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Grupos Focales De Discusion

cachorrito_11312 de Febrero de 2012

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Los Grupos Focales de Discusión

El grupo focal de discusión es “focal” porque focaliza su atención e interés en un tema específico de estudio e investigación que le es propio, por estar cercano a su pensar y sentir; y es de “discusión” porque realiza su principal trabajo de búsqueda por medio de lainteracción discursiva y la contrastación de las opiniones de sus miembros. El grupo focal es un método de investigación colectivista, más que individualista, y se centra en la pluralidad y variedad de las actitudes, experiencias y creencias de los participantes, y lo hace en un espacio de tiempo relativamente corto.

1. Fundamentación Epistemológica

Sin una clara fundamentación epistemológica y metodológica, una técnica de investigación no pasa de ser un conjunto de procedimientos confuso, arbitrario e incomprensible. Por ello, queremos poner de relieve estas dos partes de esta técnica.

Niels Bohr considera el principio de complementariedad como unas¬pec¬to central de la descripción de la naturaleza. En re¬la¬ción a la física cuántica, señala que la luz se com-porta como una onda en determinadas condi¬cio¬nes de observa¬ción (por ejemplo, en los efectos de interferen¬cia), y como una partícula en otras (por ejemplo, en los efectos fotoeléctri¬cos), por lo cual se llega a con¬clu¬sio¬nes que resultan con¬ceptualmente incom-patibles, pero que, con una base episte¬mológica más riguro¬sa, son comple¬mentarias. Distintas si¬tua¬ciones de observa¬ción son con frecuen¬cia complementarias entre sí, lo cual quiere decir que, aunque parezca que se excluyen mutuamen¬te, que no pue¬den ser realizadas simultá¬neamente y que los resultados de una no pueden compararse unívoca-mente con los de otra, sin embar¬go, analizando más profundamente la acti¬vidad episté-mica del sujeto, se perciben como com¬patibles, conciliables y comple¬men¬tarias (Barbour, 1971, p. 333; Heisen¬berg, 1975, pp. 131-2).

Niels Bohr introdujo la idea de complementariedad a fin de facilitar la comprensión de la relación existente entre pares de conceptos clásicos. Concibió las imágenes de la onda y la partícula como dos descripciones complementa¬rias de la misma realidad; por tanto, sólo parcialmente correctas y con un campo de aplicaciones limitado. Ambas imágenes eran necesarias para dar una explicación completa de la realidad atómica y ambas habían de ser aplicadas den¬tro de los límites impuestos por el principio de incerti¬dumbre. La noción de complementa¬riedad se ha convertido enparte esencial del concepto de la naturaleza sostenido por los físi¬cos, y Bohr sugirió repetidas veces que tal vez esta noción podría resultar útil fuera del campo de la fí¬sica.

Son muchos, en efecto, los autores –físicos y humanis¬tas– que han seguido a Bohr en un uso más amplio de la idea de com¬ple¬mentarie¬dad; análisis mecanicistas y orgáni¬cos, des-cripciones conductua¬les e introspeccionistas, mente y cere¬bro, voluntad libre y de-terminismo, teleología y meca¬nicis¬mo, etc. pueden ser considera¬dos no tanto como expli-cacio¬nes conflicti¬vas y contradictorias, sino como descrip¬cio¬nes complementarias (cada una capta aspectos de la realidad que no ven las otras), válidas en diferentes con¬tex¬tos, y aun en el mismo contexto cuando se adop¬tan pers¬pectivas dife¬ren¬tes. Igualmente, la ciencia, la filosofía, la histo¬ria y el arte pueden ser entendi¬das como modos dife¬rentes y com¬plementarios de descripción de la misma reali¬dad, cada uno de ellos con su aporte propio, único e insus¬tituible.

Ya Aristóteles había dicho en su tiempo que el ser nunca se da a sí mismo como tal (y, menos, en su plenitud), sino sólo por medio de diferentes aspectos y categorías (Metaf. Lib. iv, cap. 5-6). Es decir, que las realidades nos ofrecen sólo algunas de sus caras, y que el sujeto dispone sólo de algunas categorías. Por esto, necesitamos una racionalidad más respetuosa de los diversos aspectos del ser del pensamiento, una racionalidad múltiple. Habermas señala que esta racionalidad tendría que hacer accesible al mismo tiempo las tres esferas del conocimiento especializado, es decir, “creando una interacción sin restriccionesde los elementos cognitivos con los práctico-morales y los expresivo-estéticos” (en: Giddens y otros, 1991, p. 209).

Nos encontramos aquí en la misma situación que el es¬pec¬tador que presencia la exhibición de una obra teatral. Él no puede ocupar sino una butaca y, por consiguiente, no puede tener más de un punto de vista. Ese puesto puede ser muy bue¬no para captar algu-nas escenas y, quizá, no tan bue¬no o, in¬cluso, muy malo para otras. Cuando la obra teatral, en cam¬bio, es transmi¬tida por TV, se colocan 6 u 8 camaró¬grafos en los puntos más antagónicos y opuestos, y el di¬rec¬tor de la trans¬misión va esco¬giendo y alter¬nando sucesi¬va¬mente los en¬foques de las diferentes cámaras. Así, tene¬mos la visión des¬de la izquierda, desde la derecha, desde el centro, de cerca, de lejos, etc. como si sal¬táramos de una butaca a otra; es de¬cir, tenemos la complementa¬riedad y riqueza de diferentes puntos de vista. Esta misma lógica es la que usa el buen fo¬tógrafo cuando en una fiesta, para capturar las mejo¬res esce¬nas, se mueve ágilmente en todo el espacio disponi¬ble. Sólo así podrá después crear un bello álbum de la fiesta.

Esta misma situa¬ción la constatamos en la vida moderna cuando nombra¬mos un jura¬do, una comisión o el parlamento, integrados siempre por muchos miembros, conscientes de que así, con unamayor amplitud de criterios, será analizada más exhaustivamente la complejidad de la realidad.

Sería interesante sentar, imaginariamente, en butacas diferentes a Aristó¬teles, Ptolomeo, Leonardo, Copérnico, Newton, Marx, Freud, Einstein, Gandi u otros hombres céle¬bres de la historia, y tratar de ver “el teatro del mundo” des¬de las perspectivas sociohistóricas de sus ideas. Ciertamente, tendríamos una visión muy enriquecedora.

En esen¬cia, el prin¬cipio de complementariedad su¬braya la incapaci¬dad humana de agotar la reali¬dad con una sola perspectiva, pun¬to de vista, enfoque, óp¬tica o abordaje, es decir, con un solo intento de cap¬tarla. La descrip¬ción más rica de cualquier entidad, sea física o humana, se lo¬graría al inte¬grar en un todo cohe¬rente y ló¬gico los aportes de diferentes perso¬nas, filoso¬fías, escuelas, méto¬dos y disciplinas.

La verdadera lección del principio de complementarie¬dad, la que puede ser traducida a muchos campos del conoci¬miento, es sin duda esta riqueza de lo real que desborda toda lengua, toda es¬tructura lógica, toda clarificación concep¬tual.

Una consecuencia del principio de complementariedad, de gran trascendencia epistemológica, es la posibilidad de superar los conceptos de “objetividad” y “subjetividad” con uno más amplio y racional, que es el de “enfoque”. El enfoque es una perspectivamental, un abordaje, o una aproximación ideológicos, un punto de vista desde una situación personal, que no sugiere ni la universalidad de la objetividad ni los prejuicios personales de la subjetividad; sólo la propia apreciación.

Sin embargo, no sería correcto pensar que todos los puntos de vista o perspectivas son buenos por igual. Hay enfoques o puntos de vista privilegiados. Así como la función teatral no se observa ni se disfruta en forma idéntica desde una platea, un palco o un balcón, que desde una galería o la tribuna presidencial (y se paga distinto precio en cada caso), hay perspectivas o puntos de vista mejores que otros para comprender las realidades.

Todo ser humano ha nacido y crecido en un con¬texto y en unas coorde¬nadas socio-históricas que impli¬can unos valo¬res, intereses, fines, propósi¬tos, deseos, necesi¬da¬des, inten¬ciones, temores, etc. y ha tenido una educa¬ción y una forma¬ción con experiencias muy particulares y persona¬les. Todo esto equivale a habernos sentado en una determinada bu¬ta¬ca para pre¬senciar y vivir el espectáculo teatral de la vi¬da. Por esto, sólo con el diálogo, la interacción y el inter¬cam¬bio con los otros especta¬dores –espe¬cialmente con aque¬llos ubicados en posicio¬nes contra¬rias e, incluso, con una episteme radicalmente diferente– podemos lograr enri¬quecer y comple¬mentar nuestra percep¬ción de la reali¬dad.

En consecuencia, es necesario enfatizar que resulta muy difícil, cuando no imposible, que se pueda siempre demostrar la prioridad o exclusivi¬dad de una deter¬minada disciplina, teoría, modelo o método (o cualquier otro instrumento concep¬tual que se quiera usar) para la interpretación de una realidad específi¬ca.

Descartes, en el Discurso del Método –y en un contraste paradójico con la orientación general de su doctrina– dice que “larazón es la cosa mejor distribuida que existe”. Quizás, sea ésta una afirmación que debiera escul¬pirse con letras de oro en todo tratado que verse sobre el conoci¬miento humano.

En efecto, toda mente humana sana percibe y descubre algún sentido en las realida¬des con que se enfren¬ta y le parece que su percepción es la mejor, la más “verdadera”. El problema reside en que no tenemos un criterio seguro, infali¬ble, para aceptar una y descartar todas las demás; lo cual no quiere decir que todas sean igualmente buenas. Por esto, a veces, se recurre al consenso de la mayoría. Pero “la verdad”, lamentablemente, no coincide democráticamente con el parecer de la mayoría. La mayoría puede estar equivocada. Si, en cambio, pudiéra¬mos

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