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Margaret Mead


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2013  •  1.563 Palabras (7 Páginas)  •  476 Visitas

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Adolescencia, sexo y cultura en Samoa[editar · editar código]

Artículo principal: Adolescencia, sexo y cultura en Samoa

En el prólogo de éste libro, el maestro de Margaret Mead, Franz Boas, escribió acerca de su importancia que:

Cortesía, modestia, buenas maneras, conformidad son universales para los estándares éticos definitivos, pero lo que constituye la cortesía, la modestia, las buenas maneras y los estándares éticos definitivos no es universal. Es instructivo saber que los estándares difieren en las formas más inesperadas.[cita requerida]

Boas quiso recalcar que había, en el momento de la publicación, muchos estadounidenses que habían empezado a discutir los problemas afrontados por la gente joven (especialmente las mujeres) cuando pasan por la adolescencia como "períodos inevitables de ajuste". Boas sentía que un estudio de estos problemas en otra cultura sería iluminador.

Por otra parte, la misma Margaret Mead describió el objetivo de su investigación de la siguiente manera: "He tratado de dar respuesta a la cuestión que me envió a Samoa: ¿Los disturbios que angustian a nuestros adolescentes son debidos a a la naturaleza misma de la adolescencia o a la civilización? ¿Bajo diferentes condiciones la adolescencia presenta diferentes circunstancias?" Ella llegó a la conclusión de que así era.

Mead condujo su estudio entre un pequeño grupo de samoanos —una aldea de 600 personas en la isla de Tau— en el cual ella se familiarizó, vivió, observó y entrevistó (a través de un intérprete) a 68 mujeres jóvenes entre los 9 y los 20 años.

Concluyó que el paso de la infancia a la adolescencia en Samoa era una transición suave y no estaba marcada por las angustias emocionales o psicológicas, y la ansiedad y confusión observadas en los Estados Unidos.

Como Boas y Mead esperaban, este libro indispuso los ánimos de muchos occidentales cuando apareció por primera vez, en 1928. Muchos lectores estadounidenses quedaron en shock por su observación de que las jóvenes mujeres samoanas postergaban el matrimonio muchos años mientras disfrutaban del sexo casual, pero que, una vez casadas, sentaban cabeza y criaban exitosamente a sus propios hijos.

En 1983, cinco años después de la muerte de Mead, Derek Freeman publicó Margaret Mead y Samoa: la construcción y destrucción de un mito antropológico, en donde ponía en tela de juicio los principales hallazgos de Mead. Mead estuvo nueve meses en Samoa y no hablaba su dialecto. Freeman dedicó a su investigación casi medio siglo y hablaba el dialecto samoano de manera perfecta. Freeman basó la crítica en sus propios cuatro años de trabajo de campo en Samoa y en entrevistas recientes con informantes sobrevivientes de la época de Mead. El argumento dependía del lugar del sistema taupou en la sociedad samoana. Según Mead, el sistema taupou consistía en una virginidad institucionalizada, exclusivamente, para las mujeres jóvenes de alto rango. Según Freeman, todas las mujeres samoanas imitaban el sistema taupou y las informantes de Mead entrevistadas negaron haber estado envueltas en sexo casual cuando eran jóvenes y declararon haber mentido a Margaret Mead.

Después de una racha inicial de discusión, muchos antropólogos concluyeron que la verdad absoluta, probablemente, nunca se conocería. De cualquier manera, muchos encontraron la crítica de Freeman altamente cuestionable. Primero, especularon acerca del hecho de que Freeman hubiera esperado hasta que Margaret Mead muriera para publicar su crítica de manera que ella no pudiese responder. Por otra parte, señalaron que las informantes originales de Mead eran, ahora, mujeres viejas, abuelas y se habían convertido al cristianismo. Además, hicieron notar que la cultura samoana había cambiado considerablemente en las décadas siguientes a la investigación original de Mead; que, después de la intensa actividad misionera, muchos samoanos habían llegado a adoptar los mismos estándares sexuales de los estadounidenses, quienes, en su día, recibieron con tanta impresión las revelaciones de Mead. Sugirieron que, como mujeres en ese nuevo contexto, era inaceptable hablar francamente acerca de su comportamiento adolescente (nótese también que una de las estrevistadas de Freeman dio su fe renacida como razón para admitir su engaño del pasado). Finalmente, sugirieron que aquellas mujeres no serían tan francas y honestas acerca de su sexualidad cuando hablaban con un hombre entrado en años, como habrían sido hablando con una mujer joven. Muchos antropólogos también acusaron a Freeman de tener el mismo punto de vista sexual etnocéntrico que tenían las personas a las que Boas y Mead impresionaron.

Los antropólogos también criticaron a Freeman acerca de las bases metodológicas y empíricas. Por ejemplo, Freeman combinó ideales públicamente articulados con normas de comportamiento, es decir, mientras muchas mujeres samoanas admitirían en público que es ideal mantener la virginidad, en la práctica exhibían altos niveles de sexo prematrimonial y se jactaban acerca de sus aventuras sexuales entre ellas mismas. Los propios datos de Freeman apoyaban las conclusiones de Mead: en una aldea samoana del oeste documentó

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