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Lic. En Psicologia


Enviado por   •  4 de Enero de 2013  •  2.289 Palabras (10 Páginas)  •  401 Visitas

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“La violencia que se experimenta en el contexto del hogar y la familia puede tener consecuencias para su salud y desarrollo que duran toda la vida. Pueden perder la confianza en otros seres humanos que es esencial para el desarrollo normal. Aprender a confiar desde la infancia a través de los lazos familiares es una parte esencial de la niñez; y está estrechamente relacionado con la capacidad de amor y empatía y con el desarrollo de relaciones futuras. A un nivel más amplio, la violencia puede atrofiar el potencial de desarrollo personal y representar altos costos para la sociedad en su conjunto”. Paulo Sergio Pinheiro, Naciones Unidas, 2006

El fragmento anterior, nos muestra el panorama en el que afecta la violencia en el hogar, la infancia que vive estas situaciones tienen sin duda alguna el riesgo de tener consecuencias para su salud tanto física como emocional así como afectar el desarrollo de su vida; desde ese momento, la confianza es una de las que primero se quiebra en el momento de vivir violencia en el hogar, las personas que son quienes tienen la tarea de darnos raíces para poder crecer, no dan la oportunidad de sembrarse para crecer sano, sino que se crece en un ambiente ambivalente, como flotando sin donde conectarse emocionalmente, lo cual hace que la confianza se vuelva algo que no se establece tal vez con ninguna otra persona en la historia, lo cual como menciona Paulo Sergio Pinheiro, (2006), está afectando también a la capacidad de amar, y de empatía en las relaciones futuras, lo cual es sin duda alguna un robo en despoblado, ya que se deja a los y las menores sin herramientas para poder disfrutar de una sana relación de amistad por mencionar alguna, así mismo, es como podar de manera incorrecta un árbol o a destiempo, se le roba al menor la capacidad para desarrollarse de manera optima, se le cuarta su crecimiento, aun físico, no se diga el emocional, se le deja, con casi nulas herramientas para establecerse como un ser humano con alas, como lo menciona lo línea terapéutica sistémica una de las funciones de la familia es proporcionarnos, alas y raíces, es decir pertenencia y autonomía, es una de las principales herramientas para poder crecer y desarrollarnos de la manera más sana en nuestra vida, la familia tiene ese deber, darnos arraigo, darnos la posibilidad también de volar y crecer, la violencia cuarta eso de una manera cruel y no solo eso, sino que imposibilita a las y los menores a poder accesar a una vida digna.

Se calcula que anualmente entre 100 y 200 millones de niños y niñas presencian violencia entre sus progenitores/cuidadores de manera frecuente, normalmente peleas entre sus padres o entre la madre y su pareja (…). Los niños y niñas pueden sufrir daño psicológico y emocional por presenciar violencia contra otro miembro de la familia. (En la violencia de Género, no hay una sola víctima, Save the Childrens, 2011).

Si tomamos en cuenta de manera consciente esa estadística arriba mencionada, 100 y 200 millones de niños y niñas anualmente, estamos calculando que en los últimos diez años serian entre 1,000,000,000.00 de niños y niñas afectadas sus vidas por la violencia presenciada en casa, los cuales han sufrido daños psicológico y emocional, aun a pesar de que la violencia no la vivieron directamente en su contra, han sido afectados de por vida. Es por eso que tan vital e importante que los y las adultas con responsabilidad de cuidar a menores, se concienticen de dicha tarea, además de que se sumerjan en un proceso de sensibilización para que se logre visualizar el impacto de la violencia ajena en las y los menores, muchos de los casos que su servidora ha atendido de mujeres sobrevivientes de violencia familiar, mencionan: “es que la violencia era contra mi solamente, pero en el momento en que toco a mis hijos e hijas entonces ya eso no lo pude tolerar”, sin embargo sus hijos e hijas fueron tocados desde que la violencia se ejercía solo en contra de la madre directamente, así que eso de presenciar la violencia, no es percibido por el gran grueso de la sociedad como violencia también, por lo que es admitida como algo normal en el desarrollo de nuestros menores, sin embargo dicha normalidad genera un aplanamiento de acciones que provoca una casi total perpetuidad de la violencia, lo que hace que las niñas y los niños, que presencian dicha violencia sean afectados, no solo en la forma en que hemos expuesto sino que además no se tienen la visualización ni de los adultos ni del menor al crecer de tener alguna situación que mejorar, se ve como algo natural, y eso genera que se pierda la posibilidad de accesar o buscar alguna ayuda al respecto.

Existen diferentes formas de exposición de los niños y niñas a la violencia de género. A partir de una de las definiciones más inclusivas del concepto17, podemos entender como niño o niña víctima de violencia de género aquel o aquella que está expuesto a la violencia de alguna de las siguientes formas:

Perinatal: Violencia que ejerce el hombre hacia la mujer embarazada.

Intervención: Violencia que sufre el niño o la niña al intentar proteger a su madre.

Victimización: El niño o la niña se convierte en objeto de violencia psicológica o física en el transcurso de una agresión a la madre.

Participación: Colaborar en la desvalorización hacia la madre.

Testificación presencial: El niño o la niña ven la agresión del padre hacia la madre.

Escucha: Se percibe la agresión desde otra habitación.

Observación de las consecuencias inmediatas a la agresión: Ven cómo ha sido herida su madre, cómo ha quedado el lugar donde ha sido agredida o ven llegar a la Policía o la ambulancia.

Experimentación de las secuelas: Al vivir los síntomas de su madre, la separación de sus padres o el cambio de residencia, por ejemplo. Escucha de lo sucedido: presenciando conversaciones entre adultos.

Desconocimiento de los acontecimientos: Al haber sucedido lejos de los niños o las niñas.

En un solo episodio violento, el hijo o la hija pueden vivir varias de estas categorías, así como a lo largo de la historia de violencia. Vivir en una familia donde la madre es maltratada significa estar expuesto a situaciones de opresión y control y a un modelo de relación basada en el abuso de poder y la desigualdad (Children who Witness Domestic Violence, informe de Carina OHLSON a la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, 2010).

El ver de esta forma tan detallada algunos de los efectos que las niñas y los niños que presencian la violencia contra la madre sufren, es inevitable pensar en el gran

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