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Motricidad En Preescolar

sjrmex22 de Julio de 2011

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CAPÍTULO I

LA PSICOMOTRICIDAD EN PREESCOLAR

A) La importancia de la psicomotricidad para el desarrollo integral del niño

Para que el niño pueda acceder a los conocimientos matemáticos y a los procesos de lectura y escritura, es necesario que haya alcanzado un nivel de desarrollo motriz, así como un estado psicológico óptimo.

Para aplicar la psicomotricidad en educación, se requiere del juego, a través del cual, se pueden utilizar estrategias que permitan adquirir nociones de organización espacio-temporal, una adecuada lateralización y coordinación, además para el aprendizaje de la escritura, es necesario la independización segmentaria de partes del cuerpo como los hombros, brazos, codos, muñecas y dedos, pues todos ellos intervienen en el acto de escribir.

El desarrollo del niño merece una especial atención, sobre todo si tiene en cuenta que lo que primero desarrolla son las habilidades motrices gruesas para luego desarrollar la coordinación motora fina, es decir que con la ayuda de la psicomotricidad, el niño podrá primero aprender a desarrollar el control de su propio cuerpo para aprender a voltear, sentarse, gatear, caminar, correr, etc., y luego, con la ayuda de padres, profesores y materiales oportunos, empezará a trabajar la motricidad fina, podrá coger objetos pequeños, realizar ejercicios de punzado, enhebrado, pintado, para luego iniciar la escritura y otras destrezas motrices, habilidades artísticas e intelectuales, necesarias en todo momento; los médicos, ingenieros, artistas; necesitan utilizar destrezas motrices finas, necesitan utilizar eficientemente sus manos.

La psicomotricidad permite al niño desarrollar destrezas motoras gruesas y finas, además de lograr un adecuado control postural, de lograr la orientación espacial, esquema e imagen corporal. Todo ello es la base de la educación integral del niño, comprende el área académica, los prerrequisitos para los conocimientos matemáticos, la lectura, escritura así como el área emocional, ya que todo aprendizaje es óptimo si se encuentra en un marco afectivo favorable o si el niño cuenta con un adecuado estado psicológico. La psicomotricidad apunta a favorecer el desarrollo integral del niño, teniendo en cuenta sus características psicoafectivas y motrices. Favorece también el desarrollo sociemocional-afectivo del niño ya que adquirir destrezas y habilidades hará que tome conciencia de sus logros y avances, esto ayudará a formar su autoestima, como también mejorará las relaciones interpersonales.

Los juegos y actividades psicomotrices fomentan el trabajo en equipo, el juego compartido, permite al niño socializarse y sentirse capaz de cumplir una tarea que lo deleita, sin duda alguna, estas experiencias significativas harán que el niño adquiera mayores aprendizajes y sea un niño seguro, capaz de cumplir sus metas.

El papel de los padres y el docente es de fomentar la práctica de actividades motrices, éstas variarán en dificultad teniendo en cuenta la edad y el proceso de desarrollo, para ello es necesario que los educadores estén informados sobre las características de las etapas de cada niño, los padres deben estar igualmente informados y buscar la orientación de los profesores y especialistas para saber qué ejercicios y actividades son las más adecuadas, en todo caso, es necesario observar al niño y estar atento de sus logros y sus dificultades.

B) La educación preescolar y sus campos formativos

El programa de educación preescolar, de acuerdo con los fundamentos legales que rigen la educación, es de observancia general en todos los planteles y las modalidades en que se imparte en el país, sean éstos de sostenimiento público o privado. Tanto su orientación general como sus componentes específicos permiten que en la práctica educativa se promueva el reconocimiento, la valoración de la diversidad cultural y el diálogo intercultural.

Por otro lado, el programa parte de reconocer que la educación preescolar, como fundamento de la educación básica, debe contribuir a la formación integral, pero asume que para lograr este propósito, el Jardín de Niños debe garantizar a los pequeños su participación en experiencias educativas que les permitan desarrollar, de manera prioritaria, sus competencias afectivas, sociales y cognitivas.

En virtud de que no existen patrones estables respecto al momento en que un niño alcanzará los propósitos o desarrollará los procesos que conducen a su logro. Estos propósitos están planteados para toda la educación preescolar, en cada grado se diseñarán actividades con niveles distintos de complejidad en las que habrán de considerarse los logros que cada niño ha conseguido y sus potencialidades de aprendizaje, para garantizar su consecución al final de la educación preescolar; en este sentido los propósitos fundamentales constituyen los rasgos del perfil de egreso que debe propiciar la educación preescolar.

El programa de educación preescolar se centra en competencias a diferencia de otros programas que establecen temas generales como contenidos, educativos, en torno a los cuales se organiza la enseñanza y se acotan los conocimientos que los alumnos han de adquirir. Una competencia es un conjunto de capacidades que incluye conocimientos, actitudes, habilidades y destrezas que una persona logra mediante procesos de aprendizaje y que se manifiestan en su desempeño en situaciones y contextos diversos. (Programa de Educación Preescolar: 2004:22)

Esta decisión de orden curricular tiene como finalidad principal propiciar que la escuela se constituya en un espacio que contribuye al desarrollo integral de los niños, mediante oportunidades de aprendizaje que les permitan integrar sus aprendizajes y utilizarlos en su actuar cotidiano. La selección de competencias que incluye el programa se sustenta en la convicción de que los niños ingresan a la escuela con un acervo importante de capacidades, experiencias y conocimientos que han adquirido en los ambientes familiar y social en que se desenvuelven, y de que poseen enormes potencialidades de aprendizaje.

La función de la educación preescolar consiste en promover el desarrollo y fortalecimiento de las competencias que cada niño posee.

Además de este punto de partida, en el trabajo educativo deberá tenerse presente que una competencia no se adquiere de manera definitiva: se amplía y se enriquece en función de la experiencia, de los retos que enfrenta el individuo durante su vida y de los problemas que logra resolver en los distintos ámbitos en que se desenvuelve.

En virtud de su carácter fundamental, el trabajo sistemático para el desarrollo de las competencias (por ejemplo, la capacidad de argumentar o la de resolver problemas) se inicia en el Jardín de Niños, pero constituyen también propósitos de la educación primaria y de los niveles subsecuentes; siendo aprendizajes valiosos en sí mismos, constituyen también los fundamentos del aprendizaje y del desarrollo personal futuros. Centrar el trabajo en competencias implica que la educadora busque, mediante el diseño de situaciones didácticas que impliquen desafíos para los niños y que avancen paulatinamente en sus niveles de logro (que piensen, se expresen por distintos medios, propongan, distingan, expliquen, cuestionen, comparen, trabajen en colaboración, manifiesten actitudes favorables hacia el trabajo y la convivencia, etcétera) para aprender más de lo que saben acerca del mundo y para que sean personas cada vez más seguras, autónomas, creativas y participativas.

Además es importante resaltar que la naturaleza de los procesos de desarrollo y aprendizaje de las niñas y los niños menores de seis años hace sumamente difícil y con frecuencia arbitrario establecer una secuencia detallada de metas específicas, situaciones didácticas o tópicos de enseñanza; por esta razón, el programa no define una secuencia de actividades o situaciones que deban realizarse sucesivamente con los niños. En este sentido, el programa tiene un carácter abierto; ello significa que es la educadora quien debe seleccionar o diseñar las situaciones didácticas que considere más convenientes para que los alumnos desarrollen las competencias propuestas y logren los propósitos fundamentales. Igualmente, tiene la libertad de adoptar la modalidad de trabajo (taller, proyecto, etcétera) y de seleccionar los temas, problemas o motivos para interesar a los alumnos y propiciar aprendizajes. De esta manera, los contenidos que se aborden serán relevantes, en relación con los propósitos fundamentales y pertinentes en los contextos culturales y lingüísticos de los niños.

Con la finalidad de identificar, atender y dar seguimiento a los distintos procesos del desarrollo y aprendizaje infantil, y contribuir a la organización del trabajo docente, las competencias a favorecer en los niños se han agrupado en seis campos formativos. Cada campo se organiza en dos o más aspectos, en cado uno de los cuales se especifican las competencias

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