INTELIGENCIA EMOCIONAL
tiempock19 de Abril de 2015
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Todo empezó como un pequeño altercado que fue adquiriendo tintes cada vez más dramáticos
Un buen día, Khalil, temeroso de que Ian y Tyrone fueran a propinarle una paliza, cogió una pistola
de calibre 38 y. en la entrada del instituto, a pocos metros del vigilante, les disparó a quemarropa, acabando
con su vida.
Deberíamos interpretar este incidente como un signo más de la urgente necesidad de aprender a
dominar nuestras emociones, a dirimir pacíficamente nuestras disputas y a establecer, en suma, mejores
relaciones con nuestros semejantes.
Sin embargo, los incidentes violentos como el protagonizado por Jan y Tyrone son, por desgracia,
cada vez más frecuentes en las escuelas de nuestro país.
En este sentido, el número de arrestos juveniles por violación se duplicó y la proporción de
adolescentes acusados de homicidio por arma de fuego se multiplicó por cuatro.
EL MALESTAR EMOCIONAL
Estos datos alarmantes son el equivalente a aquel canario que los mineros llevaban consigo a los
túneles y cuya muerte les advertía de la falta de oxígeno.
•Marginación o problemas sociales: tendencia al aislamiento, a la reserva y al mal humor; falta de
energía; insatisfacción y dependencia.
•Ansiedad y depresión: soledad; excesivos miedos y preocupaciones; perfeccionismo; falta de
afecto; nerviosismo, tristeza y depresión.
•Problemas de atención o de razonamiento: incapacidad para prestar atención y permanecer
quieto; ensoñaciones diurnas; impulsividad; exceso de nerviosismo que impide la concentración; bajo
rendimiento académico; pensamientos obsesivos.
•Delincuencia o agresividad: relaciones con personas problemáticas; uso de la mentira y el engaño;
exceso de justificación; desconfianza; exigir la atención de los demás; desprecio por la propiedad ajena;
desobediencia en casa y en la escuela; mostrarse testarudo y caprichoso; hablar demasiado; fastidiar a los
demas y tener mal genio.
Ninguno de estos problemas, considerado aisladamente, es lo bastante poderoso como para llamar
nuestra atención, pero tomados en conjunto constituyen el claro indicador de la existencia de cambios muy
profundos, de un nuevo tipo de veneno que emponzoña a nuestra infancia y que afecta negativamente a su
nivel de competencia emocional.
Une Bronfenbrenner, conocida psicóloga evolutiva de la Universidad de Cornell que ha llevado a
cabo un estudio comparativo a escala mundial sobre el bienestar infantil, afirma: «las presiones externas
son tan grandes que, a falta de un buen sistema de apoyo, hasta las familias más unidas están empezando
a fragmentarse.
Pero no se trata de un fenómeno exclusivamente norteamericano sino de una situación global, puesto
que el mercado mundial busca abaratar los costes laborales y termina haciendo mella sobre la familia.
¿Qué podemos hacer, pues, si la familia ya no cumple adecuadamente con su función de preparar a
los hijos para la vida?
Un análisis más detenido de los mecanismos que subyacen cada uno de estos problemas concretos
nos ayudará a comprender la importancia de las habilidades sociales y emocionales, y arrojará luz sobre las
medidas preventivas o correctivas más eficaces para encauzar a los niños en una dirección más adecuada.
EL CONTROL DE LA AGRESIVIDAD
El chico duro de mi escuela primaria se llamaba Jimmy, un niño que estaba en cuarto curso cuando
yo todavía me hallaba en primero.
Es evidente que los niños como Jimmy tienen muchos problemas pero lo que no todo el mundo sabe
es que una conducta tan agresiva constituye un claro predictor de un futuro igual de problemático.
Hay muchos estudios que corroboran la persistencia de la agresividad infantil en chicos como Jimmy.
Pero no todos los niños agresivos son fanfarrones; algunos sólo son marginados sociales que
reaccionan desproporcionadamente ante las bromas o ante lo que ellos interpretan como una ofensa o una
injusticia.
Una investigación en la que un niño agresivo y otro más pacífico tenían que contemplar juntos una
serie de vídeos nos permite apreciar la incidencia de este sesgo perceptivo.
Por ejemplo, en el caso de que un chico agresivo esté jugando a las damas con otro y éste último
mueva una pieza a destiempo, el primero interpretará el movimiento como una «trampa» deliberada sin
detenerse a considerar si ha sido un simple error carente de toda mala intención.
Estos niños son emocionalmente vulnerables y presentan un bajo umbral de tolerancia que les lleva a
encontrar cada vez más motivos para sentirse ofendidos.
Mientras otros aprenden a negociar y pactar para dirimir las disputas que aparecen en el patio de
recreo, los chicos indisciplinados siguen confiando en la fuerza bruta, una conducta que, sin embargo, tiene
un elevado coste social, ya que, a las dos o tres horas de producirse el primer altercado, suelen caerles
antipáticos a sus compañeros.
Las investigaciones que han seguido a este tipo de niños desde la enseñanza preescolar hasta la
pubertad demuestran que más de la mitad de los alumnos que durante el primer curso se mostraban
destructivos, incapaces de mantener una relación cordial con los demás, desobedientes con sus padres y
tercos con sus maestros, comenzaron a delinquir a partir de los diez años de edad.
Como acabamos de señalar, la propensión al delito se manifiesta sorprendentemente pronto en la
vida de estos niños.
No hay un único camino que conduzca a la delincuencia y a la violencia.
UNA ESCUELA PARA NIÑOS INDISCIPLINADOS
Las tendencias mentales que presentan los niños agresivos perduran hasta que terminan teniendo
problemas de uno u otro tipo.
En opinión de John Lochman, psicólogo de la Universidad de Duke que formaba parte del equipo que
diseñó este programa: Los niños hablan de las situaciones en que se han visto implicados recientemente,
como, por ejemplo, haber sido empujados en el pasillo de entrada a la escuela, y exponen las posibles
alternativas de que disponen para afrontar la situación en caso de que consideren que ha sido a propósito.
Aquí debemos subrayar un hecho importante, ya que la mayoría de los muchachos agresivos se
sienten muy incómodos con la facilidad con que pierden los estribos, lo cual hace también que se muestren
muy dispuestos a aprender a dominar esta situación.
Tres años después de que los muchachos se hubieran sometido al entrenamiento, Lochman efectuó
un estudio comparativo entre ellos y otros que presentaban un grado de agresividad similar pero que no se
habían beneficiado de las sesiones de control del enfado y descubrió que, durante la adolescencia, los
chicos que se habían sometido al programa se mostraban mucho más disciplinados en clase, albergaban
sentimientos más positivos sobre sí mismos y estaban mucho menos predispuestos a beber alcohol y a
tomar drogas.
LA PREVENCIÓN DE LA DEPRESIÓN
Dana, de dieciséis años, parecía desenvolverse sin problemas pero, de pronto, dejó de poder
relacionarse con las otras muchachas y, lo que era mucho peor, no sabía cómo conservar a y sus novios,
aunque se acostara con ellos.
Esta caída en la depresión había sido causada por una reiente ruptura.
Dana acababa de cambiar de instituto y se sentía muy insegura acerca de su capacidad para
entablar nuevas amistades.
Dana emprendió entonces una terapia en un programa experimental para adolescentes deprimidos
promovido por la Universidad de Columbia.
Los problemas de relación —tanto con los padres como con los compañeros— constituyen el
detonante más frecuente de la depresión entre los adolescentes.
Una observación minuciosa de las causas de la depresión juvenil señala la presencia de serias
deficiencias en dos competencias emocionales fundamentales: la capacidad de relacionarse y la
forma de interpretar los reveses y contratiempos de la vida.
Aunque la tendencia a la depresión tenga un origen parcialmente genético, su causa principal parece
radicar en los hábitos mentales pesimistas —aunque reversibles— que predisponen a los niños a
reaccionar ante los pequeños contratiempos de la vida —las malas notas, las discusiones con los padres o
el rechazo social— sumiéndose en la depresión.
EL PRECIO DE LA MODERNIDAD: EL AUMENTO DE LA DEPRESIÓN
Del mismo modo que el siglo XX ha estado caracterizado por ser la Era de la Ansiedad, los años
que jalonan el final de este milenio parecen anunciar el advenimiento de una Era de la Melancolía.
Aunque las probabilidades de padecer una depresión se incrementan con la edad, en la actualidad el
aumento más alarmante se produce entre los individuos más jóvenes.
Un estudio de alcance mundial efectuado sobre más de treinta y nueve mil personas mostró la misma
tendencia en países como Puerto Rico, Canadá, Italia, Alemania, Francia, Taiwan, Líbano y Nueva Zelanda.
El descenso de la edad en que suele aparecer el primer brote de depresión también parece mostrar
una tendencia uniforme a nivel mundial.
Según el doctor Frederick Goodwin, director del Instituto
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