INHIBICIÓN, SÍNTOMA Y ANGUSTIA

INHIBICIÓN, SÍNTOMA Y ANGUSTIA

SECCIÓN I

La inhibición presenta una relación especial con la función y no significa necesariamente algo patológico. La inhibición de una función es una restricción normal de la misma. En cambio, síntoma vale como signo de un proceso patológico pues se da cuando de una modificación extraordinaria de alguna función o de una función nueva.

¿En qué forma se manifiesta la perturbación de las distintas funciones del yo en las diversas afecciones neuróticas?

a) La función sexual

La impotencia psíquica se refiere a las inhibiciones que se presentan en la función sexual como consecuencia de diversas perturbaciones. Los síntomas principales de la inhibición en el hombre son:

1. Displacer psíquico: la desviación de la libido al principio del proceso.

2. Falta de erección: la falta de la preparación física indispensable.

3. Eyaculación precoz: la abreviación del acto sexual.

4. Falta de eyaculación: la interrupción del acto sexual antes de su desenlace final.

5. Su interrupción por desarrollo de angustia cuando no ha sido imposible su iniciación.

6. Una reacción ulterior que protesta contra la función y que quiere deshacer lo hecho cuando, a pesar de todo, llegó la función a realizarse.

b) La nutrición

Aquí se encuentra la repugnancia a comer por retirada de la libido y la compulsión de comer. Esta última resulta motivada por el miedo a morir de hambre. Como defensa histérica contra la ingestión de alimentos está el síntoma del vómito, la negativa a comer por angustia es propia de estados psicóticos (delirio de envenenamiento).

c) La locomoción

Aquí se encuentra la repugnancia a andar o por debilidad de las extremidades abdominales. Se sirve de la parálisis motora del aparato locomotor o crea una interrupción especial de la función del mismo (abasia). Un ejemplo son las alteraciones de locomoción por interpolación de ciertas condiciones cuyo incumplimiento hace surgir angustia (fobia).

d) El trabajo profesional

Aquí se encuentra la disminución del deseo de trabajar, la defectuosa realización del trabajo o en forma de fenómenos de reacción (fatiga, vértigo o vómitos al forzarse a continuar su tarea). La histeria impone el abandono del trabajo mediante la producción de parálisis orgánicas o funcionales cuya existencia es incompatible con la ejecución de la labor. La neurosis obsesiva perturba el trabajo por una continua distracción y por la pérdida de tiempo consiguiente a incesantes interrupciones y repeticiones.

La inhibición es la expresión de una restricción del Yo que puede obedecer a diversas causas. La función yoica de un órgano queda alterada cuando su significación sexual, su erogeneidad, recibe un incremento por lo que el Yo renuncia a estas funciones para no tener que llevar a cabo una nueva represión evitando así un nuevo conflicto con el ello.

Otras inhibiciones están al servicio del autocastigo. El yo no debe hacer determinadas cosas porque habían de traerle consigo provecho y éxito, lo cual ha sido prohibido por el superyó. Entonces renuncia a tales funciones para no entrar en conflicto con el superyó.

Las inhibiciones más generales del yo se dan cuando el este es absorbido por una labor psíquica de particular gravedad (duelo, gran supresión afectiva, mantener sumergidas fantasías sexuales continuamente emergentes), se empobrece tanto la energía de que puede disponer que se ve obligado a restringir su gasto en muchos lugares.

Las inhibiciones que son restricciones de las funcione del yo, bien como medida de precaución, bien a consecuencia de un empobrecimiento de energía.

SECCIÓN II

El síntoma es un signo y un sustituto de una expectativa de satisfacción de un instinto, un resultado del proceso de la represión. La represión parte del yo, que a veces por mandato del superyó, rehúsa agregarse a una carga instintiva hincada en el ello. Por medio de la represión logra el yo impedirle que la idea, vehículo del impulso prohibido, alcance a ser consciente aunque muchas veces dicha representación ha continuado existiendo como formación inconsciente. Es decir, hay un apartamiento de la conciencia de la representación reprimida como resultado del proceso represor.

¿Cuál es el destino del impulso instintivo activado en el ello y que tiende a su satisfacción? Por el proceso de la represión se transforma en displacer, el placer de satisfacción esperado.

La descarga de excitación propuesta en el ello no tiene efecto a consecuencia de la represión, consiguiendo el yo inhibirla o desviarla. De este modo queda resuelto el enigma de la transformación de los afectos en la represión.

El yo puede ejercer una amplia influencia sobre los procesos que se desarrollan en el ello a consecuencia de las íntimas relaciones del yo con el sistema de la percepción. La función de este sistema (sistema P-Cc), que está enlazado al fenómeno de la concientización, no recibe solamente estímulos del exterior sino también del interior, y por medio de las sensaciones de placer y displacer intenta orientar todas las corrientes del suceder anímico en el sentido del principio del placer. Gustamos suponer al yo impotente contra el ello, pero cuando el yo pugna contra un proceso instintivo desarrollado en el ello, no necesita sino dar una señal de displacer para alcanzar su propósito con la ayuda del principio del placer, instancia casi omnipotente.

Procedencia de la energía empleada para generar la señal de displacer: La defensa contra un proceso interior indeseado puede desarrollarse análogamente a la defensa contra un estímulo externo sigue en su defensa, tanto contra peligros exteriores como interiores.

Ante un peligro exterior emprende el ser orgánico un intento de fuga, comenzando por retirar la carga de la percepción de lo peligroso; pero después reconoce como el medio más eficaz la ejecución de actos musculares, tales que la percepción del peligro, aunque no es ya negada, queda hecha imposible, sustrayéndose

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