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La multitud


Enviado por   •  15 de Enero de 2013  •  Ensayos  •  1.864 Palabras (8 Páginas)  •  309 Visitas

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Howard odiaba las multitudes. Howard giró los hombros y se encajó en el espacio entre un hombre y una mujer, empujando ligeramente al hombre.

Ahora estaba inmediatamente detrás de George, y la parte delantera de su sobretodo desabrochado rozaba la espalda del abrigo del otro. Howard niveló la pistola en su bolsillo. La entrada del metro estaba a tan sólo un par de metros. Howard dejó caer la pistola a través del abierto bolsillo.

La multitud había retrocedido ante la explosión del arma, arrastrando a Howard consigo. -¿Quién?

-¿Dónde?

La multitud inició un movimiento hacia adelante con un rugir de curiosidad, y Howard fue arrastrado hasta casi donde estaba tendido George.

Howard fue hacia un lado para librarse de la multitud y bajó las escaleras del metro. Howard rebuscó mecánicamente algo de cambio y sacó una moneda. Howard era muy alto. El señor Luther, el jefe de Howard, había dicho: «Hoy termina usted pronto, ¿eh, Howard?» Pero lo mismo había ocurrido algunas otras veces antes, y el señor Luther no pensaría en nada malo al respecto. Creía que era realmente imposible que la policía pudiera llegar a encontrar el rastro del arma. Y nadie le había visto disparar aquel tiro, estaba seguro de ello. Su coche estaba a menos de tres manzanas de donde había disparado a George. George tenía tan pocos amigos.

Era lo más seguro.

-Hola, Mary -dijo-. -¿Hecho? ¿De veras, Howard? No estarás...

No, no estaba bromeando. -¡Oh, Howard! -Se echó a llorar.

-Mary, probablemente la policía hablará contigo. ¿Has entendido, Mary?

-Sí -dijo ella, con un hilo de voz.

-No estés llorando cuando venga la policía, Mary. Mary vivía directamente al otro lado de la calle frente a George, en la Dieciocho Oeste. La casera de George... Howard sólo esperaba que la casera no lo mencionara inmediatamente a él, porque era lógico que supusiera que el joven con el coche que acudía a ver a Mary tan a menudo era su novio, y era lógico que sospechara la existencia de un sentimiento de celos entre él y George. Y quizá Mary estuviese fuera de la casa cuando llegara la policía.

Intentó imaginar exactamente lo que Mary sentía ahora, tras saber que George Frizell estaba muerto. Conocía a George desde que era una niña. pero cuál hubiera sido el comportamiento de George con otro hombre era algo que Howard sólo podía suponer; cuando el padre de ella murió, George, soltero, se había hecho cargo de Mary como si fuera su padre. Lo cual era todo el mundo. Howard, por ejemplo. Pero Howard no había sido arrojado. No había caído en las mentiras de George de que Mary estaba enferma, de que Mary estaba demasiado cansada para salir o para ver a nadie. Mary tenía veintitrés años, pero George había conseguido que siguiera siendo una niña. Mary tenía que ir con George incluso para comprar un vestido nuevo. Howard no había visto nada como aquello en su vida. Howard había supuesto que George estaba enamorado de ella de alguna extraña manera, y se lo había preguntado a Mary poco después de conocerla, pero ella le había dicho: «¡Oh, no! ¡Jamás me ha tocado, nunca!» Y era completamente cierto que George nunca la había tocado siquiera. Sin embargo, era como si George hubiera encerrado la mente de Mary en alguna parte... Howard no podía expresarlo en palabras. Y la persona era George Frizell. Howard nunca podría olvidar la mirada que le lanzó George cuando Mary los presentó, una mirada superior, sonriente, de suficiencia, que parecía decir: «Puedes intentarlo.

George Frizell había sido un hombre bajo y fornido con una pesada mandíbula y densas cejas negras. Estaba completamente dominada por George. Mary amaba a George y lo odiaba al mismo tiempo. Howard había sido capaz de conseguir que odiara a George, hasta cierto punto..., -Pero George fue tan bueno conmigo después de que mi padre muriera, cuando estaba completamente sola, Howard -protestaba. Y así habían derivado durante casi un año, con Howard intentando eludir a George y ver a Mary unas cuantas veces a la semana, con Mary vacilando entre continuar viéndolo o romper con él porque tenía la sensación de que le estaba haciendo demasiado daño.

-¡Quiero casarme contigo! -le había dicho Howard una docena de veces, cuando Mary se había sumido en sus agónicos accesos de autocondenacíón. Howard había decidido seguirla...Y el fuego debía ser más grande y más ardiente.

Howard añadió más leña. Estaba pensando en Mary, veía su blanco rostro dominado por el miedo cuando llegara la policía, cuando le comunicaran por segunda vez la muerte de George. Pero eso era una locura. -La policía. Estamos buscando a Howard Quinn. ¿Es éste el apartamento Uno A?

Howard miró al fuego. Abrió la puerta y dijo:

-Yo soy Howard Quinn.

Howard vio que ambos miraban a la chimenea. Miró fijamente a Howard. No era una mirada amistosa.

Por un momento Howard creyó que iba a desvanecerse. -Está bien -dijo.

unas viejas prendas -dijo Howard.

Parecían tan seguros de su culpabilidad, pensó Howard, que no necesitaban hacer preguntas. Howard tomó su trinchera del armario y se la puso.

Howard se preguntó qué le estaría ocurriendo a Mary ahora. -Howard Quinn -anunció uno de los policías.

-Howard Quinn. ¿Es usted el Howard Quinn que conoce a Mary Purvis?

-Sí.

Miró a su alrededor en busca de Mary. Había otros dos policías sentados en un banco contra la pared, y un hombre con un traje raído dormitando en otro banco; pero Mary no estaba en la habitación.

-¿Sabe por qué está usted aquí esta noche, señor Quinn? -preguntó el agente en tono hostil.

-Sí -Howard miró a la base del alto escritorio. Ahora, bajo los fríos ojos profesionales de los tres policías, Howard podía ver lo que había hecho tal como lo veían ellos..., Howard se cubrió los ojos con una mano.

Sabía que había disparado a George casi exactamente a las 5:43. ¿Estaba siendo sarcástico el agente? Howard lo miró. Era un hombre de unos cuarenta años, con un rostro rechoncho y alerta. -Estaba quemando alguna ropa en su chimenea cuando entramos, capitán -dijo el policía más bajo que estaba de pie al lado de Howard.

¿Por qué

...

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