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Los Cuattro Acuerdos

chaparramiamor3 de Julio de 2013

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Las Defensas

Para comprender todo este asunto de la “parte oculta” de la relación padres – hijos necesitamos hablar de los mecanismo de defensas. Estos son medios que utilizamos inconscientemente para afrontar las situaciones difíciles, distorsionando, disfrazando o rechazando la realidad y así reducimos la ansiedad. Existen alrededor de trece mecanismos de defensa, sin embargo es necesario que por esta ocasión es menester enfocarnos en tres de ellos, mismo que corresponde: a la proyección, la negación y la formación reactiva.

Bien cierto es que en algún momento, muchos utilizamos algún mecanismo de defensa, pero esto pasa en las personas que psicológicamente se encuentran sanas y maduras. De tal manera que mientras mas sana sea una persona, menos utiliza los mecanismos de defensa y, cuando lo hace, casi siempre es consciente de ello.

La proyección es el proceso de atribuir a otros lo que pertenece a uno mismo, de tal forma que aquello que percibimos en los demás es en realidad una proyección de algo que nos pertenece; puede ser un sentimiento, una carencia, una necesidad o un rasgo de nuestra personalidad.

Es importante también mencionar que la proyección no sólo aparece en un sentido negativo, es decir, no solo proyectamos en los otros nuestros conflictos de personalidad, sino también nuestras áreas de luz, de manera que todo eso que te gusta de otra persona es también una proyección de los aspectos bellos y sanos de ti mismo.

Las personas que critican constantemente , que en todo y en todos encuentran un motivo de queja, que perciben siempre el punto negro en l mantel blanco, tienen un gran desprecio por si mismos, una sombra tan grande que constantemente la proyectan a su alrededor. Asimismo, quienes ven belleza, bondad y luz en otros están proyectando su propia belleza, bondad y luz.

La negación, es otro mecanismo de defensa, del cual es indispensable hablar; y esto pues se refiere a lo no aceptación de una realidad que puede ser externa, por ejemplo algo que está sucediendo en la vida de las personas, o interna, como una necesidad, un sentimiento, un deseo o un rasgo de personalidad, los cuales resultan amenazantes y difíciles de reconocer.

Lo primero que debes de hacer, si quieres cambiar algo, es salir de la negación, ya que es imposible manejar lo que no aceptas ni reconoces. Salir de la negación y reconocer que hay algo que no funciona, que necesita ser cambiado, e incluso reconocer que a veces no puedes solo y que necesitas ayuda, el primer gran paso, sin el cual no son posibles la curación y el cambio.

La negación es eso, una gran mentira que apuntalaos y sostenemos a costa de lo que sea para no enfrentar una realidad que nos resulta sumamente amenazante.

Otras importantes razones para mantener la negación son el miedo o la comodidad, ya que si reconoces que hay un problema debes hacer algo al respecto, Aunque parezca increíble, muchas personas continúan en negación aún después de ver evidencias clarísimas del problema.

Por ejemplo, ven a su hijo consumir drogas o su cónyuge tener una relación extramarital, o bien que su hija es víctima del abuso sexual de un familiar.; reconocer esto implica tomar decisiones muy drásticas; un divorcio tal vez, una ruptura en las relaciones familiares, una confrontación o, en pocas palabras, entrar en un proceso difícil para el cual no siempre está preparado.

Otra razón por la cual nos aferramos tan fuertemente a la negación es que creemos que no ver un problema o un sentimiento significa que este se va, desaparece. Frecuentemente escucho a personas aconsejar a alguien que está pasando por alguna situación difícil: “Ya no pienses en eso, o no hables de eso”. Pero las cosa no funcionan así; voltear la cara, no querer reconocer un sentimiento, un problema, una realidad, no significa que se va al contrario creerá y echara raíces y se ramificara, hasta que se tan grande que resulte imposible no verlo.

Así pues, para seguir sosteniéndonos en la negación, hacemos cosas como justificar, evadir o descalificar la fuente que nos está informando sobre esa realidad que no queremos ver; esa fuente puede ser una persona cercana, un libro, un conferencista, un terapeuta, un médico, a los cuales descalificamos diciendo: “No sirve, no es bueno, está loco, es un mentiroso etc.

Cuando te veas reflejado en algunas de las situaciones expuestas en el presente trabajo, no te recrimines, ni te avergüences, pues no eres un monstruo por ello, eres tan sólo un ser humano como yo o cualquiera.

Siempre he pensado que no tiene caso darnos cuenta de algo si no encontramos los “cómos” que nos ayuden a resolverlo.

Tu Hijo, tu Espejo

Hemos hablado sobre proyección, porque es precisamente lo que hacemos de manera inconsciente con nuestros hijos de cualquier edad proyectar.

¿Proyectar? Tus propias expectativas de la vida tus frustraciones, tus etapas de la infancia o adolescencia donde dejaste tus conflictos sin resolver, tus “hubieras”, tus necesidades insatisfechas y también tus aéreas de luz.

Tal vez al tener conocimiento de esto comentes “ yo no hago eso con mis hijos”, pero muchas veces actuamos no de manera consciente, no es que tú, lo hallas planeado, no es decir que esto esta manejado por psique, llamada inconsciente, la cual está compuesta por impulsos inaceptables, deseos, experiencias y recuerdos que no pueden ser integrados por el yo.

La función del inconsciente es protegernos, resguardar todo aquello que nos es difícil o doloroso enfrentar.

El Inconsciente no solo es el depósito del material amenazante sino además es el cofre de tesoros no descubiertos, donde se encuentran tus recuerdos, tus aprendizajes, tus “cómos”.

La parte oculta de la relación con nuestro hijo se produce de manera inconsciente y no como resultado de una decisión intencional y consciente por parte de los padres.

Se dice que en toda familia donde está conformado por dos o más hijos, siempre habrá uno llamado “oasis” y otro •”maestro”, el primero se dice que es un hijo o hija que casi se autoforma y se auto-educado, a veces parece que ya nacido formado y educado. ¡Es tan fácil ser padre de ese hijo!, es responsable, no da problemas y la relación con él o ella fluye fácilmente. En relación al hijo Maestro en cambio nos voltea al revés es el que nos hace madurar, aprender y crecer, el que nos hace leer libros, ir a terapia, cursos y conferencias para encontrar la forma de liderar con el, nos hace volver los ojos al cielo en busca de ayuda y con ello nos acerca a nuestra parte espiritual. Nos acerca a un ser superior, el cual cada quien nombra o concibe a su manera.

Con los hijos difíciles tenemos la mejor oportunidad de aprender, entre muchas cosas, el amor incondicional.

No significa que los demás hijos no nos ayuden a aprender y a crecer, ellos lo hacen de diferentes manera, por otros caminos; tampoco significa necesariamente que el hijo “oasis” será el más sano y feliz, y que, el hijo maestro será el enfermo, fracasado y desadaptado; te sorprenderá saber que con frecuencia, el hijo difícil es el más sano de la familia.

Ha y muchos factores que debemos tomar en cuenta para emitir un pronóstico respecto a salud y enfermedad, éxito o fracaso en la vida, incluso tendríamos que definir primero a que le llamamos éxito, fracaso, salud y enfermedad.

Yo no pude hacerlo, hazlo tú por mí

Vuestros hijos, no son vuestros. Son los hijos y las hijas del anhelo de la vida por perpetuarse. Llegan atraves de vuestros. Y aunque están con vosotros, no os pertenecen.

Podréis darle vuestro amor, pero no vuestros pensamientos, porque tienen sus propios pensamientos.

Podréis albergar sus cuerpos, pero no sus almas, porque sus almas moran en la casa del mañana, que no podéis visitar, ni siquiera en sueños.

Podréis, si mucho, pareceros a ellos, mas no tratéis de hacerlos semejantes a vosotros.

Porque la vida no retrocede, ni se estanca en el ayer. Sois los arcos que vuestros hijos, flechas vivientes, se lancen al espacio.

El arquero ve la marca en el infinito y Él es quien os doblega, con su poder, para que sus flechas partan veloces a la lejanía. Que el doblegamiento en manos del arquero sea vuestra alegría, porque aquel que ama la flecha que vuela, también ama al arco que no viaja.

Muchas veces los padres, negamos los resentimientos de hacia nuestros hijos porque nos parece imperdonables tenerlos, es normal que a veces los padres estemos resentidos con un hijo y que esto no significa que no lo amamos o que seamos malos padres por ello. Es indispensable reconocer esos sentimientos para poder curarlos y dar paso al amor.

Con frecuencia, los padres creemos que somos demasiados viejos para intentar algo, o que no es correcto gastar tanto dinero en nosotros mismos; entonces, sin ser conscientes de que esa es la razón, mostramos fuerte interés para que vuestros hijos hagan o aprendan ciertas cosas. Así simbólicamente, llenamos a través de ellos ese espacio vacío en nuestras vidas.

Es comprensible y normal que un padre se interese en que un hijo estudie en la mejor Universidad y que intente convencerlo de lo que él con su experiencia considera lo mejor. Pero cuando esa insistencia es tal magnitud y ese interés se antepone a todo, incluso al amor y a la relación con su hijo tiene que haber algo más; algo muy personal e inconsciente que está moviendo al padre desde las entrañas y lo que proyecta en esa situación.

Muchas veces a través

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