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Lo que aprendí en psicología criminal


Enviado por   •  30 de Junio de 2015  •  3.603 Palabras (15 Páginas)  •  160 Visitas

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Lo que aprendí en psicología criminal

Cuando me inscribí a la materia de psicología criminal, tenía expectativas (muchas expectativas) ya que conocía la materia por rumores desde hace algunos años y me llamaba mucho la atención, especialmente la idea de analizar los motivos por los cuales una persona es capaz de cometer actos tan crueles como la tortura y el asesinato. He de admitir que si bien no se cumplieron todas ellas, al menos si las más importantes.

Admito que mucho de mi deseo es mera curiosidad de entender los motivos por los cuales aún exista tanto rencor y odio entre los seres humanos, me es difícil de entender como parecemos ser la única especia capaz de destruir nuestro entorno por mero egoísmo, y de cómo dejamos de lado a nuestro grupo (la humanidad) de lado por razones tan irrelevantes a largo plazo como la riqueza económica.

¿Cómo es posible siendo que vivimos en una era en la que la comida es tan fácil de producir que cada año se desperdician millones de toneladas por falta de consumo y sin embargo existe un monopolio de industrias que llevan a que solo ciertos grupos sean los beneficiarios de dichos productos, mientras otros sufren por la escases de alientos al punto de sufrir exterminios masivos a causa de la hambruna? mi ejemplo más claro, India, son el segundo mayor productor de alimentos del mundo, superado solo por china, y sin embargo un tercio de su población sufre de problemas de salud por falta de comida, causando la muerte de miles y miles de personas al año por inanición.

Pero hay casos que me despiertan un sentimiento de ira más profundo tanto a nivel personal como a indignación de nivel mundial, como el caso de los sacerdotes pederastas, aún recuerdo cuando el año 2010 el papa Benedicto XVI aseguro que "En los 70, la pedofilia se entendía como algo completamente en conformidad con el hombre e incluso con los niños" y que por ello, él no lo consideraba un crimen y por tanto no creía necesario tomar medidas en contra. Eso sin misionar que se cree, están en posesión de cerca de 1/10 parte de la riqueza mundial, por lo que tienen los recursos económicos para eliminar la pobreza e incluso de investigar la cura de cientos de enfermedades que agobian a la humanidad. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo es que teniendo los recursos para solventar un problema, se permita su existencia? Y más importante aún, ¿porque estos actos no son considerados crímenes? ¿Por qué estos perpetradores no son detenidos? ¿Por qué no son castigados? ¿Quién dictamino cuales son actos criminales que merecen ser castigados y cuales son actos permisibles?

Desde la perspectiva de Michel Foucault (vigilar y castigar), esto es una función social compleja, el problema (según él) remonta a Nietzsche. Del castigo, Nietzsche dice que no se trata solamente de una institución destinada a mejorar o a disuadir, tampoco a ejercer una venganza bajo la protección del derecho. El castigo es más un objeto complejo donde hay que distinguir dos cosas: de un lado, el uso, el acto, la acción; de otro lado, la “finalidad” y la “espera” asociados a la puesta en marcha de este procedimiento. Foucault retoma la cuestión bajo otro ángulo, analizando el castigo como un procedimiento de “problematización”, como una transformación de las dificultades y obstáculo de una práctica en un problema general. Bajo este ángulo, el castigo termina siendo usado para justificar una idea moral, un elemento de la táctica política (los métodos de castigo son considerados como técnicas de poder), una etapa dentro de un “proceso epistemológico-jurídico” definido por la mezcla del derecho penal (las leyes sociales basadas muchas veces en las religiones) y las ciencias humanas.

Según Foucault en “Vigilar y Castigar” es el camino utilizar el castigo como instrumento para corregir una conducta. Pero respecto del alma, se trata más precisamente de una transformación de la manera que el cuerpo (cuerpo-alma indisociablemente) es investido por los lazos del poder. El cuerpo no es más atacado de manera física, ahora lo es en sus procesos mentales y afectivos. Se juzga el personaje del criminal, se evalúa su moralidad, se cuantifica su grado de locura en base a qué tan acordes son sus ideales con los de la sociedad que lo juzga, se calcula la probabilidad de curarlo para que se convierta en un ciudadano normal y productivo de dicha sociedad, sin tomar en cuenta las causas que lo llevaron a cometer dichos actos ilícitos.

También el objeto del crimen cambia: se castiga la agresividad en la agresión, el deseo en el matar, la perversión en la violación. Se castiga, en el acto, la pasión que lo ha causado. El alivio penal, dice Foucault, es una técnica de poder. Se entra así, según Foucault, en una forma de poder asociado al estado mismo que a la vigilancia. El cuerpo se revela como una realidad biopolítica.

El análisis del castigo, transformado en concepto de prácticas que hace ver el alma moderna en la medida que muestra que los individuos se constituyen como tales a través de su conformidad a las normas de los procedimientos de un poder que les impone “formas de vida” y “maneras de conducirse” acordes a las necesidades de dicho poder y no a las de sus seguidores.

El texto “Vigilar y Castigar” designa la idea del cambio en el modo del ejercicio del poder, que se produce en los siglos XVIII y comienzos del XIX, como correlato de la desaparición de la monarquía, y de la idea que el soberano tenía todo el derecho de castigar los actos que considerara inapropiados. Este cambio se acompaña por el aumento del poder de la burguesía que instaura un nuevo lazo con la riqueza, y que ya no tiene relación con el poder de estar ligado a la tierra, sino que supone la explotación por una clase particular de la población, la clase obrera, de una riqueza investida en máquinas, fábricas, etc., lo que determina que la riqueza la produce el trabajo pero no son los trabajadores los dueños de esta riqueza, sino potenciales ladrones de esta (sistema capitalista).

A partir de ahí, se vuelve imperativo vigilar a los obreros. Eso es tan así, que se vuelve más rentable vigilar que castigar, de acuerdo a la economía del poder industrial. Pero, ¿cómo vigilar toda una categoría de la población, y al mismo tiempo impedir su revuelta? Pues en teoría se logra a través de campañas moralizantes, campañas de cristianización de la clase obrera, infundiendo el miedo a un castigo ya no físico, sino espiritual, una pena eterna por un solo crimen, por pequeño que este sea, lo cual causa cierto grado de temor ante la más mínima insubordinación.

Un ejemplo de esto sería la creación de otra categoría de la población: los “delincuentes”. Esta última categoría no existía en el Siglo

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