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LA SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN EL AMBITO ESCOLAR


Enviado por   •  1 de Octubre de 2015  •  Apuntes  •  3.238 Palabras (13 Páginas)  •  288 Visitas

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LA SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD ADOLESCENTE EN EL ÁMBITO ESCOLAR.

La escuela, tal como lo plantea Silvia Duschatzky, “nombra” a los jóvenes en el lugar de los derechos. Esto implica que, al instituirlos, los reconoce como alumnos, como parte de un colectivo que trasciende los límites de la propia escuela, del barrio, del contexto inmediato. Como sujetos que ejercen su derecho a la educación.

¿Por qué abordar la temática de la sexualidad con los jóvenes desde la escuela y desde la tutoría?

Vivimos en una sociedad donde no se da lugar a la sexualidad desde lo explícito que busque esclarecer e informar, pero sin embargo los medios de comunicación nos «bombardean» con imágenes que invitan y presentan la sexualidad, como un producto más de consumo, asociada a la juventud, a lo estético y desvinculada de las relaciones afectivas.

Por otro lado, en contraposición a estas expresiones, nos encontramos con silencios, que tienden a no habilitar la sexualidad juvenil. Se sabe de su existencia pero parece que se insistiera en no legitimarla. Cómo si se hiciera uso de un «pensamiento mágico», si hago como que no lo veo, no existe. Esta situación  lejos de aportar a un crecimiento conjunto, produce una brecha en la comunicación que si fuera subsanada contribuiría a una mejor calidad de vida y por tanto a una sexualidad juvenil vivida plena y saludablemente.

La sexualidad y la afectividad son parte importante de nuestra experiencia vital, están presentes en todas nuestras relaciones. Es la capacidad de sentir, dar y recibir placer, afectos, comunicar, disfrutar, divertirse y reproducirse.

Esta capacidad es inherente al ser humano y a sus relaciones, lo acompaña desde su nacimiento hasta su muerte.

Todos somos seres sexuados, tenemos necesidades sexuales a lo largo de nuestro ciclo vital, si bien cada cual las vive y manifiesta a su manera.

La sexualidad es algo que somos no que tenemos. Su expresión esta condicionada por las pautas culturales y morales de cada época y lugar. Por ello es una construcción social y no sólo biológica. Se vive tanto en el imaginario social como en el cuerpo...

Los discursos sobre la misma, son construcciones sociales que dependen de las interacciones que en la sociedad se dan y cambian a lo largo de la historia, geografía y con las culturas, incluso dentro de un mismo territorio y tiempo histórico.

En nuestra cotidianeidad se produce y re–produce nuestra sexualidad, los sentidos y significados que le damos. Para dar un ejemplo entre varios: los cambios corporales en la pubertad. ¿Cómo se valora el ensanchamiento de la cadera?, ¿cuál es el cuerpo valorado positivamente?, ¿qué sucede con la menstruación? ¿Es una enfermedad?,  ¿Qué sucede si las primeras eyaculaciones se producen después que los demás integrantes del grupo de pares? y ¿si sucede lo mismo con los caracteres secundarios? Es decir, estos y muchos otros interrogantes nos  invita a reflexionar,  cómo hasta lo que parece a primera vista netamente biológico está también atravesado por los sentidos y valores desde lo social. Y cómo a partir de los sentidos y sentimientos que nos generan es que vamos construyendo nuestra sexualidad, individual y colectiva.

Organizar  intervenciones acerca de la sexualidad y afectividad, es una oportunidad de colocar a los y las adolescentes en el centro de su propia salud sexual y reproductiva y comenzar a generar un espacio donde desarrollar actividades de promoción y prevención de la sexualidad humana con una mirada más integral, desgenitalizándola  con el fin de posibilitar relaciones vinculares libres, recíprocas, placenteras y responsables.

En la escuela porque en primer lugar, la educación, entendida como un proceso activo, continuo y participativo de construcción del conocimiento; es una estrategia privilegiada para constituir un proceso que habilite el análisis del modelo sexual heredado, reconstruir nuevas creencias y nuevas conductas.

Esta concepción posibilita plantear la necesidad de integrar este abordaje de la educación afectiva sexual dentro de un proyecto institucional que incluya a diferentes materias y profesores. Donde se trabaje conjuntamente con los adultos/ docentes y de manera transversal las diversas aristas que conforman la sexualidad como ser: la inequidad de género, la autoestima, la asertividad, la comunicación, la afectividad, el erotismo, la corporalidad, la percepción del riesgo, el respeto por la diferencia y la valoración de la diversidad como fuente de enriquecimiento. Y no desde la mera información de la anatomía y la fisiología, de los métodos anticonceptivos y de las ETS con actuaciones puntuales, aisladas y discontinuas.  

Y en segundo lugar, en el espacio escolar junto a la función tutorial, porque es con y a través de ella, que se puede acompañar de manera significativa esta etapa vital atravesada por muchos cambios y donde la sexualidad aparece como una temática problematizadora en el joven. Facilitando un espacio donde se puedan confrontar  valores y vivencias vinculadas a las realidades cotidianas de los jóvenes.  Analizando, cuestionando los discursos socioculturales y proponiendo posibles maneras de trabajar los amplios temas que involucra la sexualidad humana.

Las tutorías son un espacio escolar específico al que los estudiantes pueden acercarse individual y/o colectivamente cuando lo necesiten, siendo de este modo, una instancia para vehículizar dudas, expectativas, conflictos, desafíos, responsabilidades”.[1] 

En consecuencia, el abordaje de las diferentes problemáticas y en especial el tema de la sexualidad humana, en relación a los modos de intervención posibles, induce a la idea de pensar a la  “La tutoría como andamiaje”.

Es decir, como recurso para encarar procesos de acompañamiento. Acompañamiento en el pleno sentido de “estar al lado”, no es marcar el camino, es caminar junto. Ofrecer andamios que se instalan para sostener o alcanzar algo, pero que van retirándose en la medida que la obra va concluyendo o se sostiene sola.

Proceso de acompañamiento, donde es decisivo el protagonismo del “acompañado”, tanto a nivel individual, grupal, institucional como comunitario.

Las herramientas conceptuales que fundamentan esta mirada son los conceptos de Vigotsky y Bruner. Por un lado Vigotsky, con  la Noción de la Zona de Desarrollo Próximo[2], nos invita a pensar la relación en cómo ese otro (adulto/ docente tutor) puede ir tirando de las potencialidades de los jóvenes para ayudarlos a convertirse en estudiantes y cómo puede contribuir significativamente en la reconstrucción identitaria del joven. Es decir, ayudándolo en el nivel de desarrollo potencial, para que logren resolver y/o aclarar por sí solos problemáticas inherentes a la etapa evolutiva e intrínseca al rol de estudiantes, aprendiendo estrategias e incorporando instrumentos para manejarse en la vida personal, social y escolar. Y por otro lado Bruner, que retomando  las ideas de vigotsky, las concluye incluyendo el concepto de intervención significativa junto a su postulado de la Noción de Andamiaje[3].

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