HELLEN KELLER EL MUNDO DONDE VIVO
cristianefe29 de Septiembre de 2014
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EL MUNDO DONDE VIVO
Hellen Keller
Traducción de María del Carmen Pasman
ÍNDICE
PREFACIO 4
I VEO CON MI MANO 5
II OTRAS MANOS 8
III LA MANO DE LA RAZA 11
IV EL PODER DEL TACTO 14
V LAS VIBRACIONES SUTILES 18
VI EL OLFATO, EL ANGEL CAIDO 22
VII VALORES RELATIVOS A LOS SENTIDOS 26
VIII EL MUNDO DE LOS CINCO SENTIDOS 28
IX VISIONES INTERIORES 30
X ANALOGÍAS DE LA PERCEPCIÓN DE LOS SENTIDOS 33
XI ANTES DEL DESPERTAR DEL ALMA 36
XII LOS MAYORES PRIVILEGIOS 39
CANTO A LA OSCURIDAD 53
A Henry H. Rogers,
mi querido amigo de muchos años
"La noche de la ceguera tiene también
sus maravillas.
"La noche de la ignorancia y de la
insensibilidad es la única tiniebla
impenetrable.
"El infortunio de los ciegos es inmenso,
irreparable. Pero no nos priva de compartir
con nuestros semejantes la acción altruista,
la amistad, el buen humor, la imaginación
y la sabiduría".
La Autora
PREFACIO
Los originales correspondientes a los ensayos y a la poesía que constituyen este libro, aparecieron en "The Century Magazine"; los ensayos, bajo los títulos de "Una charla acerca de la mano", "Sentido y sensibilidad", y "Mis sueños". Mr. Gilder, a quien estoy profundamente agradecida por su amable interés y estímulo, me sugirió la idea de escribir estos artículos. Pero, por otra parte, Mr. Gilder debe aceptar también la gran responsabilidad que va unida a mi gratitud. Solamente a su deseo y al de otros editores se debe que yo me permita hablar tanto de mi persona.
Todo libro es, desde cierto punto de vista, autobiográfico. Pero mientras a otras criaturas, analizadoras de sí mismas, les es dado al menos variar de tema, lo que yo puedo opinar del impuesto, o de los conflictos suscitados por la cuestión Dreyfus, me parece que no le importa a nadie.
Sí propongo reformar el sistema pedagógico del mundo, mis amigos editores exclaman: "Es interesante." Pero agregan: "¿Sería usted tan amable que nos informara cuál era su concepto sobre la bondad y la belleza cuando tenía seis años de edad?" Primero me piden que hable de la vida de la niña, hoy mujer. Luego me convierten en mi propia hija y me piden reiteradamente un análisis de mis sentimientos de adulta. Por último, solicitan que escribe mis sueños, y de este modo me convierto en abuela anacrónica; por qué el contar sueños es un privilegio especial del que sólo disfrutan los ancianos. Mis editores son tan buenos que, sin duda, tienen razón al pensar que nada de lo que yo pudiera decir sobre los asuntos del universo sería interesante. Pero mientras no me den la oportunidad de escribir sobre algo que no sea yo misma, el mundo continuará ignorando que existen posibilidades de mejora en los métodos de instrucción. Entretanto, sólo puedo contribuir discurriendo sobre el límite dado tema que me permiten tratar.
En el "Canto a la obscuridad", no fue mi intención aparecer como poetisa.
Creía estar escribiendo prosa, a no ser por la traducción en verso del pasaje magnífico de Job. Sin embargo les pareció a mis amigos que no había coherencia entre este canto y el resto del libro; y esa fue la causa por la cual se convirtió en poesía.
Hellen Keller
I
VEO CON MI MANO
Acabo de tener a mi perro en las manos. Estaba revolcándose en el césped, con un gozo infinito en cada músculo y cada miembro. Quise tener una imagen completa de él, y entonces lo toqué tan levemente como si palpara telarañas; pero su cuerpo regordete giro sobre sí mismo, se puso tieso y al pararse sobre sus patas traseras se endureció más todavía. Su lengua lamió mi mano y apretó su cuerpo contra el mío como si quisiera hacerse un ovillo. Demostraba su júbilo a través del rabo, las patas y la lengua. Si hubiese tenido la facultad de hablar estoy segura de que habría dicho, como yo, que el paraíso sólo se alcanza por medio del tacto; ya que el amor y de inteligencia residen en el.
Este pequeño episodio me sugirió la idea de una charla sobre las manos.
Sí resulta interesante y amena, se deberá a mi "perro-estrella". De cualquier modo, es sumamente agradable disponer de un tema que no haya sido monopolizado por otra persona. Es como trazar un nuevo sendero en la selva virgen, dejando un rastro resplandeciente perdón de antes no existían las pisadas. El llevaros por un camino sin huellas, a un mundo donde la mano es soberana, constituye para mí una gran alegría. Pero en el mismo momento de partir tropezamos con una gran dificultad: temo que vosotros, tan acostumbrados a la luz, podáis encontrar una serie de obstáculos invencibles cuando traté de conduciros a través del mundo de la obscuridad y del silencio. Bien se que los ciegos no somos los más indicados para servir de guía. Pero aunque no pueda garantizaros que no os extravíe, os prometo que no llevaré hacia el fuego ni el agua, y que no caeréis en ningún abismo. Sí me seguís pacientemente descubriréis que "donde hay un sonido muy sutil nada prevalece entre este y el silencio", y que hay más significado en cada cosa en sí misma, que en todas las cosas que pueda abarcar la vista.
Mi mano es para mí lo que el oído y la vista juntos son para vosotros.
¡Cuántas veces viajamos por las mismas carreteras, leemos los mismos libros, hablamos el mismo idioma, y no obstante nuestras experiencias son distintas! Todos los actos de mi vida dependen de mi mano como de un eje central. A ello le debo mi continuo contacto con el mundo exterior. También en mi mano la que me permite salir del aislamiento y de la obscuridad, mientras mis dedos anhelantes se apoderan de todo goce y actividad que encuentran a su paso. Al pasar por primera vez una simple palabra de otra mano la mía, al rozar suavemente otros dedos los míos, comenzaron la conciencia, el júbilo y la plenitud de mi vida. Como Job, siento que una mano me ha hecho, me ha dado una forma, aunque un tanto vaga, y ha moldeado mi propia alma.
En todos mis experimentos de ideas mi mano desempeña un papel muy importante. Todo lo que me emociona o estremece, es como otra mano que me tocase en la sombra y al hacerlo me revelase mi existencia misma. Tachar de irreales estas impresiones, que yo he acumulado por medio del tacto, equivale a opinar lo mismo de un espectáculo que llena de júbilo vuestra alma o de una desgracia que hace afluir amargas lágrimas a vuestros ojos.
Es roce de las salas de una mariposa al agitarse en mi mano; los delicados pétalos de las violetas ya escondiéndose entre los dobleces de sus hojas, de inconfundible frescura, ya irguiéndose sobre el césped de las praderas; los rasgos claros y firmes del cuerpo humano; el arco suave del cuello del caballo y el toque aterciopelado de su hocico, todo esto, con las numerosas combinaciones que resultan, cobra realidad en mi mente y constituye mi mundo.
La ideas forman el mundo donde vivimos, y son las impresiones las que transmiten las ideas. El mundo en el cual vivo se halla construido sobre una base de sensaciones táctiles, desprovistas de todo color y sonido físicos; pero a pesar de ello, es un mundo donde se respira y se vive. Cada objeto esta íntimamente ligado en mi mente a esas cualidades táctiles, las cuales, combinadas de diversos modos, me proporcionan el sentido del poder, de la belleza o de la discordancia; ya que con la ayuda de mis manos pueda llegar a sentir tanto lo risible como lo admirable en el aspecto de las cosas. Observad que vosotros, los que dependéis de vuestra vista, no os dais perfecta cuenta del número de las cosas tangibles que os rodean. Todo lo palpable es móvil o rígido, sólido o líquido, grande o pequeño, cálido o frío, y estas cualidades están infinitamente matizadas.
La frescura del nenúfar es diferente de la del viento de una tarde de verano, y distinta a su vez de la de la lluvia que penetra en las entrañas de la tierra y da vida y desarrollo a sus frutos. El aterciopelado de la rosa no es el del durazno maduro ni el de la mejilla con hoyuelos de un niñito. La dureza de la roca está relacionada con la de la madera, cómo puede estarlo la voz profunda y grave de un nombre con la voz suave de una mujer. Lo que yo llamo belleza lo advierto sólo en ciertas combinaciones de todas estas cualidades y deriva, en gran parte, del torrente de líneas curvas y rectas que prevalece para mí sobre todas las cosas.
"¿Qué significado tiene la línea recta para usted?" — me preguntaréis. Significa varias cosas. En primer lugar, simboliza el deber. Parece también gozar de esa virtud de lo inexorable, característica del deber. Cuando tengo una misión de cumplir, y que no debe ser abandonada, siento como si avanzara en línea recta, decidida a llegar al punto de destino y a proseguir sin desviarme hacia la derecha ni hacia la izquierda. Esto es, en una palabra, lo que la línea recta significa para mí.
Ahora en cambio, con el propósito de eludir esta reflexión moralizante mía, podéis preguntarme: "¿Cómo siente usted a la línea recta?" La siento, como supongo que es: recta, como un pensamiento monótono y sin alternativas, de trazado infinito. La elocuencia
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