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INTELIGENCIA EMOCIONAL


Enviado por   •  19 de Abril de 2015  •  8.526 Palabras (35 Páginas)  •  139 Visitas

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Todo empezó como un pequeño altercado que fue adquiriendo tintes cada vez más dramáticos

Un buen día, Khalil, temeroso de que Ian y Tyrone fueran a propinarle una paliza, cogió una pistola

de calibre 38 y. en la entrada del instituto, a pocos metros del vigilante, les disparó a quemarropa, acabando

con su vida.

Deberíamos interpretar este incidente como un signo más de la urgente necesidad de aprender a

dominar nuestras emociones, a dirimir pacíficamente nuestras disputas y a establecer, en suma, mejores

relaciones con nuestros semejantes.

Sin embargo, los incidentes violentos como el protagonizado por Jan y Tyrone son, por desgracia,

cada vez más frecuentes en las escuelas de nuestro país.

En este sentido, el número de arrestos juveniles por violación se duplicó y la proporción de

adolescentes acusados de homicidio por arma de fuego se multiplicó por cuatro.

EL MALESTAR EMOCIONAL

Estos datos alarmantes son el equivalente a aquel canario que los mineros llevaban consigo a los

túneles y cuya muerte les advertía de la falta de oxígeno.

•Marginación o problemas sociales: tendencia al aislamiento, a la reserva y al mal humor; falta de

energía; insatisfacción y dependencia.

•Ansiedad y depresión: soledad; excesivos miedos y preocupaciones; perfeccionismo; falta de

afecto; nerviosismo, tristeza y depresión.

•Problemas de atención o de razonamiento: incapacidad para prestar atención y permanecer

quieto; ensoñaciones diurnas; impulsividad; exceso de nerviosismo que impide la concentración; bajo

rendimiento académico; pensamientos obsesivos.

•Delincuencia o agresividad: relaciones con personas problemáticas; uso de la mentira y el engaño;

exceso de justificación; desconfianza; exigir la atención de los demás; desprecio por la propiedad ajena;

desobediencia en casa y en la escuela; mostrarse testarudo y caprichoso; hablar demasiado; fastidiar a los

demas y tener mal genio.

Ninguno de estos problemas, considerado aisladamente, es lo bastante poderoso como para llamar

nuestra atención, pero tomados en conjunto constituyen el claro indicador de la existencia de cambios muy

profundos, de un nuevo tipo de veneno que emponzoña a nuestra infancia y que afecta negativamente a su

nivel de competencia emocional.

Une Bronfenbrenner, conocida psicóloga evolutiva de la Universidad de Cornell que ha llevado a

cabo un estudio comparativo a escala mundial sobre el bienestar infantil, afirma: «las presiones externas

son tan grandes que, a falta de un buen sistema de apoyo, hasta las familias más unidas están empezando

a fragmentarse.

Pero no se trata de un fenómeno exclusivamente norteamericano sino de una situación global, puesto

que el mercado mundial busca abaratar los costes laborales y termina haciendo mella sobre la familia.

¿Qué podemos hacer, pues, si la familia ya no cumple adecuadamente con su función de preparar a

los hijos para la vida?

Un análisis más detenido de los mecanismos que subyacen cada uno de estos problemas concretos

nos ayudará a comprender la importancia de las habilidades sociales y emocionales, y arrojará luz sobre las

medidas preventivas o correctivas más eficaces para encauzar a los niños en una dirección más adecuada.

EL CONTROL DE LA AGRESIVIDAD

El chico duro de mi escuela primaria se llamaba Jimmy, un niño que estaba en cuarto curso cuando

yo todavía me hallaba en primero.

Es evidente que los niños como Jimmy tienen muchos problemas pero lo que no todo el mundo sabe

es que una conducta tan agresiva constituye un claro predictor de un futuro igual de problemático.

Hay muchos estudios que corroboran la persistencia de la agresividad infantil en chicos como Jimmy.

Pero no todos los niños agresivos son fanfarrones; algunos sólo son marginados sociales que

reaccionan desproporcionadamente ante las bromas o ante lo que ellos interpretan como una ofensa o una

injusticia.

Una investigación en la que un niño agresivo y otro más pacífico tenían que contemplar juntos una

serie de vídeos nos permite apreciar la incidencia de este sesgo perceptivo.

Por ejemplo, en el caso de que un chico agresivo esté jugando a las damas con otro y éste último

mueva una pieza a destiempo, el primero interpretará el movimiento como una «trampa» deliberada sin

detenerse a considerar si ha sido un simple error carente de toda mala intención.

Estos niños son emocionalmente vulnerables y presentan un bajo umbral de tolerancia que les lleva a

encontrar cada vez más motivos para sentirse ofendidos.

Mientras otros aprenden a negociar y pactar para dirimir las disputas que aparecen en el patio de

recreo, los chicos indisciplinados siguen confiando en la fuerza bruta, una conducta que, sin embargo, tiene

un elevado coste social, ya que, a las dos o tres horas de producirse el primer altercado,

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