de estos resultados, Hathaway y Monachesi (1953), Hathaway y Monachesi, (1961) y Hathaway y Monachesi(1963) en Monachesi, (1950) en Bolinskey et al., (2010), realizan un estudio con una muestra de 3971 estudiantes en Minneapolis, con la finalidad de identificar las características de acuerdo a las escalas del MMPI-A de los sujetos que mostrarían a futuro comportamiento antisocial, señalando que una elevación en los puntajes de las escalas de desviación psicopática, esquizofrenia e hipomanía, se asocia con altas tasas de delincuencia, mientras que en grupos de adolescentes con bajo comportamiento delictivo se observó una elevación de las escalas de Introversión social, depresión y masculinidad-femineidad. Colectivamente, estos estudios han apoyado el uso del MMPI-A para la identificación de los adolescentes que muestran conductas delictivas, así como su posible aplicación en la predicción de la aparición
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