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Juegos En Que Participamos

andreahanna25 de Junio de 2014

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PREFACIO

Este libro está preparado principalmente como una conti¬nuación de mi libro Transactiorial Analysis in Psychotherapy,1 pero ha sido planeado en tal forma que pueda ser leído y en¬tendido independientemente. La teoría necesaria para el análisis, y el claro entendimiento de los juegos, está compendiada en la Parte I. La Parte II contiene las descripciones individua¬les de cada juego. La Parte III contiene nuevo material teó-rico y clínico que, agregado al antiguo, hace posible entender hasta cierto punto lo que significa estar libre de juegos. Para aquéllos que deseen mayor información, está el primer vo¬lumen. El lector de ambos libros notará que además de los adelantos teóricos, hubo algunos pequeños cambios en la ter¬minología y punto de vista, basados en más lectura y nuevo material clínico.

La necesidad de este libro quedó demostrada por la cre¬ciente demanda, por parte de estudiantes y oyentes, de listas de juegos y de más detalles acerca de éstos, mencionados bre¬vemente como ejemplos en una exposición general de los prin¬cipios del análisis transaccional. Agradecemos a estos estu¬diantes y oyentes, y especialmente a los muchos pacientes que, puestos al descubierto, indicaron o nombraron nuevos juegos; y en particular a la señorita Bárbara Rosenfeld por sus muchas ideas acerca del arte y el significado de escuchar; y a los señores Melvin Boyce, Joseph Concannon, doctor Franklin Ernst, doctor Kenneth Everts, doctor Gordon Gritter, doctor Ray Poindexter y la señora Francés Matson entre otros, por su inde¬pendiente descubrimiento y acertada confirmación del signi¬ficado de muchos juegos.

Claude Steiner, antes director de investigaciones del San Fran¬cisco Social Psychiatry Seminars y ahora en el Departamento de Sicología de la Universidad de Michigan, merece especial men¬ción por dos cosas. Él condujo los primeros experimentos que confirmaron muchos de los puntos teóricos que se discuten aquí, y como resultado de esos experimentos ayudó conside¬rablemente a aclarar la naturaleza de autonomía e intimidad. Gracias también a la señorita Viola Litt, Secretaria-Tesorera de los Seminarios, y a la señora Mary Williams, mi secretaria particular, por su continua ayuda, y a Anne Garrett por su ayuda al corregir las pruebas.

SEMÁNTICA

Por comodidad, los juegos están descritos fundamental¬mente desde el punto de vista masculino a menos que sean claramente femeninos. Así, al principal jugador se le designa generalmente como "él", pero sin prejuicio, ya que en la mis¬ma situación, a menos que se indique en otra forma, podría fácilmente designarse como "ella", mutatis mutandis. Si el papel de la mujer difiere significativamente del hombre, se trata separadamente. El terapeuta es asimismo designado, sin pre¬juicio, como "él". El vocabulario y el punto de vista están primordialmente orientados hacia el practicante clínico, aunque los miembros de otras profesiones pueden encontrar interesante o útil este libro.

El análisis transaccional del juego debe ser distinguido claramente de su creciente hermano, el análisis matemático del juego, aun cuando algunos de los términos empleados en el texto, tales como "ajustar las cuentas", son ahora respetable¬mente matemáticos. Para un examen detallado de la matemática de los juegos, vea Gantes & Decisions, por R. D. Luce and H. Raiffa.2 —Carmel, California, mayo 1962.

REFERENCIAS

Berne, E., Transactional Analysis in Psychoterapy. Grove Press,

Inc., New York, 1961.

Luce, R. D., and Raiffa, H., Gantes & Decisions. John Wiley

& Sons. Inc., New York, 1957.

INTRODUCCIÓN

1 RELACIONES SOCIALES

LA TEORÍA de las relaciones sociales que ha sido delineada con alguna extensión en Transactional Analisis, puede con¬cretarse como sigue.

Spitz ha descubierto2 que los niños pequeños privados del contacto físico durante un largo periodo, tienden a declinar irremisiblemente y están propensos a sucumbir eventualmente a una enfermedad intercurrente. En efecto, esto significa que lo que él llama privación emocional, puede tener un resultado fatal. Estas observaciones dan paso a la idea del hambre de estimulo, e indican que las más favorecidas formas de estímulo son aquellas proveídas por la intimidad física, conclusión no difícil de aceptar sobre la base de la experiencia diaria.

Un fenómeno parecido se observa en los adultos sometidos a la privación sensorial. Experimentalmente, una privación así puede provocar una psicosis transitoria, o cuando menos dar lugar a perturbaciones mentales temporales. En el pasado, la privación sensorial y social tenía efectos similares en indivi¬duos condenados a largos periodos de confinamiento solitario. En verdad, el confinamiento solitario es uno de los castigos más temidos aun por prisioneros acostumbrados a la brutali¬dad física,3,4 y es ahora un procedimiento conocido para in¬ducir a la sumisión política. (A la inversa, la mejor de las ar¬mas conocidas contra la sumisión política, es la organización social.5)

En lo biológico, es probable que la privación emocional y sensorial tienda a traer o provocar cambios orgánicos. Si el sistema reticular activador6 del cerebro no es suficientemente estimulado, pueden ocurrir cambios degenerativos en las célu¬las nerviosas, al menos indirectamente. Esto puede ser un efecto secundario debido a la nutrición deficiente, si bien ésta, en si, puede ser un producto de la apatía, como en los niños que padecen marasmo. De aquí puede establecerse una cadena bio¬lógica que lleva, desde la privación emocional y sensorial, a la apatía, a los cambios degenerativos, y la muerte. En este sentido, el hambre de estímulo tiene la misma relación con la supervivencia del organismo humano, que el hambre de alimentos.

Así, no sólo biológicamente, sino también sicológica y socialmente, el hambre de estímulo es, en muchas formas, para¬lela al hambre de alimentos. Términos como mal nutrición, sa¬ciedad, gourmet, asceta, artes culinarias, y buen cocinero, son fácilmente transferidos del campo de la nutrición al campo de la sensación. La sobrealimentación tiene paralelo en la sobrestimulación. En ambas esferas, bajo condiciones corrien¬tes en que hay suficientes provisiones disponibles y un diverso menú es posible, la elección quedará determinada por la idiosincracia del individuo. Es posible que algunas o muchas de estas idiosincracias estén constitucionalmente determinadas, pero esto no tiene relación con los problemas que discutimos aquí.

El interés del siquiatra social, en el asunto, está en lo que sucede cuando en el curso normal del crecimiento el niño es separado de la madre. Lo que se ha dicho hasta aquí, puede concentrarse en el "coloquialismo": 7 "Si no te acarician, tu espina dorsal se secará.'" por tanto, cuando el periodo de es trecha intimidad con la madre ha terminado, el individuo se encuentra, el resto de su vicia, enfrentado con un dilema contra el que su destino y supervivencia lo empujan constantemente. Por un lado están las fuerzas biológicas, sicológicas y sociales que se oponen al camino de la intimidad física, al estilo in¬fantil; del otro, están sus esfuerzos constantes por conseguirla. En la mayoría de los casos acaba por transigir. Se resigna a más sutiles y aun simbólicas formas de intimidad, hasta que un simple saludo llega a servir, hasta cierto punto, a su pro-pósito, aunque su original anhelo de contacto físico perma¬nezca incólume.

Este proceso de transacción puede llamarse en varias for¬mas, tales como sublimación; de cualquier modo que se le llame, el resultado es la parcial transformación del hambre de estímulo infantil en algo que puede llamarse hambre de reco¬nocimiento. Conforme las complejidades de la transacción au¬mentan, cada persona se vuelve más y más individual en su búsqueda de reconocimiento, y son estas diferencias las que prestan variedad a las relaciones sociales y las que determinan el destino del individuo. Un actor de cine puede necesitar cientos de "caricias" semanales de admiradores anónimos para evitar que se "seque su espina dorsal", mientras que un cien¬tífico puede conservarse mental y físicamente sano con una "caricia", al año, de un maestro respetado.

"Caricia" puede usarse como término general para el con¬tacto físico; en la práctica puede tomar varias formas. Algu¬nas personas acarician, literalmente, a un niño; aquéllas lo abrazan o le dan palmadas, mientras otras lo pellizcan juguetonamente o le dan golpecitos con la punta de los dedos. Todas esas formas tienen sus análogos en conversación, así que podría uno predecir cómo trataría un individuo a un niño, con solo escucharlo hablar. Extendiendo su significado, la palabra "caricia" puede emplearse para denotar cualquier acto que implique el reconocimiento de la presencia de otro. Así, caricia puede usarse como la unidad fundamental de la acción social. Un cambio de caricias constituye una transac¬ción, la cual es la unidad de las relaciones sociales.

En cuanto se refiere a la teoría de los juegos, lo principal es que cualquier relación social tiene una ventaja biológica sobre la falta de relaciones. Esto ha sido experimentalmente demostrado en el caso de ratas,

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