FACULTADES MENTALES PARA TESTAR

FACULTADES  MENTALES  PARA  TESTAR

El Testamento es un documento escrito establecido por la ley, mediante el cual una persona expresa su última voluntad, para disponer de todo o de parte de sus bienes, para después de su muerte.

Existen dos impedimentos que inhiben la capacidad de testar: a) No pueden testar los menores de edad; b) No pueden testar los alienados, salvo que tengan intervalos lúcidos, lo suficientemente prolongados, para garantizar el cese de la enfermedad en el momento de testar. Siendo la demencia un cuadro psicopatológico progresivo, involutivo y sin remisiones, no pueden existir intervalos lúcidos; por lo tanto, son enfermos que padecen de incapacidad absoluta para testar. Esta incapacidad data desde el momento en que se constata el comienzo del proceso patológico.

Cuando se trata de dilucidar sobre la incapacidad de testar, la ley establece como requisito indispensable el peritaje psiquiátrico.

En los dementes suelen crearse situaciones difíciles de resolver:

1. La marcada sugestibilidad los hace víctimas de sugerencias e intimidaciones, para inducirlos a testar por obra de una voluntad ajena, porque la voluntad propia está inhibida por la debilitación mental.
2. El grave estado de la memoria y del vigor intelectual dificultan el razonamiento y la autodeterminación, que son indispensables para testar.

Existen tres tipos de testamentos:

1) Testamento ológrafo: Es escrito y firmado de su mano por el testador, que luego debe ser protocolizado por escribano público. En primer lugar es necesario un peritaje caligráfico,  para corroborar la autenticidad de la letra del testamento, con algún escrito del fallecido y supuesto demente.   Si la letra es auténtica el testamento puede ser cuestionado, aduciendo que el testador estaba demente y, en ese caso, que obró bajo  el  imperativo  de sugerencias e intimidaciones. Frente a esta nueva eventualidad, el juez requiere el peritaje médico-legal. Para ello, el médico puede valerse de los siguientes elementos de juicio: a) Indagar si el testador tuvo en su vida algún juicio de interdicción, que obraría como antecedente valioso, en favor de una posible alteración demencial en el momento de testar; b) Informes proporcionados por hospital, sanatorio o médicos que lo hayan asistido en forma privada. También son estos informes de valor para corroborar o no el estado demencial en el momento de testar; c)  Los informes que puedan aportar familiares y allegados son de menos importancia, teniendo que ser cautelosos respecto a la falsedad de los mismos.

Con estos elementos de juicio, el médico hará un estudio retrospectivo, tratando de establecer si en el momento de testar estaba o no demente.

El testamento ológrafo es el más simple y económico de todos, también es el más vulnerable, ya que se puede destruir o ser alterado por terceros.

2) Testamento abierto o público: Es el testamento que se otorga verbalmente o por una minuta, intervienen un escribano público y testigos. Hay que valerse de los mismos elementos que en el caso anterior. Este tipo de testamento suele aceptarse como válido salvo que haya habido un juicio de interdicción.

3) Testamento cerrado: Que escribe o hace escribir el testador, guardado bajo sobre cerrado y sellado; que sólo se abrirá ante escribano público y testigos. También  en este caso, valen los mismos procedimientos que en los anteriores.

Si el testador y supuesto demente está vivo, puede realizar una demanda un familiar que conoce la existencia del testamento, reclamando la nulidad del mismo, basado en la incapacidad para testar por parte del testador. En este caso, se practican pericias psiquiátricas y se pueden agregar consultores técnicos propuestos por la familia. Si se comprueba la demencia, sólo queda por establecer la fecha del testamento, para verificar si es anterior o posterior al comienzo de la enfermedad. Si es anterior el testamento es válido; si es posterior, el testamento está viciado de nulidad.

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