PERSPECTIVA TEÓRICA EPISTEMOLÓGICA DE ESTUDIO
Alejandro SepúlvedaApuntes25 de Enero de 2019
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CAPÍTULO III
PERSPECTIVA TEÓRICA EPISTEMOLÓGICA DE ESTUDIO
Luego que determiné qué investigar, y revisado estos antecedentes relacionados con el tema de mi escogencia, consideré imprescindible situarme en una coherencia metódica entre algunas dimensiones que me ayudaran a determinaran las características fundamentales del fenómeno en estudio. En tal sentido me pregunte: cuál es su naturaleza particular, cómo y con qué, podía aprehenderlo.
A la pregunta por la naturaleza de lo real corresponde el horizonte ontológico, es decir cuál es su constitución primera. Esto según Guba (1990) es, la dimensión ontológica del paradigma, es la pregunta por el ser de la investigación. ¿Qué es la realidad?, es la principal interrogante que guía del proceso investigativo, sin ella no hay posibilidades de emprender o avanzar en indagación sistemática alguna.
Me pregunté entonces: ¿Es éste un fenómeno exterior al sujeto investigador?, ¿reside de manera independiente o autónoma de quien lo aprehende?, ¿está signado en parte por mis valores culturales, o es independiente de ellos? Estas son algunas de las interrogantes que me orientaron en ese sentido. A lo cual opté por responder que, la realidad presente en el campo de trabajo de la cárcel, está constituida por seres humanos en relación que manejan un mundo de significados a los cuales no soy ajeno como autor de este proyecto, por lo tanto tomo partido en el juego hermenéutico de los textos que dan cuenta de ésta.
El cómo debía ser mi acercamiento al fenómeno, luego de hacerme la pregunta anterior, corresponde según Guba (1990) a otra dimensión paradigmática: la epistemológica, es decir, mi relación como conocedor con lo que quería conocer. Por supuesto sería hermenéutica y dialéctica, ontológica en el primer caso y epistemológica propiamente dicha en el segundo[1], fue así como entre mi persona y los sujetos participantes en este estudio, construimos significados sobre el tema orientado por mi interés.
Luego de estas dos primeras y fundamentales interrogantes, es que pude establecer las herramientas metodológicas, con las cuales procese directamente este proyecto indagatorio, esto último corresponde a la dimensión metodológica del paradigma.
Si se entiende por método la lógica de investigación que legitima un conjunto de decisiones y actividades planificadas con el objeto de establecer enunciados verdaderos sobre la realidad social (…) el método de una investigación social ha de integrar los tres niveles (…) el meta teórico, el teórico y el empírico, el investigador social se enfrenta no solo a la variedad de opciones existentes en cada uno de los niveles sino también a las presiones de la coherencia. (Bericat, 1989: 19)
Es a partir de la clasificación propuesta por Guba (1990) que inscribo esta investigación en el paradigma construccionista, de acuerdo al cual la investigación cualitativa es un enfoque pertinente a este modelo epistemológico, al igual que lo es el método de la teoría fundamentada, así como la etnometodología (vista como el estudio de los métodos que utiliza la gente para producir y comprender descripciones que parezcan racionales, adecuadas y justificables) para analizar el objeto-texto de mi estudio. Todo esto me permitió la utilización de técnicas como la entrevista y la observación a las cuales recurrí para la obtención de los datos, lo cual detallo en el aparte destinado a lo metodológico.
III. 1. El marco disciplinar de la Psicología Social.
El presente estudio se inscribe en un amplio campo donde tienen cabida la psicología, la sociología y otras disciplinas científicas que pretenden dar cuenta del comportamiento humano. La psicología social al ser una ciencia del comportamiento interpersonal (Munné, 1989), donde coinciden y tienen sentido una concepción del hombre con una concepción de ciencia constituye un marco disciplinar, que en su caso, observamos varios marcos paradigmáticos que coinciden en no poder ser valorados desde ciencias humanas en especial, es decir desde la particularidad de la psicología y/o de la sociología, lo que evidencia la sustantividad de la psicología social. Solo desde el nivel disciplinar, es decir desde una visión integral del comportamiento interpersonal de los sujetos, se puede medir una visión de la ciencia que está subsumida en un modelo de hombre, que es lo que ha llamado Munné (1989) el metaparadigma. Según Martín Baró (1985):
La constante de la Psicología Social (...) es el atender a la acción de individuos o grupos en cuanto referida o influida por otros individuos o grupos. En la medida en que una acción no es algo que se puede explicarse adecuadamente a partir del sujeto mismo, sino que, explícita o implícitamente, en su forma o en su contenido, en su raíz o en su intención, esté referida a otro y a otros, en esa misma medida la acción es social y cae bajo la consideración de la psicología social.(…) Tenemos así una primera aproximación al objeto de estudio de la psicología social: la acción humana, individual o grupal, en cuanto referida a otros. (p. 9-10)
Los significados, entonces surgen de un microsistema de interacción socio-cultural (Munné, 1989: 29), que en el contexto de la prisión estará condicionado por el hecho de que los participantes que interactúan en la cárcel, al permanecer bajo custodia, comparten los mismos espacios y establecen sus propias significaciones. El sistema carcelario reúne a individuos por períodos de tiempo considerables, por lo que la comunidad que se desarrolla allí puede considerarse como una sociedad dentro de otra sociedad (Hood y Sparks, 1979: 218), lo que sin lugar a dudas es pertinente al “microsistema” a que alude Munné (1989). Por esta razón los referidos textos de donde he extraído las unidades de análisis para concretar este estudio, necesariamente hacen referencia al submundo de significado en cuestión y los códigos y normas que lo rigen. El contexto aquí se define como mundo significativo de orden socio-lingüístico para las unidades de análisis.
Ha de entenderse que, cuando en este trabajo hablo de contexto me refiero al conjunto de significaciones que hacen que una situación sea lo que es, al entramado de significados en que se encuentran inmersas las personas en la cotidianidad de sus interacciones, la cual estimo puede dar cuenta de sí misma a través de: las relaciones pragmáticas contenidas en los discursos (Antaki e Iñiguez, 1990), o en el objeto-texto como dice Seoane (2000), o bien en el “significado del texto como acto humano” al que refiere Martínez (2006: 108), a fin de cuentas, en una “instancia de comunicación lingüística” como dice Searle (2001).
Dicho de otra manera, el estudio del significado de una expresión no llegará a una conclusión satisfactoria si no se tiene alguna comprensión de la ocasión en que se utiliza la expresión. Y es importante destacar que cuando los etnometodólogos hablan de “ocasión” y “contexto” no se limitan a la situación institucional donde se produce el habla (por ejemplo, un aula, un juzgado): destacan los detalles específicos de la interacción en la que intervienen los participantes. Por tanto decir que una expresión está “ocasionada” es decir que está adaptada a una secuencia de habla, que a su vez forma parte de un contexto social más amplio. (Potter, 1998: 65)
III. 2. El construccionismo
Hablar de construccionismo como paradigma implica desde mi punto de vista, establecer una demarcación fundamental entre constructivismo y construccionismo: para el primero, la asunción del conocimiento se fundamenta en la teoría cognitiva, es decir se hace énfasis en la forma de cómo se percibe el mundo para determinar la acción humana, y no se concibe al mundo como la acción humana misma, es decir, la experiencia se entiende como la construcción alojada en la estructura cognitiva del sujeto y desde la cual en interacción con otras experiencia asimiladas del exterior reacomoda su experiencia interior y va elaborando sus significaciones; en este sentido la experiencia para el constructivismo no se entiende como la constitución del sujeto mismo. Un planteamiento muy interesante para reflexionar en este sentido lo encuentro en Foucault (2001) cuando dice:
Actualmente, cuando se hace historia –historia de las ideas, del conocimiento o simplemente historia- nos atenemos a ese sujeto de conocimiento y de la representación como punto de origen a partir del cual es posible el conocimiento y la verdad aparece. Sería interesante que intentáramos ver cómo se produce, a través de la historia, la constitución de un sujeto que no está dado definitivamente, que no es aquello a partir de lo cual la verdad se da en la historia, sino de un sujeto que se constituyó en el interior mismo de ésta y que, a cada instante, es fundado y vuelto a fundar por ella. Hemos de dirigirnos pues, en la dirección de esta crítica radical del sujeto humano tal como se presenta en la historia. (p. 16)
Desde la visión contructivista, la relación de conocimiento es entre un sujeto con una estructura mental constituida y una realidad que permanece exterior, es así como en esta relación epistemológica, el mundo aparece a merced de los esquemas mentales y cognitivos de quien lo percibe. Esto genera a mí parecer una pregunta un tanto problemática pero que no es “objeto” de este trabajo,[2] a saber: ¿dónde, o en qué lugar de la concepción contructivista de conocimiento ubicamos a quien percibe esta relación de conocimiento?
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