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La Gran Cadena Del Ser


Enviado por   •  7 de Diciembre de 2012  •  3.895 Palabras (16 Páginas)  •  626 Visitas

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La Gran Cadena del Ser

Posted by fernanda on Sep 15, 2012 in Ken Wilber

La visión del mundo conocida como filosofía perenne – por manifestarse de manera prácticamente idéntica a través de culturas y épocas – ha confirmado el núcleo no sólo de las grandes tradiciones de sabiduría del mundo entero – desde el budismo hasta el cristianismo, pasando por el taoísmo – sino también de los principales filósofos, científicos y psicólogos. La filosofía perenne se halla tan abrumadoramente difundida que, o bien se trata del mayor error intelectual de la historia de la humanidad, o bien constituye la reflexión más detallada sobre la naturaleza de la realidad que jamás se haya llevado a cabo.

Un aspecto fundamental en la filosofía perenne es la noción de gran cadena del ser. La idea en sí misma

es muy sencilla. Desde el punto de vista de la filosofía perenne, la realidad no es unidimensional, no es un país plano y compuesto de una substancia uniforme sino que más bien está configurado por dimensiones diferentes pero continuas. Así, pues, la realidad manifiesta se halla constituída por grados o niveles que van desde el nivel inferior más denso y menos consciente hasta el nivel superior más sutil y más consciente. En un extremo de este continuo del ser – del espectro de la conciencia – se halla aquello que Occidente denomina materia, lo insensible, lo no consciente, mientras que en el otro extremo se halla el espíritu, la divinidad, lo superconsciente (que, como veremos, se dice que constituye el sustrato omnipenetrante que impregna todos los niveles). Entre ambos extremos se ordenan las otras dimensiones de ser en función de su grado individual de realidad (Platón), actualidad (Aristóteles), inclusividad (Hegel), consciencia (Aurobindo), claridad (Leibniz), valor (Whitehead) o conocimiento (Garab Dorje).

En ocasiones, la gran cadena se presenta como si estuviera compuesta por tres grandes niveles: materia, mente y espìritu; otras versiones hablan de cinco niveles: materia, cuerpo, mente, alma y espíritu, y ciertos sistemas yóguicos, por último, enumeran literalmente docenas de dimensiones discretas pero continuas. Para nuestro propósito, sin embargo, bastará con recurrir a una jerarquía de cinco niveles: materia, cuerpo, mente, alma y espíritu.

La afirmación fundamental de la filosofía perenne es que el ser humano puede crecer y desarrollarse (o evolucionar) a lo largo de esta cadena hasta llegar al Espíritu mismo y, de este modo, realizar la suprema identidad con la Divinidad, el ens perfectissimus que constituye el principal anhelo de todo nuestro crecimiento y evolución.

Pero adviértase que la gran cadena es, en realidad, una jeraquía y que éste, por otra parte, es un término que, en la actualidad, parece despertar rechazo. El término jerarquía – introducido originalmente por el gran místico cristiano San Dionisio – significa esencialmente gobernar la propia vida en base a principios espirituales (hiero significa sagrado o santo y archi significa gobierno o regla). Pero apenas se trasladó al campo del poder político y militar, el gobierno del espíritu pronto se transformó en

el gobierno de la Iglesia católica. De este modo, un principio espiritual mal entendido terminó convirtiéndose en un sinónimo de despotismo.

Sin embargo, para la filosofía perenne – y en realidad, para toda la psicología moderna, la teoría evolucionista y la teoría de sistemas – la jerarquía consiste simplemente en un ordenamiento de acontecimientos en función de su capacidad holística. En cualquier secuencia evolutiva aquello que abarca la totalidad de un estadio deviene meramente una parte de la totalidad mayor propia del estadio subsiguiente. Una letra, por ejemplo, forma parte de una palabra, la cual se halla integrada en una frase que, a su vez, forma parte de un párrafo, etc. Arthur Koestler acuñó el término holón para referirse a estos elementos que, siendo un todo en un determinado estadio, constituyen un simple elemento compositivo de la totalidad superior propia de un estadio posterior.

La jerarquía es, pues, simplemente un ordenamiento creciente de holones y representa un aumento en la totalidad y en la capacidad integradora. Es por ello que el concepto de jerarquía es tan importante para la teoría de sistemas, la teoría de la totalidad u holismo, y también para la filosofía perenne. Cada paso adelante en la gran cadena del ser conlleva un incremento en la unidad y una ampliación de la identidad. De este modo tiene lugar un proceso que abarca desde la identidad aislada del cuerpo, pasando por la identidad social y comunitaria de la mente hasta llegar a la suprema identidad del espíritu, una identidad que literalmente abarca todo tipo de manifestacion. Esta es la razón por la que la gran jerarquía del ser suele representarse como una serie de círculos concéntricos, de esferas anidadas. Así pues, la crítica común

de que toda jerarquía es lineal se halla completamente equivocada. En realidad, como señalaba Coomaraswamy, sólo podemos utilizar libremente la metáfora de los niveles, los escalones o los estratos, si nos tomamos la molestia de poner en marcha la mínima imaginación necesaria como para tratar de comprender aquello que realmente queremos decir.

Las secuencias de la evolución y del desarrollo proceden por jerarquización, o por órdenes de holismo creciente. Las moléculas, por ejemplo, se ordenan en células y éstas, a su vez, en órganos, organismos y sociedades de organismos. En el desarrollo cognitivo nos encontramos con que la consciencia se expande desde las imágenes simples – que representan a una sola cosa o evento – pasando por los símbolos y los conceptos – que representan grupos, o clases de cosas y eventos – hasta llegar a las reglas – que permiten integrar y organizar numerosas clases y grupos en verdaderas redes. En el desarrollo moral nos encontramos con un razonamiento que abarca desde el individuo aislado hasta el grupo – tribu – de individuos relacionados y, de ahí, a la red completa de grupos que se encuentra más allá de los individuos particulares. Así pues, los patrones más holistas aparecen posteriormente en el desarrollo porque su existencia requiere de la emergencia de las diferentes partes que terminarán integrándose o unificándose, del mismo modo que la frases completas sólo emergen después de que lo hayan hecho las palabras.

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