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La psicopatología, sus manifestaciones y la importancia que se les otorga


Enviado por   •  10 de Julio de 2017  •  Apuntes  •  4.983 Palabras (20 Páginas)  •  164 Visitas

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Adicción y depresión

Lic. Norma Alberro

Introducción

La psicopatología, sus manifestaciones y la importancia que se les otorga, cambian y evolucionan con el tiempo. El psicoanálisis nació apoyado sobre una clínica precisa, las neurosis y luego las psicosis.

Las psiconeurosis de defensa, histeria y neurosis obsesiva presentan trastornos que conciernen al cuerpo en su funcionalidad, pero esos síntomas no dañan o lesionan el órgano, solo bloquea su funcionamiento normal. Adicción y depresión, en cambio, son dos tipos de trastornos psíquicos que comprometen seriamente el orden somático, la incidencia de lo psíquico sobre lo orgánico es, en ellas, indiscutible. La observación corriente de ciertas formas de depresión revela una patología orgánica más o menos persistente. La cuestión que se plantea es de saber cómo se articulan estos dos estados en el interior de la estructura psíquica. Ambos trastornos pueden observarse en las diferentes estructuras clínicas, siendo poco posible aislarlas como entidades psicopatológicas autónomas.  

En un artículo de 1890, llamado Psicoterapia, tratamiento por el espíritu, Freud se interroga por las relaciones entre lo anímico y lo somático, marcando la interacción recíproca entre ambos, para trazar una línea de diferenciación entre la medicina y el psicoanálisis. Dice Freud: “la relación entre lo somático y lo anímico es, (…) una interacción recíproca, pero su otra faz –la acción de lo anímico sobre el cuerpo- resultó en los primeros tiempos poco grata a los médicos. Parecían resistirse a conceder cierta autonomía a la vida anímica, como si con ello se vieran expuestos a abandonar el firme terreno de lo científico”.

Enumera una serie de trastornos somáticos ante los cuales se revela la incapacidad del médico de llevar a cabo un tratamiento orgánico. Estos enfermos se destacan por la variedad y exuberancia del cuadro clínico; presentan trastornos motores, perturbaciones de la visión, del sueño, dolores de cabeza, trastornos digestivos y, con frecuencia, se ayudan de medicamentos para realizar sus funciones elementales. Estos síntomas son variables y pueden sustituirse o sucederse mutuamente. Cuando uno desaparece, es reemplazado inmediatamente por otro. En momentos de felicidad y bienestar suelen desaparecer por completo, volviendo a surgir cuando el sujeto se enfrenta nuevamente a la rutina cotidiana.

Freud afirma en este mismo artículo que “…los signos clínicos tiene por único origen una influencia alterada de su vida psíquica sobre su organismo, o sea que la causa directa del trastorno ha de buscarse en el psiquismo”. Ahora bien, ¿cuáles son esas causas psíquicas profundas que alteran el funcionamiento del organismo? La respuesta a esta cuestión la encuentra en el dominio de los afectos. La participación del cuerpo en los estados afectivos es tan intensa que se podría afirmar que la esencia de los afectos reside en sus manifestaciones corporales. Por otro lado, es de esta manera que Freud define la angustia, como un estado afectivo que se manifiesta por medio de alteraciones somáticas.

Dentro de estos estados afectivos permanentes, Freud afirma que el estado “depresivo” revelado por sentimientos de congoja, preocupaciones y aflicción reduce las energías del organismo y lo conduce a una prematura vejez y fragilidad. Sostiene que los afectos depresivos son causas directas de enfermedades orgánicas, e inclusive la duración de la vida puede ser afectada por estos afectos. Un susto violento, una injuria, así como una gran alegría pueden ser ocasiones para poner un fin repentino a la vida, “los afectos en sentido estricto se caracterizan por una muy particular vinculación con los procesos corporales”, concluye Freud.

El campo de las adicciones permaneció separado del dominio psicoanalítico hasta los años 70 sobre todo en el ámbito de la alimentación, me refiero a la anorexia y a la bulimia. En efecto, hace treinta años el concepto de adicción no existía, y menos aún los agrupamientos en entidades clínicas existentes actualmente. En el dominio de los trastornos alimentarios, los anoréxicos estaban orientados hacia los profesionales “psi”, mientras que los bulímicos se los confiaban a los nutricionistas. Por otro lado, un clivaje total separaba ambos trastornos de los alcohólicos y de los toxicómanos.

Si los psicoanalistas se ocuparon de los anoréxicos, fue sin duda porque Lacan habló de ellos. Es sabido hasta qué punto las palabras de Lacan se revestían de autoridad. En materia de oralidad es interesante interrogarse sobre la diferenciación necesidad/deseo/demanda y la teorización del objeto nada. Muchos conocen esta fórmula de Lacan: es falso decir que la anoréxica no come, “ella come nada”. Para decirlo con otras palabras, el anoréxico es un  adicto a la nada.

Al contrario, ningún concepto específico permitía pensar la bulimia desde un punto de vista psicopatológico. Sin duda, es posible aplicar ciertos conceptos freudianos tales como narcisismo, pulsión, automatismo de repetición, clivaje, pero faltaba un eslabón que articule estas reflexiones para definir la bulimia. En este sentido el primero en ocuparse de estos trastornos fue Otto Fenichel, que definió la bulimia como una “toxicomanía sin droga”. El punto crucial era la estructura, los trastornos alimentarios no podían definirse en términos de estructura de personalidad, era difícil teorizar sus procesos, y aún menos definir el tratamiento. La noción de estados límites ha permitido incluirlas en alguna estructura, precisamente, la de los bordes.

Concepto de vínculo adictivo.

El concepto de adicción es la etapa siguiente para lograr una cierta formalización de estos trastornos. Ante todo por su riqueza semántica: desde un punto de vista etimológico, proviene del latín “addictus”, participio de “addicère” que significa “adjudicar” o “dedicar”. A su vez esta palabra deriva de “dicere”, cuyo significado es “decir”. La adicción designa, en derecho romano y medieval, la prisión por deudas, el encarcelamiento. El deudor que no puede pagar sus deudas entrega su cuerpo, paga de su persona, se da al acreedor con quien contrae una obligación. En este sentido retoma el significado de ser adjudicado a otro en prenda de pago.

Esta definición pone en juego todos los elementos de la problemática adictiva: la relación a la ley (no solo civil, sino también simbólica), la implicación del cuerpo en la entrega como pago y la prisión, el encierro. Además, el acento cae sobre una determinada relación con el otro (objeto). En efecto, se establece un vínculo de obligación, de servidumbre, de dependencia con este otro. Este vínculo tiene la particularidad de carecer de palabra. El sujeto que se entrega al otro, no tiene derecho a la argumentación, a la palabra para defenderse y elaborar una posible reparación de su falta. Es su cuerpo el que paga, adjudicado al otro, que lo posee como su único dueño.

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