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Margaret Mead Y La Educación


Enviado por   •  26 de Febrero de 2014  •  2.024 Palabras (9 Páginas)  •  452 Visitas

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Este trabajo, no se reduce únicamente a la cuestión del analfabetismo, ni a la desigualdad social que gira en torno a la educación mexicana, lo que se pretende es abordar los aspectos que hay de la educación como práctica de libertad, donde la cultura como un comportamiento aprendido, estudia especialmente la transmisión cultural a través de las generaciones, donde Mead nos dice que la influencia de la cultura no crea siempre la uniformidad en un grupo, si no que todos los individuos de éste, interactúan con sus culturas pero no son receptores pasivos, pueden aceptar las fuerzas culturales, rechazarlas o rebelarse contra ellas, donde parece que los individuos son más similares de lo que en realidad son.

Mead utilizó a menudo un término del griego antiguo, plastikos, para referirse a la capacidad humana de crecer, cambiar y adaptarse, dentro e incluso más allá del marco de la herencia biológica y cultural. Pero aquí existe una dicotomía entre naturaleza-educación que para Mead era una quimera, pues su enfoque sistémico del conocimiento exigía la inclusión de todas las variables, que como particularista histórica, creía fielmente en que no todo tenía que ser igual.

Es por ello que en el presente texto, analizamos la etnografía llamada “Me muero y no sé leer ni escribir, indígenas y alfabetización” donde sus autoras, Abigay Muñoz e Ivette González, abordan el tema del analfabetismo en la comunidad nahua, San Sebastián Alcomunga de la Sierra Negra de Tehuacán, donde hay personas de hasta 80 años que no reconocen ninguna de las vocales, pero ¿en qué momento se vio obstruida y negada la educación?

Mead pensaba, como el resto de los boasianos, que la educación de los niños configuraba su personalidad de adultos, y que la experiencia de la adolescencia variaba entre culturas, retomando el tranquilo tránsito de la niñez a la edad adulta de los samoanos en una sociedad integrada, relajada y tolerante, que no contrastaba con la problemática y turbulenta adolescencia de los norteamericanos en esa época. Mead, creyó encontrar la explicación de estas diferencias en factores socioculturales, lo cual hasta nuestros tiempos es uno de los mayores determinantes para que exista el analfabetismo y no exista una educación liberadora, donde se necesitaría reformar el sistema educativo para que facilitara las elecciones vitales de las personas.

Entonces la causa de que una mujer o un hombre de 80 años no sepan leer o escribir al menos su nombre, históricamente parte de un devenir constante de desigualdad social, en la que nadie se puede hacer responsable, pues todos participamos inconscientemente. No es de extrañar entonces, que el analfabetismo aparezca en la noción tradicional como una especie de mal de nuestros pueblos, como una manifestación de su incapacidad, de su poca inteligencia y aun de su apatía por la educación. Pero la verdad es otra, hay desigualdad entre las culturas, entre los grupos sociales, pero incluso en un mismo entorno como las escuelas, donde nos encontramos con la práctica del poder y la jerarquización.

No solo hay analfabetas por carencia, no solo hay analfabetas por falta de escuelas o maestros, también hay analfabetas por injusticia, lo que genera analfabetas desinformados y faltos de criticidad.

La alfabetización es un tema de índole no sólo educativo, sino también cultural, en el que Mead estaba convencida de que las pautas culturales estaban por encima de las muestras estadísticas, un medio de justificar su método es aplicar la analogía lingüística, donde para conocer la estructura gramatical del lenguaje, hacía falta conocer la perspectiva individual de algunos informantes. Y es justo como en esta etnografía se aborda uno de los propiciadores del analfabetismo, el lenguaje, que es una de las formas de violencia social y discriminación más frecuentes en países en vías de desarrollo como el nuestro, no solo en lo que respecta a la persona, sino que desgraciadamente con la pobreza forman una máquina de destrucción que disuelve la dignidad humana.

El lenguaje, que es el que comunica también descomunica, como lo dicen las autoras, en las comunidades bilingües hay niños que no estudian, pero los que estudian se afrontan con maestros que les exigen el uso del español, o con maestros bilingües deficientes para desarrollar buenos programas educativos incluyentes en su lengua. En las propias comunidades, su lengua es considerada inferior, e incluso los padres se oponen a que sus hijos adquieran la educación formal de su lengua, pues con el paso del tiempo se dieron cuenta que ya no es funcional en la actualidad. Mead, en este caso maneja el concepto de la noción del tiempo, el cual tiene profundas implicaciones cuando se trata de comprender la educación como una selectiva transmisión de la cultura, cuyos elementos cambian cada generación, y esto se hace presente al abordar el tema del lenguaje, pues las expectativas y necesidades de las distintas poblaciones han cambiado, se van reformando o más bien adaptando a lo que el contexto social general, está exigiendo y en este caso lo que exige, es una misma forma de comunicación, o si no eres excluido y minimizado.

El sistema educativo en México, se ha hecho constar por una educación bancaria o mejor conocida como tradicional, en la que la relación entre el que educa y el que es educado está acompañada de jerarquía social, no solo por la edad o el nivel económico, sino más bien por el nivel de conocimientos que uno tiene, donde el maestro es el poseedor del saber y el alumno, es el que ignora y debe “intentar” conocer. Durante el trabajo de campo de Abigay e Ivette, realizaron un total de 70 entrevistas de forma abierta, con las que pretendían saber si las personas analfabetas de esta comunidad, habían asistido a la escuela en el algún momento. En dado caso de que nunca hubieran asistido, conocer los motivos, pero en el caso donde tuvieron la oportunidad de estudiar, saber cuáles fueron las razones por las que no continuaron sus estudios. De manera general, estas entrevistas dejaron ver que además de la falta de recursos y el problema ya mencionado del lenguaje, también se encontraba el hecho de que la forma de compartir los conocimientos no era funcional:

“El profesor nos ponía a hacer planas, para todo planas, planas de nuestro nombre, planas con las tablas de multiplicar, para todo eran planas, lo más difícil era matemáticas,

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