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FENOMENOLOGÍA DE LA PERSONALIDAD: MASLOW, ROGERS, PERLS


Enviado por   •  6 de Febrero de 2018  •  Monografías  •  4.642 Palabras (19 Páginas)  •  664 Visitas

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III

FENOMENOLOGÍA DE LA PERSONALIDAD: MASLOW, ROGERS, PERLS

Las teorías humanísticas de la personalidad surgen del existendalismo y la fenomenología. Sus características generales son el poner un acento en el aspecto subjetivo de la experiencia, en .la esfera axiológica de la personalidad, en la situación presente, aquí-ahora, se da importancia a las experiencias críticas y al proceso de autorrealización.

En los planteamientos de estos enfoques vamos a considerar lo sustentados por Rogers, Maslow y Perls.

1.La Teoría Centrada en la Persona de Rogers

Inicialmente este enfoque fue conocido como terapia no directiva' y también 'terapia centrada en el cliente'. Es una teoría que sigue el diseño 'si - entonces' y parte de los supuestos de que en el universo preponderan las tendencias formatívas, más los procesos creativos que destructivos a partir de una masa desordenada; y una tendencia realizadora en todos los seres humanos a desarrollar plenamente su potencial, no necesitan ser controlados para incitarlos a su autorrealización" A ello contribuye decisivamente la existencia de 3 condiciones: la congruencia, la valoración positiva incondicional y la empatia.

  1. El Yo y la Autorrealización

"La tendencia realizadora hace referencia a experiencias organísmicas, es decir, afecta la totalidad de la persona, a sus partes consciente e inconsciente, fisiológica y cognitiva, mientras que la autorrealización es la tendencia a hacer realidad el yo tal y como lo percibimos en nuestra consciencia".

Al interior del yo existen dos subsistemas: el concepto del yo y el yo ideal. El concepto del Yo incluye todos los aspectos de la existencia y las experiencias que se pueden reconocer a través de la participación de la consciencia; no es igual al yo organísmico pues éste incluye aspectos fuera de este alcance conciencial. Cuando este concepto está consolidado, suele ser difícil de cambiar.

En cambio, el yo ideal es "la noción que un individuo tiene de sí mismo tal y como desearía ser. El yo ideal contiene todos los atributos, por lo general positivos, que las personas aspiran a poseer" (Feist y Feist, 2007; 310). La incongruencia entre yo ideal y concepto del yo lleva a posiciones enfermizas.

La conciencia es la que da existencia a las dimensiones del yo; la conciencia es la representación simbólica de una parte de nuestra experiencia. Toda persona elabora un proyecto de ser para transformar su realidad (selfreaí) en su posibilidad (se/f ideal), para lo cual toma como referencia una escala axiológica o valorativa.

  1. El Proceso de Convertirse en Persona

Un ser humano se convierte en persona a través del contacto, positivo o negativo, con otra persona (padres, cuidadores, etc). Requiere de valoración positiva, de manifestaciones de consideración, aprecio y aceptación, condición previa para la existencia de una autovaloración positiva.

El riesgo de perdida de salud psicológica debe verse como restricción y obstáculo de la tendencia al desarrollo y la autorrealización. Entre estos obstáculos se encuentran las condiciones de valor la exigencia de ios demás de ser aceptado o querido sólo si se satisfacen sus expectativas y merecen su aprobación, convirtiéndose en criterio para la aceptación o rechazo de nuestras experiencias: "Si percibimos que los demás nos aceptan independientemente de nuestros actos, llegaremos a creer que su valoración es incondicional. Pero si percibimos que algunos de nuestros actos son aprobados u otros desaprobados, advertimos que nuestro valor tiene condiciones" (Feist y Feist, 314). Las valoraciones extemas o de los demás pueden enajenamos e jjjipedir que estemos más abiertos a nuestra propia experiencia, generando incongruencia.

La incongruencia es patologizante pues implica un rechazo de experiencias propias que no son simbolizadas adecuadamente, es decir aceptadas por nuestra conciencia. Las discrepancias entre yo organísmico y la experiencia y el concepto del yo, y entre el concepto del yo real y el yo ideal, provocan conductas incoherentes, enfermizas. El impacto de estas incongruencias será mayor según el nivel de vulnerabilidad de la persona. Mientras la vulnerabilidad existe cuando no somos conscientes de ella, la ansiedad (estado de inquietud cuya causa desconocemos) y la amenaza aparecen cuando tienden a hacerse conscientes.

Dadas estas circunstancias aparecen actitudes defensivas como protección del yo contra la ansiedad y la amenaza mediante la negación y la distorsión de las experiencias incoherentes (subcepción : evitación del acceso a la conciencia). Con la distorsión tergiversamos la experiencia para hacerla concordante con algunos aspectos de nuestro concepto del yo. Por la negación cerramos las puertas perceptivas a una experiencia impidiendo que se simbolice es decir que se convierta en un hecho de conciencia. Así nos protegemos de la incoherencia y de sus perniciosos acompañantes que son la ansiedad y la amenaza cuya incursión en extremo debido a las fallas defensivas determina la desorganización, la psicosis: ... "cuando la incongruencia entre el yo percibido y la expenencia organísmica de una persona es demasiado evidente o se produce de forma demasiado inesperada como para ser negada o distorsionada, la conducta de dicha persona se hace desorganizada. La desorganización puede surgir de manera repentina o aparecer de manera gradual a lo largo de un período de tiempo" (íbid., 315).

1.3 La Psicoterapia Rogeriana

Condiciones

Tres condiciones son necesarias y suficientes para producir cambio terapéutico:

Congruencia del Terapeuta: La congruencia existe cuando las experiencias organísmicas se corresponden con una consciencia de las mismas y una disposición para expresar abiertamente los sentimientos. Ser congruente es ser real y auténtico, mostrar coincidencia entre lo que se hace, se dice y se piensa y siente. El terapeuta no es sólo una persona amable y simpática, es poseedor de (as emociones y actitudes de cualquier ser humano; y no lo oculta.

Valoración Positiva Incondicional: valoración positiva es la necesidad de ser querido, apreciado o aceptado. Si esta necesidad está presente sin reservas, se trata de una valoración positiva incondicional. El terapeuta muestra una actitud amable y no posesiva,

aceptación sin reservas, sea cual sea la conducta del cliente.         

Empatia: Existe cuando el terapeuta percibe correctamente los sentimientos del cliente y los comunica logrando que se sienta comprendido: percibe las cosas desde el punto de vista del cliente y éste se siente seguro y comprendido. Empatia, sinceridad y afecto facilitan el crecimiento interior del cliente permitiéndole escucharse a sí mismo y transformarse en su propio terapeuta.

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